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Historia general de el Reyno de Chile/Libro I/XVII

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CAPITULO XVII.


De los Césares y de la primera ciudad que se pobló en Chile con ese nombre hazia el Estrecho por los Españoles de un navio que en él se perdió, cuya poblacion no se ha descubierto.
Noticia de la primera poblacion que ay de Españoles hazia el Estrecho de Magallanes.—Hizieron los Españoles del navio perdido del obispo de Placencia.—La capitana llegó al Perú y dió noticia.—Despachan un barco que fué a parar al Realejo y andubo dos mil leguas, y la gente a México, y dió noticia de ellos.—Hallan pueblos de indios del Perú grandes y ricos de oro y plata.—Noticias que tubo Alcazoba de los indios del Perú.—Marcha en su barca y amotínase la gente.—Ladrillero cogió lengua en el Estrecho y un indio que le pintó un fuerte de Españoles.—La mayor luz de esta poblacion la dieron dos que de allí salieron.—Relacion que hizieron del caso y pérdida del navio.—Lugar donde salieron en tierra.—Entran la tierra adentro.—Cogen indios y hallan una gran poblacion.—Pelean y fortifícanse.—Hazen pazes y comienzan a baptizar tres sacerdotes.—Cásanse los Españoles, y el Capitan el primero, con las indias.—Pelea Arguello con los enemigos de sus parientes.—Assientan pazes y modo de vivir de los Españoles en aquella tierra.—Salieron Oviedo y Cobo, huyendo por una muerte, desta poblacion.—Passan por pueblos de indios del Perú, huidos, que tienen Rey.—Ven pueblos con calles de plateros de dos dias de camino.—Huyéronse treinta mil indios del Perú hazia el estrecho y poblaron.—Por los Quipos de Atacama se supo destos indios.—Un indio Puelche dió noticia de estas poblaciones.—Un Oidor cortó la cabeza a los principales.—En Méjico y Filipinas avia gran noticia desta poblacion.—El Gobernador D. Lope de Ulloa embia por Chiloé a descubrirla.—Cogen a unos indios que dieron alguna noticia.—Cogen segunda lengua y da la misma razon, y mayor.—Sale a retarlos un indio en Allana.—Viene al amanecer una junta en su busca y retíranse a Chiloé.—Dio un indio nueva de los Españoles del Estrecho.—Van de Chiloé con un padre de la Compañia al descubrimiento.—Hallan indios barbados a quienes llaman Viracochas.—Pelean con los Gabiotas y no hallan noticia alguna.—El estado que tendrán esos Españoles del Estrecho y el mexor camino para descubrirlos.

Antes de entrar a tratar de los Gobernadores del Reyno de Chile y de sus primeros pobladores, ciudades y fuertes, me ha parecido dexar declaradas las noticias que ay de una poblacion de españoles que se situaron hazia el Estrecho de Magallanes, por averse perdido en el uno de los navios del obispo de Placencia y salvádose toda la gente, menos bien pocos. Y son tantas las noticias que de esta poblacion ay y de otros muy numerosas, junto a ella, de indios, que tienen mucho oro y plata, que no dexan lugar a la duda, y an puesto espuelas al deseo de muchos para buscarlas y siempre an salido vanas las diligencias, de las quales diré despues de aver tratado de los fundamentos que ay para tener por cierta esta poblacion de Españoles, que vino a ser la primera de Chile, aunque fuera de los terminos de las trescientas leguas que ay desde Copiapó hasta Chiloé, que es lo que principalmente se llama Chile. Pero como su jurisdiccion y terminos son hasta el Estrecho de Magallanes, por estar esta poblacion junto a el y averse hecho el año de 1540, un año antes que la poblacion de la ciudad de Santiago de Chile, viene a ser la primera poblacion de Chile, aunque hasta ahora incognita y que no se ha podido descubrir.

