Ensayo de una historia de Orizaba: Tercera parte: Capítulo II

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II.


Reaccion contra los conquistadores.— Sublévase Ahauializapan.— Matanza de españoles.— Toma de México, y sus consecuencias.




Al estupor que á los principios tuvo confundidos á los súbditos de Moteuczuma, por la presencia de los españoles, luego siguió una reaccion que, como todas las reacciones, fué sangrienta.

La prision del emperador de México, consumada so fútiles pretestos, demostró á las claras las intenciones y miras de Cortés.

Desde entonces la opinion se uniformó entre los naturales contra los que aspiraban á dominarlos, preparándose así aquella guerra feroz y sin cuartel á que dió fin la toma de México.

El levantamiento de los mexicanos contra el extrangero, fué imponente por su unanimidad, grandioso por el indisputable derecho que asistia á los que de esa manera defendian el sagrado de su patria.— La Noche triste, que así se conoce en nuestra Historia , fué el resultado de aquel alzamiento patriótico, y que puso en gravísimo aprieto á los españoles á ella se siguió la heróica defensa de la capital, que si prueba el patriotismo de los mexicanos, es á un mismo tiempo, un testimonio de su impotencia para contrarestar el poder irresistible de otras ideas y otros principios.

Ahauializapan, Huatusco y Cotaxtla, fueron las que mas resueltamente secundaron los esfuerzos heróicos de los mexicanos Por grande que fueran los agravios que habian recibido de éstos, comprendieron aquellos pueblos, que la esclavitud á un poder extraño, era mas odiosa que la tirania de la corte de México.

El descalabro que sufrieron las tropas de Cortés en la Noche triste, llegó á noticias de las provincias, sin dilacion. Los mexicanos se alentaron, y no temieron ya tanto el poder de las armas castellanas. Aquella accion enérgica de los mexicanos, que pregonaba su amor á la independencia, tuvo imitadores en las provincias del imperio, que agravaron mas la posicion, ya harto comprometida, de Cortés.

En Ahauializapan y otros puntos de la costa, el sentimiento nacional tomó brios, y por su parte quiso dar pruebas señaladas de su celo, aunque ferozmente.

Mas de cien españoles que se hablan intemado en estos lugares, fueron muertos sin piedad[1] y á este ejemplo los de Tepeaca, hcieron lo mismo con doce.

Cortés habia regresado triste y abatido á Tlaxcala, por el mal éxito de su expedicion á México. A fin de no mantener ociosas sus tropas, emprendió una campaña contra los sublevados mas próximos á su cuartel general, apoyado por sus aliados.

Los tepanecas habian jurado vasallaje á los españoles cuando estos entraron en el país; por eso, tanto Cortés como sus oficiales, miraban su conducta como una rebelion, digna de pronto castigo. Púsose Cortés al frente de sus tropas y despues de una sangrienta batalla, todos los pueblos sublevados se sometieron. Tepeaca, y las demás poblaciones que se estienden desde las faldas del Orizaba hácia el Este, volvieron á quedar sujetas, aunque no así las de Ahauializapan.

En cuanto á estas provincias y las de Huatusco y Cotaxtla, el conquistador reservó para mas tarde someterlas, como á su vez lo dirémos, pues le preocupaba por entonces, como debia ser, el pensamiento de hacerse de México, á todo trance.

No era de extrañarse que los caciques de estos rumbos, creyendo perdidos á los españoles, como resultado inmediato de aquella derrota memorable, temieran las represalias de que serian víctimas por la obediencia que con tanto apresuramiento juraron á los extrangeros, y trataran de probar su adhesion á la corte mexicana con aquel acto sangriento.— No es la historia, en verdad, la que escasea ejemplos semejantes: con harta frecuencia el temor inspira sentimientos culpables, por mas que aparezcan justificados ó se pretenda paliarlos. Aquella matanza, aun considerada como obra de una exaltación patriótica, jamás debe disculparse: los pueblos deben combatir, no asesinar.

No es de este lugar referir los hechos que precedieron á la toma de México por los españoles. Limitámonos, en esta virtud, á apuntar el efecto que ese importante suceso produjo entre los antiguos mexicanos. Esto basta á nuestro propósito, porque él se relaciona con la sumision definitiva de estas comarcas al poder de los soberanos de Castilla, asunto principal de esta parte de nuestro Ensayo.

“Difundida inmediatamente la noticia de la toma de la capital, prestaron obediencia á Cortés las provincias del imperio, aunque faltaron algunas que todavía dos años después hostilizaron á los españoles. Los aliados del conquistador regresaron á sus países respectivos satisfechos y contentos de haber destruido aquella monarquía, cuya dominacion érales insoportable, por su creciente preponderancia. No comprendian que ellos mismos forjaban las cadenas en que aprisionaban su libertad, y que en pos de la ruina de aquel imperio, debia postergarse tambien, á un poder extraño, la autonomía de sus propias nacionalidades.”[2]

El imperio azteca se derrumbó no sin haber hecho esfuerzos poderosos contra el conquistador: condenado á perecer por esa predestinacion incontrastable á que nacen condenados ciertos pueblos, mas que el poder castellano, prepotente entonces en ambos hemisferios, la traicion de los mismos naturales del país invadido, apresuró la ruina completa de las razas que le poblaban. Debemos confesar, no obstante, que aun sin ese auxilio, el triunfo de los recienllegados era inevitable, y que fué ventajoso para la civilizacion cristiana que importaban los soldados de Hernán Cortés, apesar de los defectos muy capitales que los aquejaban en sus creencias religiosas y en sus usos y costumbres.






  1. Dice Cortés en su Carta Tercera Relacion á Carlos V.... “desde que la ciudad de Temextitan se habia alzado, ellas (Aulicaba, Huatusco y Cotaxtla) estaban reveladas, y los naturales de ellas habian muerto á traicion y sobre seguro, mas de cien españoles.”
     Podemos fijar la fecha de la sublevacion de Ahauializapan á mediados del año de 1520. Segun Clavijero, la derrota de los españoles en Méxio, se verificó á 1.o de Julio de ese año. Como la sublevacion de que hablo fué como un resultado de aquel desastre, puede suponerse que en ese mismo mes tuvo efecto, ó cuando mas á principios de agosto.
  2. Clavijero Historia antigua de México.