Instrucciones a los mayordomos de estancias/Capítulo II

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Instrucciones a los mayordomos de estancias: Con una biografía del Dictador, por D. Pedro de Angelis, y notas y comentarios del Ingeniero D. Carlos Lemée (1942)
de Juan Manuel de Rosas
Capítulo II. Especie caballar, especie asnal y mulas
CAPITULO II
ESPECIE CABALLAR, ESPECIE ASNAL Y MULAS

Sumario. — Padres de las manadas. — Manadas. — Doma de potros. — Tro­pillas de caballos. — Caballos del patrón. — Modo de trajinar­los. — Cómo deben cuidarse. — Lo que debe hacer el capataz. Maneas y espuelas. — Caballos. — Animales con postemas ú hormigueros. — Caballos delgados. — Estacas. — Animales ca­ballunos que se apartan. — Caballos punteros. — Caballos de tiro. — Cuidado de las caballadas. — Burros. — Retajos. — Re­tajos y burros hechores. — Mulas.

Padres de las manadas. — Para cojudos deben de quedar cada año el dos por ciento, es decir, que si hubie­ron ciento, dos; y si doscientos, cuatro, y así. Los po­trillos que queden para cojudos deben ser también esco­gidos, y serán de buenos alientos, de buena figura, corpulentos y altos, de buenos modos, de ojo humilde y vasos negros y bien formados: los que tienen más alientos son los mejores. Los alientos son agujeritos que están en las narices.

Manadas. — Deben tenerse siempre contadas para saber así si falta algún animal o no.

En las manadas de un pelo solo debe haber dos ye­guas madrinas, y mientras estén desocupadas, no debe acollararse sino con ellas. Los caballos de otros pelos que se manden, deben ir a la cría.

Los capataces deben procurar entrarse por los ro­deos y por entre las crías o haciendas para aprender a conocerlas bien; para de ese modo poder echar de menos las que le faltan, y poder dar razón de todas las hacien­das; muy particularmente para cuando llegue el caso de que yo haga preguntas sobre éste o aquél animal y sobre todos.

Doma de potros. — Ningún redomón debe enfre­narse hasta que yo no vaya. Si es capaz de trabajar de lazo, con riendas, puede trabajarse en él hasta que yo vaya. Los potros al domarse, debe cuidarse que no los dejen porfiados y que no los cansen al galoparlos.

Los caballos maulas que poco valgan o por maulas, o por porfiados, o poñerudos, o por mancos, o por viejos, debe ponérseles una guasca en el pescuezo, y conservarse así sin ensillarse hasta que yo disponga de ellos.

Tropillas de caballos. — Las manadas de caballos deben parárseles rodeo diariamente en los lugares que yo he destinado, y deben estar en el rodeo hasta el mediodía. Sólo en el caso que anden caminando, por irse por los mosquitos u otras causas, o porque traspasen las tierras, entonces no se les parará rodeo, pues que habrá que encerrarlos a la tarde y largarlos de mañana; esto se entiende con todas las manadas y con las de los puestos: con las crías debe usarse el mismo método.

Caballos del patrón. — Debe atenderse que el que los cuide dé cuenta por la mañana y a la noche de estar todos o no. Debe decir: están todos los caballos: vein­ticinco en la tropilla; dos yeguas veinte y siete; dos ata­dos a soga, veinte y nueve, y dos yegüitas de cría, trein­ta y uno.

El método es pararles rodeo por la mañana, y sacar con el freno un caballo. Al entrar a tomarlo, no irá co­mo ánima despacito, sino de golpe y ligero, y al tomar­ lo, lo agarrará por donde lo encuentre primero, ya sea de la cola, ya del lado del montar, ya del enlazar, ya de una mano, o ya de una pata. Para que paren, no les gritará; solo se les hará lli... lli.. llito.

Lo sacará afuera del rodeo, enfrenado y le dirá: “la mano”; si a las tres veces de decirle, no la entrega, le jugará en ella con el cuchillo. Entregada la mano, le recortará el vaso, si es que tiene algo que recortar; esto mismo se hará con las patas de atrás. En seguida verá si tiene el vaso malo, y si lo tiene, lo compondrá. Los hormigueros no los agujereará con cuchillo, sino con la punta de un asador.

Modo de trajinarlos. — En teniendo cuidado diariamente de recortar los vasos con el cuchillo, no hay necesidad de desvasador. Hecho esto, ensilla con el peso que iguale al mío, y le dará riendas, después de darle dos o tres sentadas, lo maneará y correrá maneado, pero pro­curará que en esta operación no se canse ni se fatigue el caballo. En seguida, lo hará saltar la zanja, y después lo hará dar vueltas al derredor del palo. Hecho esto, lo desensillará, le sacará el cordel y lo largará. Tomará otro en seguida, y hará lo mismo; y así ir tomando hasta que sea mediodía, en cuya hora les sacará los cordeles a todos y los largará. De esta operación resultará que hasta el mediodía, habrá galopado y compuesto la mitad, dejan­do para el otro día la otra mitad; que es decir, que cada día compondrá y galopará una mitad.