La certidumbre de que se fundó esta ciudad de Españoles junto al Estrecho de Magallanes, se funda en que el año de 1540, a veinte de enero, llegaron al Estrecho dos navios del obispo de Placencia, como diximos arriba, y aviándose perdido el uno con una recia tormenta, el otro, que era la Capitana, se hizo a la mar, dando lugar a la furia de los vientos, i quando se ubieron sosegado volvió a entrar por la voca del Estrecho, y a poca distancia vió la gente del otro navio perdido, aloxada en tierra, y que con lagrimas y gemidos le pedian que los recogiesse, y el, viéndose con pocos bastimentos para sustentar su gente, se passó de largo sin querer recevir la agena, diziendo lo que las virgenes prudentes: ne forte non sufficiat nobis, et vobis. Y llegado al Perú dió noticia de la gente que avia dexado en aquella playa, y el arbol de este navio se conserva hasta oy, en memoria de aver sido el primer navio que tuvo el Perú passando por el Estrecho.

Otra noticia ubo tambien igualmente cierta de esta gente que se escapó del naufragio y que quedaron en salvamento, y fué el aver fabricado un barco de la madera del navio y embiádole con catorze hombres a Chile o al Perú a pedir socorro; el qual barco desembocó felizmente en el Estrecho, y entrando por un rio arriba halló una poblacion de indios, donde la gente dél estuvieron agasaxados de los naturales algun tiempo, hasta que aviéndose un flamenco revuelto con una India, conocieron que los querian matar, y haziéndose a la vela antes que lo pusiessen en execucion, salieron al mar y corrieron tan gran fortuna de vientos desdichos, que caminaron dos mil leguas sin poder tomar tierra, hasta llegar a la isla de Pinos, desierta, en la costa de Nicaragua, que se tubo por cosa de admiracion, por ser el barco tan pequeño y sin cubierta, y al cabo llegaron al puerto de Realejo, y muchos de ellos passaron a Méjico, donde refirieron al Virrey el curso de su navegacion y dieron noticia de la gente que dejaban en el Estrecho esperando el socorro de algun navio, que ya referí, y por ser aquí necessario lo repito.

Bien conocieron los Españoles que naufragaron la poca esperanza que podian tener de que los viniessen a sacar de aquel peligro, y que la diligencia de aver despachado el barco era aventurada y no bastante para dexar de hazer sus diligencias para conservar las vidas. Y assi se determinaron a entrarse la tierra adentro a buscar donde sitiarse, y dexando las cargas mas pessadas y de menos importancia, fueron hazia el oriente, y encontrando una grande laguna y mucha gente sitiada junto a ella, hizieron allí un fuerte, y aunque a los principios pelearon con los indios, luego los ganaron las voluntades y se hizieron amigos, y casándose con las indias emparentaron unos con otros y hizieron una grande poblacion, cerca de la qual ay otras de indios del Perú en forma de Ciudades, y una de ellas tan grande que son menester dos dias para atrabesarla, donde ay muchos plateros de plata y oro, y la gente trae orejeras y patenas de oro, y en las muñecas manillas de lo mismo, segun la relacion de los que en ellas estubieron, de que arriba hize mencion.

En 50 grados y trece minutos se perdió este navio y salió en tierra esta gente, y en 39 grados tomó puerto Simon de Alcozoba Sotomayor, Portugues, caballero del orden de Santiago, gentilhombre de la cámara del Rey de Castilla, el qual aasentó con el Emperador poblar y descubrir doscientas leguas mas adelante de los linderos del Gobierno del adelantado Almagro y que segun las demarcaciones antiguas caian en este Reyno de Chile. Este caballero tubo mucha luz de estas poblaciones de indios del Perú junto al Estrecho, porque arribando al puerto de los Leones en el Estrecho, donde le cogió el imbierno en el tiempo que alli estubo, comunicó con unos indios que tenian ceñidos los brazos con planchas de oro y trahian otras pendientes de las orejas, de los quales supo que la tierra adentro avia grandes rancherias de Indios, donde avia mucho oro. Con estas noticias se determinó de ir en busca de esta poblacion, y llebando cuatro piezas pequeñas, las municiones y bastimentos necessarios, marchó con la mayor parte de su gente, y sintiéndose rendido del trabajo de caminar a pie por tan malos caminos y cordilleras, por ser hombre muy gruesso, no se rindió su valiente espiritu, sino que animando a la gente y encomendando la jornada a un cabo, se volvió el a los navios y los soldados prosiguieron el viage llebados de las guias. Caminaron noventa leguas por asperissimos caminos y faltóles la constancia para conseguir el fin de su deseo, que sin ella no se emprenden ni consiguen cosas grandes, y amotinándose volvieron atras y mataron a su General Alcozoba porque los traia por caminos tan dificiles, y quitando la vida a otros cabos obligaron a los pilotos que volviessen la proa a España, y por este insulto se volvieron los elementos contra ellos y se perdió la capitana con una tormenta, y el otro navio arribó maltratado a Santo Domingo, donde se hizo justicia de los mas culpados.

