Historia general del Perú, o Comentarios reales de los incas (Tomo I)/Capítulo XXVII

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Nota: Se respeta la ortografía original de la época

CAPÍTULO XXVII.

Idolatría de la segunda edad: su origen.


La que llamamos segunda edad y la idolatría que en ella se uso, tuvo principio de Manco Capac, Inca. Fue el primero que levantó la monarquia de los Incas reyes del Perú, que reynaron por espacio de mas de quatrocientos años, aunque el P. Blas Valera dice que fueron mas de quinientos y cerca de seiscientos. De Manco Capac hemos dicho ya quién fue y de dónde vino, cómo dió principio a su imperio, y la reduccion que hizo de aquellos Indios sus primeros vasallos, cómo les enseñó á sembrar, criar, á hacer sus casas y pueblos, y las demas cosas necesarias para el sustento de la vida natural, y cómo su hermana y muger la reyna Mama Ocllo Huaco enseñó á las Indias á hilar, texer, criar sus hijos, a servir a sus maridos con amor, regalo, y todo lo demas que una buena muger debe hacer en su casa. Asimismo diximos que les enseñaron la ley natural y les dieron leyes y preceptos para la vida moral en provecho comun de todos ellos, para que no se ofendiesen en sus honras y haciendas, y que juntamente les enseñaron su idolatría, y mandaron que tuviesen y adorasen por principal dios al sol, persuadiéndoles á ello con su hermosura y resplandor. Decíales que no en valde el Pachacamac, que es el Sustentador del mundo, le habia aventajado tanto sobre todas las estrellas del cielo dándoselas por criadas, sino para que lo adorasen y tuviesen por su dios. Representábales los muchos beneficios que cada dia les hacia, y el que ultimamante les había hecho en haberles enviado sus hijos, para que sacándolos de ser brutos los hiciesen hombres, como lo habían visto por experiencia y adelante verian mucho mas andando el tiempo. Por otra parte los desengañaba de la baxeza y vileza de sus muchos dioses, diciéndoles ¿qué esperanza podían tener de cosas tan viles para ser socorridos en sus necesidades, ó qué mercedes habian recibido de aquellos animales, como lo recibian cada dia de su padre el sol? Mirasen, pues la vista los desengañaba, que las yerbas, plantas y árboles y las demas cosas que adoraban las criaba el sol para servicio de los hombres y sustento de las bestias. Advirtiesen la diferencia que habia del resplandor y hermosura del sol a la suciedad y fealdad del sapo, lagartija, escuerzo y las demas savandijas que tenian por dioses. Sin esto mandaba que las cazasen y se las traxesen delante: deciales que aquellas savandijas mas eran para haberles asco y horror que para estimarlas y hacer caso de ellas. Con estas razones y otras tan rústicas, persuadió el Inca Manco Capac a sus primeros vasallos á que adorasen al sol y lo tuviesen por su dios.

Los Indios, convencidos con las razones del Inca, y mucho mas con los beneficios que les habia hecho, y desengañados con su propia vista, recibieron al sol por su Dios, solo, sin compañía de padre ni hermano. A sus reyes tuviéron por hijos del sol, porque creyeron simplicisimamente que aquel hombre y aquella muger que tanto habian hecho por ellos eran hijos suyos venidos del cielo; y así entonces los adoraron por divinos, y despues á todos sus descendientes, con mucha mayor veneracion interior y exterior que los gentiles antiguos, griegos y romanos adoraron á Júpiter, Venus y Marte, &c. Digo que hoy los adoran como entónces, que para nombrar alguno de sus reyes Incas hacen primero grandes ostentaciones de adoracion; y si les repreenden que por qué lo hacen, pues saben que fueron hombres como ellos y no dioses, dicen que ya estan desengañados de su idolatría; pero que los adoran por los muchos y grandes beneficios que de ellos recibieron, que se hubieron con sus vasallos como Incas, hijos del sol y no menos, que les muestren ahora otros hombres semejantes que tambien los adorarán por divinos.

Esta fue la principal idolatría de los Incas y la que enseñaron á sus vasallos, y aunque tuvieron muchos sacrificios, como adelante dirémos, y muchas supersticiones, como creer en sueños, mirar en agüeros y otras cosas de tanta burleria, como otras muchas que ellos vedaron; en fin, no tuvieron mas dioses que al sol, al qual adoraron por sus excelencias y beneficios naturales, como gente mas considerada y mas política que sus antecesores los de la primera edad, y le hicieron templos de increible riqueza; y aunque tuvieron á la luna por hermana y muger del sol, y madre de los Incas, no la adoraron por diosa, ni le ofreciéron sacrificios, ni le edificaron templos: tuviéronla en gran veneracion por madre universal, mas no pasaron adelante en su idolatría. Al relámpago, trueno y rayo tuvieron por criados del sol, como, adelante verémos y en el aposento que les tenian hecho en la casa del sol en el Cozco; mas no los tuvieron por dioses, como quiere alguno de los Españoles historiadores; antes abominaron y abominan la casa ó qualquier otro lugar del campo donde acierta á caer algun rayo. La puerta de la casa cerraban á piedra y lodo para que jamás entrase nadie en ella; y el lugar del campo señalaban con mojones para que ninguno lo hollase. Tenian aquelloa lugares por mal hadados, desdichados y maldiyos: decian que el sol los habia señalado por tales con su criado el rayo. Todo lo qual ví yo en Cozco, que en la casa real que fue del Inca Huaynacápac, en la parte que de ella cupo á Antonio Altamirano quando repartiéron aquella ciudad entre los conquistadores, en un quarto de ella habia caido un rayo en tiempo de Huaynacapac: los Indios le cerraron las puertas á piedra y lodo, tomáronlo por mal agüero para su rey: dixeron que se habia de perder parte de su imperio, ó acaecerle otra desgracia semejante; pues su padre el sol señalaba su casa por lugar desdichado. Yo alcancé el quarto cerrado, despues lo reedificaron los Españoles, y dentro de tres años cayó otro rayo dió en el mismo quarto y lo quemó todo. Los Indios, entre otras cosas decian, que ya que el sol habia señalado aquel lugar por maldito, que para qué volvian los Españoles a edificarlo, sino dexarlo desamparado como se estaba sin hacer caso de él. Pues si como dice aquel historiador los tuvieran por dioses, claro está que adoráran aquellos sitios por sagrados, y en ellos hicieran sus mas famosos templos, diciendo que sus dioses el rayo, trueno y relámpago querian habitar en aquellos lugares, pues los señalaban y consagraban ellos propios. A todos tres juntos llaman yllapa, y por la semejanza tan propia dieron este nombre al arcabuz. Los demas nombres que atribuyen al trueno y al sol en trinidad, son nuevamente cempuestos por los Españoles, y en este particular y otros semejantes no tuvieron cierta relacion, para lo que dicen; porque no hubo tales nombres en el general lenguage de los Indios del Perú, y aun en la nueva compostura, como nombres no tan bien compuestos, no tienen significacion alguna de lo que quieren ó querrian que significasen.