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Elementos de economía política: 22

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Capítulo V : Del trabajo, instrumento de producción (continuación.) -de la división del trabajo.

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    • I. Lo que es la división del trabajo y su poder.
    • II. Utilidad de la división del trabajo en las diferentes profesiones.
    • III. De la división del trabajo entre las naciones.
    • IV. Origen de la división del trabajo; de los límites que encuentra.
    • V. De los inconvenientes que se achacan a la división del trabajo.

§. III. De la división del trabajo entre las naciones.

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163. Las diferentes naciones del globo no producen todas las mismas cosas: la España produce principalmente lanas, la Francia vinos, la Rusia cáñamo y brea, la Polonia trigo; y si es preferible para un zapatero comprar los muebles que necesita a su vecino el ebanista, y recíprocamente para éste hacerse vestir por su vecino el sastre, del mismo modo la Rusia no debe empeñarse en producir vino en sus páramos, ni la Francia brea en sus viñedos. Haciéndolo así, estas dos naciones irían en contra de sus intereses; el sano juicio les indica el medio de los cambios como una consecuencia natural de la diferencia de los climas.
164. Sin embargo, no siempre es tan sencilla la cuestión ni todos los productos tienen un origen tan patentemente distinto; hasta hay algunos que pueden reclamar como indígenas diversos países, y que dejan a varios pueblos la esperanza de una nacionalidad con harta frecuencia engañosa; tales son, por ejemplo, el hierro y la hulla: el hierro, que reclaman con diferentes títulos la Inglaterra, la España, la Bélgica, la Francia, la Alemania, etc.; la hulla, que reclaman también con los mismos derechos la Francia, la Inglaterra, la Bélgica, etc. Risa daría seguramente la pretensión, de los que quisiesen producir sabrosos vinos en Siberia; pero no nos causaría extrañeza ver productores que fabricasen hierro en Francia, si supiesen prescindir de la protección de las aduanas, que imponen sacrificios a los consumidores y empeñan a la producción en una senda artificial.
165. La diferencia del suelo y del clima no es la única causa que varia las industrias: las tradiciones, las leyes, las costumbres de un pueblo modifican igualmente las condiciones del trabajo. En el día puede observarse en Europa que, sea por casualidad, sea por circunstancias particulares, la mayor parte de los pueblos han llegado a hacerse, de una industria común a muchos, una especialidad nacional, en la cual lucharán mucho tiempo con ventaja; hay además pocas industrias que cada población no procure hacer suyas. De esta tendencia resulta una serie de fenómenos muy complexos, que los administradores y los estadistas favorecen, sin darse muy bien cuenta a sí propios de los efectos económicos que de ello resultan, y como obedeciendo a preocupaciones y a sofismas económicos; pero no es éste el momento de profundizar esta cuestión práctica, cuyos elementos varían con cada industria, y cuya solución, a mayor abundamiento, no es posible sino cuando se ha estudiado el principio de libertad, de que trataremos en el discurso de esta obra. (Cap. XIII.)