Sin estas noticias ubo otras que avivaron esta fama, porque, siendo Gobernador de este Reyno de Chile D. Garcia Hurtado de Mendoza, hijo del Marques de Cañete, embió dos navios a descubrir el Estrecho de Magallanes y sus puertos con superiores intentos de facilitar por el la comunicacion con España. Encargó esta empresa al General Juan de Ladrillero, el qual, haziendo su viage felizmente por el Estrecho, en 45 grados echó gente en tierra, los quales cogieron dos indios, que examinados, dieron a entender por señas que alli cerca avia Españoles vestidos como los que alli estaban, y con barbas, y tomando uno de ellos un carbon pintó un fuerte y dió por señas a entender que por alli estaba, con que todos se persuadieron que era el fuerte de los Españoles del obispo de Placencia, como ya referí.

Todas estas son congeturas y vislumbres de la luz mas clara que de la poblacion de los Españoles y de los indios del Perú dieron los dos Españoles que, como diximos en el capitulo 24, se huyeron de esta poblacion por aver hecho una muerte y vinieron por tierra hasta los Puelches de enfrente de la Villarica, y desde alli a la Concepcion, plaza de armas de Chile. Estos dos hombres fueron, el uno, Pedro de Oviedo, natural del Condado de Niebla, y el otro Antonio de Cobos, entrambos marineros, y el uno official de carpintero de rivera, y el otro, cantero, que entrambos trabajaron en la obra del Convento del Seraphico Padre S. Francisco que se hazia en la Concepcion, y todos los vieron y comunicaron y digeron como eran de los que avian naufragado en el navio del obispo de Placencia, y la relacion del caso que hizieron por escrito fué de esta manera:

Que yendo los susodichos desembocando por el Estrecho de Magallanes en los dos navios del obispo de Placencia, estando sobre las anclas con tres amarras en una rigurosa corriente y aguage, contra la corriente que va deste mar del Sur al del Norte, esperando marea para levarse con el fabor de ella, y corriéndole viento contrario para proseguir su viage, se le rompieron las amarras una a una y sin poder remediarse; dió a la costa el navio sobre la tierra firme, y con no mas de quince personas que peligraron, se salvó todo el resto de ella, y el Capitan Sebastian de Arguello, que assi se nombraba el cabo de la nave, sacó en tierra y a salvamento toda la demas gente, que fueron ciento y cincuenta soldados y treinta aventureros, cuarenta y ocho marineros, artilleros y grumetes, y veinte y tres mugeres casadas, y todas las armas, municiones, bastimentos y pertrechos. Y aviendo hecho de las velas tiendas y barracas, para que todos pudiessen aloxarse, puso en buen cobro las municiones y el sustento, que desde luego le comenzó a tasar y repartir con mucho concierto para que durasse, como la ocasion lo pedia. Y aviéndose passado el otro navio, que era la Capitana, sin querer recoger a ninguno de los que avian naufragado, le vieron caminar felizmente a la vela, que fué el que desembocó en esta mar, en quien venia Riveros, uno de los conquistadores de la tierra, que fué encomendero en Pilmaiquen, en el Estado de Arauco, de quien en su lugar heremos memoria.