Como deben cuidarse. — A la tarde los echará al rodeo una hora antes de ponerse el sol, y se ocupará de agarrarlos de la cola y hacerlos parar de ella, rascar­ los con el cuchillo, y luego ponerles los cordeles. Los lunes les ensebará bien los nudos de las manos y patas con sebo derretido, y a los caballos que tengan las colas comidas, se les engrasará con grasa en rama, de vaca, o de potro de la que hubiese. Las sogas y los bozales debe tenerlos siempre suaves y blandos para que no maltraten. Debe tener siempre dos caballos atados a soga, a los que dará agua diariamente y galopará y recorrerá como a los demás.

Lo que debe hacer el capataz. — Las yeguas y las crías entran también en la cuenta de los caballos para la composición y el galopeo. El capataz no debe fijarse de lo que le diga el que los cuida, sino que de cuando en cuando debe ver si cumple con todo cuanto se expresa en estas instrucciones para lo que debe él materialmente verlo, y no estar a lo que le digan. Debe entrarse por entre los caballos para contarlos y ver si hay alguno ma­ñero para parar, o que se le conozca que no se trajina. Debe cada mes hacer que el que los cuida, en su presen­cia los agarre uno por uno, y los trajine y galope hasta que no quede uno, ni las yeguas ni las potrancas, y de este modo verá de cierto el capataz si se cumple con lo que mando. Esta misma operación hará el ayudante en cada mes o recorrida.

Maneas y espuelas. — Debe tener doce maneas blandas, buenas y fuertes, para lo que se ocurra en el trajín diario. El que los cuida jamás los trajinará sin espuelas y el que anda sin espuelas dándoles riendas, o trajinándolos, o enseñándoles al rodeo, cometerá un de­lito. En esto debe haber gran cuidado.

Caballos. — Debe haber el más delicado y puntual esmero en que el que trabaje en un caballo no lo remate, y que lo mude antes que se le ponga pesado. No hay cosa más mala que rematar o cansar un caballo. De ello resultan las muertes y el consiguiente menoscabo. El caballo cansado si no muere queda lisiado, y a poco tra­bajo que haga, se enferma y se cansa. Para evitar todo esto y aun las más maltrataduras, es lo mejor mudar frecuentemente. Esto mismo debe tenerse presente cuando se mande algún chasque, para hacerle mil encargues con el fin de que camine de modo que no canse el caballo, al trote y galope, más trote que galope.

Animales con postemas u hormigueros. — Los animales que se noten con postemas se deben voltear y reventárselas para que sanen. Dichas postemas se abren bien con el cuchillo para que no vuelvan a criar maleza.

Los animales muy vasudos deben desvasarse. Y cuan­do algún caballo tiene malo un hormiguero en los vasos, se le hace un agujerito con el cuchillo, pero lo mejor es hacérselo con un asador caliente.

Los caballos porrudos deben desporrarse.

Caballos delgados. — Es muy necesario tener caba­llos delgados para andar, es decir, que ni para recogerrecoger ni para nada debe ensillarse un caballo potente de gordo; porque el trabajar en un caballo gordo no es más que para mañerearlo y acobardarlo. Cuando la caballada está muy gorda, se acorrala a fin de que se adelgace, y cuando uno quiere tener algunos caballos delgados se tienen a soga.

Estacas. — Los lingotes o trozos, o estacas de atar caballos deben distar unos de otros lo preciso, a fin de que los caballos atados a soga no se alcancen o enreden unos con otros.

Animales caballunos que se apartan. — Con los animales caballunos que se apartan y los que nazcan en las manadas, y que no sean del pelo, debe entablarse en la primavera una manada. Pero los animales que se saquen de las manadas de un pelo, por ser de otro pelo, deben ser ya de un año para arriba, para poder arrancar­los de las madres. En las manadas de un pelo no se deben consentir animales de otro pelo; los potrillos que nazcan de otros pelos también deben sacarse, los que cumplen el año, para los objetos que he dicho arriba.

A las yeguas orejuelas deben sacárseles el cuero y esto mismo debe hacerse con todo animal caballuno que no sirva más que para el cuero, y los vacunos. También debe sacársele el cuero a algún animal que por rengo o manco, o inútil, no venga al rodeo y que ya no sirva.

Caballos punteros. — Deben los capataces cuidar de observarlos al recoger dichas manadas, y lo que se hace es acollarar a los porfiados con las yeguas más se­guras, a fin de que de este modo anden las manadas juntas y no en tropillas, unas por un lado y otras por otro.

