Historia de las sociedades secretas, antiguas y modernas en España y especialmente de la Francmasonería/Capítulo V

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CAPÍTULO V.[editar]

SUBLEVACIONES REALISTAS Y LIBERALES DURANTE EL CUARTO Y ÚLTIMO PERIODO DEL REINADO DE FERNANDO VII


§ LIV.


Sublevaciones de este periodo: necesidad de ser imparcial.


Sensible es tener que escribir acerca del origen de todos nuestros males y de la ruina de España y su miserable atraso en el presente siglo, por causa de nuestras nefandas guerras civiles. Tiene la culpa de ellas el partido liberal, pero no está exento tampoco el realista; y en el deber de ser imparcial y decir á todos la verdad franca, seca y desnuda, sin vacilacion y sin tergiversaciones, no puedo culpar á los primeros sin acriminar tambien á los segundos.

Quisieran algunos que yo escribiese la historia de las sociedades secretas cargando la culpa de todo á los liberales, y callando absolutamente los delitos de los contrarios. Esta es la conducta del periodista, no la del historiador. El periodista escribe siempre á gusto del suscritor, y tiene que mentir á gusto de éste. Ha de negar cuando el otro afirma, aunque el otro afirme con razon: ha de afirmar cuando el otro niegue, aunque tal cosa no haya pasado. El periodismo ha depravado así el criterio histórico. El historiador crítico é imparcial es como el médico: ha de dar la medicina, aunque sea amarga y el paciente la repugne.

En los dos primeros períodos del reinado de Fernando VII conspiraron solamente los liberales (1808-1820). En el tercero (1820-1823), unos y otros; pero los realistas sin sociedades secretas, lanzándose al campo para sostener al Rey, como le habian defendido de 1808 á 1814, francamente y en buena líd.

Mas así como los guerrilleros españoles se malearon y se hicieron liberales volviendo las armas contra el Rey mismo á quien habian defendido, así muchos de los guerrilleros defensores de Fernando VII de 1820 al 23, volvieron contra él las armas de 1824 á 1827, portándose como liberales y obrando al estilo de éstos. Esto es ya público y notorio: callarlo fuera necedad y crimen, no sufrir que se diga es hipocresía y soberbia. Pues qué, si yo lo callara, ¿no tendrian razon los liberales para escupirme á la cara? Con harta razon me dirian: «Si lo sabes y callas, eres parcial y pícaro; si no lo sabes siendo público, eres inepto y necio.» Ad hoec, me lacente, clamabunt lapides.


§ LV.


Invectivas lanzadas desde el extranjero contra las camarillas palaciegas: réplicas de los realistas.


Los emigrados liberales publicaban continuamente en el extranjero noticias infamantes contra Fernando VII y su gobierno. En la Revista de Edimburgo escribian los personajes más notables de la revolucion española, y contaban con una suscricion numerosa, queriendo los ingleses, por este medio, dar de comer decorosamente á los literatos emigrados. Tenian tambien otro periódico, titulado Ocios de los Emigrados, como veremos luego. Pero las más sensibles para el gobierno español eran las invectivas que contra él se propalaban en Francia, y á veces no por emigrados, sino por funcionarios públicos, y aun por personas allegadas al mismo gobierno de aquella nacion. De entre. estos folletos, los que más amargaron á los ministros de Fernando VII fueron dos: el uno, intitulado Ojeada sobre España; obra del ex-diputado M. Duvergier de Hauranne, y el otro, escrito, por M. de Salvandi, sobre el partido que se puede tomar respecto de España. No eran enteramente ajenos á la publicacion de tales folletos los fondos de los insurgentes americanos: las soluciones propuestas en ellos á favor de éstos, lo indicaban á tiro de ballesta.

A los dos se respondió en un folleto anónimo, titulado: Respuesta de un español a dos folletos publicados en parís contra el Rey nuestro señor y su gobierno (1). Este, no tanto, contesta á los cargos de los folletistas franceses, cuanto

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(1) Un folleto de 82 páginas en 4.ª y edicion compacta. Madrid: imprenta de Amarita, 1825. En la portada dice: Semper ego auditor tantum. Nunquam ne reponam? los devuelve, probándoles que los realistas de aquella nacion hacían mucho más y peor. Era propiamente cuestion de despique: la pág. 62 y siguientes rechaza las invectivas sobre la camarilla del Rey, favoritos y Junta Apostólica. Oigamos al anónimo refutador:

«Camarilla.—Esta es una de las Muchas calumnias divulgadas en países extranjeros contra el Monarca español, contra Fernando VII de Borbon, príncipe que, cuando debiera inspirarles compasion, se ha hecho (ya conocemos por qué) el objeto constante de las sátiras y censuras de los jacobinos de todos los países; y lo gracioso es que, hablando todos ellos de la Camarilla, ninguno sabe ni es capaz de decir qué cosa es este duende, objeto de sus sarcasmos. Será, pues, preciso que yo les explique lo que significa esta voz, y cómo la cosa más inocente del mundo ha dado lugar á una horrorosa calumnia.

»Hay en Palacio, junto á la Cámara del Rey, una pieza muy pequeña, que por esta circunstancia suelen llamar los criados la camarilla (la petite chambra), pieza á la cual el Rey actual, cuando volvió de su primer cautiverio en 1814, solía salir alguna vez á esparcirse y distraerse hablando familiarmente con los criados de su servidumbre que estaban de guardia; y como entre ellos había algunos que le habian servido desde su niñez, le habian acompañado, consolado en su prision de Valencey, S. M. les hablaba con cierta afabilidad, propia de su bondadoso y agradecido corazon; y de esta inocente familiaridad tornaron pretexto los descontentos (que en todos los gobiernos los hay) para extender la calumniosa voz de que. el Rey consultaba los negocios del Estado con los criados de la camarilla.Esto era falso, falsísimo; y sin embargo el Rey, así que llegó á entender lo que de él inventaba la maledicencia, se privó dé aquel breve é inocente recreo, y aun alejó de su persona, por evitar hasta la sospecha, algunos criados que se desígnaban como más favorecidos. Esto fué ántes de 1820, y desde entónces ni en la cámara grande, ni en la cámara chica, ni en parte alguna se ha permitido aun aquellas familiaridades domésticas que todos los Monarcas del mundo se permiten con sus criados en lo interior del Palacio. Hé aquí el gran coco do la Camarilla á lo que está reducido, y ni ha habido ni hay otra cosa.

»Favoritos.—Otra calumnia. El rey Fernando, ni los tuvo, ni los tiene, ni los tendrá. Distingue, honra y aprecia, como, es justo, á las personas que con riesgo de su vida le hicieron grandes é importantísimos servicios durante su prision en Valencey, en los seis años siguientes, y en los tres de su cautiverio constitucional; pero nadie le manda, y nadie tiene con él bastante influjo y poder para hacerle decretar una cosa que no le parezca justa. Baste esta respuesta, porque sería ofender á la majestad del trono descender á pormenores personales.

»Junta Apostólica.—No la hay: esta es otro fantasma con que se quiere engañar á los incautos; pero es de notar que la que en España llaman los folletistas Junta Apostólica, es cabalmente la que los liberales han estado llamando en Francia, hasta hace pocos meses, Pabellon Marsan, es decir, una junta de fanáticos ultras que en secreto manejaba y dirigia todas las operaciones del gobierno, quitaba y ponía los ministros, y trabajaba incesante y ardientemente para restablecer el antiguo régimen. El carácter sagrado de las personas á las cuales se suponia presidentas y directoras del Pabellon, no me permite extenderme sobre esa odiosa materia: basta decir que tan gratuitamente como se calumniaba en Francia al supuesto Pabellon, tan falsamente se da por existente en España una Junta eclesiástica directiva de los negocios. Lo que sí hay en España, y los folletistas no lo saben, y yo se lo quiero revelar, son ciertos intrigantes ambiciosos, que quisieran dirigir los negocios á su Modo, y porque no lo consiguen, se enfurecen, sé agitan clandestinamente, y procuran conmover los ánimos. Pero el gobierno los conoce, sabe cuáles son sus planes, no ignora los miserables ardides de que se valen para realizar sus proyectos, y, por lo mismo que lo sabe todo, se rie de sus impotentes esfuerzos.»

Otro folleto que lastimó mucho á los ministros de Fernando VII fué el de D. José Presas, titulado Pintura de los males que ha causado á la (1) España el gobierno absoluto de los dos Ultimas reinados, y de la necesidad del restablecimiento de las antiguas Córtes (2). De este folleto se copió ya lo relativo al levantamiento de partidas por Ugarte en 1822; pero la obra tiene además otro capítulo importante, relativo al periodo segundo de favor de que gozó Ugarte, favor que describe en estos términos (3):


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(1) Ese la está demás: es galicismo. (2) Burdeos. imprenta de La Gu Moliere: 1027. Un tornees 4.° de 225 páginas, y 32 de documentos justificativos. Diome noticia de este libro mi amigo D. Ramon Mesonero Romanos, diciéndome que no se habia atrevido a conservarlo en su poder en tiempo de Calomarde. Era esto en ocasion que se hacia almoneda de los libros de aquel ministro en la calle de Silva, y calculando que alli debia encontrar ejemplares del libro de Presas tuve la cachaza de revolver dos enormes cajones llenos de folletos y papeles desordenadisimos, donde nadie se queria entretener. Alli encontré dos ejemplares de la obra de Presas, y ademas sus impugnaciones, y otros curiosos papeles que compré con ellos. Algunos se publican en este libro: en su mayor parte son copias de dictámenes y órdenes reservadas, que guardaba Calomarde. Creo de mi deber consignar la procedencia de estos documentos, escritos de letra de aquel tiempo; que son de propiedad y no de ningun archivo ni establecimiento público. No todos se pueden publicar, y aun he quemado algunos, y quemaré otros. «Era, pues, de esperar que Fernando, á vista de unos consejos tan prudentes (los de Luis XVIII y el duque de Angulema) y de los sucesos y reveses (1) que habia experimentado, viniese en conocimiento de las faltas y errores que se habian cometido en los seis primeros años de su gobierno absoluto, y que en su consecuencia adoptase, aunque no fuese sino por via de ínterin, el rumbo que se le dejaba indicado en la precedente nota, para que desde luégo marchase el gobierno con alguna regularidad. Mas olvidado, en el momento de verse libre, de todas las penas y congojas, que tanto habian afligido su espíritu, volvió á seguir las mismas máximas, y á dejarse guiar, no por los dictámenes de sabios y buenos consejeros, y sí por la influencia de hombres criminales y perversos.

»En la primera entrevista que el duque del Infantado, presidente que habia sido de la Regencia, tuyo con Fernando, sufrió la reconvencion siguiente: «Todo lo habeis errado, porque no habeis contado para nada con Ugarte.» Estas palabras indicaban claramente que en lo sucesivo Fernando contaría con Ugarte para todo, y así fué que desde entónces nada se hizo ni dispuso sin su consulta o dictamen. »Un diestro y práctico agente de negocios como Ugarte era natural que no perdiese la segura ocasión de hacer el suyo. Al efecto propuso para ocupar los ministerios á los su- jetos que equivocadamente juzgó que podian contribuir á ello, y se expidió el decreto de 2 de Diciembre de 1823, en virtud del cual quedaron nombrados para desempeñar las secretarías los individuos cuya conducta política vamos á manifestar.»

Pasa en seguida el folletista á trazar las biografías de los ministros de Fernando VII, algunas de las cuales son tan picantes, que pudieran haber figurado al lado de las del terrible Tutilimundi (2). La de Calomarde, sobre todas, parece más bien una caricatura: no es extraño que el ministro persiguiera el tal folleto y con todo, guardaba dos ejemplares entre sus libros. Pero al lado de éstos estaban tambien las respuestas. Era la primera, original de D. Cecilio Corpas (3), maltratado por Presas en el capitulo antes copiado. Corpas remite á Calomarde desde Sevilla aquella contestacion para que se sirva manifestarla al Rey; pero el ministro debió creer más oportuno que éste no viera ni el folleto ni la impugnacion. E


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(1) En el impreso dice reveces. Como impreso en Burdeos, no es extraño que contenga esta y otras erratas que se omiten.

(2) Folleto salirles impreso en 1822, que se ha hecho muy raro, y se atribuyó al Sr. Pizarro. En él no quedaba sana ninguna reputación politica, y aun el mismo general Castaños salía muy malparado. (3) Tengo en mi poder el original inédito, con la carta del autor a Calomarde, fecha 12 de Enero de 1828 autor de ésta se desata en invectivas contra Presas, cuya biografía traza tal, que puede correr parejas con las que él escribía. Como éste tildaba á vários ministros de Fernando VII por ser de baja extraccion, Corpas le presenta su genealogía, como hijo de un pobre albéitar de Cataluña, con cuyo motivo le dirige sangrientos epígramas, le recuerda algunas trabacuentas que tuvo en Zacatecas con fondos públicos que allí manejó, y en cuyas cuentas se le extraviaron algunos documentos de descargo, y otras cosas á este tenor.

En la parte relativa á los manejos secretos de Ugarte, que es la que por ahora nos in teresa, dice Corpas lo siguiente, respondiendo á Presas y comentando un párrafo de éste:

«El Rey estaba persuadido y en la firme creencia de que sólo los manejos ocultos y las disposiciones de Ugarte habían sido capaces de excitar los ánimos de los soberanos de le Santa Alianza á que deliberasen y decretasen la extincion del gobierno constitucional, y su restitución al Trono con la plenitud de sus derechos (1). Por otra parte, lo consideraba autor y jefe de casi todas las partidas de realistas, y, en fin, como a su principal y unico libertador (2). Con tal idea y concepto no es extraño que, depositase en él toda su confianza.»

«Pues si no es extraño (habla ahora Corpas) y sí justo y debido que S. M. pusiese en este sujeto su confianza, ¿ por que, como se tacha la justa consideracion que el Rey tuvo a este individuo? ¿ Diráse que no erá propósito para el manejo de los negocios, ó que no tenia aptitud? Esto está en concontradiccion con haber eludido la vigilancia de los sapientisimos filósofos treinta meses consecutivos, y en medio de la corte, al pié mismo del patíbulo, rodeado de los mayores peligros, haber constantemente trabajado en la libertad de su soberano con tal sagacidad y constancia, que sólo S. M. puede bien apreciar su mérito. Ocupado dia y noche en el despacho de emisarios á las provincias para enterarlas de la verdadera situacion de la capital, contestando á las dudas y preguntas de los ilustres caudillos de las partidas realistas, observando si era espiado o peligraba su persona, cuidando de deshacer las maquinaciones de los clubs y vigilando sus tenebrosas sesiones, siguiendo una activísima correspondencia en el extranjero y remitiendo fondos á Bayona con que el general Eguía formó el ejército de Navarra (3), sin descuidar la parte política en París, Viena y

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(1) Solo los manejos de Ugarte no lo hicieron, pero contribuyeron á que se efectuase más pronto y mejor.

(2) En cuanto á principal libertador, no consideraba S. M. cosa que no fuese.

(3) ¡Medrados estaban los navarros si no hubiesen tenido más auxilios que los de Eguía cerca de la persona del magnánimo Monarca, no cesó un punto en sus tareas, todas despachadas por sí. »Al mismo tiempo, otros fieles servidores de S. M., individuos de su servidumbre, no desamparaban su real persona. Ese Grijalba, ese Salcedo, á quienes, aunque de paso, zahiere Presas, porque se ha propuesto que no haya persona buena, sino el y sus compañeros de aventuras, no desampararon á S. M., y por consiguiente la confianza que ha manifestado á los que en la amargura probaron su dolor es convincente prueba de las bellas y sublimes virtudes que admiramos en nuestro soberano.»

Omito el consignar aquí más párrafos de la vindicacion de Ugarte y sus manejos secretos, como tambien las razones por que Fernando VII aprobó todas sus cuentas v mandó abonarle cuanto había anticipado y tomado á prestamo para los gastos secretos de la sublevación realista. Semejantes cuentas tenían que ser muy difíciles y habia de procederse en ellas de una manera muy confidencial. El otro refutador de Presas fue D. Fr. Lino Picado y Franco, abad de San Juan de la Peña y amigo de Calomarde. Imprimió su libro y despues en 1831 dio á luz en contra otro del que Presas publicara en Burdeos, titulado el Triunfo do la verdad y confusion de la impostura. Este P. Lino es el mismo autor de la Historia de la división soriana, antes citada, en que describió las intrigas de Mina contra Durán y sus tropas.

No descenderé aquí á juzgar ninguno de ellos, pues ni lo merecen. ni sirven á nuestro propósito. Sóló si diré, que el P. Abad, resentido de que dijera Presas que siempre que había ido á verle en Madrid le habia hallado rodeado de botellas y bizcochos, tuvo la crueldad de contestarlo que no le había visto más que dos veces, en que Presas fue á buscarle precisamente para que le recomendase al mismo don Antonio Ugarte, de quien tan mal hablaba, y que no había sido posible servirle, porque, siendo secretario de la princesa doña Carlota y pensionado por ella, había divulgado los secretos que se le habian confiado, añadiendo sobre ellos todo cuanto se lo antojó.

Alejados ya de aquellos tiempos, es curioso volver la vista atrás para observar cómo se iba descorriendo el velo de los manejos secretos de uno y otro partido. Pero lo que no debo omitir aquí es el siguiente curiosísimo documento, que conservo autógrafo y original, y por el cual se vé en lo que vino á parar ese mismo D. Antonio Ugarte, principal motor de todos los secretos resortes que agitaron a las partidas realistas de 1821 al 23, depositario de los secretos del Rey, y adulado por todos los cortesanos y realistas hasta el año 1828 inclusive.

«Muy reservado.—Con esta misma fecha anuncio á don Antonio Ugarte y Larrazábal la real órden siguiente:—«Al conceder á V. E. su real permiso para venir y residir en »Madrid, me manda S. M. prevenirle que esto se entiende bajo la expresa condicion de que sólo se ocupará V. E. »de sus negocios particulares , que hará una vida retirada, presentándose lo menos posible en público, y renunciando enteramente á la honra de ver á S. M., sin que bajo ningun pretexto pueda venir V. E. á Palacio, ya sea en la córte o en los sitios reales ; en la inteligencia de que faltando á cualquiera de estas prevenciones se tomará la providencia de hacer á V. E. salir inmediatamente de Madrid. »—De la misma real órden lo traslado á V. E. para su conocimiento y fines convenientes. Dios guarde a V. E. muchos años. Madrid 2 de Junio de 1830.—Manuel Gonzalez Salmon .—Señor secretario del despacho de Gracia y Justicia.»

Las causas de la caida de Ugarte no son de nuestro propósito, pues sería tarea demasiado pesada añadir á los manejos de las sociedades secretas, las intrigas y vaivenes de las camarillas y de la baja política.

Pero ¿existían asociaciones realistas secretas aún despues del año 1824? ¿Era un ente real y no un mito la Junta Apostólica, negada en el anterior folleto? ¿Habia otra del Angel Exterminador con el decantado Fr. Puñal, secretario de ella ?

¿Había además la asociacion de los Concepcionistas , o fué ésta una quimera inventada por los liberales, corno el fantástico Poerio de Nápoles, creado en los periódicos de Francia é Inglaterra á cuatro cuartos la línea ,y la tenebrosa asociacion de los Jovellanistas, forjada por los exaltados españoles en 1837, para atacar á los moderados, cuando tal sociedad no existia sino en la cabeza de los progresistas?

La historia no tiene todavía bastante luz para juzgar acerca de esas asociaciones secretas de los realistas. Las diatribas lanzadas desde el extranjero durante aquel tiempo son poco creibles, y los folletos escritos despues, repitiendo esas mismas invectivas, no ofrecen fundamentos respetables para admitirlas, y parecen más bien el eco de aquellas repetido por personas crédulas.

