Expedición de los catalanes y aragoneses contra turcos y griegos/Capítulo IV
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rataron con el nuevo General los Capitanes qual sería la mas conveniente y provechosa empresa, y resolvieron de comun parecer de ofrecerse al Emperador de los Griegos Andronico Paleologo casi oprimido de las armas de los Turcos; porque à mas de que Andronico se tenia por cierto que buscaba socorros de naciones estrangeras, dudoso de la fidelidad de los suyos, era Principe que tenia poca correspondencia, con el Papa, à quien Roger temia por haber maltratado en tiempo de guerra las Provincias de la Iglesia, y siempre vivia con recelos de que el Papa pidiese à Don Fadrique su persona como de Religion Templario, para vengarse de él entergandole à su Maestre y Religion. Y aunque no se podia esperar de la grandeza de Don Fadrique hecho tan feo, pero como los Reyes algunas veces no miden sus intereses con lo que deben à su estimacion y fama, olvidan con facilidad los servicios por otras mayoresconveniencias. Y pudiera ser que rehusando Don Fadrique el entregar à Roger, fuera ocasión de rompimiento y guerra; y asi no quiso Roger poner à Don Fadrique en nuevos cuidados, ni su libertad en peligro si se quedára en Sicilia. Pachimerio dice[1] que el Papa se le pidió à Don Fadrique, y que juzgando no ser justo entregar à quien tan bien le había servido, ofreció entonces de escribir y rogar, al Emperador Andronico le, tragese à su servicio porque de esta manera saldría honrado de sus tierras, y el Papa no podria quexarse de que él amparaba los fugitivos de las Religiones. Pero en este caso me parece dar mas crédito à Montaner; porque al principio de este capitulo escribe Pachimerio, que si en esta, relación se apartáre de la verdad, no tendrá la culpa el escritor, sino la fama de quien él lo supo, y como la que corria entre los Griegos de nuestras cosas, era siempre falsa, no se le debe de dar credito en lo que difiere de Montaner, y facilmente en este caso les podemos conciliar; porque solo difieren, en que Pachimerio da por constante que el Papa pidió la persona de Roger à Don Fadrique, y Montaner dice que se temió el caso, pero no que sucedió; y asi no fue mucho que la fama de tan lexos añadiese, lo demás.
Después de haber resuelto todos la jornada, y platicado por algunos dias los medios mas convenientes para su execucion, dieron cargo à Roger que habláse à Don Fadrique, y le descubriese sus intentos, y le suplicáse de parte de todos que los favoreciese, porque no fuera justo que se tratára publicamente, sin haber precedido su consentimiento y gusto. Roger vino à Mesina, donde el Rey estaba, poco despues de concluido su casamiento con Leonor hija de Carlos, y acabadas las fiestas y regocijos de las bodas, hablando en secreto con el Rey, le dixo, como los Catalanes y Aragoneses se querían salir de Sicilia; y pasar à Levante, no tanto por el beneficio comun de todos ellos, como por la quietud y provecho que le resultaria si le dexaban un Reyno tan trabajado por las guerras pasadas libre de carga tan molesta y pesada, como eran ellos en tiempo de paz: que sus personas las tendria siempre à su devocion, y que quando importase, le vendrian à servir de los últimos fines de 1a tierra; pero que por entonces le suplicaban facilitáse su, jornada, y les ayudáse con su autoridad y fuerzas: paga bien merecida à sus servicios.
Respondió el Rey, que advirtiesen que la resolucion que habian tomado de salir de Sicilia aunque le estaba bien para su conservacion, no para su fama, porque muchos podrian entender que su salida era trazada por su orden, para quedar libre, de sus obligaciones; y que eran de tal calidad las que él reconocia, que por este medio no se podia librar de ellas sin conocida nota de ingrato. Pero si la esperanza de mayores acrecentamientos les llamaba à nuevas empresas, estaban resueltos, que él les asistiria y ayudaria con sus fuerzas, con que ellos fuesen testigos y publicásen la verdad del hecho; y que primero aventurára d Reyno y la vida, que faltára à la obligacion de tan señalados servicios; pero que la estrecheza del tiempo por los excesivos gastos de la guerra no daba lugar à que el premio igualase à su deseo. Digna respuesta de Principe tan esclarecido, tanto mas de estimar, quanto es mas rara en los Príncipes la virtud del agradecimiento, y satisfacer grandes servicios quando son tales que no se puedan pasar con ordinarias mercedes. Roger estimo en nombre de todos tan señalado favor, y la honra que les hacia y fuese luego à dar razón a los Capitanes de lo que el Rey habia respondido y entendido por ellos, lo celebraron y agradecieron con alabanzas.
Fue don Fadrique uno de los mas señalados Principes de aquella edad, por la grandeza de su animo, y gloria de sus hechos cuyo valor deshizo y quebrantó las fuerzas unidas para su ruina de Italia, Francia, y España, y el que à pesar de todos sus competidores quedó con el Reyno de Sicilia para si, y su posteridad, en quien hoy felizmente se conserva. No pudo suceder à Don Fadrique cosa que mas le importase para la seguridad y quietud de su nuevo reynado, que librar à su pueblo de las contribuciones y alojamientos, de huespedes tan molestos, como suelen ser los soldados mal pagados. Despues que las paces y parentesco desterraron la guerra, por mantenella daban los pueblos de Sicilia con mucha liberalidad sus haciendas à los soldados, que los defendian y amparaban contra Carlos à quien temian; pero despues que con la paz se tes quitó este miedo, comenzaron à sentir la mala vecindad de los soldados, y à desavenirse con ellos: disgustos que forzosamente habían de causar daños gravisimos, si la nueva expedicion no los atajára.
- ↑ Lib. ii. cap. 13.