La República (Tomás y García tr.)/Coloquio Tercero

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COLOQUIO TERCERO.


Soc. Tales son, tocante á los dioses, los discursos que conviene, ó no conviene que oiga la juventud, cuyo objeto principal debe ser honrar á los dioses y á sus padres, y mirar la concordia entre los ciudadanos, como uno de los mas grandes bienes de la sociedad. Adim. Lo que nosotros hemos disputado en este punto, me parece muy acertado. Soc. Ahora pues, si queremos que ellos sean esforzados, no será preciso que quanto se les diga se ordene á hacerles no temer la muerte? Ó pensais vos que pueda uno ser esforzado, teniendo consigo este temor? Adim. Par diez que no lo pienso. Soc. Pero cómo un hombre persuadido de la existencia de los infiernos (1) y del horror que reyna en estos lugares, podria no temer la muerte? Adim. Esto es imposible. Soc. Nuestra obligacion pues parece que es cuidar tambien de los que se ocupan en discurrir sobre este asunto, y encargar á los poetas que conviertan en elogios todo el mal que dicen comunmente de los infiernos; tanto mas que lo que ellos cuentan ni es verdadero, ni conducente para inspirar confianza á los guerreros (2). Adim. Sin duda debemos hacerlo. Soc. Borremos pues de las obras de Homero todos los versos que siguen, empezando por estos [1]: Preferiria yo al imperio de los muertos la condicion de esclavo de un hombre pobre, que viviese del trabajo de sus manos. Y [2], Pluton temió que esta vasta y hedionda mansion de tinieblas y de horror odiada de los mismos dioses, no se descubriese á las miradas de los mortales e inmortales. Y [3], ay! no queda mas de nosotros despues de la muerte, que una sombra, una vana imagen privada de sentido y de razon. Y aún [4], el solo Tiresias (3) piensa; los otros no son sino sombras errantes á la ventura. Y estos [5]: Su alma volando de su cuerpo, se huyó á los infiernos lamentando su destino, apesadumbrada por dexar su fuerza y su juventud. Y [6], su alma, como si fuese humo, se huyó baxo tierra gimiendo. Y por último [7]: Estas almas iban de compañía rechinando, al modo de aquellas aves lúgubres, que quando se desprenden del hueco de un peñasco donde estaban juntas, vuelan llenando el ayre de sus gritos funestos. Pediremos pues encarecidamente á Homero y á los otros poetas, que no lleven á mal que borremos de sus escritos estos pasages y otros de esta naturaleza. Y no es porque no sean muy poéticos, y que no lisongeen agradablemente los oidos del pueblo; sino porque quanto mas hermosos son, tanto es mas pelígroso que sean oidos en qualquier edad que sea, de aquellos que deben estár libres de todo temor, y preferir la muerte á la esclavitud. Adimant. Teneis muchísima razon. Soc. Borraremos aún todos estos nombres odiosos y formidables del Cocyto y de la Estigia, de manes y de infiernos, y otros semejantes que hacen tiritar á los que oyen pronunciarlos. Acaso tienen ellos su utilidad para otros fines (4); pero nosotros tememos que el horror que ellos inspiran, no resfrie y enmollezca demasiado el valor de nuestros guerreros. Adim. Es muy bien fundado este temor. Soc. Luego los quitaremos. Adim. Ciertamente. Soc. Y nos serviremos, sea ya de palabra, ya por escrito, de expresiones todas contrarias. Adim. Es evidente. Soc. Cortemos tambien estos lamentos y pesares, que se ponen á veces en boca de hombres grandes. Adim. Esta es conseqüencia necesaria de lo que acabamos de decir. Soc. Veamos pues si la razon autoriza ó no este cercenamiento. No es verdad que el sábio no mirará la muerte como un mal, respecto de otro sábio su amigo? Adim. Esto es cierto. Soc. No llorará pues sobre él, como si lo hubiese acaecido alguna cosa funesta. Adim. Por cierto que no. Soc. Nosotros decimos tambien que si hay algun hombre que pueda estár satisfecho consigo mismo y no necesite de los demas hombres para ser feliz, éste sobre todos es el sabio (5). Adim. No hay cosa mas cierta. Soc. Luego para él no será una desgracia perder un hijo, un hermano, las riquezas, ó algun otro bien de esta naturaleza. Adim. En efecto que no. Soc. Luego quando le acaeciere semejante accidente, no se afligirá y lo sufrirá con toda la paciencia posible. Adim. Es muy cierto. Soc. Razon pues tuvimos de quitar á los hombres ilustres los lamentos y gemidos, y reservarlos para las mugeres y no las fuertes entre estas, como tambien para los hombres de un carácter afeminado; á fin que aquellos que destinamos á la custodia de nuestra ciudad, se averguenzen de semejantes debilidades. Adim. Hicimos muy bien. Soc. Otra vez pues pediremos á Homero ya los otros poetas que no nos representen á Aquiles hijo de una diosa [8], tan pronto echado de lado, ó boca abaxo, ó