En medio de estas dudas, el procedimiento más sencillo es reunir los hechos, estudiar los resultados, y dejar al tiempo que revele algunos más, á fin de remontarse á las causas. Esto es lo que voy á verificar en los párrafos siguientes.


§ LVI.


Sociedades secretas realistas: la Junta Apostólica: el Angel Exterminador: los Concepcionistas.


¿Es cierto que los realistas hicieron despues del año 1824 lo mismo que vituperaban en los liberales? ¿Puede probarse que formaron sociedades secretas para contraminar la francmasonería liberal, segun unos, ó para destronar á Fernando VII, sustituyéndole con su hermano el infante D. Cárlos, segun otros?

A pesar de ser estos hechos tan recientes, y de vivir aún sujetos que tomaron parte en ellos, es difícil contestar categóricamente á esas dos preguntas. Todos los historiadores de las cosas de aquel tiempo y los biógrafos de Fernando VII hablan de ello como de cosa indubitable. Para los escritores liberales viene á ser punto poco ménos que de fé Los realistas lo niegan : personas de aquella época, á quienes he preguntado sobre el particular en el seno de la confianza, me lo han negado rotundamente. A pesar de eso, yo creo que hubo por entónces una conspiracion realista permanente, tan vasta y tan pujante, que bien puede figurar entre las sociedades secretas de España. No hay efecto sin causa, y la misteriosa sublevacion de los realistas de Cataluña en 1827 prueba que había un partido organizado, potente y de grandes recursos que conspiraba en las tinieblas.

El autor de los Misterios de las sociedades secretas reconoce la existencia do las sociedades secretas realistas; y la imparcialidad que debe tener todo historiador me obliga á consignar esto, como consigné lo que el mismo refiere, con más o menos exactitud, acerca de las sociedades liberales desde 1820 al 23. Verdad es que el Sr. Riera y Comas ni precisa hechos, ni habla de la organizacion de estas sociedades realistas, ni aduce pruebas, ni merece crédito en todo lo que sobre ellas dice. Descarga sus iras sobre Calomarde y el conde de España y se hace eco de lo que contra ellos dijeron los liberales Y los realistas de Cataluña. Lo único que del prolijo y declamatorio relato del Sr. Riera puede inferirse, es que existieron aquellas sociedades secretas realistas, por lo ménos en Cataluña, pues no habria confesado su existencia un carlista catalan. como era aquel novelista, á no haberle constado de un modo indudable, por una de esas convicciones que tiene un escritor contemporáneo cuando narra una cosa que le consta y le disgusta.

¿Se hubiera atrevido el Sr. Riera en 1817 á conceder la existencia de ellas veinte años ántes (1827), en Cataluña, sobre el teatro mismo de aquellos sucesos y á vista de muchos de los que tomaron parte en ellos, á no existir esas asociaciones, que son siempre el oprobio de los que las forman y amparan?

Oigamos, pues, el relato del Sr. Riera, aunque desaliñado, incompleto y poco exacto, como precedente para venir á los misteriosos sucesos de 1827, y suplir lo que aquél omite. Despues de vituperar las persecuciones de los liberales en 1823, en lo cual habla con juicio, dice que Fernando VII no debío de ningún modo consentir se les oprimiese, pues de esta manera tan solo podian llegar á convencerse de la gran profundidad de sus pasados yerros. El autor da muestras en estas palabras de no conocer ni el carácter de los sectarios liberales, ni el de los ultrarealistas. Ni aquéllos eran capaces de convencerse de sus yerros, por bueno y tolerante que fuera el gobierno de Fernando VII, ni éstos otros de perdonar á los liberales, ni dejarlos vivir en paz, aun cuando el Rey quisiera. Precisamente las sociedades secretas realistas estaban fundadas en un principio de odio y exterminio, como lo demuestran los lamentos continuos y quejas que propalaban, asegurando que el Rey no perseguia á los liberales. Poco podemos, pues, fiar en el criterio y en las noticias de quien tan mal aprecia los sucesos y los caractéres. Oigamos empero su narracion :

«Luego de la caida de la Constitucion, instalóse una policía secreta tan fina , tan vigilante, y sobre todo más reprobable que la de los mismos masones y comuneros; se sujetó á los liberales con mil trabas y cadenas ; y en verdad que causa espanto recordar algunas de las horribles escenas que ocurrieron á consecuencia de las medidas del Rey. Bastaba que á un hombre cualquiera. le dijeran que habia sido liberal ó miliciano nacional. para considerarle indigno de los derechos de ciudadano y hasta de los dere chos de hombre. Con un solo pasaporte atestado de signos secretos y jeroglíficos era conocido un hombre por liberal miliciano, y en todas partes se le señalaba con el dedo diciéndole ¡sopechoso! Sus acciones, sus movimientos, sus paseos, sus visitas— todo era escrupulosamente escudriñado.»

Refiere alguna de las vejaciones á que estaban entonces expuestos los liberales, las cuales se omiten por sabidas, y continua.

«Con estos tratamientos, estas desatenciones, estas barbaridades, estos horrores inauditos. y con otros muchos que es imposible referir, se exasperó en tales términos el espíritu de los partidos liberales, que determinaron aunarse nuevamente con mucho sigilo y con mucha estrechez, para conspirar contra el poder constituido. Reuniéronse lógias secretas, y empezaron á preparar proyectos de trastornos y revoluciones ; proyectos que no hubieran encontrado prosélito alguno aun entre los mismos liberales si la conducta de D. Fernando hubiese sido otra, y que, por gran fatalidad, llegaron á tener mucha consistencia. Sabedores D. Fernando y su ministro. Calomarde de la existencia de estos proyectos, quisieron atajarlos; pero esto era imposible. Para conseguirlo enviaron á las provincias más amenazadas bajaes (sic) con poderes sultá nicos, por el estilo de D.Cárlos de España, conde de España, en Cataluña, cuya memoria será tan eternamente ominosa entre los buenos catalanes, y cuyos hechos merecen más bien el sello de iniquidad que de justicia (1).

»No contento D. Fernando con todas estas medidas, permitió tambien la instalacion de una sociedad secreta, llamada de la Concepcion, ó de los Concepcionistas (2). Feo borron fué este para un Rey que habia combatido á las sectas liberales. Lo mismo que él habia reprobado, lo toleraba y autorizaba, porque se habia instalado con el engañoso pretexto de defender los derechos del Rey...

»Yo quisiera mucho estar equivocado, pero, segun los informes que he tomado, me parece que los Concepcionistas, en vez de defender los derechos del Rey, trabajaron tan sólo por influir en los negocios políticos, perseguir á los liberales, plantear algunos absurdos más, y sobre todo restablecer la Inquisicion. No contento D. Fernando, o mejor dicho Calomarde, con una sola sociedad que defendiera sus derechos, toleró y autorizó otra que llegó á ser muy formidable, y que tomó el título de Defensora de la Fé (3). Fundose en 1825, y desde su principio marchó de acuerdo con los Concepcionistas ; sus pretextos y sus verdaderas tendencias fueron tambien las mismas. Pero ninguna de esas sociedades, ni las dos reunidas, produjeron tantísimos males como la sola sociedad del Angel Exterminador, que, fundada en1827 (4), inmediatamente fué tambien tolerada por D. Fernando y Calomarde.

»Este, que era el que sabía á fondo todas sus intenciones, fué el que la dió más considerable ensanche. La primera de esas intenciones era restablecer en toda su fuerza y poderío el abolido Tribunal de la Inquisicion, y además de eso trataba de poner en el trono de las Españas al infante D. Carlos. En honor de la verdad, debo decirte que el infante no

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(1) El conde de España fusiló indistintamente á conspiradores liberales y a conspiradores realistas, segun notaremos luego : por eso vino á ser objeto de odio para unos y para otros. Los carlistas le asesinaron por fin en 1839 de un modo tan salvaje, feroz e inhumano que el trágico fin de aquel hombre atrabiliario viene á ser una de las páginas más feas del carlismo, contribuyendo á ello en gran parte Aviraneta, como veremos más adelante.

(2) Perdone el Sr. Riera que dude mucho de que Fernando VII permitiera semejante secta. No pecaba de tonto, ni sus ideas eran esas despues de 1823.

(3) El Sr. Riera embrolla aqui, segun su costumbre, la verdad con la mentira, y la novela con la historia. El arzobispo de Valencia y algunos otros Prelados crearon en sus diócesis Juntas de fe; por el estilo de las del Santo Oficio; pero Fernando VII no las aprobó, y antes reprobó el que la Junta de Valencia, creada en 16 de Octubre de 1824, hubiese hecho ahorcar, por no ser cristiano, al maestro de escuela D. Antonio Ripoll, en 31 de Julio de 1826. Ripoll era francmason y profesaba lo que llaman los masones la relígion natural.

(4) El Sr. Riera supone en estas palabras que la sociedad del Angel Exterminador se creó en 1827, y principalmente para los sucesos de Cataluña. El autor de la Historia de la vida y reinado de Fernando VII pone su origen en 1823; Van-Halen, en 1817; yo creo que ni en 1817, ni en 1823, ni en 1827. consintió en mostrarse traidor al Rey su hermano; pero, á pesar de esto, el Angel Exterminador prosiguió y adelantó sus resoluciones sobre la materia. Los males que produjo esa abominable Sociedad son incalculables, y no quiero tan sólo enumerarlos (1) porque fué el más poderoso descrédito para la causa monárquica.»

El historiador novelista entra aquí á declamar contra Fernando VII por haber autorizado aquella maquiavélica asociacion, y contra Calomarde, á quien supone afiliado en ella. Por mi parte, repito que no creo tan tonto á Fernando VII, que tomase parte en una secta que tenia por objeto manifiesto expulsarle del trono, reemplazándole con su hermano, y restablecer la Inquisicion, que él rechazaba, y el gobierno francés no consentia. Ya Bessiéres, que se vendía al que pagaba, como los condottieri de la Edad Media, se sublevó en 1825 por cuenta de los ultrarealistas.

Parece cierto que Calomarde no ignoraba estos planes; pero hay más de una probabilidad para conjeturar que no tomaba parte activa en aquellas tramas, que tenía cierta connivencia con los jefes, que espiaba los movimientos de esas asociaciones para vigilarlas, y que éstas á su vez desconfiaban de Calomarde, y le aborrecian. Por los documentos ocupados á los insurgentes de Cataluña en 1827, veremos esto mismo. Poco antes de hablar de aquellos misteriosos sucesos, aborto en parte de estas exageraciones, conviene consignar aquí algunos otros párrafos y apreciaciones de la obra del Sr. Riera.

«Por lo demás, la sociedad del Angel Exterminador se reunia tambien en juntas secretas, estaban afiliados en ella sujetos de gran valía é influencia, que podian hacer el mal á manos llenas, y entre vários de sus más escandalosos hechos citaré que muchísimas veces llegaron á tener sus conciliábulos nocturnos en el sagrado de los santuarios (2)

»Es infinito lo que yo podria decirte sobre este particular : hechos y propósitos podria comunicarte que horrorizarian tanto y aún más que las escenas más perversas de los masones y de los comuneros. Pero es preciso callar estos hechos, por razones que no puedo comunicarte (3).

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(1) No era cuestion de enumerar los males, sino de probar la existencia y los hechos.

(5) Esto parece coincidir con lo que se dijo de Poblet. En 1827 tambien se quejó el conde de España de algun convento de Cataluña.

(3) Ni estoy por esas contemplaciones: por ocultarlas resulta que muchas veces los enemigos de la iglesia las exageran, y sorprenden á los que las ignoran. Hay además en ese silencio muchísima parcialidad, y no poco de hipocresía, y orgullo. »Te diré, sin embargo. que en los designios y complots de las sociedades monárquicas no tuvieron participacion alguna los Jesuitas; te lo juro.»

Creo también por mi parte que los Jesuitas no se mezclaron en aquellos complots. No suena el nombre de ellos entre los indivíduos de las juntas. Además, hacia poco que habían regresado á España, y sus fundaciones eran escasas. Que más adelante tuvieran parte en los sucesos de la Granja, es muy dudoso. Los escritores liberales atribuyen á los Jesuitas en gran parte el testamento de FernandoVII desheredando á su hija, y citan los nombres de los que entónces estaban en la Granja al lado de las personas reales. Por mi parte, no les atribuyo esa influencia.

Mas el Sr. Riera y Comas, que vindica á los Jesuitas de haber formado parte de la sociedad del Angel Exterminador. ¿por qué pone luego en su novela á un Jesuita por jefe de la Contramina, fomentando así las preocupaciones que contra ellos existen?¿Y no es la misma Contramina un remedo de esas sociedades que vitupera?

Para oír á todos sobre esta materia no quiero omitir lo que acerca de ella dice el autor de la Historia la vida y reinado de FernandoVII siempre, parcial y sospechoso.

«La Junta Apostólica que, como dijimos en otra parte: tenía su cabeza en Roma , habia extendido par España sus misteriosas sociedades secretas, con el título del Angel Exterminador otras denominaciones; cuyas sociedades, concretándose en los pasados años á los jefes del realismo, derramábanse ahora par toda la monarquía, inscribiendo en su libro negro de los voluntarios realistas de más subido temple. Dirigidas por el ex-regente obispo de Osma, que presidía entonces el centro madrileño, y en algunas provincias por Prelados diocesanos, dignidades eclesiásticas o generales de la fé sostenidas por la fuerza de los proletarios, por los numerosos convenios de frailes. convertidos en otros tantos pinitos de reunion, y contando con el apoyo del ejército faccioso, no disuelto todavía, eran un poder formidable que amenazaba al mismo Monarca si rehusaba sus designios. Sus creadores habíanse propuesto sustituir á la influencia popular de los gobiernos representativos , un influjo tambien democrático pero subordinado á la voluntad del clero, que tenia sus riendas, y con esta soberanía de hecho, consumar una revolucion sangrienta que acabase con todos los españoles que no participasen de sus ideas. Sus medios, el púlpito y el confesonario, predicando el fanatismo, el terror y la inclemencia; y sus discípulos llenaron tan cumplidamente el encargo, que el gobernador eclesiástico de la diócesis de Barcelona decía al clero en su circular de 25 de Noviembre (1823), no obstante los peligros de la atribulada época en que escribia, «se ha profanado la Cátedra del Espiritu Santo con expresiones bajas, excitando al ódio y á la venganza (1).»

Hemos oido á todos, y no sacaríamos más si oyésemos á los que han escrito despues, copiando á los anteriores y cumulando declamaciones sobre declamaciones.

Van-Halen pone el erigen de la Junta Apostólica en 1817 segun hemos visto. Él anónimo biógrafo de Fernando VII, en 182. da por centro de ella al Papa, y por su gerente en España al obispo de Osma, y en otros puntos á los Obispos, como, por ejemplo, al Sr. Inguanzo en Zamora. Lo mismo he oido decir de los obispos de Tarazona, Leon y otros puntos en aquella o en posteriores épocas. Otros suponen por jefe á D. Victor Damian Saez. Finalmente, el señor Riera parece creer en la existencia de la Junta Apostólica y el Angel Exterminador, institucion de hacia el año 1827, y casi localizada en Cataluña. D. Joaquin del Castillo, en su libro Ciudadela inquísítorial de Barcelona (pág. 35), supone á Calomarde jefe de la junta del Angel Exterminador. Ninguno da más prueba que su dicho. Lo que yo he oido á varios liberales coetáneos, siempre sin pruebas, sólo serviría para aumentar ese embrollo en fechas, en personas y en influencias.

Opino, pues, que todo lo que se ha dicho acerca de la Sociedad del Angel Exterminador es una pura patraña inventada por la francmasonería, repetida hasta la saciedad por muchos medios y modos, y que llegó á tomar cuerpo y ser creída hasta por los hombres de bien, á fuerza de oirla repetir uno y otro dia, como sucede con otras muchas calumnias que aquélla inventa y propala para encubrir sus arterías y hacer creer que sus contrarios están practicando los criminales manejos que ella quiere llevar á cabo.

Opino tambien que desde 1825 los realistas exagerados, fanáticos y vengativos formaban una coalicion con objeto de precipitar á Fernando VII, o destronarle; pero que esta

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(1) Examinemos la lógica de este escritor. De que alguno o algunos predicadores se excediesen en Barcelona, no se infiere que el púlpito y el confesionario estuviesen a merced del Angel Exterminador. La autoridad eclesiastica lo reprendió: luego no era cómplice en ese desman. El argumento es contraproducente, pues el Prelado reprendio severamente aquel exceso bien lejos de apoyarlo, coalicion, más que sociedad secreta, era una fracción intransigente del partirlo realista, dividido desde entonces en dos facciones, como el liberal, y como se dividió aún más en Navarra años despues, y como quizá lo está ahora; y es que en el partido realista había entónces, como hay ahora, por desgracia, una porcion de hombres que hablan mucho de religion, sin tenerla, católicos de puro nombre, que desmienten con sus costumbres y mala conducta lo que dicen con sus labios, para quienes el Catolicismo no es un fin, sino un medio. Había tambien en algunos conventos vários, aunque pocos, frailes, pero no religiosos, que, más dados a la politicomanía que á la oracion. y al retiro, profanaban los hábitos que vestían. Eran los menos, pero las virtudes de los restantes no se veían, y los vicios de éstos se exageraban. Las reclamaciones de los Prelados para restablecer el Santo Oficio se miraban como gestiones de partido, y los liberales las explicaban en tal sentido. En las altas regiones del gobierno se marcaban las dos tendencias opuestas de estas dos fracciones del realismo, inclinada la una á cierta templanza, y la otra á la tirantez, el rigor, la intransigencia absoluta, el exclusivismo y la represion violenta, aun á fuerza de prodigar sangre. De este modo la exageracion de los unos y la malignidad revolucionaria de los otros vinieron á dar cuerpo al fantasma titulado el Angel Exterminador, que siempre he tenido por Una quimera, y que creo una patraña.

Veamos ahora cómo la exageracion pasa á ser conspiracion, y la conspiracion á ser una rebelion, que llegó á encender la guerra civil en nombre de Dios y del Rey, ultrajando á Dios y afrentando al Rey.

Los realistas se alzaron tres veces en armas contra Fernando VII desde 1824 á 1827. No hay efecto sin causa. Las sublevaciones eran efectos. ¿Cuáles eran sus causas?

Estudiemos las rebeliones realistas, para hablar luego de las sublevaciones de los liberales.


§ LVII


Sublevaciones realistas[editar]

1ª sublevación realista en 1.824: el Royo Capape.

Joaquin Capape, natural de Alcañiz, era un carretero de buena figura , jaqueton, hombre de mucho despejo y talento natural, amigo de alternar con la aristocracia en partidas de caza y juego de pelota, en que los señores de aquella tierra no se desdeñaban en admitirle á su trato. Habia militado contra los franceses con mucho brío, acreditándose de inteligente, sereno y arrojado. Su mujer tenia un hermano fraile dominico, llamado el P. Garzon, que influia sobre él.

No fue al pronto muy realista el Royo Capape, que así le llamaban en su tierra. Léjos de eso, cuando el Rey juró la Constitucion, fué uno de los veintidos únicos que en Álcañiz se alistaron voluntarios. Picábase entónces de algo liberal, como casi todos los guerrilleros de la Independencia. Antojósele ser sargento de aquella escasa fuerza, que con tan poco se contentaba entónces su ambicion. No lo consiguió: postergáronle á quien valía ménos : eso, y las malas tendencias que vio desde luego en los liberales y los flamantes milicianos, le exasperó en tales términos, que poco despues, hecho ya furioso realista, salió de Alcaniz á levantar guerrilla. Seis mil hombres llegó á mandar, y no mal. Junto al pueblo de Aliaga dió un mal rato al general Carendelet , á quien hizo correr muy á disgusto de éste.