Caballos de tiro. — Los caballos de tiro o potros parejas que se noten, pueden ser buenos para cocheros, se reservarán y amansarán con cuidado, y si entre la caballada sale algún animal como para mí, se reservará para mi tropilla.

Cuidado de caballadas. — Santos Lugares, Febrero 1° de 1848. — Al Juez de Paz de ... — El infrascripto ha recibido orden del Excmo. señor Gobernador y Capitán General de la Provincia, Brigadier D. Juan Manuel de Rosas, para avisar á U. el recibo de su nota, fecha 31 de Enero próximo pasado, en que da cuenta á S. E. del resultado de la revista que ha practicado en las caballadas en invernadas existentes en ese Partido, y demás relativo, según se le ha ordenado; de lo que S. E. queda enterado.

S. E. dice á U. en contestación, que ya sabe lo que constantemente se encarga á todos los comandantes de invernadas en las contestaciones que S. E. dá á sus partes, y es lo siguiente: que debe á U. servir de regla para que al revisar precisamente cada 30 días las caballadas, les hable en ese mismo sentido, les corrija lo que no esté conforme, les aconseje y prevenga lo que también corresponda de conformidad, remediando los males que advirtiere.

Que S. E. no cesa de recomendarles cada día más y más el engorde de los caballos, de conformidad á las instrucciones que se les han dado. Que para esto, les repite es necesario que los caballos se extiendan muchísimo de día, y que de noche no los ronden, ni los encierren, sinó que los tengan á pastoreo muy extendido y de día muchísimo más, en campos de gran extensión de pasto de engorde, y que no sean amargos.

Que deben tener siempre el mayor cuidado, a fin de que á ningún caballo no se le corte, cercene ni señale nada, absolutamente nada de las colas; debiendo en sus partes dar cuenta á S. E. del exacto cumplimiento de esta orden; y que si aparecen porrillos, ó algunos otros animales comiendo las colas á los caballos, que deben inmediatamente matarlos.

Que ya saben que si en las caballadas aparecen algunos cojudos mordedores, que deben caparlos, y que si así siguen haciendo daiio, que deben matarlos; y que si aparecen algunos torunos mordedores, que también los deben matar; y los cueros de dichos porrillos, cojudos y torunos mordedores ú otros animales que hagan matar por hacer daño en las invernadas, los entreguen al Juez de Paz del Partido, para que este los remita oportunamente á este ejército.

Que á los caballos maltratados los deben curar con orines y jabón. Se raspa el jabón en los orines; luego se baten mucho, hasta que queden medio espesos, y con eso se les unta á los caballos en las mataduras.

Que en todas sus partes, deben siempre seguir dando cuenta del número total de los caballos, del de las madrinas y cencerros que estas tengan, del número de hombres que tengan á su cargo y los cuerpos á que pertenezcan; el de los caballos gordos, el de los que no hayan acabado de sanar del lomo y el tiempo que haga tienen en invernada los caballos á su cargo. La extensión del campo, altura y calidad de sus pastos, si son azucarados y si no son duros ni amargos. El nombre de los lugares donde estén con las caballadas, y el de las estancias á que penenezcan los campos.

Que los partes, los deben pasar precisamente cada 30 días, mandándoselos al Juez del Panido, para que éste los remita á S. E.; pero que así como se les ordena que los pasen precisamente cada 30 días, cuiden de no mandarlos pasando antes de los dichos 30 días.

S. E. les previene igualmente que en las caballadas en invernada del ejército, desde que la Provincia está en pié y armas, en defensa de su libertad, honor y dignidad, no hay reserva de caballos, por que todos ellos deben ser incluidos en la cuenta de ellos; y que tampoco puede prestarse ni auxiliarse á nadie, con ningún caballo de las dichas invernadas; todo bajo la más seria responsabilidad, por ser las invernadas un servicio el más delicado y de la más elevada importancia.

Que tenga U. siempre presente que los caballos son el primer elemento de triunfo en la guerra, según S. E. no cesa repetírselo, y que bajo su responsabilidad y la de los comandantes de las invernadas, pesa el desempeño de la importante comisión que S. E. ha confiado á su celo y capacidad federal, etc.

Que recomiende U. con frecuencia á los alcaldes, tenientes y al vecindario todo, el más exacto, puntual, escrupuloso, delicado cumplimiento, de la orden vigente que manda bajo la más severa responsabilidad, que todo caballo que aparezca, ó se encuentre escapado, sea inmediatamente conducido y entregado á la invernada respectiva.

Todo lo que comunica á U. S. E. á los fines consiguientes, sin que pueda considerarse de más su repetición, en atención á su valiosa importancia, en un asunto como éste de tanta vitalidad en un ejército.

