Elementos de economía política: 11
Apariencia
§. II. De qué se componen los trabajos de la industria
[editar] 58. La ejecución de un producto exige la cooperación de varias personas y de varios conocimientos. Exige: 1.º el trabajo del sabio, 2.º, el del empresario; 3.º, el del artífice.
El sabio descubre, el empresario aplica, el artífice ejecuta.
59. Los sabios, descubriendo y acumulandolos conocimientos, son perpetuamente necesarios, no obstante que un jornalero o un director de un taller, por ejemplo, no necesiten las más de las veces ser químicos, físicos o mecánicos. Si los sabios y los libros que poseemos desapareciesen de repente, las artes continuarían algún tiempo existiendo por su propio impulso, pero pronto caerían en una ciega rutina; los métodos, cesando de ser rectificados, irían degenerando gradualmente. Ni es ésta una suposición gratuita: ya no sabemos hacer cimentos inalterables como los hacían los antiguos, ni pinturas al fresco como se hacían en Tebas; el trabajo de los obeliscos, el fuego griego y los espejos de Arquímedes, capaces de incendiar las escuadras enemigas, son secretos que se han perdido. La pérdida de las ciencias acarrearía la no satisfacción de ciertas necesidades al mismo precio; la ventaja de consumir resultaría sucesivamente perdida hoy para una clase, mañana para otra. Esas sumas de utilidades que, cambiándose unas por otras, son la vida de cuerpo social, irían desapareciendo por grados, y la sociedad volvería a sumirse en la barbarie.
60. Pero es preciso aplicar la ciencia, y esa aplicación, indicada o no por el sabio, es la obra del empresario o destajista.
Este debe saber apreciar las necesidades físicas del hombre, sus inclinaciones y sus riquezas.
61. Como un empresario no puede hacerlo todo con sus propias manos, la tarea del operario consiste en ejecutar las varias operaciones con sus fuerzas musculares, y en este caso no es más que un simple jornalero; pero aquella tarea puede exigir, además del trabajo manual, inteligencia, habilidad, y aun talento.
62. Fácil es comprender que una misma persona puede desempeñar estos tres oficios; mas como quiera, no hay producto en el que no puedan descubrirse las señales de los tres géneros de trabajos. Un fruto, por ejemplo, parece que es únicamente el producto de la fecundidad sola del suelo; pero para obtenerle, ha sido preciso aprender los métodos de cultivo, apreciar los medios de aplicarlos y las ventajas que de ellos habían de resultar; en fin, ejecutarlos o hacerlos ejecutar.
63. Por lo que precede se ve que el empresario es el agente, principal de la producción. Para crear productos, es decir, para utilizar las investigaciones de los sabios y los trabajos de los artífices, apreciando las necesidades, hallando los medios de satisfacerlas y constituyendo una buena administración, debe tener por dote principal la sagacidad y un conjunto de conocimientos, que forma parte de la inteligencia, o como vulgarmente se dice, del don de los negocios. En parte puede prescindir de tener ciencia, puesto que emplea la de los demás; puede no echar mano a la obra, sirviéndose de ajenas manos; pero sin inteligencia, se arruinará de seguro produciendo con grandes gastos no-valores. Por esta razón todo lo que tiende en un pueblo a rectificar el juicio, a dar ideas exactas sobre todas las cosas, es favorable a la producción de las riquezas.
64. Las tres operaciones de que acabamos de hablar se hallan igualmente en la creación de los productos inmateriales. (Véase el §. VI de este capítulo.)