Terminada la guerra volvió á Alcañiz hecho general, vistiendo la casaca. del general Elío, que le habian regalado los realistas de Valencia. El diablo le tentó para que viniese á Madrid, excitado por los realistas intransigentes, como vino Mina en 1814, excitado por los liberales. Presentóse en Palacio, habló al Rey con ruda franqueza, al estilo de la tierra baja, y como pudiera al alcalde de su pueblo, haciéndose eco de lo que oia á todos sus compañeros, que se hallaban resentidos de verse suplantados por los oficiales y generales á quienes habian combatido. Díjole quo estaba rodeado de traidores. El Rey le reprendió, al pronto con dulzura, despues con severidad, y el pobre ex-carretero y general salió desconcertado de la real cámara.

Dicen que las paredes de Palacio tienen orejas. No habian pasado veinticuatro horas cuando recibió misterioso recado para que volviese á Palacio, pero no á la real cámara. Recíbele una augusta señora, que le aseguró ser cierto que el Rey estaba rodeado de traidores, pero manifestándole que no debia haberse dicho al Rey, pues éste, aunque muy bueno, habla sido francmason , estaba dominado por ellos, y como tal excomulgado, y como hereje y excomulgado incapacitado para reinar; por lo cual, y no teniendo hijos, debia irse preparando el terreno, á fin de hacerle que abdicase en su hermano D. Carlos, el cual haria triunfar la Santa Religion en todo su esplendor. No se sabe hasta qué punto influyera en ello Fr. Garzon , que se habia subido los hábitos á la cintura (haldas en cinta, como decían los antiguos), llegando á ser coronel. Salió de Madrid, y se halló defraudado al llegar á Torrejon, donde no halló sublevadas unas compañías que le habían ofrecido. Con todo, volvió á Alcañiz: preparó su gente, y se entendió con los realistas más exaltados de Aragon, y sus antiguos compañeros de armas. Quiso contar con D. Blas Fournel. Este vaciló : hay quien dice que vendió el secreto. Los liberales añaden que el general Grimarest, que mandaba en Aragon, estaba en ello. Aun no habia terminado el año 1824, cuando Capape dió el grito de ¡viva Fernando VII y la Religion! En pocos dias reunió más de quinientos hombres. Púdole echar mano Puértolas, coronel navarro, que mandaba en Teruel. Dícese tambien que le cogieron dos cartas firmadas por D. Cárlos, y despachos á nombre de éste, si autógrafas, fingidas, ó arrancadas por engaño las firmas del infante, Dios lo sabe. Díjose que le habían engañado los liberales, fingiendo la conspiraron y falsificando las cartas. Capape no era tonto, y se necesita serlo para suponer que esas cartas eran de orígen liberal y más tonto aun para creerlo. El pobre Capape fue conducido al castillo de las Peñas de San Pedro. Créese que allí le mataron secretamente: nunca se ha podido averiguar su tragico fin. Su pobre mujer, la señora Pepa Garzon (a) la Morena, fue á Chinchilla y pueblos inmediatos : preguntó á vários clérigos: y nada pudo averiguar. Quiso penetrar en el castillo, y nada logró. Murió en Alcañiz, atacada del cólera-morbo, el año de 1834 (1), sin saber de cierto si era viuda. Entre los realistas corrió la voz de que habia sido desterrado á Puerto-Rico, y que allí había muerto: pero se creyó esto un ardid para encubrir su ajusticiamiento en el citado castillo. Algunos de los guerrilleros, complicados con él, fueron destinados á los presidios de Cartagena y otros puntos (2).


2ª sublevación realista, por el ex-republicano Bessieres en 1825.


Bessiéres era como los condottieri de la Edad Media: servía al que le pagaba. Había sido liberal rabioso, conspirador republicano, francmason y comunero. Todos los de sus ideas habían principiado por entrar en las cavernas de Adoniram para subir á las torres de Padilla: muchos de ellos, al bajar de las torres, se habian guarecido en las chozas de los carbonarios.

El ardor de los neófitos siempre ha sido comprometedor:

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(1) Le auxilió en su última enfermedad mi amigo D. Gaspar Bono Serrano, capellan de honor, natural de Alcaniz, que conoció personalmente al Royo.

(2) Alguno de ellos anciano, y que aun vive me ha revelado mas noticias, de quo no puedo hacer uso. El Sr. B.., autor de la vida de Fernando VII, da muy escaos pormenores acerca de esta primera sublevación realista, de la que tambien se dieron pocos datos en nuestra primera edicion. si no exageran su devocion, se les cree mal arrepentidos, y se desconfía de ellos. Bessieres, de republicano, paró en partidario furibundo del absolutismo: no ha sido el único. Estaba ya comprometido en la conspiracion de Capape, y faltó entonces, como faltaron otros muchos. Alejado del mando, se retiró á Brihuega. Allí esperaba tomar el mando del regimiento de caballería de Santiago, que se habia sublevado en Getafe el dia 15 de Agosto de 1825, con su jefe D. Valerio Gomez. Pero los soldados, así que supieron que se les llevaba á pelear contra el Rey, se desbandaron y dejaron aislados á los jefes de la insurreccion. Contaban con muchos jefes de los realistas de Aragon ; pero al ver abortado su Plan, huyeron Bessires, Gómez y demás jefes á emboscarse en los pinares de Cuenca. Allí los prendió sin resistencia el coronel de caballería D. Saturnino Albuin, el día 23, en el pueblo de Zafrilla. Conducidos á Molina de Aragón, fueron fusilados, el dia 26 á las ocho de la mañana, precipitadamente, sin tomarles declaracion, ni permitirles defensa, siquiera pro forma. No convenia que hablasen. El conde de España, que mandó la ejecucion, quemó por su mano todos los papeles que se les cogieron.

Además de Bessieres y Gomez, comandante del escuadrón sublevado, fueron fusilados con ellos los oficiales del mismo regimienta D. Antonio Perantón, comandante; don Francisco Ortega, ayudante ; D. José Velasco, D. Miguel Cisvona y D. Simon Torres, tenientes.

Muchos voluntarios realistas de Aragon. escandalizados del abuso que se habia querido hacer de ellos, dejaron las armas al ver que estaban expuestos á pelear contra el Rey, á quien habían aclamado con tanto entusiasmo. En Calatayud se deshizo el escuadran de voluntarios realistas, y no fué posible reorganizarlo.

3ª sublevación de Cataluña en 1827.


No es fácil compendiar el origen y las peripecias de aquella breve, pero importante campaña, sobre la cual todavía no se ha hecho bastante luz .

Los focos principales de ella estaban en Cervera, Manresa y Vich. Al frente de la junta de Cervera figuraban el vice-cancelario Miguel, el presbítero Torrebadella, el Padre Barrí de Santo Domingo, el teniente coronel Jordana, el guardian de Capuchinos, y otros (1). A veces ocupaba la silla presidencial dona Josefina de Comerford, notable por su hermosura y fanática exaltacion (2).

D. Agustin Saperes, llamado Caragol, estableció en Manresa una Junta titulada Superior del Principado. Don José Busons, el Jep del Estanys, vino de Berga con trescientos sublevados á proteger la Junta, y se puso al frente de ella, siendo vicepresidente D. José Corrons, lectoral de Vich, y vocales D. José Quinguez, domero de la iglesia de Manresa, y Llopart, vicedomero.

Saperes dió con fecha 3 de Setiembre de 1827 una proclama, mandando entregar todas las armas, movilizar los realistas, y amenazando á los que hicieran resistencia.

A vista de estos y de otros amagos de sublevacion en Alcañiz y varios puntos de Aragon, amagos VII salió el dia 5 del Escorial, y fué en posta á Cataluña, llevando en su compañía á Calomarde. A pesar de eso la Junta de Manresa dió el siguiente manifiesto impreso, muy notable:

«La Excma. Junta Superior de Gobierno de este Principado, á consulta y en union de las autoridades del Ejército Real, ejecutor de los soberanos decretos, en sesion de este dia ha resuelto se publique y circule la órden siguiente.

»Todos los señores jefes y oficiales de los ramos civiles y militares y de Real Hacienda, comprendidos los que sirvieron al Ejército Real de operaciones de este Principado durante la guerra contra la llamada Constitucion, en cualquier parte que se hallen, que hasta el dia no se hayan pre- sentado á ofrecer sus servicios á esta Junta Superior, para hacer parte y contribuir á favor de las banderas leales á S. M., deberán verificarlo por todo el presente mes de Setiembre, para poder ser considerados acreedores á obtener sus empleos, y al disfrute de su sueldo; en el concepto de que si no lo ejecutasen dentro de dicho término, se les apercibe que no tendrán derecho á ello, por más que se justificasen su decision y méritos contraidos (3), ni haber tenido

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(1) Dejarnos al Sr. Pirala, autor de estas noticias, la responsabilidad de ellas; pero habiendo citado nombres de masones y comuneros, la imparcialidad obliga á citar éstos.

(2) Hay que desconfiar mucho de toda lo que se dice aceres de los amores de doña Josefina Comerford, á la cual su celoso y desdeñado amante el Sr. Letamen. di íuvo la triste ocurrencia de poner en novela, estando todavía viva. Los amores de doña Josefina con el Trapense son tan inverosimiíes, que sólo se pudieron ocurrir a los negros celos de un novelista, amante desairado.

Ni el Sr. D. Agustin Letamendi tenia derecho á poner en novela á una novia que le había dado calabazas, suponiéndola amancebada con un fraile zafio y tonto, ni el Sr. Pírala, para hilvanar estos amores en unos articulas históricos, suponiéndola muerta y teniendo que decir al último que aún vivía en 1819 y se hallaba oscurecida en un convento.

(3) ;Soberbio! Si vivieran ahora los de la Junta, se escandalizarian de lo que hacen los partidos liberales por ese mismo estilo. noticia de esta órden ó estar por algun motivo privados de comparecer, no menos que el haberse presentado á algun comandante u otro jefe de las divisiones realistas, y en este caso solamente podrán acudir á la propia Junta, para que les pueda atender, sí hubiese alguna vacante, y destinarles al empleo que la misma tenga á bien confiarles: sin perjuicio de tomar en uno y otro caso los correspondientes informes sobre si han desmerecido en su buena reputacion y decision por la justa causa del Rey y del Altar.

»Todo lo que de órden de la misma Excma. Superior Junta se hace notorio, y se manda su publicacion y fijacion en los parajes públicos y acostumbrados donde se hallen las divisiones de dicho Ejército Realista; á fin de que nadie pueda alegar ignorancia. Dado en Manresa, á 23 de Setiembre de 1827.—José Busons, comandante general presidente.—D. D. José Corrons, vocal.—D. D. José Quinguez. vocal—Fr. Francisco Vinader, vocal.—D. D. Magin Pallás, vocal,—Miguel Buscallá, vocal. »De acuerdo de S. E. la Junta superior de la provincia de Cataluña.—D. D. Juan Bautista Comes, secretario.»

A pesar de las escasas fuerzas con que contaba el Rey en Cataluña para combatir á treinta y tres batallones de realistas, organizados y bien armados, y otros tantos más que se hubieran podido organizar, el viaje de Fernando VII á aquel país atemorizó á los promotores de la sedicion. Todos principiaron á disculparse, y no pocos á remitir mensajes de adhesion, que pueden verse en la Gaceta, y que honran poco á sus autores. Los sublevados lo llevaron muy á mal, viéndose denostados por los mismos que los habian comprometido. El cabecilla D. Narciso Abres (a) Pixola, llevado de un arrebato de cólera, publicó el dia 22 de Setiembre un terrible manifiesto desenmascarando á vários de éstos, y citando nombres propios. Allí se hallan las siguientes terribles palabras : «Catalanes : Tiempo es ya de romper mi silencio para vindicarme con vosotros de la calumnia con que nos acusan todos los Obispos del Principado en sus respectivas pastorales, atribuyendo nuestros heróicos hechos á ser obra de sectarios jacobinos; borron que estoy sintiendo, sin que pueda dejar de manifestarlo: nada de eso, muerte a éstos es lo que hemos jurado.»

Supone Pixola que estaban comprometidos en aquella empresa muchos consejeros de Estado, y cita entre ellos al P. Cirilo, al duque del Infantado, Calomarde y Carvajal, el inspector de voluntarios realistas. Una cosa es que así lo publícáran los de la Junta, y que los jefes secretos de Marid se lo hicieran creer así, y otra que estuvieran comprometidos en la rebelion aquellos personajes. Yo no lo creo.

Fernando VII llegó á poseer algunos secretos, y esto que se supo en el comité revolucionario de Madrid, dió margen á la siguiente carta é instrucciones interceptadas en Cataluña por el coronel D. Manuel Breton, despues conde de la Riva.

«Madrid.—Hoy 26 de Setiembre.—Amigo : si los valientes sucumben sin que el Rey Nuestro Señor les cumpla esas condiciones, todos irán al palo, unos tras de otros. Si fian en palabras, son perdidos. Si Calomarde logra engañarlos, desgraciados, y desgraciada España: se establecerán las Cámaras, se reconocerá la independencia de las Américas, y el imperio masónico se radicará. No fiarse, amigo mio; el Rey es masa (1); los masones le han hecho salir; todos los que van con él lo son: Merás, Albudeite, Castelló, Calomarde y los que van de incógnitos un da despues que S. M. (2). —Romagosa es traidor : vino aquí en dos sentidos, comió con el traidor Calomarde, y le dieron cuarenta mil duros para seducir, engañar y dividir á esos infelices.—Alerta y no fiarse.


CONDICIONES CON S .M


»1." Que se mande la rigurosa observancia del real decreto de 1.° de Octubre de 1823.

»2.ª La extincion de las sectas por cuantos medios estén al alcance.

»3.° La organizacion, fomento y proteccion de voluntarios realistas, y separacion de Villamil.

»4." La extincion del ejército actual y la formacion de otro enteramente realista, minorando ó reduciendo al número menor posible.

»5.° Separacion de dicho ejército de todos los oficiales á quienes los inspectores y ministros han colocado siendo conocídamente constitucionales.

»6.° Igual medida con respecto á los demás empleados constitucionales en todos los ramos del Estado.

7ª º Anulacion de todas las corporaciones y establecimientos nuevamente creados y no conocidos en la nacion, como policía, instrucción pública, junta reservada de Estado y otros de esta clase.

»8.º Nueva clasificacion de empleos y grados, en que no intervengan sino personas notoriamente realistas, conoci-

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(1) Es decir, masón: no puede estar más claro. Las cosecuencins eran: si es mason, es hereje y excomulgado: si os hereje y excomulgado, no puede reinar, ergo...

(2) ¡Calomarde francmasón, y declarado tal por los realistas! das por hechos positivos, prefiriendo á los que hayan estado entre las filas realistas contra la Constitucion.

»9.ª Exclusion total de empleo y mando de todo voluntario nacional, mason, comunero y sectario.

»10. Formacion de causa al ministerio actual.

»11. Juntar un Concilio nacional para fijar las verdaderas máximas religiosas (1).

»12. Establecer una Junta con sólo el objeto de velar sobre la observancia de las leyes y órdenes de S. M., é informarle sobre las que de algun modo contraríen su real servicio, cuya Junta podrá ser de personas selectísimas por su probidad y realismo entre todos los Consejos.

»13. Restablecimiento del Santo Tribunal de la Inquisición, pero con exclusion de los jansenistas que en él habia, y prohibicion de entrar en él los Monteros, Perez y otros de este jaez.

»14. Extincion absoluta y perpetua del Consejo de ministros, reforma ó separacion de algunos individuos del Consejo de Estado, como Castaños, Peralta, Erro, Elizalde, etc.»

Este estupendo programa reducia al Rey á estar con los realistas como había estado durante 1821 y 22 con los liberales. Acerca de Romagosa y de su doble trato, dice oportunamente el Sr. Pirala:

«En cuanto á D. Juan Romagosa, mariscal de campo del ejército, gobernador político y militar de la ciudad y corregimiento de Mataró; perdió la confianza del Rey, que mandó procesarle, y los insurrectos le acusaban de venderlos, fundándolo en hechos evidentes. Lo es, en efecto, que tuvo la insurreccion malos servidores. Temian servirla los que lo deseaban, porque frente á frente del Rey, á quien obedecian, había otro elevado poder de quien esperaban mucho; y en esta lucha de encontrados deseos y temores, se veían perplejos aquellos que, sin la noble franqueza de declararse abiertamente por una ú otra causa, fluctuaban entre ambas, engañándolas y perjudicándolas.

»Romagosa armó á los insurrectos, y los persiguió luego. Venía á Madrid con instrucciones para el Rey, y las traía á la vez de Josefina. Estos hechos, que corrieron de boca en boca, acabaron con el poco prestigio de Romagosa, cuyo nombre se sepultó en el olvido, si no en el desprecio. ¡Digno galardon de los camaleones políticos! Mas no quedó impune su poco noble conducta : declarado abiertamente partidario de D. Carlos, fué hecho prisionero y fusilado en 1834 por mandado de Llauder.»


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(1) Los que decían tal despropósito, ¿pecaban por locos, o por tontos? Semejante dislate en Teologia y Derecho canónico sirve para calificar á sus autores. No entraremos aquí en la descripcion de la campaña de 1827 y de sus peripecias, ni tampoco de los conatos de prender á Fernando VII á su llegada á Tarragona, de la celada que se armó al conde de España al entrar en Manresa, donde se le dijo que no habia ningun hombre armado, siendo así que el batallón de realistas estaba escondido y con armas en los claustros del convento de Santo Domingo, ni del desprecio con que trató el conde á las autoridades de Vich, mandando que al entrar no tocasen las cajas la marcha española, sino la ridícula música de las habas verdes, ni la sublevacion de D. Joaquin La Guardia en Aragon, derrotado en Capaces y fusilado más adelante con el Dr. D. Magin Pallas, ni la de D. Asensio Lansagarreta en Ulibarri-Arrazua, junto á Vitoria, el dia 2 de Octubre, ni de los fusilamientos de Vidal y otros jefes del movimiento, cosas todas ellas ajenas al asunto de esta historia. Baste, sí, consignar que dicha sublevacion, segun los escritores liberales y las tradiciones de aquel tiempo, fue dirigida en la mayor parte de sus movimientos por los ocultos manejos de la tenebrosa sociedad del Angel Exterminador, y que tomaron parte en ella sujetos que, si no lo eran, se dejaron alucinar y arrastrar de otros á quienes agitaba un falso y amargo celo á favor de la Religión.

Los malvados que desde Madrid atizaban aquel fuego, se quedaron á salvo , y los pobres catalanes que se dejaron engañar pagaron por ellos, como sucede siempre. Se les hizo creer que podian contar con el apoyo y beneplácito de la Santa Sede ¡calumnia grosera! con el gobierno francés y con el emperador de Rusia; que éste tenía dispuestos á favor de ellos cuarenta mil infantes y seis mil caballos, y que en Francia la nobleza estaba dispuesta á sublevarse en igual sentido.

Es verdad que el ministro francés Villele no era ajeno á estos infames tratos, con objeto de debilitar al gobierno español y tenerlo supeditado, favoreciendo así la reaccion que premeditaba en Francia, en union con algunos coletillas franceses de menguado cerebro.