Luego se metió el dicho Capitan Arguello con su gente la tierra adentro, inclinándose al Nordeste desde aquel sitio, que estaba en 50 grados y 13 minutos, a donde estubieron cuarenta dias assi por acomodarle todo para entrar la tierra adentro, como por no aver podido tomar la altura. Y despues de aver dexado alli diez piessas de todo genero de artilleria y jarcia con lo que no pudo llebar, aviendo caminado siete jornadas descubrieron gente que los venia a reconocer, aunque se les alargaron y de allí adelante fueron marchando con buen orden y cuidado, echando emboscadas de dia sobre los aloxamientos que dexaban y de noche echaban gente a lo largo, hasta que a otras jornadas tomaron lengua de un indio corpulento y blanco, con quien no se entendieron mas que por industrias, señas y visages, que los guió a una poblacion, donde antes de llegar a ella con dos leguas les acometió una junta de mas de tres mil indios, que a las primeras rociadas de las mangas de la arcabuceria huyeron con muerte de hasta cuarenta, y entre los heridos cogieron doze indios, y por no entenderlos se resolvieron de seguir a los que huian por su rastro y rombo, y dieron en una poblacion a orillas de un lago grande, donde tomaron, siguiendo a la gente que de ella salia, un golpe de mugeres y gente menuda, y hallaron mucho sustento de la tierra y cecinas de animales del campo, paxareria, pescado seco y otros mariscos. El Capitan se aloxó en 47 grados y fortificó, ordenando con bando público que nadie se ossasse a hazer daño ni a desordenarse en cosa alguna, y recogió en un cuerpo todas las criaturas y mugeres, haziéndolas demostracion de alagos y paz, y a los tres dias fué soltando algunas que llamassen a sus maridos, dándoles algunas cosillas de las que llebaban, y al fin, en menos de cincuenta dias, sin aver querido pelear mas, fueron y vinieron recados de una y otra parte, aunque no bien entendidos, hasta que por abreviar vinieron los caciques y demas gente y se aloxaron en sus casas, y nuestra gente acuartelada en fortificaciones, a quienes acudian con lo necesario, hasta que fueron entendidos, de modo que se dió principio a baptiasarlos y instruirlos en las cosas de nuestra Santa fee catolica por tres sacerdotes que iban en el navio y se escaparon del peligro del naufragio, con la demas gente.

Y aviendo instruido en los misterios de nuestra santa fee y baptizado mucha gente, entregaron por mugeres a los españoles las hijas de los caciques y gente noble. Ay junto a esta poblacion otras seis y con todas ellas hizieron pazes y trabaron parentesco, casándose los Españoles con las indias segun el orden de nuestra Santa Madre Iglesia, no consintiendo los sacerdotes que consigo tenian que las tubiessen por mancebas, dando en esto exemplo a todos el capitan casándose con una India principal, y como el buen exemplo de las cabezas es ley para los demas, todos les siguieron haziendo lo mismo, con que fueron entablando estrecha amistad y parentesco con los naturales de aquella tierra.

Y viendo el Capitan Arguello que los indios de aquellas poblaciones con quienes avia hecho amistad y emparentado tenian differencias y guerras con otros indios advenedizos, que les eran superiores y les avian hecho algunos daños con sus entradas, captivando y matando a muchos, se resolvió de hazer junta de sus indios amigos, y con ellos y sus Españoles hazerles algunas entradas y corredurias, hasta que vino a las manos con ellos y rompió a la gente enemiga; de modo que hizo lo que le pareció que bastaba para conservarse quietos el y su gente con las parcialidades de sus indios amigos y parientes, a quienes hizo tener respeto y temor y que los demas indios no los molestassen con invasiones como antes. Y temerosos los indios enemigos del valor y arresto de los Españoles, se les rindieron y dieron la paz, haciendo conciertos de no venir mas a las manos los unos ni los otros, ni hacerse daño, sino conservarse en buena correspondencia, la qual tenian unos con otros con estar tan lexos, y por averse emparentado estos Españoles con los indios y asentado en sus tierras su modo de vivir con comodidad, haziendo en ellas casas y sementeras para su sustento, jamas pretendieron passar adelante; y assi se quedaron aunados con aquellas parcialidades de Indios. Murieron dos sacerdotes, y el uno que quedó enseñó a un mozo avil las ceremonias de la Iglesia para que en todo lo que no requeria orden las pudiesse exercitar porque de todo punto no se perdiesse la christiandad, y para que en muriendo él, que ya era viexo, supliesse sus ausencias en quanto pudiesse y assi dezia a todos que aquel avia de quedar en su lugar en muriendo el, que aunque no era sacerdote les acudiria en todo aquello que no pedia orden sacerdotal y que sin el pudiesse exercitar, como enterrar, bautizar, predicar, enseñar la doctrina, hazer processiones, assistir a los matrimonios, no como cura sino como testigo mas principal y público a falta de cura, y otros officios que sin orden podia exercitar.