el rostro vuelto al cielo; tan pronto errante en la ribera del mar sumergido en tristeza: ni tomando el abrasado polvo á dos manos y llenandose la cabeza: ni llorando y sollozando, como se vé que lo hizo aquel en Homero. Ni á Priamo rey respetable, casi igual á los dioses [9], revolcandose sobre estiercol, abatiendose á los mas humildes rasgos, llamando á cada uno por su nombre para que tomase parte en su desgracia. Aún con mas encarecimiento le pediremos que no nos represente á los dioses llorones y exclamando [10]: Ay infeliz de mí! quán desgraciada es mi suerte! en que mal hado di á luz tan buen hijo! Y si esto es cosa indecente respecto de los otros dioses, con mas fuerte razon es una temeridad en Homero que no merece perdon, haberse atrevido á imitar tan impropiamente al mas grande de los dioses, haciendole decir [11]: Ay! veo yo con mis ojos á pesar mio, á Hector, mortal para mí tan amado, huyendo en torno de las murallas de Troya: mi corazon se acongoja por el peligro que le amenaza. Y en otro lugar [12]: Desdichado de mi! Los hados han dispuesto que Sarpedón, á quien mas amo de todos los mortales, perezca á manos de Patroclo hijo de Menecio. Vos veis en efecto, mi amado Adimanto, que si nuestros jóvenes oyen sériamente esta especie de relaciones y no se burlan de todas estas debilidades, como que son indecorosas á los dioses, les seria muy dificil de tenerlas por indignas de sí mismos, porque al cabo son hombres, ni hacerse reprehensiones de cobardia, quando les viniese en pensamiento decir ó hacer algo semejante: ántes bien á los menores contratiempos se abatirian de ánimo y se abandonarian sin verguenza á los gemidos y á las lágrimas. Adim. No hay cosa mas cierta que la que vos decis. Soc. Pero pues que acabamos de ver que esto seria del todo indecente, nosotros daremos crédito á nuestras razones, mientras no se nos opongan otras mejores. Adim. Sin duda. Soc. Ni tampoco es conveniente que sean ellos dados á la risa. Porque una risa descompuesta es señal de una grande alteracion en el alma. Adim. Á mí así me parece. Soc. No debemos pues sufrir que se nos representen hombres graves, y mucho ménos dioses deshechos en risa que no puedan moderar. Adim. Seguramente que no. Soc. Ni aprobaremos en Homero lo que de los dioses dixo [13]: Una risa interminable se movió entre los dioses, quando vieron á Vulcano andar afanado cojeando por la sala del festín. Adim. Razon tendremos de no aprobarlo, segun lo que vos decís. Soc. No solo, segun lo que yo digo, sino segun la verdad exacta que debe ir sobre todo. Porque si no nos hemos engañado quando diximos, que en realidad la mentira es inútil á los dioses, y útil á los hombres quando se valen de ella como especie de remedio; claro está que su uso debe confiarse á los médicos y no indiferentemente á todo el mundo. Adim. Es evidente. Soc. A los magistrados pues con preferencia á toda otra persona les corresponde mentir (6), engañando al enemigo ó al ciudadano por el bien de la república. Á los otros nunca les debe ser permitida la mentira: y diremos nosotros que un particular que engaña á los magistrados es mas culpable que un enfermo que engaña á su médico, que un discípulo de la gymnástica que oculta al que le exercita los defectos de su cuerpo, que un marinero que disimula al piloto el estado del navio y del equipage suyo, ó de sus compañeros. Adim. Es mucha verdad. Soc. De consiguiente si el magistrado pilla en mentira á qualquier ciudadano que sea de condicion privada, ahora sea adivino, ora médico, ora carpintero, le castigará severamente, como introductor en el estado, así como en un navio, de un mal capáz de arruinarle y destruirle. Adim. Sin duda que este mal arruinaria el estado, si las acciones correspondiesen á las palabras. Soc. Y qué? no debemos tambien criar á nuestros jóvenes guerreros en la escuela de la templanza? Adim. No puede menos. Soc. Los principales efectos de la templanza no son por dicha el hacernos sumisos á los que gobiernan, y señores de nosotros mismos en órden á todo lo que concierne al comer y beber, y á los placeres de los sentidos? Adim. Así me parece. Soc. Segun esto, aprobaremos nosotros aquel pasage de Homero, en donde Biomedes dice á Esthenelo [14]: Amigo, oye sin chistar y sigue mis consejos. Y este otro [15]: Caminaban los griegos llenos de enojo y esfuerzo, escuchando temerosos con silencio las órdenes de sus capitanes, y todos loa demas pasages semejantes á estos. Adim. Muy bien. Soc. Diremos acaso lo mismo de estas palabras [16]: Bonachon, ojos de perro, corazon de ciervo (7), y lo demas que sigue; como tambien de todas las injurias que los poetas y otros escritores hacen proferir inconsideradamente á los subditos