La complicidad o connivencia de las autoridades francesas con Busons, el Jep dels Estanys, es un hecho acreditado. Habiendo logrado Busons escapar de Cataluña á Francia, á principios de Diciembre, partió de allí para Niza. No se sabe si llegó á ver al ministro francés, pero éste mandó al prefecto de Perpiñan que le auxiliase. Aquel funcionario francés le dió pasaporte con nombre supuesto para regresar á España y renovar la rebelion ; pero Busons estaba espiado, y el conde de Mirasol logró prenderle, con no poco riesgo, el dia 2 de Febrero de 1828.

Los papeles que se le cogieron fueron entregados al Rey en Barcelona, el cual los examinó por sí mismo y los quemó en seguida.

Busons fue fusilado en Vich: al primer sacerdote que se presentó en la capilla le respondió con un bofetón. El defensor del Altar y el Trono hubiera muerto impenitente á no haber sido por la persuasion de D. José Rovira, abanderado del batallon del regimiento de Zaragoza, 7.° de linea, que le decidió á cumplir con sus deberes religiosos en tan amargo trance.

El desgraciado Vidal, fusilado antes en Tarragona, hizo importantes confidencias al conde de Mirasol; pero se negó á decir nada en sus declaraciones públicas. Con los ojos vendados, y preparadas las armas para disparar contra él, le dijo el conde de Mirasol, acercándosele y exhortándole á revelar lo que privada y confidencialmente le habia revelado.

—Vidal, ¡todavía es tiempo!

—Hasta la eternidad, contestó aquél separándole con el brazo; y un minuto despues había entrado en ella.

Es quizá la única figura simpática que aparece en aquella sublevacion. Los pobres realistas catalanes, crédulos en demasía, fueron víctimas de arteros cortesanos y de los fanáticos exterminadores que había entre ellos (1).

Tambien el conde de España, que se mostró muy humanitario durante aquella campaña y economizó sangre realista, por más que se diga, quemó en Vich una multitud de documentos altamente comprometedores, que había reunido, y hasta las causas formadas á vários jefes. Calomarde propendia á que se fusilára más gente; pero el conde lo impidió con aquel acto atrevido, y vários de los que estaban para ser fusilados libraron la vida, yendo al presidio de Ceuta. Quizá más adelante le pagaron asesinándole. ¿Cómo se explican estos hechos, atendida la conducta del conde en Barcelona, en donde tanto prodigó sangre de liberales? Quizá hallaremos la solucion en el estudio de las conspiraciones de las sociedades secretas masónicas, que indudablemente trabajaban en Cataluña bajo la direccion de Mina, como veremos luégo, miéntras por otro lado se movian tambien las sociedades secretas realistas. Las conspiraciones de aquéllos no excusan las de estos otros: las de los realistas eran todavía más criminales, por lo mismo que sus principios les vedaban el valerse de tales medios, que para los liberales son sencillos é indisputables.

La imparcialidad histórica me obliga á escribir así:

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(1) Uno de ellos firmaba manifiestos con el seudónimo do El Padre Puñal. Los realistas suponian que estas producciones exagerados las inventaron los masones: todo puede ser. Tengo tan mala opinion de los politicos de entonces, que creo a los sublevados tan capaces de escribirlas como a los liberales de inventarlas. Amicus Plato, sed magis amica veritas. Me es sensible haber tenido que escribir este párrafo; pero mi deber es en esta parte, decir la verdad . El silencio calculado en semejantes casos es una parcialidad que rebaja al historiador.

Conviene tambien, y mucho, que los realistas vean á dónde los llevan ciertas exageraciones; que no se debe defender el Catolicismo por esos medios reprobados, pues el fin no santifica los medios, y que ni se debe ser más papista que el Papa, ni más realista que el Rey, adelantándose á querer que la Providencia no haga lo que está haciendo. y resucite lo que pasó para no volver. Veamos ahora las maquinaciones masónicas en contraposicion á las del realismo furibundo.


§ LVIII


La francmasonería en España desde 1824 á 1833: conspiraciones liberales fomentadas por ella : atentado contra Eguía.


Con la entrada de las tropas francesas, restablecimiento del gobierno absoluto y libertad de Fernando VII, terminaron las luchas entre las sectas y sociedades secretas, al ménos ostensiblemente, y quedó la francmasonería sola, como sucede en tales casos. Más astutos y silenciosos los masones, y más hábiles que los otros para conspirar, continuaron con sus lógias, principalmente en Catalana y Andalucía, focos principales de su actividad é influencia. En Tarragona se reunian en una casa cerca del puerto, en donde se aparentaba tener un almacen de paja. En Barcelona lo verificaban casi públicamente al amparo de las autoridades y guarnicion francesa. El ejército francés de invasion estaba lleno de francmasones, y la misma guardia real francesa que venia con el duque de Angulema, lo era en gran parte. En casa de un amigo mio de Madrid hicieron alarde de ello los oficiales franceses allí alojados, y el dia del ajusticiamiento de Riego se reunieron en logia para hacer un oficio fúnebre.

Así es que los masones hallaron en todas las tropas francesas la mayor proteccion, teniendo únicamente que precaverse de los guerrilleros y de los voluntarios realistas.

Estos á su vez se enfurecian, no solamente por el deseo de vengar pasados agravios, sino por la proteccion que á aquéllos dispensaban los franceses y algunas autoridades, á quienes atribuian, con verdad ó con mentira, todos los desastres y delitos por entónces ocurridos. A los masones se le supuso autores, en combinacion con oficiales franceses, de la quema de la iglesia del Espíritu Santo en Madrid, donde ahora está el Congreso . Acudia allí el duque de Angulema á oir Misa con su estado mayor. Estando en ella el dia 11 de Julio, y momentos antes de la bendición, de pronto la iglesia se llenó de humo, y á poco de haber salido el duque ardía toda la amazón del techo y se desplomaba parte de la bóveda. Más que un proyecto de asesinato, fué aquel intencionado incendio una burla ó una amenaza. La opinion general lo achacó á los masones; y aun se creyó complicados en él á los francmasones franceses, pues uni mes antes había ocurrido otro siniestro análogo en el cuartel de la duquesa, estando ésta en Burdeos, y nadie lo reputó casual. Tampoco se creyó en Madrid que lo fuese el de la iglesia. del Espiritu Santo; de modo que, arrojándose el pueblo sobre los liberales más notados por sus compromisos con el régimen anterior, atropelló á varios y resultaron algunos heridos, teniendo las tropas francesas que contener á los amotinados.

Los francmasones de Gibraltar, no solamente sostenian á los emigrados más furibundos, sino que, por medio de los contrabandistas, hacían una activa propaganda en Cádiz, Málaga y todo el litoral de Andalucía. Las sublevaciones. o mejor dicho, invasiones de Valdés, en Tarifa; Lopez Herrera, en Jimena, y del coronel Iglesias, en. Almería, fueron todas ellas fraguadas en Gibraltar y fomentadas por las logias de aquellos pueblos, que ofrecían á los emigrados la sublevacion de todo el país en masa.

En Málaga cayeron en poder de la autoridad, el dia 18 de Julio de 1824, dos espías, agentes enviados de Gibraltar con proclamas y otros papeles excitando al alzamiento. De resultas de esto se prendió á vários sujetos, de quienes se sospechaba, y pocos días despues la invasion de Valdés, en Tarifa, no pude extenderse a Málaga y otros puntos.

El 14 de Agosto de aquel año fueron sorprendidas en Palma de Mallorca varias personas de quienes las autoridades presumian con fundamento que estaban conspirando, y que pertenecian á una lógia masónica, relacionada con las de Gibraltar. Uno de los presos, llamado Vallés quiso suicidarse, estrangulándose aquella misma noche Socorrido á tiempo y vuelto á la vida, con no poca dificultad, pidió los auxilios de la Religion, diciendo : «¡Dios mio, verdad es que no quereis la muerte del pecador!» Despues de confesarse, declaró al juez el paradero del registro de toda la francmasonería en las Baleares. «Hallado éste, dice la relacion de donde copiarnos semejante noticia , se descubrió enterrado en la subida del Hospital general, un cajon lleno de instrumentos, insignias, listas, diplomas, fórmulas de juramentos y planes de la venerable hermandad masónica.»

Se acusa á Fernando VII de no haber fomentado bastante la Marina desde el año 1825 al 32; pero, sobre no ser enteramente cierto este cargo, pues tenía en la Habana una regular armada, no pudo hacer otra cosa por el temor justo que le inspiraba aquélla. Sabía muy bien que la mayor parte de los oficiales de la real armada eran acérrimos francmasones, que lo era casi toda la marina mercante, y que en todos los puertos de mar habia poderosas lógias. La de Cádiz databa desde el tiempo de Carlos III, y las de Barcelona, Cartagena y la Coruña no eran quizá menos antiguas, según queda dicho, y no abatieron C. C. (columnas) á pesar de la invasíon francesa. La lógia de Mahon hace datar su existencia de 1827 . La sublevacion de la brigada de marina en San Fernando, el año 1831, y el asesinato del gobernador Hierro por los sicarios que pagó al efecto la lógia de Cádiz, son hechos que revelan el estado de la Marina.

La calumnia levantada á Zumalacárregui en el Ferrol, de querer sublevarse con su regimiento, partió tambien do la lógia y fué apoyada por la Marina; y se sabía que en todos los puertos de mar contaban los revolucionarios con poderosos auxiliares.

En una Memoria presentada á Calomarde para entregarla al Rey, con observaciones sobre el estado de Valencia y Murcia , se hallan las noticias siguientes acerca de Cartagena.

«El espíritu general del pueblo de Cartagena es malo. Las sectas revolucionarias echaron allí profundas raíces, tales, que con dificultad las habria iguales en otros pueblos de España. Se necesita que las autoridades que allí manden tengan circunstancias singulares, porque con dificultad dejarán de verse comprometidas... La salida del gobernador Santos Ladran la celebraron mucho los revolucionarios, y áun aparecieron copias de la orden de una manera notable: por consiguiente, su regreso ha sido acertado. Es un hombre do bien, decidido por el Rey nuestro Señor, aunque sin un gran talento para conocer los lazos que le arman los mismos revolucionarios, entre quienes tiene la desgracia de vivir.»

De los pueblos de Alberique y Caravaca, entre otros cuyas sociedades secretas denuncia, dice lo siguiente:

«Alberique.—A este pueblo y los de la rivera debe vigilarse mucho, porque hay en ellos mal espíritu y reina allí la secta de los comuneros.»

Lo mismo, y aún más, dice acerca de Caravaca y de Cehegin, avisando que hay allí masones muy ricos y muy corrompidos.

Se vé, pues, que las lógias continuaban, no sólo en las capitales y puertos de mar, sino tambien en el interior (1).

Varias ejecuciones de liberales ocurridas por aquel tiempo revelan la continuacion de las lógias masonicas en vários puntos de la Península.

El Calendario civil para el año de 1870, da noticia de algunos de ellos, en los siguientes grotescos términos, de que no debemos privar á nuestros lectores:

«1824.-24 de Setiembre. San Gregorio Iglesias, natural de Salamanca, de diez y ocho años, mártir de la libertad, ahorcado en Madrid en 1824 por haberle acusado de mason.

»1825.-4 de Setiembre. Conmemoracion de los siete mártires de la libertad, apellidados masones por los despóticos absolutistas, ahorcados en Granada.

»1826.—Marzo. San Antonio Caro, víctima de la intolerancia política y religiosa, muere ahorcado en Murcia, año 1826, siendo despues arrastrado y mutilado bárbaramente por los fanáticos realistas, todo ello por ser acusado de mason.»

De estos casos, el principal y más ruidoso fué el de Granada. La lógia se reunía en un carmen no léjos de la Alhambra. El jardinero, sospechando algo de aquellas reuniónes misteriosas y periódicas, hubo de hallar medio de espiar á los que se reunian, y no para jugar, como se decia. Viólos con sus mandiles y practicar varias de sus ceremonias; refiriólo á su confesor, y éste le dijo que tenía obligación de ponerlo en conocimiento de la autoridad, y que él mismo lo haria si le autorizaba para ello y le narraba fuera de la confesion lo que habia visto. Avisado el juez Pedrosa, dispuso cogerlos infraganti, y las medidas al efecto se tomaron con tal silencio y acierto, que la lógia fué sorpren-

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(1) Es indudable que se exageró no poco en materia de francmasonería, y que á veces se acuso á personas inocentes, por venganzas particulares, o por celo aparente de la policía; pero la verdad es que la francmasonería continuó á pesar de todo. dida en el acto de la iniciacion de un adepto, y los siete presos, conducidos á la cárcel pública con sus mandiles y demás distintivos. A no haber sido por esto, es más que probable que hubieran sido absueltos ó sufrido ligeras condenas, pues en Madrid y en Granada la francmasonería hizo esfuerzos inmensos por salvar á aquellos siete desgraciados. Dinero, amenazas, sobornos, recomendaciones y regalos á todas las queridas de los ministros y consejeros de Castilla, influencias diplomáticas y ofertas á la camarilla palaciega, todo se puso en juego, pero inútilmente. El abogado Flores, que los defendió, y algunos de los oidores, que llegaron á dejarse ganar, decian que se hubiera logrado salvarles la vida á no habérselos cogido in fraganti, puestos los fementidos mandiles, con los cuales Pedrosa hizo se les viera públicamente en Granada. Así que fueron ahorcados, á pesar de todos los empeños por salvarlos.

Mejor libró el marqués de Cabriñana, que, sorprendido también en Granada, con otros vários francmasones, en Junio de 1827, trató de suicidarse. Condenados á muerte por Pedrosa, el Rey los indultó . Pero las autoridades partidarias del justo medio y de los ministros Ofalia y Cea, quedaron ya desde entónces bastante quebrantadas, y en vez de sorprender las lógica que se les delataban, avisaban á los francmasones que procediesen con más cautela; y si las denuncias se repetían, llevaban su amabilidad hasta el punto de avisarles préviamente que iban á prenderlos. Así sucedió en Madrid, donde fué público el caso de haber avisado un alcalde de casa y córte, quizá más elevado personaje, á los individuos de una lógia denunciada y que se habia mandado sorprender. Los francmasones en tales casos son muy agradecidos, porque al fin la gratitud es virtud muy recomendable y se compara... al oro.

Cuando á Sarsfield se le dió aviso de la de Tarragona, de que arriba se habló, excusóse de sorprenderla, alegando que se adelantaría poco con prender á los masones, porque luégo vendria órden de Madrid para que no se procediera con rigor. Estaba ya en el puerto á pocos pasos de ella, cuando se volvió atrás pensativo.

En Barcelona la francmasonería continuó reuniéndose al abrigo de la guarnicion francesa, y simpatizaba con las tropas de los decantados cien mil hijos de San Luis que guarnecían la ciudad condal. El amable vizconde Reiset, comandante general de las tropas francesas, al salir de aquella población decía á Fernando VII «que para conservar la tranquilidad en Barcelona bastaban cuatro soldados y un cabo.» Bien mirado, sobraban esos cinco hombres, porque poniendo los lobos á guardar el ganado, no se necesita ningun perro.

Al sublevarse los catalanes, cediendo á los manejos de la Junta fanática de Madrid, daban, segun hemos visto, como una de las principales causas de su levantamiento, la impunidad de los que seguian intrigando en las sociedades secretas casi públicamente. Los liberales, por su parte, ayudaron á las tropas del Rey, y el conde de España pudo con tar con espionaje seguro contra los insurgentes. Los realistas no daban un paso sin que las autoridades militares lo supieran; los proyectos de los conspiradores llegaban a oídos de ellas aun antes de emprenderlos. Es verdad que estas noticias eran por lo común exageradas. y no pocas veces el encono hacía que se interpretasen malignamente cosas sencillas y aun inocentes. El conde de España tenía que desconfiar de sus nuevos é interesados auxiliares, tanto o mas que de los enemigos manifiestos.

Terminada la breve campaña, las cosas volvieron á su estado normal : los realistas se reconciliaron con los carlistas, y muchos de los insurgentes explicaron los motivos de su conducta, y revelaron al conde no pocas intrigas de los liberales. La sorpresa de éstos fué grande cuando vieron al perseguidor de los carlistas de Cataluña convertirse en perseguidor de sus recientes auxiliares, y pagar con prisiones y suplicios la cooperacion que le habían prestado. Acusáronle de ingratitud ; pero es indudable que se descubrió una conspiracion manejada por la incansable actividad de las sociedades secretas, que desde el año 1823 al 1830 no cesaron de trabajar para que se pronunciara el ejército y volver á proclamar la Constitucion. Las sublevaciones é invasiones que luégo se citarán, lo indican así, y las confesiones mismas de los escritores liberales lo manifiestan bien á las claras.

Se ha calificado de tigre sanguinario é ingrato al conde de España por su conducta con los liberales de Barcelona; mas ¿podia dejar de castigar las conspiraciones que descubría?

Oigamos sobre este punto la narracion oficial del mismo conde de España, dada en 19 de Noviembre de 1828. Allí expresa que los conspiradores liberales habían llegado a ofrecer en aquella crisis lamentable su peligrosa asistencia; añadiendo que «este ofrecimiento fué rechazado con indignacion, como es notorio á todo Cataluña.» Es muy dudoso, al menos para mí, que el conde dejase de valerse algo y en secreto de los servicios de los liberales ; pero lo que no dudo es que algunos de sus subalternos, y especialmente el conde de Mirasol, dejáran de valerse de ellos, pues los liberales de Cataluña lo dicen así, y los carlistas creen eso mismo. Las revelaciones acerca de los manejos masónicos de Mina, que se consignarán luégo, y que parecen indudables, demuestran que habia entónces una vasta conspiracion liberal, masónica, cuyo director era Mina, desde Lóndres, y su foco principal las lógias de Barcelona en relacion con Gibraltar y Marsella. El conde de España no sorprendió ninguna lógia, como Pedrosa en Granada; pero ya es indudable que los conspiradores descubiertos y fusilados por él pertenecian á una de ellas. Casi todos eran militares.

El jefe principal de aquella conspiracion, el coronel don D. José Ortega, gobernador de Monjuich 1820, y que habia estado complicado en la sublevacion de Tarifa, venía con instrucciones y dinero de Mina y de las lógias de Gibraltar. Con él fueron fusilados, en 19 de Noviembre de 1827, D. Juan Antonio Caballero, teniente coronel ; D. Joaquin Jaques, teniente graduado de capitan ; D. Joaquin Dominguez Romero, teniente; los sargentos Ramon Mestre y Francisco Vituri ; Vicente Horca y Antonio Rodriguez cabos del regimiento de caballería del Rey; José Ramonet (1), cabo de artillería ; D. Manuel Coto, empleado en el resguardo de rentas, y sargento que había sido; Magin Porta, pintor y antes miguelete; Domingo Ortega, paisano, y D. Domingo Fidalgo, profesor de lenguas.

Tres meses despues tuvo lugar en la Ciudadela la segunda ejecución, a 26 de febrero de 1829. La noticia oficial dice: Relacion de los acusados convictos y confesos en. la causa de conspiracion, que han sufrido la pena de muerte en el dia de hoy, con arreglo á las leyes y reales decretos de 17 y 21 de Agosto de 1825.» Eran éstos los tenientes coroneles D. José Rovira de Vila, comandante que había sido de cuerpos francos, y D. Félix Soler ; .Joaquin Villar, José Ramón Nadal, Jaime Clavell, José Medrano, Pedro Pera. Todos éstos, excepto los dos primeros, tenientes coroneles, eran paisanos y naturales de Barcelona. Fueron además ajusticiados con ellos Sebastian Roig Oriol, natural de Mora, presidiario, Agustin Serra, natural de Reus, conductor de correos, y el cesante José Sans (a) Pep Morcaire.