Este Obiedo y Cobos, su camarada, avian estado en aquella poblacion hasta el año de 1567 desde el de 1540, en que sucedió la perdida del navio, y salieron de ella por aver muerto a uno de los mas queridos soldados que tenia el Capitan Arguello, y temiendo su rigor y que les quitasse la vida, se pussieron en huida y tomando guias caminaron hasta 41 grados, donde llegaron a la poblacion de un Inga y sus gentes, que están pobladas, de esa otra parte de la Cordillera de Chile, al qual Inga le trahian los sayos en ombros sobre una silla. Era mancebo bien dispuesto, de edad de veinte y siete años, vestia muy galan y trahia una borla colorada en la frente, y se nombraba Topa Inga. Y refirieron que esta poblacion por donde se metieron era prolongada por la rivera de una laguna, por donde entraban y salian dos desaguaderos: la tierra era muy fertil, y por la calle principal por donde los fueron llevando caminaron dos dias poco a poco y vieron grande multitud de officiales plateros, con obras de vasixas de plata gruesa y sutiles, y algunas piedras azules y verdes toscas que las engastaban. La gente era aguileña, lucida y ingeniosa, y al fin de la del Perú sin mezcla de otra. Refirieron que los convidaban con plata y que siempre escusaron el recevirla y el embarazarse para su viage, pidiendo solo de comer y passage, el qual se le dieron y veinte indios para el camino, que los pusieron en lo alto de la cordillera en derecho de la Villarica. Y entregados con reenes a los Puelches, passaron la cordillera por la Villarica y vinieron a la ciudad de la Concepcion, donde estubieron por huespedes del Maestro de campo Julian Gutierrez Altamirano, en cuyo poder quedó esta relacion, que se embió a su Magostad y yo la vi original.

Estas poblaciones de indios del Perú junto al Estrecho de Magallanes de la otra banda de la cordillera, han hecho mucha dificultad a algunos y dado ocasion de dudar por donde o con que ocasion entraron tan adentro y a parte tan distante del Perú. Lo qual no se haze increible, sino muy verisimil, por las noticias que ay de que treinta mil indios del Perú se entraron huyendo de los Españoles por la cordillera de Atacama, sin que en el Perú se supiesse mas de ellos, si no es por las noticias de los quipos donde se conservan las historias antiguas y los sucesos de los indios. Y assi se supo de ellos, porque gobernando el Perú el Marques de Cañete, que avia sido gobernador deste Reyno de Chile, ordenó por su Provision al Capitan Diego de Godoy y Loaisa, que vivió y murió en este Reyno, siendo Corregidor de Atacama, que hiziesse diligendas por saber que se avian hecho y donde avian ido a parar treinta mil indios que al principio de la conquista de los Españoles del Perú se avian ido huyendo por el despoblado de Atacama por temor de los Españoles, y obedesiendo a la provision del Virrey hizo varias diligencias por saber de ellos. Y ultimamente halló que los caciques y indios viejos en sus quipos hazian relacion de ellos y daban noticia de aver venido retirándose del Perú esos treinta mil indios, huyendo de los primeros Españoles y de las muertes y estragos que habian hecho, principalmente quitando la vida a su Rey Atagualpa, y que entrándose por entre las dos cordilleras abian caminado muchas leguas buscando tierra a proposito donde aloxarse, y llegando a una gran laguna, hallaron en sus orillas campañas mui fertiles y de buen temple para sembrar y asimentarse, y en las cordilleras minas de oro y plata en abundancia, y que alli hizieron una grande poblacion y una ciudad que tenia calles tan largas, que desde que el sol salia hasta que se volvía a esconder era necesario para poderlas andar todas, y una de plateros que eran menester dos dias para atrabesarla. Estos Quipos de los Indios del Perú son unos cordones de diferentes colores, que cada uno refiere su historia y sucesso diferente, y estos los repiten todos los dias y conservan la memoria de ellos. Y en el Quipo de las historias de Atacama se halló esta memoria de estos indios del Perú que se entraron huyendo de los Españoles hazia el estrecho por entre las dos cordilleras o por la falda de ellas. Y sin duda son los que refirieron Oviedo y su compañero, que dijeron ser indios del Perú, sin mezcla de otros, que como se retiraron tantas familias se conservaron sin necesitar de mezclarse con los Puelches de Chile, que habitan por aquellas cordilleras.