Remite á U. S. E. los vicios de yerba, tabaco y papel, para los individuos que cuidan la invernada de caballos de la posta al servicio de este ejército, los que deberá repartir según se le tiene ordenado.

Le remite también S. E. nueve panes de jabón para b curación de los caballos maltratados.

Dios guarde á U. muchos años.

Por fallecimiento del señor General Primer Edecán, y por orden y autorización de S. E. - Antonino Reyes.

Burros. - Debe parárseles rodeo diariamente, en las mismas formas que a los caballos. Los burros deben caparse, conforme se marquen, es decir, de año. Al marcar, sólo se dejará un cojudo para cada cincuenta hembras de vientre, que es decir, que si hay ciento cincuenta burras de vientre, debe haber tres burros cojudos ya encastadores, y si hay cincuenta hembras que no son de vientre, debe haber un burrito cojudo. Los burros que queden para padres, deben ser de los mejores, tanto en vasos cuanto en color negro, pues los negros y de vasos buenos son los mejores para padres.

En los meses de Marzo, Abril, Mayo, Junio, Julio, Agosto, Setiembre, Octubre y Noviembre, que son nueve meses del año, no faltarán seis burras atadas, lo menos, en cada estancia, para amansarlas y amamantar burritos en yeguas, y potrillos en burras cuantos se puedan. Debe cuidarse que los bozales de las burras estén engrasados y no sean duros, para evitar el que se maltraten. Las burras que estén a soga, estarán con sogas con manijas en la punta para que la soga dé vuelta y no se enrede fácilmente. Se llevarán diariamentediariamente al agua, y se manearán y ordeñarán diariamente, es decir, que se les manosearán las ubres por todo, a fin de que se amansen, que es todo el objeto de tenerlas atadas. Las burritas hembras, hijas de las burras atadas, también se manosearán y amansarán junto con la madre, y como la madre. Los machos no hay para qué amansarlos. Para atar cada data o camada de burras, se preferirán las que tengan las crías hembras; pero cuando no haya burras con crías hembras, entonces se atan las que haya.

Para amamantar burros en yeguas debe preferirse la clase de burritos más negros; pero si no hay de éstos, entonces se amansarán de los que haya, y no se desperdiciará ocasión. Para amamantar potrillos en burras, deben preferirse las burras mejores y de pollinos machos, es decir, que habiendo dos burras paridas y buenas para amamantar, debe preferirse la que tenga hijo macho, pero si las dos crías son hembras, entonces sin embargo, se amamantarán y no se desperdiciará la ocasión.

Con burros hechores y potrillos amamantados, debe tenerse mucho cuidado y no tenerlos vasuclos, pues cuando les crezcan los vasos deben desvasarlos porque sino se crían chapinos.

Si hay trozos o linguetes en que atar los burros, esto es mucho mejor; y en este caso, es excusada la manija; pues repito, que sólo cuando no haya otra cosa, debe atarse en estaca, y esto debe entenderse también en toda clase de animales que se atan a soga. En habiendo trozos desocupados, no deben atarse en estaca, porque de atar en estacas resultan males y pérdidas de animales. Un animal atado en un trozo, si se asusta, pega un tirón, arrastra el trozo y no corta; mientras que atado en estaca, pega el tirón y o saca la estaca, se va y se pierde, o corta y sucede lo mismo.

Cuando una burra está ya mansa, se le despuntará la oreja volteada. Cuando no haya burras paridas que atar, se atarán de las que no lo estén, cuando no sean nuevas de dos años. El capataz debe de cuando en cuando entrar al rodeo de los burros y andar por él dando vueltas, para que se amansen. Los burros deben tenerlos contados los capataces, para saber si les faltan o no. Cuando al recoger los burros, estuviese alguna burra recién parida, sólo se arreará en caso que ella buenamente quiera ir con el hijo, por estar éste bueno y en estado de llegar al rodeo. Si así no fuere, se dejará para recogerla al otro día.

Retajos. - En cada marcación se señalarán con la señal de la hacienda dos potrillos para retajos en cada ciento que se hierren. Estos quedarán cojudos, para rerajarlos a los dos años, y éstos son fuera de los que deben quedar para padres, y de que ya hablé anterior.

Retajos y burros hechores — Sobre el modo y método con ellos deben hacerme frecuentes advertencias, para acordar y ordenar yo el modo mejor de entablar las crías de mulas.

Mulas. — Con las mulas debe tenerse cuidado de desvasarlas cuando sea preciso, porque sino se harán chapinas. Debe cuidarse que no se ensillen caballos maltratados mientras los haya sanos. En San Manín, deben ensillarse las mulas, lo mismo que los caballos. La caballada y mulas se tomarán a mano, y los que sean matreros se tendrán acollarados con las mansas.