De éste decia el artículo de oficio del conde de España: «No hay un catalan que ignore los atroces delitos cometidos por este perverso. De una condicion miserable llegó á la opulencia por los medios más viles, con la introducción del contrabando, desfalcando los reales intereses, comprometiendo la salud pública, y llegando al extremo de dar muerte violenta en su misma casa, en Reus, á un dependiente del resguardo en el acto de cumplir con sus deberes. No contento con esto, tuvo parte en la trama intentada en 1817 (la de Lacy). En 1820 tomó parte aún más activa en la revolucion ocurrida en Tarragona para aclamar la llamada Constitucion el 9 de Marzo, antes de conocerse el decreto de 7 del mismo. Posteriormente fue capitan de migueletes, y cometió con su compañía toda clase de tropelías y atrocidades, hasta el extremo de robar las iglesias y derramar las sagradas Formas, cómplice además en el asesinato de un sacerdote y otros. Ultimamente ha sido convicto de haber fomentado la conspiracion , seducido con dinero á refugiados españoles para entrar, con el titulo de Union española á renovar la anarquía de 1820, por cuyo delito ha sido condenado.»

El Sr. Castillo, en su Ciudadela inquisitorial de Barcelona (pág. 101, nota ".), niega estos hechos de Pep Morcaire. Por mi parte fio poco en las afirmaciones ni en las negaciones de aquél escritor apasionado, de cuyo folleto copió mucho el autor anónimo de la Historia de la vida y reinado de Fernando VII (1).

Cinco meses despues tuvo lugar la tercera ejecucion en 30 de Julio de 1829. En ella perecieron D. Pedro Mir, Domingo Prats, Manuel Lopez, D. Antonio de Haro, D. Juan Crotet, Salvador de Mata, Manuel Sancho, Manuel Latorre y Pando, y Antonio Vendrell ; cuatro de los cuales fueron, segun costumbre, colgados en la horca...

Resulta, pues, que el conde de España fusiló treinta y seis liberales catalanes en el espacio de nueve meses previa formacion de causa y consejo do guerra. Más fusiló en una tarde el virtuoso O Donnell de resultas de los sucesos del 22 de Junio, y con más breves procedimientos. Además de aquellos treinta y seis fusilados, fueron condenados á presidio cuarenta y cinco más, y conducidos á Ceuta : algunos de ellos lograron escapar más adelante.

Es de rigor, al referir estos fusilamientos, y los que siguieron á ellos, hacer una descripcion terrorífica del horror que causaban en Barcelona, del estampido del cañon de la Ciudadela del luto general de la poblacion, del carácter sanguinario de los fiscales, de la venalidad de la policía, del espectáculo espantoso de los cadáveres colgados de la horca, y todo lo demás que los periódicos y los novelistas tienen en su repertorio épico ó dramático para tales casos en que son fusilados cómplices amigos, y queda olvidado y guardado cuando se fusila á los enemigos.

He preguntado á vários realistas catalanes y barceloneses acerca de sus impresiones en aquel tiempo, y me han asegurado que no tuvieron terror ninguno en 1827 y 28, pero que lo tuvieron muy grande en 1834 y 35, cuando los liberales fusilaban á los realistas por represalias. Ya me figuraba yo esto mismo antes de que me lo dijeran, y no, se necesitarán grandes esfuerzos para probar á los lectores, que cuando los vencedores políticos fusilan á sus enemigos, los correligionarios de los fusilados se asustan mucho y creen que todo el mundo está asustado y viste luto, siendo así que los amigos de los fusiladores hallan aquellos suplicios la cosa más natural del mundo.

¡Quién les habia de decir á nuestros abuelos, cuando asistían al quemadero de herejes con religioso entusiasmo, que algun dia sus nietos los habian de calificar á ellos de majaderos y á los inquisidores de tigres, por una cosa tan sencilla como achicharrar una docena de herejes y judaizantes, segun el criterio de aquel tiempo!

Pero ¿qué son los fusilamientos hechos por el conde de España respecto de los de Baracaldo, Montealegre y otros mil anteriores y posteriores á éstos? Y, si por aquellos se llama tigre al conde de España, qué calificacion dará la historia á los perpetradores de estos otros?

Dícese que las ramificaciones de aquella conspiracion fueron descubiertas principalmente por un tal Simó, que hábia sido republicano y carbonario en Valencia, del año 1821 al 23. Habiendo tenido que emigrar, fué enviado desde Lóndres para entenderse con los liberales de Barcelona y comunicarles los planes de sublevacion de tropas que proyectaban. Sorprendido por la policía y por los agentes del fiscal D. Francisco Cantillon, fué conducido al calabozo. El temor á la muerte y las entrevistas con Cantillon le hicieron declarar toda la trama y los nombres de los conjurados, gracias á lo cual salvó su vida y fué en breve puesto en libertad.

La cuestion, pues, queda reducida á saber si eran ciertas ó no las noticias que dio el ex-carbonario Simó, y positiva o no la conspiracion. Como no pocos escritores han blasonado, posteriormente de haber tomado parte en ella, y no pocos liberales se han jactado de ello, y áun fueron premiados después por ese motivo, resulta que el conde de España al fusilar á aquellos desgraciados cumplió con los decretos de 17 y 21 de Agosto de 1825 contra los conspiradores. Aquel general, descubierta una conspiracion militar en Barcelona, hizo con aquellos militares y paisanos complicados en ella lo que habia hecho con los realistas sublevados en 1826 con gran frúicion de los liberales

Por aquel tiempo, y cuando se andaba ya en los preliminares de la cuarta boda del Rey, cometieron los masones el ruidoso atentado contra Eguía, capitan general de Galicia. «Los expatriados españoles, dice el biógrafo anónimo de Fernando VII , enviaron al furibundo (por lo visto, los asesinos eran mansos) D. Nazario Eguía un pliego con el sobre de muy reservado, y al abrirlo el general, inflamáronse con el contacto del aire las materias que contenia, y abrasáronle la mano derecha, que perdio enteramente. En 13 de Noviembre el Rey le concedio el poder firmar con estampilla, por haberse inutilizado en su servicio.»

Segun mejores noticias, no fueron los expatriados, sino los masones españoles, quienes pusieron por Obra aquella innoble venganza. La carta llevaba dos sobres, el uno á la capitanía general, y el interior contenia la nota de muy reservado. El sobre exterior no era del extranjero, sino de la estafeta de Leon o de Lugo, pues aparecía algo borrado intencionalmente, y esto dió lugar á que se presumiese la complicidad de algunos empleados de correos, la cual no pudo probarse. Las sospechas recayeron principalmente sobre la francmasonería de Lugo, si bien corrió la voz de que viajeros de mala traza habían depositado la carta en aquella estafeta. Se hicieron várias prisiones, pero nada se logró averiguar con certeza . De sus resultas principió á usarse en algunas oficinas un sencillo aparato de hierro para abrir los pliegos, por temor de que la. francmasonería continuára repitiendo análogos atentados con otras autoridades.

Las sublevaciones militares , invasiones á mano armada y continuas conspiraciones que hubo en los años siguientes, y sobre todo desde la caida de los Borbones de Francia, me recen parráfo aparte, y en él quedará más y más patente la actividad de las sociedades secretas durante los últimos tiempos del reinado de Fernando VII

LIX.


Sanfedistas y Feotas: novelas masónicas.


Antes de hablar de los conspiradores españoles. conviene decir algo acerca de la sobreexcitacion de los sectarios en toda Europa antes de 1830, en lo que se puede referir á España. Nada diremos del asesinato del duque de Berry, las conspiraciones republicanas de Francia, las tenebrosas sociedades de Alemania y otras varias partes de Europa, más o menos relacionadas con España. Europa toda era un hervidero de masonismo y otras sectas.

La francmasonería ha sabido explotar muy bien el género novelesco para sus fines particulares. La novelista encubierta bajo el seudónimo de Jorge Sand, fantaseó á su placer, en la segunda parte de la novela titulada Consuelo, pintando el iluminismo y las recepciones masónicas románticamente y bajo los más halagueños y sonrosados colores. Eugenio Sué, en su Judío Errante, atribuyó á los Jesuitas todas las tretas, arterías y maquinaciones masónicas. Pero antes que todos éstos, y otros que se podrian citar, habia cultivado y explotado este género el novelista Carlos Didier, cuya novela titulada Roma subterránea , o los carbonarios de Italia, fué traducida al castellano é impresa en Madrid en 1839 , El asunto de ella es enaltecer á los carbonarios italianos, presentando á éstos como los libertadores de Italia, y al Papa y al Consistorio de Cardenales como centro de una vasta conspiracion para sojuzgar por medio de la supersticion á todos los Reyes y pueblos de Europa. Háblase allí de los Sanfedistas, ó partidarios de la Santa Fe, que tienen una organizacion por el estilo de la conocida de los carbonarios, y una medalla para reconocerse. Hay un fraile francisco que ha sido bandido, y ha llegado á ser Cardenal. Este aspira al Pontificado con el apoyo de los carbonarios, y está en relaciones con los embajadores de Austria, Rusia y otros puntos. En aquella comedia, el de Rusia hace el papel de bobo,y el de Austria el de traidor. El Cardenal ex-bandido está para ser Papa en el cónclave, cuando un Cardenal aleman interpone la exclusiva. Hay luego escenas terribles de muertos, heridos y prisioneros, bodas fúnebres, suicidios y otros excesos. Los sucesos de la novela acontecen á la muerte de Leon XII y entronizamiento de Pio VIII (1823-1829).

El autor habla de güelfos y gibelinos como de cosa actual ; es como si en Paris se preguntase ahora á uno si era hugonote ó liguero. El autor, contando demasiado con la estolidez de sus lectores, dice asi al fin de su tomo II:

«NOTA. El lector observará que una obra de la naturaleza de la que ofrecemos al público, debería ir acompañada de piezas justificativas (1). El autor pensó en ello, y para este objeto reunió una porcion considerable de documentos originales ; pero como por su número serian objeto de un tomo casi tan voluminoso como la obra, ha desistido, reservándolos para que sean el objeto de una obra especial (2). Sin embargo, hay un punto que necesita explicacion, y es la organización de la sociedad de los Sanfedistas. Desde luego se concibe que los acontecimientos de esta obra acaecen á fines de la restauracion, y desde entónces la secta gúelfa ha sufrido una modificación, resultado de la revolucion de Julio, que es preciso prevenir para evitar toda clase de confusion o mala inteligencia. La victoria de los parisienses llenó de un terror tan pánico á Roma y al César, que transigieron, reuniendo en un interés comun el ódio que la libertad siempre ha inspirado á güelfos y gibelinos (3), »El documento siguiente explica mejor que cuanto se pudiera decir el objeto de alianza tan heterogénea: es el juramento secreto que hacen entre si los adeptos. Este documento singular y auténtico, que ve la luz pública por la primera vez, lo hemos recibido de Italia por un conducto seguro (4), y lo publicamos sin ninguna alteracion del texto original italiano, que como está escrito en términos tan explícitos, es superfluo el que hagamos comentarios sobre él. «Instruccion para los hermanos de la católica y apostólica sociedad de los Sanfedistas.--Juramento.

»Yo, N. N., en presencia de Dios Omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo, de María siempre Virgen inmaculada, de toda la córte celestial, y de vos, gran Padre de la so-

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(1) ¡Claro está! Mas, á juzgar por las majaderias de la novela y del tremebundo juramento, puede colegirse que las piezas valdrían tanto como la buena pieza del autor.

(2) Fragmentos políticos y literarios sobre Italia. Si son como la novela, bien puede guardarlos.

(3) ¿Conque los gibelinos tambien? Así paga el diablo á sus hijos.

(4) Tan seguro era el conducto, cumo que el autor se lo saco de su cabeza. ciedad, juro dejarme cortar la mano derecha, la cabeza, morir de hambre ó entre los tormentos más atroces ; y ruego al Señor Omnipotente me condene á las penas eternas del infierno, antes que hacer traicion á ninguno de los grandes Padres y hermanos de la católica apostólica Sociedad, en la que desde este momento me inscribo ; é igualmente caigan sobre mí los dichos castigos y penas si no observase en adelante nuestras leyes, ó no socorriese á mis hermanos. Juro mantenerme firme en defender la santa causa que he abrazado, y no transigir con ningun individuo que pertenezca á la infame sociedad de los liberales, cualquiera que sea su nacimiento, parentela ó fortuna : juro no perdonar ni á éstos ni á sus hijos, y derramar su sangre siempre que la suerte ó la fuerza los ponga en mis manos. Juro, por último, ódio implacable á todos los enemigos de nuestra santa Religión católica romana , única y verdadera.»

Aquí en España llamaban, hacia el año 1828, Feotas á los que el novelista Didier y sus traductores llamaban Sanfedistas. El objeto de los sectarios en la creacion de estos hypogryphos era acumular á los católicos y realistas el maquinar una conspiracion para apoderarse de toda la influencia europea. Al frente de la conspiracion suponian que estaba el Papa con algunos Cardenales y muchos Obispos. Daban nombres y señas corno si los estuvieran viendo, y cual describia D. Quijote los ejércitos de Alifanfarron, señor de la isla Trapobana. y del Rey de los Garamantas Pentapolin del arremangado brazo. Y tanto y tanto lo dijeron, que hubo por entónces Sancho-Panzas, que llegaron á tomar por Feotas y Sanfedistas á las manadas de inofensivos carneros. Los catalanes mismos, que se sublevaron contra Fernando VII, estaban en la idea de que el Papa promovia y bendecia la insurreccion, y los coletillas franceses les ofrecian que en breve irian á socorrerlos el temido Micolembo, gran duque de Quirocia y Brandabarbarán de Boliche.

En otra novela francesa, publicada por entónces, titulada Los Incendiarios, se supone qué la aristocracia francesa, hacia el año 1826, se dedicaba á quemar varias fincas, para recobrar el poder por medio del terror. Aquella novela francesa era gemela de la italiana de Los Carbonarios.

§ LX.


Sociedades secretas de los emigrados españoles en Inglaterra y otros países.


En una relacion dada al gobierno francés por un agente suyo en Lóndres, se contienen noticias muy curiosas acerca de este punto, que conviene dejar aquí consignadas como clave de los sucesos precedentes y de otros posteriores. En vez de extractarla ó relegarla á los apéndices, parece preferible reproducirla íntegra en este párrafo (1):

«Los españoles refugiados en esta capital (Lóndres) están divididos en cuatro facciones ó bandos. »1.° faccion.—Puede llamarse aristocrática. Sus jefes son los generales Villalba, D. Cayetano Valdés, D. Miguel Alava, los dos hermanos Villanueva , Canga Argüelles y Agustin Argüelles ; tiene mucho crédito sobre las otras facciones, que ella dirige casi enteramente ; tiene toda la confianza del gobierno inglés ; quiere el establecimiento del gobierno constitucional, pero con muchas modificaciones en la Constitucion del año 12 , modificaciones sobre las cuales cree consultar los tiempos y las circunstancias El diario Los Ocios de Emigrados es el órgano de este partido; no habla de reacciones sanguinarias , de expediciones á mano armada; él se deja al mismo tiempo tratar por los exaltados, pasteleros, anilleros y camaristas, etc. Los corresponsales de esta primera faccion en París, son : Yandiola Ferrer, Herreros, Martinez de la Rosa, el conde de Torero y el Marqués de Pontejos ; desechan á Morillo, Ballesteros y La Bisbal ; tienen por apoyo entre los ingleses á sir Tomás Diyer y algunas otras personas de influjo. Se decía hace poco tiempo que si el gobierno español continuaba rehusando reconocer la regencia de Portugal, los constitucionales de esta faccion irian á vivir á Lisboa, bajo la proteccion del gobierno inglés, que continuaria pagándoles las pensiones de que gozan en Londres. Se decia, casi al mismo tiempo, el proyecto de establecer á Pedro como Rey constitucional de la España ; estos rumores han sido renovados recientemente; los que los hacen esparcir son principalmente los in-

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(1) Publicó esta relación Carnerero en sus memorias contemporáneas, pagina 127. gleses : finalmente, esta faccion tiene por primera base de sus operaciones un cambio de dinastía (1).

2ª faccion.—Los mineros, ó partidarios de Mina, forman la segunda faccion, donde entran casi todos los oficiales de mérito que están refugiados en Inglaterra, Bélgica y América. El gobierno inglés trata á este partido con muelle consideracion, y se dice le proporciona los fondos para pagar sus agentes en Portugal , en Suiza y en América. Mina recibe sus cartas (cuyo número es inmenso) por los apoderados de las casas de comercio de Lóndres, y le quedan aún fondos para pensionar á vários oficiales y jefes de mérito.

»Mina es el que en Febrero de 1826 envió al teniente coronel Baiges, uno de sus oficiales de más confianza, á las fronteras de Cataluña. Baiges, en vez de ir á Gibraltar, pide un pasaporte bajo un nombre supuesto, viene á Francia, pasa en seguida á los Pirineos, entra en relaciones con los revolucionarios de Marsella y los del interior de España, y escribe poco tiempo despues á Lóndres que podia contar ya con dos mil reclutas. Recibió órden de suspender las operaciones,y se fué á los baños de Tolon , donde se hallaba aún en Abril último. Mina entretiene muchos agentes parecidos á éste en Portugal y Galicia: su discrecion y reserva son excesivas, de suerte que no se ha podido saber ninguna particularidad. Ha roto con los Besanas, San Miguel y otros, porque no los encontraba dispuestos á obedecerle pasivamente, sin pretender penetrar sus verdaderos designios. Mina, en vez de estar en la bahía de Plimouth, como lo aseguran, vive cerca de Lóndres en una casa de campo. Su salud es excelente, y su actividad infatigable. Su secretario Aldaz tiene sólo conocimiento de una parte de sus secretos Los militares no le quieren, y le sospechan de traicion (2).

»Ved aquí, segun dicen, la organizacion de este partido. Mina, general en jefe: Burriel, su jefe de estado mayor.

»Rotten, Palarea, Torrijos, Butron, Bárcena, De Pablo, Alejandro O'Donnell, Gurrea, Plasencia y Vigo, jefes de división.

»Mancha, Jerónimo Belle, Baiges y Valdés (3). jefes de brigada.

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(1) Se ve por esta noticia de 1827, que el Fr. Olózaga no tuvo derecho en 1868 para apellidarse el primer antidinastico. Se ve igualmente que si los comuneros y carbonarios mataron la dinastia borbónica en 1868, el primer tiro vino de los francmasones y moderados en 1817y 1827, y que sólo se aplazó por haber fundado otras esperanzas en las hijas de Fernando VII. En rigor, el plan databa del año 1812, pues entonces ya se pensó en acabar con los Barbones.

(2) la traducción está plagada de galicismos, cómo observarán los lectores.

(3) D. Francisco Valdés, el de la intentona de Tarifa : él se escapó a tiempo, dejando allí á su hermano Pedro, que fue fusilado. »Marconchini, Perena Medrano, Rico, Nuñez Arenas, Barrio, Minuisir, Cobe y Ceruti, jefes de guerrillas.

»Caruana, Casamayor, Frias, Arzube, Peinó, Mancebo, Nardes y Gamboa, jefes de batallones, escuadrones y oficiales de estado mayor.