Gobernando este Reyno el Mariscal Francisco de Villagra, ubo noticias grandes desta poblacion de Españoles en el estrecho y de los indios del Perú que por ay están poblados, porque yendo a la cordillera a hazer una escolta de yeso el Licenciado Altamirano, que era Maestro de Campo y lugar-teniente de Villagra, cogió un indio Puelche con su familia, y examinándole de varias cosas, dió noticia de estas poblaciones diziendo que las avia visto y estado en ellas; y enviándole el Maestro de Campo con una carta para el Capitan del navio Sebastian Arguello, fué y no volvió mas.

En la ciudad de Valdivia estubieron tan vivas las noticias de los Españoles que estaban poblados hazia el estrecho y causó tanto deseo en muchos de descubrirlos, y tanta compasion de ver que despues de tantos años abrian perdido las noticias de Nuestra Santa fee, que se juntaron muchos para passar la cordillera por la Villarica, i siguiendo el camino que avian trahido Pedro de Oviedo y Cobos, no parar hasta hallarlos y hazerles ese bien, que se comunicassen con los Españoles de Chile y tubiessen sacerdotes que les administrassen los sacramentos. Juntaron para esto los pertrechos necesarios de armas, municiones y bastimentos; eligieron por Gobernador a Pedro de Espinosa: nombró Maestro de Campo, sargento mayor y capitanes para la jornada, y estando las prevenciones ya dispuestas, tubieron noticia de la jornada y intentos de los vecinos de Valdivia los Oidores que residian en la ciudad de la Concepcion, donde estaba la Real Audiencia el año que esto sucedió, que fué el de 1577, los quales embiaron a conocer del caso a un Oidor, que fué el Licenciado Torres de Vera, que aviéndoles hecho la causa, condenó a cortar las cabezas a todos los cabos y personas principales de esta jornada, y sin que les valiessen las protestaciones y exclamaciones que hirieron, ni el buen celo con que dezian que avian intentado aquel viage de socorrer a sus hermanos los Españoles que se avian perdido en el navio del Obispo de Placencia, y procurar el bien de sus almas, en que intentaban hazer un servicio muy grato a Dios Nuestro Señor y a su Rey, se executó la sentencia y les cortaron las cabezas. ¡Lastimosa tragedia! y quizá ubiera sido mejor enderezarlas que cortarlas.

No solo este Reyno estubo lleno destas noticias, sino todo México y las Filipinas, que como por allá se derramaron los catorze hombres del vareo que despachó el capitan Sebastian de Arguello, esparcieron por todas partes la nueva del lastimoso sucesso de aquellos Españoles que quedaron en el estrecho esperando algun navio que los fuesse a socorrer. Y quando vino de Filipinas a gobernar este Reyno de Chile don Lope de Ulloa y Lemus, como desde allá trahia estas noticias y era de altos pensamientos, y como noble compasivo, juntando las que aquí adquirió, se conmovió a favorezer a aquellos Españoles, y tratando los medios y conociendo que lo primero era saber donde avian hecho assiento, y informado que por Chiloé se podia ir con embarcaciones a reconozer el estrecho, por estar aquella provincia tan cercana a él, y tomar lengua desta poblacion, encomendó esta diligencia y encargó la buena espedicion de ella a Joan Garcia Tao, como a hombre práctico y que avia corrido todo aquel islambre prometíéndole en nombre de Su Magestad, en cuyo servicio hazia aquella jornada, el debido premio si descubria la dicha poblacion.

Salió de Chiloé con seis embarcaciones, la gente y comida necessaria, año de 1619, y aviendo passado por muchas islas, enderezó el camino a la provincia de Allana, donde avia noticias que se comunicaban esos indios con los Españoles, y antes de llegar dividió sus embarcaciones para coger lengua y una apresó una piragua pequeña en que venian dos indios, y examinados, dixo el mas mozo: que un indio de Semer le refirió varias vezes como avia visto Españoles hacia la parte del estrecho y estado en unas poblaciones muy grandes, y que la una era tan larga que apénas se podía passar en dos dias, y que assi mismo avia visto gigantes hazia aquellas partes. Y pretendiendo el capitan Juan Garcia Tao passar a Allana para desde alli ir en busca de la poblacion, le dixo el indio que llebaba mui poca gente y iba a rriesgo de perderse, porque los indios de aquellas islas y los de tierra firme eran muchos, bien armados y muy belicosos. Y como estos indios no referian cosa de vista, sino de oidas, ni sabian dónde estaba la poblacion, se determinó de passar a Allana, sin hacer caso del riesgo, a coger lengua mas cierta y quien les enseñasse el camino.