»Los generales Espinosa, Zaldívar, Quiroga y otros son considerados corno pertenecientes á este partido, aunque no pertenecen á su organizacion inmediata. Se encuentran en él algunos hombres de influjo, aunque no son militares, como Calatrava, Gasco, Mendizábal, Cuadra y Rotten, que viven en Suiza para servir útilmente á este partido, al ménos hasta nueva órden. Mina, segun dicen, no tiene aún un plan bien trazado; pero está decidido á reconquistar la España á mano armada (1), y no se puede dudar que tan pronto como tomen las armas, todos los militares refugiados se reunirán bajo sus banderas, sin distincion de sectas masónicas , ni de nublados políticos (2). El mismo se ha reconciliado con todos sus enemigos personales, y también con el coronel De Pablo (Chapolangarra), otras veces su más encarnizado enemigo (3). Aseguran que Mina está de acuerdo con el general Lallemand, que ha pasado á los Estados-Unidos de América : se añade que el gobierno de los Estados-Unidos no está lejos de protegerle, y que el mismo José ha tomado una nueva actividad desde el año 1824, que consiste en exponer su persona, y que tiene cerca de si á todos los franceses emigrados que ha podido encontrar. Existen algunas conexiones entre este plan y el del gobierno republicano de América, sobre todo del de Méjico : trabajan para la destruccion de la autoridad legítima de España (4)

»Se dice que el gobierno de S. M. C. ha hecho proponer á Mina y sus asociados una amnistía general, y al mismo tiempo modificaciones en el sistema de la administracion española , bajo la condicion de que los refugiados renunciarán á toda tentativa hostil contra su pátria. Pareció que esta negociacion habia tenido al principio algun crédito. Mina había suspendido sus negociaciones secretas; pero se han empezado de nuevo con más vigor que nunca.

Todos estos proyectos eran ilusiones. Sin la reina hubieran muerto todos ellos en la emigracion.

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(2) Diría nuances, esto es, matices ó nebulosidades.

(3) En 1833 lo dejo comprometido en Valcarlos, donde murió, mientras que Mina se salvaba en Francia.

(4) Inserta aquí un plan disparatado de los emigrados, en unión con lo americanos y afrancesados, para restablecer a Jose Bonaparte ; y aunque todo puede creerse de la impaciencia natural que agita á los emigrados de todos los partidos políticos, parece inverosímil que Mina entrara seriamente en una combinación bonapartista. Con todo, mayores milagros que ese hace la masonería sea que las proposiciones del gobierno fuesen nulas, ó que las noticias llevadas por Valle hubiesen dado á Mina nuevas esperanzas (1),o que el gobierno inglés se haya opuesto á toda reconciliacion. Mina había vivido mucho tiempo con la mayor y más intima familiaridad con los Bazanes: los abandonó luégo que conoció querian penetrar sus secretos y tomar conocimiento por los medios ménos delicados de sus negocios más reservados. Los dos Bazanes, desesperados de su desgracia, partieron para Gibraltar : allí se asociaron con Selles, Figueroa. y otras malas cabezas, que fueron muertos, sin resultar ningun beneficio, sobre las costas del reino de Valencia. D. Manuel Beltran de Lis, Diaz Morales y otros se opusieron fuertemente á esta locura : ellos querian, al ménos, dirigirlos á Galicia ; pero la avaricia de Bazan le hizo escoger una provincia más rica (2). No existen gobiernos ocultos centrales (3) : lo que esparcen por el pueblo no es sino para atemorizar al gobierno y reclutar mayor número de tontos. Hay solamente en Gibraltar un Gran Oriente de francmasones, y una santa hermandad de comuneros. Estas dos direcciones de sedicion no obran de concierto, y no puede considerarse como un gobierno instalado y sériamente reconocido.

»Esto es lo más interesante que hemos podido saber acerca de la facción de Mina, la más temible de todas por el talento de su jefe (4), el número y cualidad de sus individuos que la componen, los medios abundantes que tiene á su disposicion, la proteccion que le da el gobierno inglés y su alianza abierta con la primera faccion , la de los aristócratas.

»3ª faccion.—Partido republicano, formado por los franc- masones, á cuya cabeza está Evaristo San Miguel, que dicen está nombrado director futuro; en seguida Lopez Baños, Castellar, el brigadier Peon y algunos otros militares; los ex-ministros Calatrava, D. Felipe Navarro, Gasco y Capaz ; los ex-diputados Cuadra, Riello, Alcalá Galiano, Salva, Gil Orduña Vega, Perez Rico, su hermano, el viejo médico Arréjula, Bustos, Feile, antiguos magistrados; el ex-director de correos Campo, y algunos otros. Este partido detesta á

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(1) Los agentes de Fernando VII entraron efectivamente en negociaciones, á vista del gran empuje de la sublevacion de Cataluña en 1827, segun queda dicho. Mas luego se hicieron traicion unos á otros.

(2) Es decir, que el plan de los Bazanes se reducía á correr algunas aventuras, y, apoyados por sus correligionarios, hacer dinero y regresar al extranjero a comérselo.

(3) ¡Gobiernos sin gobernados!

(4) Si el republicano Mina, que siempre fue algo cerril y escaso de meollo, aun después de civilizarse algo, era el de más talento entre todos aquellos progresistas comuneros, ¡qué tal seria el de éstos! Mina (1); pero si fuera preciso obrar, no dejaria de unirse á él, excepto San Miguel. Los francmasones quieren el exterminio de la familia real, el establecimiento de una república, etc. Tienen correspondencia con las lógias de España y Portugal, y emplean para ello a los capitanes de los buques mercantes, á los comisionados que viajan por las casas de comercio, y aun á las mujeres (2). Hay dos lógias en Gibraltar, la una bajo la direccion de Polo, y la otra bajo la de un oficial de ingenieros llamado Calvo (sic). Estas se sirven de los contrabandistas para llevar su correspondencia : hay, además lógias en Cádiz, Barcelona, etc. (3). Se cree que el general Castellar está encargado de llevar la correspondencia de los masones por Marsella con Cataluña y Andalucía. »Los afiliados de Marsella son los que últimamente apoyaron á Baiges en las operaciones sobre la frontera. Los principales agentes en Marsella son los dos hermanos Cacho, Velasco, un primo de éste y otro llamado Faura y Dioden, y para corresponderse con Cataluña se valen de los barcos que directamente entran y salen. Mad. Castellar está en Jersey : tiene una pension del gobierno inglés, y se la cree encargada de una parte de la correspondencia de su marido. El comisario de policía central de Marsella, sin saber el mal que hace, sirve de gran socorro á los revolucionarios, por la mucha indulgencia en permitirles ir y venir : así es que nada se ha podido saber del viaje de Cacho á Cataluña.

»El partido de los masones se dice que está en correspondencia con La Bisbal : éstos tienen el ódio más enconado á los comuneros, como se puede juzgar por los folletos que Calatrava y Florez Estrada han publicado uno contra otro. El gobierno inglés no los protege, y por consiguiente sus medios son mucho más reducidos.

»4.ª faccion.—Partido de republicanos comuneros, á cuya cabeza están Romero Alpuente, Flores Estrada, Milans del Bosch, Lopez Pinto, Correa, Tomás, Hernandez; el P. Nebot, D. Domingo Vega, Ros, Orense, Royo, Minichini (un, canónigo piamontés), Escalante, Matamoros, oficial de ingenieros, y otros. El general Milans está ahora en la isla

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(1) Mina siempre fue comunero, y estuvo en buenas relaciones. con los carbonarios por eso no se entendía bien con los masones, y entes por el contrario tenia una torre de comuneros en Gibraltar, á la cual el francés llama santa hermandad.

(2) No debe extrañarse, esto : la masoneria, no sólo se vale para sus comunicaciones de los commis voyageurs, sino tambien de esos vagabundos italianos que recorren los pueblos con organillos. (3) Los que ajustició el conde de España eran todos individuos de las de Barcelona, y comprometidos en las tramas que aqui se describen. de Jersey: debió salir el verano casado para hacer una tentativa sobre las costas de Cataluña : para esto habia hecho ya algunos preparativos de armas y municiones, que aún existían en dicha Isla ; pero el dinero faltó por no querer los capitalistas ingleses darlo, sin que Mina fuese á la cabeza. Milans está furioso, y si tuviese algunos fondos, haria alguna expedicion frenética sobre las costas de Cataluña. El partido de comuneros trabaja por el establecimiento de una república. Hay una regencia central en Gibraltar, compuesta de D. Manuel Beltran de Lis, presidente ; Alcon, Mateu, Urianos, Verdeger y Sanchez ( todos cinco jueces de Elío), Salvador Martinez, Merard, Valero, Blanquer, San Juan, Tereis, Romana, etc. Estos individuos tienen su correspondencia por barcos contrabandistas en las provincias de Andalucía, Murcia, y sobre todo Valencia, donde la familia de Beltran de Lis goza de mucho crédito. Los principales contrabandistas son Chaizet, Maraleit, Gato y Bubo : otra agencia de comuneros hay en Gibraltar, bajo la direccion de Diaz Morales : se compone de unos facciosos que, por medio del coronel Pereira, mantiene sus comunicaciones diarias con Cádiz y la costa de Huelva. Hay otros dos agentes de comuneros, uno en Galicia y otro en Lisboa, bajo la díreccion del abogado Juan Bautista Genovés, que se halla á bordo de un buque inglés anclado en el Tajo. Romero Alpuente va á publicar una enorme obra sobre las causas que arruinaron al gobierno constitucional en España. Moreno Guerra murió en la travesía de Gibraltar á Lóndres, y Romero Alpuente, su amigo, se ocupa en reunir sus papeles.

»Lóndres.—Escritores refugiados españoles. Mina ha publicado un compendio de su vida. Paulino de la Calle, el cojo de Málaga (1), y un loco de la Coruña, tambien han dado á luz sus memorias. Romero Alpuente y Florez Estrada escriben á favor de los comuneros. Rotalde insulta á todos los partidos. El P. Villanueva ha escrito su vida, que se reduce á una sátira sobre la córte del Papa (2). Ganga Argüelles escribe sobre el Papa. El periódico Los Ocios es el órgano del partido moderado : sus redactores son los dos hermanos Villanueva, P. Franco, Canga Argüelles, Nuñez, etc. San Miguel escribe, sobre la guerra : Bausa y Gasco sobre las ciencias exactas. El canónigo Riego hace versos. »En Bruselas hay una reunion considerable de emigra-

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(1 ) Era uno que dirigia la comision de aplausos en las Cortes de Cádiz, pagando á los alquilones, que aplaudían á los oradores mas furibundos, por cuenta de las lógias. Le indultó el Rey cuando ya estaba para ser ahorcado.

(2) Algo mas que sátira contra el Papa, lo es contra la Inquisicion, en la cual había tenido gran influencia y buena renta, hasta el año 1808. dos españoles. Los principales son el duque de San Lorenzo, el conde de Almodóvar, los dos hermanos Aguileras, Gorostiza, Peñafiel, Mata, Garro, etc. Entre ellos no hay sociedades secretas ni facciones distintas. Se comuuican con Lóndres, y reciben sus instrucciones : D. Vicente Beltran de Lis afecta hablar como un realista exaltado. Se queja de lo desdeñosa que ha estado la administracion española en recibir sus trabajos para la pacificacion del pais, el sosten de la Armada, etc. Es de reparar que, miéntras el jefe de la familia, D. Vicente, se muestra partidario de Fernando VII, su hermano D. Manuel ocupa el primer puesto entre los comuneros republicanos.D Vicente Beltran de Lis, hijo mayor del D. Vicente, y Mendizábal, su secretario, están en Lóndres ligados con Mina y el partido do los masones. Otro secretario del D.Vicente, llamado Cavanillas, está en Suiza. Es uno de los jefes y apoyo de todos los refugiados. De este modo D. Vicente, el padre, sabe todo lo que hacen y dicen los revolucionarios: siempre dice que si pudiera convencer á su hermano Manuel á dejar á Gibraltar, él obtendria bien pronto la confianza del gobierno español.

»Observaciones generales. El gobierno inglés protege, socorre y favorece por todos estilos á los refugiados españoles y al mismo tiempo lisonjea sus pasiones. El partido aristocrático posee todos los medios que puede desear y se vé al mismo tiempo en estado de hacer gastos considerables para los objetos políticos.

»Este partido sirve de base al de Mina, y los dos están realmente bajo la dependencia del gobierno inglés. Dicen que han recibido órden expresa de alimentar las esperanzas de la revolucion. Jamás se les presenta un refugiado en la miseria, que no reciba socorros, exhortándole a permanecer firme, á triunfar de todas las dificultades y á prepararse á entrar en España con honor y libertad. Sir Tomás Diyer y otros ingleses de distincion distribuyen cada mes doscientos y trescientos francos á los refugiados más pobres. Los socorros supletorios se dan siempre dspues de la pension del gobierno, siendo siempre acompañados de exhortaciones de permanecer firmes y constantes para entrar pronto en España y exterminar los tiranos. Una comision inglesa ha dado á Mina una rica espada, que él llama la Vengadora: no se puede creer qué efecto ha producido esta demostracion hostil en los espíritus ardientes de los refugiados españoles, sobre todo en las últimas clases. Es verdad que las dos fracciones republicanas de francmasones y comuneros no son ni muy consideradas ni directamente protegidas por el gobierno inglés; pero esto no entorpece en lo más mínimo sus maniobras. No muestra ninguna repugnancia á ellas, y si no las apoya, es únicamente por no declarar la guerra más abiertamente á los principios reconocidos en toda Europa. El sondea á los republicanos y acaba de asegurarles contra la aplicacion del ultimo bill.»

Salvas ligeras inexactitudes, las curiosas revelaciones de este papel son tan importantes como ciertas. Por ellas vemos, y se sabe por otros muchos conductos, que los revolucionarios continuaron durante la emigracion en sus ódios y rivalidades, pero uniéndose para escalar el poder, como han hecho siempre.

§ LXI.


Invasiones de los liberales en España desde 1824 á 1832, apoyadas por las sociedades secretas: sublevaciones militares.


El creer que el ejército español sólo se ha pronunciado en los últimos lustros del reinado de doña Isabel II, es un absurdo: es no querer recordar lo que todos hemos visto. Desde 1808 á 1868 se sublevó una vez al año por lo ménos, dejando muy atrás en esto á los antiguos pretorianos, á los genízaros y mamelucos, los cuales, si bien se rebelaban con frecuencia, no consta que lo hiciesen anualmente. Más adelante, se insertará este curioso y edificante catalogo, muy relacionado con la historia de nuestras sociedades secretas. Pensar que sólo el ejército español se ha pronunciado durante este siglo, es otro absurdo y otro olvido imperdonable. Mientras hubo Borbones en los tronos de Europa, se les rebeló tambien el ejército fuera de España y en más de una ocasion, y las sociedades secretas cumplieron con el encargo recibido antes de la revolucion francesa en aqueIlas célebres iniciales, que les mandaban pisar las lises .


L. P. C.


El ejército se levantó en Francia contra los Borbones cuando Napoleon regresó de Elba. Estuvo varias veces para verificarlo antes y después del año 20. En 1816 fué asesinado el duque de Berry; en 1822 se descubrió la conspiracion de los sargentos de la Rochela, y por último, omitiendo otras várias, en 1830 tuvo lugar el movimiento que echó por tercera vez de Francia á aquella dinastía.

Las sublevaciones militares y las conjuraciones contra los reyes de las Dos-Sicilias han sido tantas y tan frecuentes, que sería preciso uu largo espacio para réseñarlas; con la particularidad de que á veces tomaban parte en ellas indivíduos de la real familia, pues desde el siglo pasado los Borbolles de Nápoles eran aficionados á jugar con fuego. La desastrosa caída de aquellos por la cobardía de unos y las infames traiciones y vileza de casi todos los generales y jefes militares, son hechos demasiado recientes para que necesitemos recordarlos.

Eso no quita que otros príncipes no Borbones, y aun tambien afiliados en la francmasonería, hayan sido igualmente víctimas de los manejos de las sociedades secretas y de las conspiraciones y sublevaciones militares. El amable Luis Felipe ofrece en esta serie uno de los más notables y estrepitosos recuerdos.

Por ahora mi objeto se reduce á presentar el catálogo de invasiones de los liberales emigrados que entraron en territorio español, contando con el apoyo de las sectas y de algunos cuerpos del ejército; las conspiraciones descubiertas en éste, los asesinatos de jefes, sublevaciones, rebeliones, motines y pronunciamientos por entónces ocurridos, y la parte que en ellos tuvieron las sociedades secretas, si es que no lo tuvieron todo. La narracion no será edificante, pero en cambio es instructiva.

Año de 1824.—El coronel D. Francisco Valdés sale de Gibraltar el dia 3 de Agosto con unos doscientos hombres, y sorprende la plaza de Tarifa, incorporando á su gente los presidiarios y otros muchos comprometidos. El carbonario Italiano Merconchini desembarca en Marbella, y al mismo. tiempo se sublevan vários pueblos de Andalucía. Huye Merconchini á vista de los voluntarios realistas, persiguen éstos á los que hacían señales mediante hogueras y ahumadas para avisar á los conjurados, y la plaza de Tarifa, sitiada por la tropa del Campo de Gibraltar y por algunos buques franceses, tiene que rendirse, despues de haberse escapado el coronel Valdés. El 24 de Agosto son fusilados en Algeciras el capitan retirado D. Pedro Gonzalez Valdés, natural de Oviedo; D. Juan Portal, teniente graduado de ca pitan; el italiano Cárlos Marcarrone, y el subteniente Francisco Ruiz Gil. El dia 13 de aquel mes desembarcó cerca de Almería el coronel D. Pablo Iglesias con cincuenta hombres procedentes de Gibraltar, entre ellos vários italianos é irlandeses afiliados en las lógias de aquel puerto. Habiendo logrado reunir unos cuatrocientos cincuenta infantes y ochenta caballos, atacó en vano la plaza de Tarifa, pues dispersada su gente por los realistas, y aprehendidos y fusilados treinta y un hombres, sucumbió con el titulado general Montarlot, republicano francés, que habia comprometido á Riego en Zaragoza. Tambien cayeron fusilados vários vecinos de Jimena, que se levantaran acaudillados por su paisano Lopez Herrera.

Todas las sentencias fueron ejecutadas de órden del comandante general del Campo de Gibraltar , D. José O'Donnell.

Miéntras los liberales conspiraban contra el Rey en Andalucía, los realistas exagerados lo hacían en. Aragon, Cataluña y Navarra, segun queda dicho.

1825—Sublevacion de Bessieres en sentido ultrarealista, el dia 15 de Agosto. (Véase el § LVII.)

Por aquel tiempo ocurrieron insurrecciones militares en Rusia y Grecia.

1826.--Sublevacion liberal de los hermanos D. Antonio y D. Juan Fernandez Bazan. Engañados por las falsas promesas de sus correligionarios, desembarcan en la costa de Alicante, junto á Guardamar, en la noche del 18 al 19 de Febrero, con sesenta hombres. Los voluntarios realistas corren á su encuentro y los acorralan en la sierra de Crevillente. Los liberales, que les hablan ofrecido levantarse á su llegada, se están quietos en sus casas, y Bazan (D. Antonio) es fusilado en Orihuela el 4 de Marzo, y con él otros vários, despues de quedar muertos ó dispersos los restantes que le acompañaban.

Entre los fusilados el día 2 se contaban D. Santos José Pardo Figueroa, teniente coronel D. Juan Fernandez Bazar, ca pitan de caballería, hermano del coronel D. Antonio; Marcial Patillo, Juan Balanguer y Antonio Marsa , artilleros, y otros vários paisanos, marineros y licenciados del ejército.

A. la muerte del rey de Portugal, ocurrida pocos dias despues, se proclama en aquel país el gobierno representativo, y otorga D. Pedro una Constitucion. Con este motivo se insurrecciona en Olivenza un regimiento de caballería ligera y se pasan á Yelves ciento once soldados, gritando ¡Viva la Constitucion! Pero D. Miguel triunfa, apoyado por los realistas.

Sublevaciones liberales de poca importancia en Velez Málaga y provincia de Huesca. D. Miguel Nogueras, que habia levantado una partida cerca de Sariñena, es en breve derrotado y muerto. 1827.—Sublevaciones parciales de D. Asensio Lansagarreta, á las inmediaciones de Vitoria , D. Luis Escudero, en Castilla D. José Balda, y despues D. Joaquin La Guardia cerca del Ebro ; todas en sentido ultrarealista.

Sublevacion de Cataluña, acerca de la cual ya hemos hablado extensamente en el citado § LVII. En Granada es ahorcado D. Francisco Abad (a) Chaleco, el dia 5 de Mayo.

1828.—Fusilamiento del Jep des Estanys, junto á Olot, con tres ayudantes suyos, el 13 de Febrero, y de otros varios comprometidos en la sublevacion de Cataluña.

El conde de España hace salir de Barcelona más de seiscientos jefes liberales, que se hallaban acogidos en aquella poblacion y conspirando (1). Principian los célebres fusilamientos de Barcelona desde mediados de Noviembre. El dia 19 son fusilados D. Santos José Ortega, coronel graduado, y otros varios liberales de quienes ya se dio noticia.

1829.—Continúan las ejecuciones de liberales en Barcelona, siendo notables, entre otras, las del dia 26 de Febrero, en que fueron fusilados en la Ciudadela, y despues colgados de la horca, D. Santos José Rovira de Sila , teniente coronel; D. Joaquin Villar, pasante de escribano; el acaudalado D. José Sans (a) Pep Morcaire, y otros varios.

Un expediente ruidoso que hubo por aquel tiempo acredita cómo iban las sociedades secretas minando lentamente el ejército, y que el mismo Consejo Supremo de la Guerra estaba en gran parte ganado por ellas. Hallábase de guarnicion en Badajoz el regimiento de Saboya. Habia en él varios oficiales llamados antiguos, procedentes del ejército constitucional, y otros llamados modernos, que se habian batido á favor del Rey en 1823. El coronel protegia á los primeros contra los segundos, y, estando en Sevilla de guarnicion en 1827, alarmaron los liberales á los oficiales de artillería contra los modernos, haciéndoles creer que éstos trataban de sublevarse en union con los voluntarios realistas ; pero el general Quesada desprecio aquellos avisos, constándole la lealtad de los modernos, o realistas, y que, en todo caso, eran los otros los que conspiraban.

Trasladado el regimiento á Badajoz , trataron los antiguos, o liberales, de ganar en su favor al general San Juan, y deshacerse de los realistas. Principiaron por aliarse con. los oficiales de artillería y caballería , y con todos los indefinidos y demás liberales de la poblacion, y dirigir anóni-

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(1) Habiendo hecho acudir á la diputacion á los que habian sido milicianos nacionales, se halló que había aun unos seis mil. mos al general, avisándole que el regimiento estaba en connivencia con los insurgentes de Cataluña.

En el díctámen presentado al Rey con el voto de la minoría del consejo de guerra, se halla el siguiente párrafo: «Se ha querido acriminar al general de Extremadura porque en su primera exposicion negó con algun calor la existencia de los partidos llamados carlistas y ancoristas , y se pidió á la comision del consejero Pino lo que allí resultase para probarla. V. M., teniendo presente sin duda cuán falibles han sido los procedimientos de la tal comision, se sirvió mandar que se pasasen los autos originales y, su resultado actual; pero Pino no lo hizo así , y creyó bastante una relación, con su parecer, de tres causas seguidas contra personas residentes en Extremadura.»

Las causas formadas eran tres, y sus resultados ningunos, á pesar de que el Sr. Pino daba los hechos por probados. La primera se seguia en Plasencia á D. Miguel Ruiz de Linares, atribuyéndole que habia circulado proclamas y papeles subversivos ; pero al cabo de año y medio aún no estaban hechas las pruebas. Los complicados en ella eran veinte realistas, entre ellos algunos clérigos. La segunda, contra los autores de una proclama circulada desde Valladolid, en la cual se sobreseyó por no haberse averiguado nada, aunque se apercibió á un oficial de correos y al intendente para que fuesen más vigilantes. La tercera se formó á Mateo Jara, tesorero de la Catedral de Coria, por haber escrito cartas elogiando la sublevación de Cataluña; él negó que las cartas interceptadas fueran suyas. Esta causa se hallaba aún en sumario, y sobre estos fundamentos, nulos en derecho y en sentido comun, estribaban las pretendidas pruebas del señor Del Pino.

El gobernador de Badajoz y los jefes de la guarnicion establecieron retenes y armamentos extraordinarios, sin contar con el general San Juan. «Por desgracia, decía el dictámen del ministerio, se han olvidado las costosas lecciones de la experiencia, queriendo que los hombres débiles ó delincuentes en el año 20 sean ahora el modelo del honor militar.»

Los autores de aquella intriga no pudieron impedir que, al arrestar á uno de los oficiales que más habian trabajado en ella, se le cogiese una cifra con signos sospechosos, sin duda para corresponderse con alguna sociedad secreta, y además objetos de grosera lubricidad, que acreditaban su impiedad y malas costumbres, y papeles que le comprometian. El ministro de la Guerra propuso al Rey la absolucion del general San Juan y la desaprobacion de lo actuado por el gobernador y por el coronel de Saboya .

Por este suceso puede calcularse el estado del ejército en aquel tiempo, y lo que en él trabajaban las sociedades secretas del uno y del otro bando, pero más especialmente los liberales.

1830.—A la caida de los Borbones, Fernando VII se negó á reconocer el gobierno de Luis Felipe. Ni el parentesco, ni la gratitud, ni el decoro, le permitian obrar de otro modo. Luis Felipe acudió á la política inmoral que se usa en tales casos, estimulando á todos los descontentos de los países que no le reconocian, y atizando en ellos el fuego de la revolucion. El banquero Laffitte llamó á los emigrados españoles y les ofreció recursos y proteccion. Bajo sus auspicios se formó en Perpiñan una junta, al frente de la cual se puso Calatrava, que ya entonces tenia alta importancia masónica. Mina reunió en Bayona toda la gente de accion; pero Calomarde sabía cuanto pasaba. Tengo en mi poder la carta original en que un espía doble le daba cuenta de aquellos manejos. Al mismo tiempo Torrijos trabajaba desde Gibraltar por sublevar el litoral de Andalucía. El ejército estaba ya entónces tan corrompido y ganado por las sociedades secretas, que, á no estar de por medio los voluntarios realistas, Fernando VII hubiera ido bien pronto á reunirse con sus parientes de Francia. El mismo conde de España lo denunciaba así á Calomarde en carta de que tengo copia, donde le exhorta á desconfiar de todos los ayacuchos o militares procedentes del Perú, de los cuales dice qué habían traido de allí mucho dinero, pero poca honra. Espartero y Maroto estaban comprendidos en este número.

Los resultados de la conspiracion no tardaron en dejarse sentir. El dia 13 de Octubre entró Valdés por Urdax con setecientos hombres, y poco despues Mina con otros tantos, y se apoderó de Vera, donde se le unieron otros jefes ;pero la gente del pueblo huía de ellos. Por La Junquera entraron unos cuatrocientos hombres mandados por Milans y Brunet, á los cuales siguió el general San Miguel. En Aragon penetraron otros cuatrocientos, acaudillados por Garrea. En Orense tambien se sublevó un tal. Antonio Rodriguez (a) Bordas, con unos setenta hombres, y en Andalucía hubieran desembarcado Torrijos, Manzanares y Palarea si el gobernador inglés no hubiese impedido por entónces aquella expedicion, que más adelante costó la vida á los dos primeros. Todas ellas fracasaron en pocos dias. Los realistas acudieron por todas partes, los comprometidos se estuvieron quietos, esperando á ver hacía donde se inclinaba la balanza, y la tropa, si no combatió con brío, tampoco se puso del lado de los invasores. Los realistas de Navarra derrotaron en Valcárlos á De Pablo (a) Chapalangarra, á quien acompañaba el poeta Espronceda, y Llander atacó á los liberales parapetados en el pueblo y en las ásperas vertientes del Pirineo, á pesar de la poca confianza que inspiraba el regimiento 13 de línea, que á la sazon estaba en Navarra .La tropa de Marina, y gran parte de la guarnicion de Cádiz, estaba ganada por la francmasonería. Motivos había tambien para desconfiar de los catedráticos y estudiantes de algunas Universidades. y Calomarde dió un decreto suspendiendo la apertura de ellas; medida inconveniente, que indicaba una gran dósis de meticulosa prudencia, y que fué explotada hábilmente como un deseo de favorecer la ignorancia. Pero acaso hizo Calomarde otra cosa que iniciar los decantados beneficios de la libertad de enseñanza? ¿No se tiene hoy por una conquista de la revolucion que el estudiante matriculado en la Universidad se marche á estudiar en su casa privadamente? Pues á esto se redujo lo que mandó Calomarde, y despues han vendido los radicales como portentoso descubrimiento suyo, insultando la memoria de aquél como de un oscurantista

1831.—Derrotados los liberales en el Norte, se empeñaron en llevar á cabo á principios de este año los planes que no habian podido realizar en Octubre. Contaban sobre todo con las lógias de. Cádiz y Málaga,y con la guarnicion de aquella plaza. El 21 de Febrero se levantó una partida en Los Barrios, y poco despues desembarcó en Getares el ex-ministro Manzanares con unos trescientos hombres.

El día 3 de Marzo por la tarde fué asesinado el gobernador de Cádiz, D. Antonio de Hierro y Oliver, y heridos sus ayudantes. Al mismo tiempo los conjurados principiaron á gritar en la plaza de San Antonio, apellidando libertad; pero en vez de unírseles el vecindario, huyó á guarecerse en sus casas, por cuyo motivo los jefes militares, al verse sin el apoyo del paisanaje, obedecieron al teniente rey, que en seguida tomó el mando, y principió á prender á los sospechosos. Aquella misma noche se sublevó la brigada real de Marina que guarnecia á San Fernando, obligando á pronunciarse á otras dos compañías de tropa, y dejando en libertad á los presos. Pásose al frente del movimiento D. Marcelino Dueñas, capitan de navío (1). A vista del mal éxito de la intentona de Cádiz, y de la apatía del pueblo, huyeron de San Fernando, á fin de reunirse con Manzanares, á quien suponian en Tarifa. Pero éste, perdida casi toda su gente, fué muerto por los realistas de Igualeja y pueblos inmediatos, con otros cuatro de los suyos, y los diez y seis restantes murieron fusilados dos dias despues en Estepona.

La brigada de Marina perseguida de cerca por el capitan general de Sevilla, fué acorralada cerca de Veger, rindió las armas el dia 8. Los jefes de ella, despues de mil apuros, metiéronse en un barquichuelo en que á duras penas pudieran llegar al Africa, donde, para ser mejor acogidos, abrazaron el islamismo. En todo caso, los moros salieron perdiendo al recibirlos por correligionarios suyos, pues para la generalidad de los francmasones lo mismo les da de Cristo que de Mahoma (2). Restableciéronse las comisiones militares, por decreto de 19 de Marzo, con facultades omnímodas, y de sus resul-


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(1) Habiendo yo dicho que el Sr. Dueñas era uno de los marinos más comprometidos con la sociedad secreta que dirigía aquella conspiracion, lo desmntió el Sr. Fernandez Duro, en su juicio critico sobre mi libro, diciendo qua antes estaba «reputado por servil, y pasaba por amigo del conde de España,» y que se había visto embrollado en la conspiracion sin querer.

Supongo al Sr. Dueñas tan honrado como dice el Sr. Fernandez Duro, pero no sin observar, que los militares que no se han querido comprometer en sublevaciones no las han seguido, pues su deber como militares pundonorosos és el dejarse matar antes que ponerse al frente de tropas que se vuelven tropeles. Además, que no seria tan arraigado y concienzudo el llamado servilismo del Sr. Dueñas, cuando luego se pasó a los progresistas. Ahora el publico juzgará.

(2) El Sr. Fernandez Dura en la censura de mi historia califico esta noticia de trueno gordo y noticia peregrina y de novedad encantadora. A eso contesté lo siguiente:

«Y yo, ¿que culpa tengo de que el Sr. Fernandez Duro no haya visto cuanto se ha escrito sobre ello? Vea el tomo III de la Historia de la vida y reinado de Fernando VII, páginas 346, 347 y 948. En esta página, y a la línea 9ª, hallara que dice que los jefes de la brigada real de Marina... desesperados... al llegar a Tánger gritaban: ¡Queremos ser mahometanos! y habiéndose sujetado á las ceremonias del culto de Mahoma, renegaron de la ingrata patria donde habían visto la luz.»

¡De Dios renegaron, no de la patria!

»Ya ve el Sr. Fernández Duro que yo no invento. Sea cierto, sea falso, allí está consignado; y no está allí sólo, sino que lo trae tambien la obra de D. Pedro Urquinaona, titulada España bajo el poder arbitrario de los apostólicos, tas hubo algunas ejecuciones, siendo las más notables la del librero Miyar, en Madrid, y la de doña María Pineda, en Granada.

La conspiradon en que estaba comprometido el desgraciado D. Antonio Miyar es indudable , y en ella tomaban parte el Sr. Olózaga, Marcoartú y otros muchos que hoy viven y han alegado y alegan como mérito la que en ella tuvieron. Sabido es que el Sr. D. Salustíano de Olózaga logró á duras penas escapar de la cárcel disfrazado de voluntario realista.

Por lo que hace á la Pineda, es igualmente sabido que se le encontró una bandera de seda verde que estaba bordando para los liberales lo cual, unido á su exaltacion de ideas revolucionarias, bien conocida en Granada, hizo que se la condujera al patíbulo, el dia 26 de Mayo de 1831 ; acto de barbarie, del cual hay que culpar tanto al que dió el decreto como al que le cumplió. Pero á bien que en estos últimos años, y en pleno gobierno liberal, nos hemos curado de espanto en tales materias. Por otra parte, comparando el procedimiento y suplicio de doña María Pineda con el de la madre de D. Ramon Cabrera, la historia en lo venidero execrará aún más la muerte de ésta que la de aquélla, y pondrá al general Nogueras muy por bajo del magistrado Pedrosa.

Terminóse el año como habia principiado. Torrijos sostenía relaciones desde Gibraltar con los revolucionarios del litoral de Andalucía. Dícese que el comandante general de Málaga, D. Vicente Gonzalez Moreno, hizo que un coronel, huido de Andalucía, alucinase á Torrijos con fingidas adhesiones del paisanaje, ganado por las sociedades secretas y de la tropa que guarnecia á Málaga y otros puntos de la costa. Torrijos, cansado de un año de espectativa,y estimulado por los jefes de las empresas, veíase en esa situacion crítica en que se hallan todos los que conspiran en el extranjero descubiertamente, y tienen que hacer actos de temeridad, y casi de locura, á fin de no pasar por cobardes, ó quizá por ladrones de fondos y traidores.

Con cincuenta y dos compañeros salió de Gibraltar: casi todos eran jefes, y entre ellos se contaban D. Juan Lopez Pinto, teniente coronel de artillería y jefe político que había sido de Calatayud en 1823; D. Francisco Fernandez Golfín, D. Manuel Flores Calderon, Roberto Boyel, oficial inglés, D. Manuel Real, hijo del general de este apellido, D. Ramon Ibañez, piloto y oficial de la milicia de Valencia, D. Francisco Arcas, capitan de un buque mercante, y otras várias personas distinguidas. Todos ellos fueron fusilados en Málaga el dia 11 de Diciembre de 1831.

Siempre que se habla de este suceso, es de rigor maldecir al cabildo de Málaga por haber felicitado al general Gonzalez Moreno á causa de estos fusilamientos. De poco ha servido que el cabildo de Málaga lo haya desmentido oficialmente: Gonzalez Moreno fue ascendido á capitan general de Granada, y el cabildo hubo dé hacer la visita de etiqueta para cumplimentarle por el ascenso, como lo cumplimentaron la Audiencia y todas las demás autoridades civiles y militares.

1832.—Así concluyó el año 1831, y con él las sublevaciones militares y las invasiones temerarias de los emigrados. Con todo, aún se alzó en 1832 el patíbulo para un reo político: el dia 9 de Marzo fué ahorcado en Cádiz Pablo Palacios, uno de los que asesinaron al gobernador Hierro. La policía le prendió en Alava , por donde buscaba su refugio en Francia. Pocos dias despues fué suprimido el suplicio de la horca, conmutándose en el de garrote, por decreto de 24 de Abril.

Los sucesos mudaron entónces de rumbo. Los de la Granja no están todavía bien aclarados en su parte misteriosa. Los carlistas los achacan á. las sociedades secretas, que influian en el ánimo de la reina Cristina. Esto es difícil de probar, pues Cristina se halló enteramente sola y aislada en la Granja, hasta que vino su hermana doña Luisa Carlota, llamada á toda prisa por los liberales . Las relaciones de esta señora y de su esposo con la francmasonería, no son un misterio para nadie; como tampoco su arrojo en la Granja, echando á pique en pocos minutos toda la misteriosa trama, y repartiendo bofetadas á los ministros y consejeros con ánimo varonil. A Calomarde le rompió el abanico en las narices.

Los liberales culpan de aquellos sucesos al obispo de Leon, al embajador de Nápoles Antonini, y al P. Carranza, superior de los Jesuitas de Madrid .

Firmóse el decreto de amnistía en 15 de Octubre, y se mandó abrir las Universidades. Calomarde, odiado y maldecido por todos, hubo de huir á Francia disfrazado de fraile. Los carlistas le han aborrecido y aborrecen casi aun mas que los liberales, pues él fué quien presentó á Fernando VII las actas de las Córtes de 1789 derogando la pragmática de Felipe V, y restableciendo el antiguo derecho constitucional de sucesion de las hembras, á lo cual siguió la convocacion de Córtes en que fue jurada doña Isabel II, como sucesora de su padre. D. Cárlos no le perdonó, á pesar de sus súplicas y pingües donativos.

Amnistiados los liberales por el nuevo ministerio de Cristina, ya no necesitaron conspirar á mano armada; por el contrario, trocados los papeles, principiaron á conspirar los realistas. Si D. Cárlos se hubiese querido sentar entónces en el trono. aceptando los consejos de su camarilla y las ofertas de toda la Guardia real ,de las autoridades militares y de los doscientos mil voluntarios realistas, es probable que lo hubiese conseguido, pero no sin encender la guerra civil, pues ya una gran parte del ejército y casi toda la Marina estaban contra él, y hubieran apoyado á los liberales. La divísion misma de Pastor, que guarnecia á Madrid, estaba ganada por éstos, y los soldados de ella no desperdiciaban ocasion de insultar á los realistas. Acalorados éstos, y en union con los guardias de corps y no pocos jefes de la Guardia real, estuvieron para sublevarse en la noche del 5 de Noviembre. De sus resultas se deshizo casi por entero el regimiento de Guardias de corps, se expulsó á muchos oficiales de la Guardia real, y á casi todos los jefes militares, que habían sido guerrilleros desde 1821 al 23. Entre ellos lo fué el coronel de Extremadura D. Tomás Zumalacárregui. La francmasonería del Ferrol, que dominaba allí por completo y tenía de su parte á la Marina, como en todos los puertos, hacía venir continuas delaciones á manos del comandante del apostadero, D. Roque Guruceta, quien llegó hasta el extremo de poner sobre las armas la brigada de Marina y á los liberales de la poblacion y marina mercante para impedir la supuesta sublevacion de Zumalacárregui. Encausado éste, resultó que era pura patraña cuanto se había hecho creer contra él á las autoridades del puerto. Poco despues se premió al decano del Consejo, D. José María Puig, al marqués de Zambrano, capitan general de Castilla la Nueva, y al ministro de Gracia y Justicia, D. José Cafranga, que refrendó el decreto de amnistía. El premio fué quitarles, en 14 de Diciembre de 1832, los destinos que se les habían dado en 14 de Octubre del mismo. Si lo hubieran hecho los realistas, se les hubiera llamado ingratos.