Dividiéronse las piraguas para coger lengua, y a poca distancia vieron una embarcacion en que venian dos indios; salieron a cogerla, y aviéndola abordado examinaron los indios, y preguntados de donde eran y que noticias tenian de los Españoles que se avian perdido en el estrecho, respondió el uno que era de una isla junto a Allana y que tenia mucha noticia de los Españoles por que preguntaban; que estaban sitiados junto a una laguna en tierra firme y que por los desaguaderos de la laguna vaxaban en embarcaciones pequeñas al mar a pescar y mariscar, y que de allí passaban a las islas a maloquear indios que les buscassen y sacassen el marisco. Y que como destos indios, que llebaban captivos muchos, se volvian huyendo a sus tierras, de ellos avia sabido esto, y como avia junto a la poblacion de los Españoles otras mui grandes de indios que trahian patenas de oro en la cabeza, orejas, muñecas y el pecho, y una destas poblaciones era tan grande que apenas se podia passar en dos dias. Y preguntado como sabia que eran Españoles y que modo tendrian para irlos a ver, dijo: que eran blancos, rubios y con barbas como ellos, aunque no traian su traje sino el de la tierra, que eran pellones, y que para ir allá le llebassen a su isla y les daria guias y indios de los que avian estado allá, que de allí no avia mas de siete dias de camino.

Partieron en busca de la isla para coger guias, y entrando por un rio de Allana saltaron en tierra, y luego se tocó arma en toda la tierra y en las islas hicieron grandes humos, y un indio arrogante los salió a retar diciéndoles que a que venian a sus tierras, que ya venia sobre ellos una grande junta y presto pagarian su atrebimíento y quedarian en aquella campaña hechos manjar de las aves y de las fieras, y si eran hombres para pelear, saliesse con él a probar las armas y las fuerzas el capitan, y aviendo echado este reto desde la otra banda del rio, se arroxó a él, y passándole a nado con valentia y velocidad, se puso en la orilla a esperar el contendor; pero llegando primero un balazo, dió con él en tierra. El capitan, oyendo el rumor del enemigo que se andaba previniendo para dar en su aloxamiento, considerando que la gente que tenia era poca y que era necesario usar de algun ardid para salir del peligro con reputacion, mandó hazer muchos fogones aquella noche, y dejándolos ardiendo, retiró la gente a las embarcaciones y pússose al abrigo de una punta para ver lo que passaba, y al amanecer vió que con grande grita y algazara dió sobre el alojamiento que avia desamparado una grande junta de indios. Con que desengañado de que no podia con tan poca gente, que no llegaban a treinta, acometer a tanta multitud, se retiró a Chiloé trayendo estas noticias.

Demas destas adquirieron en Chiloé otras el año de 1640, que aviendo hecho una entrada hazia el estrecho el alferez Diego de Vera por órden del general don Bartolomé Galeazo de Alfaro, cogió un indio llamado Atapa, el cual dixo que hazia el Estrecho avia Españoles, blancos y rubios con barbas, y que andaban vestidos al modo de los Españoles de Chiloé. Con esta y las demas noticias antiguas, se excitaron los ánimos de los de aquella provincia y principalmente el general Dionisio de Rueda que la gobernaba, persona de valor y mucha christiandad, y offreciéndose a acompañar la gente el padre Jerónimo de Montemayor, misionero de la Compañia de Jesus, celoso del bien de aquellas almas, fervoroso obrero de la viña del Señor y de animoso espíritu para empressas dificultosas, salieron, penetrando aquellos mares y venciendo dificultades en doblar aquellas islas hasta dar fondo en el puerto de los Pabellones, en la costa de la Provincia de Pucaqui, frontera de los Gabiotas, gente agigantada. Alli hallaron que avia dado a la costa un árbol de navio, que todos los entendidos de la mar por las señas digeron que era árbol de baupres, y vieron entre los indios de aquellas islas pernos y clavazon vizcaina, señal de que todo era de navio de Españoles. Passaron con inmenso trabajo a buscar lengua, llebando en partes las Piraguas a cuestas, principalmente en una caleta, hazia la Provincia de Allana, y aviendo hecho las diligencias por mar y por tierra, cogieron un indio barbado, desnudo, alto de cuerpo y tan pequeño de animo, que quando le examinaban todo era temores y contradicciones en sus dichos: sosegáronle sus recelos, aseguráronle que no le querian hazer mal ninguno, sino saber dél donde estaban sitiados unos españoles que tenian noticia habitaban por aquellas partes del Estrecho, a que respondia unas vezes que por ay estaban los Viracochas, que assi llaman a los Españoles en aquellas partes, tomando de los Indios del Perú el nombre que dieron a los Españoles, llamándolos Viracochas con el nombre de su Dios Viracocha, y otras vezes dezia que ya eran muertos, sin dar razon donde ni donde no. Y encontrando con una India, les dixo que los Españoles que avian visto eran mas blancos y rubios que ellos. Y otra, que los Viracochas que ellos conocian eran los de la tierra de aquel indio. Que como el y los de su tierra eran barbados, por lo que se parecian a los Españoles, los llamaban con el nombre que a los Españoles: Viracochas.