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(1) Dicese de público, aunque ignoro si con verdad, que por la artilleria de la Guardia real se presentó á D. Carlos uno que luego ha sido progresista.

LXII.


Anécdotas masónicas de este tiempo.


Mucho hace que hemos perdido de vista al amable embustero John Truth, en quien tenemos el gusto de encontrar de cuando en cuando tantas mentiras como especies, fabricadas como de encargo para la gloria del Gran Arquitecto del Universo, y dignas continuaciones en el género mirovolante, ó miro-bólico, de la primera noticia acerca de la muerte de Adoniram y las pesquisas de Patricio en busca de su secreto. Imposible es hablar de ellas seriamente, pero tambien lo es el omitirlas, cuando andan rodando por todas las obrillas de francmasonería.

Las siguientes patrañas son de la cosecha del francmason Clavel, cuya historia, si en todo es tan cierta como en lo relativo á España, deja á la verdad mucho que desear. Truth las copia sin decir de dónde las toma, como no sea la grotesca del general Córdova, que al mismo Truth debió de parecerle demasiado fuerte para hacerla pasar sin autoridad. En cambio cita otras, callando su procedencia, y aun las adiciona con alguna mentira especial, como vamos á ver.

Para apreciar lo que dice, debe ántes consignarse que Fernando VII, en su decreto de amnistía, dado en 1.° de Mayo de 1824, no exceptuó de ella á los masones y demás sectarios de las sociedades secretas sino en el caso de que hubiesen hecho proposiciones dirigidas á pedir la destitucion del Rey ó la creacion de la Regencia, aludiendo á la declaracion de ineptitud pedida en Sevilla.

En 1.° de Agosto (dos dias antes de la sublevaoion de Tarifa) se dió el decreto contra las sociedades secretas, muy distinto de lo que dice Truth, pues exigia que los masones y comuneros, para gozar de la amnistía, hubieran de espontanearse. En 25 de Setiembre se mandó que los espontaneamientos se hicieran ante los Obispos, y en 9 de Octubre volvia á condenar á los francmasones y comuneros y otros sectarios á pena capital y confiscacion de bienes, excepto los amnistiados ó espontaneados. «Con la caida del gobierno constitucional en 1823, volvió de nuevo España á ser el teatro de las más implacables persecuciones (1). El 1.° de Agosto de 1824, Fernando VII renovó su decreto contra la Sociedad, pronunciando la pena de

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(1) Este año el guerrillero llamado el Trapense fusilo el hermano Sardá, porque le encontró el diploma de mason. muerte contra todos los masones que no se declarasen tales en el término de treinta días, pasado el cual los que fuesen reconocidos como masones, serian ahorcados en las veinticuatro horas siguientes, sin otra forma de proceso.

»El hermano J. P. Cuatero, natural de Casal de Monferrato, era teniente coronel de un regimiento que se hallaba de guarnicion en Alicante cuando la intervencion francesa. Ocupada esta plaza por los ejércitos de Angulema, fué disuelto el regimiento de Cuatero, y éste se retiró á vivir en Villanueva de Sigas, cerca de Barcelona. Ocho meses habían trascurrido de su residencia en aquella villa, cuando una noche vio allanada su casa por seis familiares de la Junta Apostólica, que registraron todos sus papeles. Hallóse entre éstos un diploma de mason, y fué más que suficiente para que se arrestase á Cuatero en una de las torres de la villa, conduciéndole á los pocos dias desde allí al convento de San Francisco. Los frailes, al verle entrar, se lanzaron á él como energúmenos, le colmaron de insultos y denuestos, le abofetearon, le arrancaron la barba, y molieron su cuerpo á golpes. Magullado, cubierto de sangre y medio muerto, se le metió en un carruaje, que le condujo á la cárcel de la Junta Apostólica de Barcelona. Aquí fué encerrado con otros ochenta individuos en un calabozo que no tenia más que cuatro piés de altura, por sesenta de longitud y veinticuatro de ancho, y que no recibia más ventilacion y luz que la que entraba por una rejilla practicada en la puerta.

»Dos meses permanecieron Cuatero y sus compañeros en esta horrible mansion, siendo víctimas de la brutalidad de sus verdugos. Conducido, por fin, ante el tribunal, el interrogatorio versó, como de costumbre, sobre la francmasonería y sus secretos, prometiéndole, si hacía revelaciones sobre este asunto, la libertad y la reposicion en el ejército. Encerróse Cuatero en el más absoluto silencio, y los inquisidores, no pudiendo obtener las revelaciones que deseaban, devolvieron el proceso á la comision militar de Barcelona, para que el acusado fuese condenado como rebelde á S. M., por no haber entregado su diploma á las autoridades en el plazo marcado por el decreto.

»Mucho favoreció á Cuatero el haber escapado de las garras de los inquisidores (1), pero más aún le favoreció el que las tropas francesas ocupasen á Barcelona en la época de su proceso ; pues si éste se hubiera terminado por las autoridades del país, su perdicion hubiera sido infalible.

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(1) Pero ¿acaso había inquisicion en 1825? La Junta Apostólica, caso de que fuese algo más que un ente de razon, ¿gozaba de existencia oficial y pública para tener cárcel y formar expedientes? ¡Cuánta mentira y cuánta necedad! Por fin, despues de mucho tiempo, consiguió su libertad, y obtuvo pasaporte para Inglaterra. Una suscripcion abierta entre algunos hermanos le suministró los recursos necesarios para trasladarse á aquel país, donde las lógias se interesaron en su desgracia y le proporcionaron medíos de vivir.»

Al mismo tiempo que esto sucedia en Barcelona, ocurrian en Granada hechos más dolorosos. Una lógia fué sorprendida, y todos los hermanos que la componían ahorcados con arreglo á los términos del decreto antes citado.

Hé aquí otro hecho de la misma época, que refiere Clavel, y cuya reproducción, por el interés que encierra, creemos que nos agradecerán nuestros lectores.

«D. Luis de Córdova, oficial del ejército español, fué recibido mason en 1822, en la lógia de Paris Clemente Amistad. En 1826 se le nombró secretario de la embajada española en Francia. Esperábase en Paris su llegada, cuando un individuo, condecorado con la Legión de Honor, se presentó en casa de Marconnay, Venerable de la Clemente Amistad, diciendo que era un antiguo oficial francés, amigo de Córdova, á quien éste había encargado recogiese su diploma de mason, pues deseaba visitar, antes de llegar á París, las lógias de Burdeos. Marconnay dió inmediatamente orden para que se expidiese el diploma pedido.

En esta peticion iba envuelta la más odiosa intriga, y el supuesto oficial era un miserable llamado Leblanc, que pertenecía á la policía francesa. Obtenido el diploma, fue remitido inmediatamente á España y presentado á Fernando VII como perteneciente al conde de Córdova, hermano mayor de D. Luis, que ocupaba un alto puesto en Palacio. El Rey llamó inmediatamente al conde y le censuró con las palabras más duras, que estuviera ligado por un pacto infernal á una sociedad opuesta á las leyes divinas y humanas. El conde de Córdova, que sin duda era tambien francmason, no trató de justificarse, y considerándose perdido y expuesto á sufrir una muerte deshonrosa, volvió a su casa, víctima de la más cruel desesperacion, y se levantó la tapa de los sesos. No se detuvo aquí la indigna maquinacion. El diploma volvió á París y fué presentado al embajador de España, duque de Villahermosa, como perteneciente á su secretario. El embajador, á quien la masonería inspiraba el mismo terror supersticioso y el mismo ódio que al Rey, hizo arrestar inmediatamente á Córdova. Pero enterados los masones de lo que ocurria, tomaron inmediatamente parte en el asunto y encontraron los medios de hacer ver al embajador que el diploma no se refería de una manera absoluta á su secretario, pues había muchos oficiales en el ejército español que llevaban el mismo apellido. »Una vez que ya se habia hecho dudar al duque de Villahermosa, se encontró ocasion de presentarle al Venerable de la lógia Clemente Amistad. El supersticioso duque le miró con cierta especie de terror, teniendo cuidado de retirarse tras un mueble para evitar el contacto maldecido del mason (1).

—»¿Habeis sido vos, preguntó el duque á Marconnay, presentándole el diploma, quien ha expedido y firmado este documento, y conoceríais la persona á quien pertenece?

—»Yo he sido, contestó Marconnay, y si viera al individuo á quien corresponde, sin duda que le reconoceria.

»Entonces se hizo venir á D. Luis de Córdova; Marconnay declaró que no le habia visto nunca.

—»¿Lo afirmareis, dijo el duque, ante los Santos Evangelios, y jurareis sobre este libro divino que vos no habeis remitido este diploma al Córdova que tenéis presente?

»La pregunta estaba concebida en términos tales, que permitían al hermano Marconnay jurar con toda seguridad de conciencia ; así que contestó sin vacilar:

—»Creo en los Santos Evangelios, y juro sobre ese libro divino que yo no he remitido el diploma á la persona que se me acaba de presentar.

Con esta solemne declaracion, Córdova se vió libre de correr la triste suerte á que se hallaba expuesto.

»En 1825 fueron reducidos á prision cincuenta estudiantes de la Universidad de Madrid, como sospechosos del crimen de masonería.»

Para comprender la ligereza con que están escritas estas anecdotillas masónicas, baste decir que en 1825 no habia Universidad en Madrid. La de Alcalá, trasladada á Madrid en 1821, volvió á aquel punto en 1823. A nadie he oído hablar de semejante prision, de estudiantes.

Esta última anecdotilla de los cincuenta estudiantes de la Universidad de Madrid presos en 1825, es de la cosecha del archiembustero Truth, pues Clavel, de quien copia las anteriores, no dice tal cosa.

El fué quien la añadió á la narracion de Clavel.

Otro suceso que refiere este mismo (pág. 449 de la traduccion española), sobre la toma del buque holandés Minerva, por un corsario francmason español, el 14 de Junio de 1828, es tan inverosímil que no merece referirse.


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(1) ¡Risum teneatis,amici! ¡Para quién escribirán tales patrañas los francmasones!

§ LXIII.


Las cuatro mujeres de Fernando VII: disensiones políticas en el seno de la real familia.


Hemos visto que la familia de Borbon estaba inficionada del virus masónico desde mediados del siglo pasado en Nápoles y en otras partes de Italia; pero no consta que lo estuviese en España, ni parece probable, á pesar de la profunda corrupcion de su corte, aunque algunos han llegado á sospechar de la Reina María Luisa, atendido su carácter, la mala fama en su vida privada (1), y las ligerezas que la opinion pública atribuia á ella y á la de Alba, célebre por su desenvoltura y aventuras con gente de baja estofa.

Pero Fernando VII, que, mientras la Nacion se sacrificaba por él, se degradó en Francia de una manera sumamente abyecta en varios conceptos, se contagió tambien de la francmasoneria en Valencey, segun queda dicho. No así D. Carlos, que, á vuelta de algun rasgo de debilidad, mostró siempre más entereza y un buen fondo de probidad. El tercer hermano, D. Francisco, significaba muy poco en aquel tiempo; pero más adelante, hacia el año 1820 ingresó en la francmasoneria segun se dijo como cosa publica y corriente, por las gestiones de su mujer, que, como procedente de la familia Real de Nápoles, se cree que pertenecia ya á la secta cuando vino á España.

Dicese entre la gente que se precia de saber algo de tales secretos, que los masones españoles condecoraron á don Francisco con el nombre de Dracon, que ellos general mente pronunciaban Bracon (2). Sea de esto lo que se quiera, pues en estas cosas ocultas muchas veces solamente se puede decir lo que se dice, parece casi indudable que D. Francisco y su esposa estaban afiliados en la francmasoneria , y que ésta contaba y podia contar con ellos. Para quien sepa los desacuerdos de la familia Real desde 1820 á 1833, las luchas femeninas dentro del Palacio de Madrid , el desaire hecho por la Reina y la Braganza á doña Luisa Carlota en el

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(1) Véase la nota á la pág. 196 de este tomo, añadida en esta edicion.

(2) El decoro no permite decir el modo con que lo decían los francmasones. Puerto de Santa María (1), las escenas de la Granja durante la enfermedad de Fernando VII, y otras várias ya narradas por los historiadores contemporáneos y los biógrafos de Fernando VII, nada de esto le causará extrañeza.

La primera mujer de Fernando VII era napolitana: bella, ladina e insinuante, logró dominar completamente á su joven esposo, haciéndolo espia del gobierno español, como ella lo era, y dócil, del gobierno inglés, Sospéchase que vino de Nápoles contagiada por los errores masónicos de la Reina Carolina, y quizá esto contribuyera al infame papel que desempeñó en Madrid, y del que la acusan las memorias napoleónicas y las de Godoy. Su fallecimiento fué misterioso, y pocos le creyeron natural : entre las várias versiones, más o menos anecdóticas, que he leido y oído acerca de él, la más vulgar es la que atribuye su prematuro fin á la picadura de un escorpion introducido en su lecho por aleve mano, para darle la muerte de Cleopatra.

La segunda mujer de Fernando VII, doña Isabel de Braganza, vino del Brasil, juntamente con la esposa de D. Carlos, su hermano. Hizose esta boda ocultamente, gestionando para ella Lardizábal, ministro de Indias, Vigodet, conocido por liberal, y como subalternos mediadores Calomarde y el P. Cirilo, confesor de las princesas , y que en concepto de tal, regresó á España. Nada supo de ella Ceballos, á la sazon ministro de Estado , que proyectaba traer de Rusia unas Princesas que le ofrecía Tatischeff , con la misma galantería que los barcos viejos y deshechos de su marina militar. Grande fué la ira del ministro al saber las bodas brasileñas por conducto de los periódicos de los Estados-Unidos, pues, habiendo los insurgentes apresado un buque español con la correspondencia de Rio-Janeiro , hicieron á la corte de España la burla de publicarla en los periódicos norte-americanos , para que supiera la boda toda Europa antes que España (2). El ministro de Estado explotó hábilmente esta circunstancia contra los que la habian concertado sin saberlo él, logró echarlos desterrados de la corte, y recogió las adehalas del casamiento, que estuvo en poco impidiera.

La prematura muerte de doña Isabel fué sentida por los liberales, pues pasaba por afecta á ellos, y varios escrito-

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(1) La Reina Amalia y la mujer de D. Cárlos salieron de Cádiz vestidas modestamente, y lo mismo la mujer de D. Francisco. Mas aquellas, al saltar á tierra, se quitaron los vestidos exteriores, apareciendo debajo de ellos sus lujosos arreos de corte. La mujer de D. Francisco se dio, con razon, por sentida de aquel impertinente desaire, que jamás olvidó. Esto prueba que, ya en 1823, las otras dos desconfiaban de ella, y no sin razón.

(2) Vease acerca de estas bodas y sus peripecias un articulo que publiqué en la Revista de Madrid, tercera serie, torno V, pág. 204, escrito á vista de la correspondencia autógrafa, que conservaba Calomarde, y quizá sacada por él del ministerio de Estado. res de esta escuela hacen su elogio en tal concepto. Pero, aun cuando la familia de Braganza estaba en gran parte dominada por la francmasoneria, no hay prueba ni motivo fundado para suponer afiliada en ésta á la segunda mujer de Fernando VII, que, por el contrario, dió pruebas de ser muy realista. Si á la vez se tienen en cuenta los principios, que constantemente sostuvieron las dos esposas de D.Cárlos, hermanas de aquella Reina, se comprenderá más aún la ligereza con que algunos escritores han calificado de liberal á doña Isabel de Braganza.

Acerca de la piadosa Reina Amalia, seria ridículo hablar en este sentido, pues siempre se mostró tan católica como realista. Desgracia fué para ella y para España que le cupiese en suerte un esposo de ideas y costumbres tan contrarias á las suyas y verdad es que tampoco tenía las dotes de doña María de Molina, la mujer de Sancho el Bravo, y doña María de Aragon, la varonil esposa del sensual Alonso V.

Con otra alemana trató de casar á Fernando VII el partido entonces influyente en Madrid; pero la gráfica frase del amanolado Monarca ¡no más rosarios! indicó bastante sus aspiraciones en sentido opuesto; y, con sorpresa de la corte y no poca indignacion del partido realista y de la camarilla femenina, se supo que la elegida para encender la cuarta antorcha á Himeneo era la napolitana doña María Cristina de Borbon , hermana menor de la mujer de don Francisco, y partidaria de sus ideas políticas. El bando liberal previó su triunfo por medio de los manejos cortesanos , ya que la experiencia acreditaba la insuficiencia de las tentativas hechas por los emigrados. Pactase públicamente que la Reina Cristina habia bordado una bandera para los insurgentes italianos. Es lo cierto que el partido liberal pudo desde luego contar y de hecho contó con ella.

Los realistas avanzaron más respecto á este punto, pues, si no por escrito, al menos de palabra, siempre la han acusado de afiliada en las sociedades secretas, lo mismo que á su hermana. La mala fama , ya indudable que, desde el siglo pasado, tenia en este concepto la familia real de Nápoles, las íntimas y tambien indudables relaciones de la mujer de D. Francisco con los enemigos de Fernando VII y del trono , la indigna conducta del príncipe de Siracusa, hermano de la Reina Cristina , y conocido como francmason, atacando traidoramente los legítimos derechos de su sobrino Fernando II , Rey de Nápoles , garibaldizándose grotescamente para dar al trono de las Dos-Sicilias la coz del asno, y mereciendo los honores fúnebres á las sociedades secretas de Italia, prueban que aquellas suposiciones no carecian de algun colorido de verdad: por mi parte, atendido el fervor católico de que ha dado pruebas incontestables la Reina Cristina, cualesquiera que hayan sido sus opiniones políticas y sus desaciertos gubernamentales, no creo en semejantes dichos, y los reputo hijos de conjeturas infundadas y de la maledicencia de sus contrarios.

Es más : lo que vamos á manifestar acreditará que su hija primogénita no fué educada en los principios de la escuela masónica; y eso que de algunos de sus maestros, o, por mejor decir, de casi todos ellos , hay más de un motivo para presumir que eran masones ; y quien recorra sus nombres y sus antecedentes políticos, de seguro que no desmentirá lo que sobre ellos decian la opinion vulgar y fama pública.

Con todo, ínterin otros no lo hagan, yo no me aventuraré á escribir lo que acerca de esa delicada materia sé, por relacion de persona que murió no ha muchos años.

Los sucesos de la Granja la muerte repentina de Fernando VII, y otros acontecimientos de la Historia general de España, no entran en el plan especial de la presente obra.

Fernando VII , odiado de realistas y liberales, rebelde contra su padre y acusado, probablemente calumniado, de parricida, sospechoso y más que sospechoso de haber sido en Francia francmason, defensor del catolicismo, pero no católico práctico, falleció repentinamente sin sacramentos, despues de estar por espacio de un año casi imbécil y medio paralítico.

Nadie vió su agonía. Espiró el 29 de. Setiembre de 1833, día de San Miguel.

Coincidencia notable ! El 29 de Setiembre de 1868, su hija doña María Isabel dejó de ser Reina y salió de San Sebastian , huyendo de los mismos que la hablan subido al trono, aclamándola con el título de ¡la angélica Isabel!


FIN DEL TOMO PRIMERO.