Con tan poca luz y deseosos de mayor claridad, se arresgó parte de la gente a saltar en tierra en la Provincia de los Gabiotas, donde dezian que avia hombres blancos y con barbas, y aviendo encontrado con un rancho lleno de indios desnudos algo blancos y barbados, se alborotaron de suerte que, poniéndose en defensa con macanas, piedras y palos, pelearon con los nuestros con gran denuedo, y como los cogian desnudos les daban cuchilladas y estocadas sin resistencia, corriendo arroyos de sangre de sus cuerpos: mataron algunos y quedaron otros heridos, y tubieron por buen partido retirarse sin perdida, aunque bien descalabrados, y sin lengua ni noticia de los Españoles que buscaban, porque la lengua de los Gabiotas no la entendian y su hablar es dar grandissimos y descompasados gritos, que por ellos les pussieron el nombre de Gabiotas, por parecerse en los gritos descompasados a aquellas aves.

Quiera la divina Magestad compadecerse destos Españoles, que quando esto se escribe, año de 1674, ha ciento y veinte y nueve años que se perdieron derrotados en el Estrecho y hizieron la poblacion que se ha referido, mezclándose con los indios, y ya de ellos no abrá ninguno, sino sus hijos y nietos, en quienes estará apagada la luz de la fee, que sus Padres les comunicarian ya humeando, y con la mezcla de los indios estarán tan barbaros como ellos, como lo hemos experimentado en los hijos de los Españoles de las ciudades perdidas de Chile, que a menos tiempo que se alzaron, y a los cincuenta y cuatro años que volvieron a dar la paz apenas avia Español de los antiguos, y sus hijos los meztisos, como se criaron entre indios barbaros y de guerra, los hallamos tan barbaros como los indios, aunque la sangre de Españoles los inclina mas a oir las cosas de Dios y a recevir la fee y el santo baptismo, como lo esperimenté en Boroa, Tolten y la Imperial. Y assi hiziera gran servicio a las dos Magostados el Gobernador de Chile que buscasse camino para descubrirlos y embiarles la luz del santo evangelio a ellos y a los indios del Perú que están sitiados juntos hazia el Estrecho de la laguna referida, en distancia de 48 grados hasta 50. Y el mexor camino que yo hallo, por averie andado, es el de la Villarica y pasar por el a los Puelches, a las tierras del Cacique Guinuibilu, que es donde llegaron Oviedo y su compañero, y de alli ir costeando la cordillera hazia el Estrecho, donde se hallará lengua con la gracia de Dios. Y para el primer descubrimiento no an de ir sino cuatro españoles y uno que sepa la lengua del Perú, bien aviados, por no aventurar mas, hasta dar con la poblacion, que por Chiloé son inaccesibles los caminos. [1]


  1. Esta singular fabula de los Césares tomó una estraordinaria recrudescencia a fines del siglo pasado (1780), i los que escribieron i trataron de ese asunto en esa ocasion no tuvieron ni la mas leve noticia de lo que habia sucedido a ese respecto en el siglo XVI i en el XVII. De aquí la importancia de esta parte de la historia de Eosales, pero como no seria posible entrar en una discusion crítica de este asunto, remitimos al lector que tenga en ello interés al ensayo histórico que hemos escrito para otro libro reciente con el titulo de la Ciudad Encantada de los Césares.