contra sus superiores? Adim. Por cierto que no. Soc. En efecto que tales discursos no son muy propios para inspirar moderacion á nuestros jóvenes. Aunque por otra parte no es de maravillar que estos pasages causen algun deleite. Qué os parece á vos? Adim. Yo pienso lo mismo. Soc. Y qué? pensais vos que inspirará gran templanza á un joven el oir alguna vez lo que Homero hace decir al sábio Ulises [17], que le parecia no haber cosa mas deleitable que ver las mesas cubiertas de manjares regalados, y al escanciador derramar á la redonda el vino en las copas: y en otro lugar [18]: que el género de muerte mas triste y aciaga es, perecer de hambre: ó quando nos representa á Júpiter desvelado de amor, miéntras que los demas dioses y los hombres gozaban de las dulzuras del sueño [19], olvidado por el exceso de su lasciva pasion de quantos designios habia formado, y de tal modo herido al ver á Juno, que no le sufre el retirarse á un lugar secreto para satisfacer sus deseos; sino que se acuesta con ella sobre el mismo monte Ida, protestándole que jamás se habia sentida tan enamorado de ella, ni aún quando por la vez primera se vieron á escondidas de sus padres: ó quando cuenta la aventura de Marte y de Venus sorprendidos en las redes de Vulcano, y otras cosas tales como éstas [20]; creeis vos acaso que todo esto sea muy propio para inclinar nuestros jóvenes á la templanza? Adim. Por cierto que me parece no es decente. Soc. Pero quando nos pintan sus héroes en la adversidad, hablando y obrando con grandeza de alma, entonces es quando debemos admirarle y escucharle. Como quando dixo [21], que Ulises hiriendose el pecha, reanimó su esfuerzo con estas palabras. Sufre alma mia esta desgracia; tú qus probaste ya otras mayores. Adim. Ciertamente que sí. Soc. Tampoco hemos de sufrir que nuestros jóvenes sean avaros, ni que se dexen corromper por los regalos. Adim. De ninguna manera. Soc. Que no se cante pues en su presencia [22] Los regalos, créeme? ganan las voluntades á las reyes y á los dioses. Ni se apruebe como moderado y sábio el consejo que Phenix ayo de Aquiles le dio, de socorrer á los griegos, si le hacian regalos, y de mantener su enojo, sino se los hacian. Rehusaremos tambien creer y confesar que Aquiles haya sido avaro hasta el extremo de recibir regalos de Agamenón, y de no querer restituir el cuerpo de Hector á su padre, hasta despues que le hubo pagado el rescate. Adim. Ni son brillantes estos rasgos, ni dignos de loa. Soc. Con gran pena me determino á decir, que Homero hizo mal en aplicar á Aquiles semejantes acciones, ó en dar fé en esto á lo que otros ántes de él habian publicado: y otro tanto digo de las amenazas que este héroe hizo á Apolo [23]: Tú me has perdido, de todos los dieses el mas cruel; yo tomaria de tí venganza, si estuviese en mi mano: y de su resistencia al rio dios Escamandro (8), contra el qual estaba pronto á pelear, y de lo que dixo con motivo de sus cabellos que estaban consagrados al rio Esperenlo [24], que los ofreceria sobre el sepulcro de su amado difunto Patroclo. No es creíble que él hubiese dicho nunca, ni hecho jamás cosa semejante [25], ni que arrastrase el cadáver de Hector en torno del sepulcro de Patroclo, ni que hubiese sacrificado sobre la hoguera cautivos troyanos reservados de intento para este cruel suplicio. Nosotros sostendremos que todo esto no es verdad, y no permitiremos que se haga creer á nuestros guerreros, que Aquiles hijo de Tetis y del moderado Peleo, viznieto de Júpiter, discípulo del muy sábio Centauro (9) Chiron, haya tenido el alma tan en extremo desconcertada que se dexase dominar de dos tan contrarias pasiones, como son una sórdida avaricia y un orgullo que insultaba á los hombres y á los dioses. Adim. Vos teneis razon. Soc. Guardemonos bien de creer tampoco, ni aún permitir que se diga, que Theseo hijo de Neptuno, y Pirithoo (10) hijo de Júpiter, formaron el designio del atroz rapto que se les atribuye, ni que ningun otro hijo de los dioses, ningun héroe haya sido osado de cometer las, crueldades é impiedades de que son acusados con mentira. Y obliguemos á que reconozcan los poetas que los héroes ó jamás han incurrido en semejantes acciones, ó si las cometieron, no fueron ellos de la raza de los dioses : pero nunca les permitamos que digan que son A un tiempo hijos de los dioses y culpables de tales delitos; ni que emprendan persuadir á nuestros jóvenes, que los dioses han hecho algunas cosas malas, y que los héroes en nada se aventajan á los meros hombres. Porque como deciamos mas arriba esta especie de discursos ni son ciertos, ni religiosos, y hemos manifestado ser imposible que los dioses sean autores de mal alguno. Adim. No puede ménos. Soc. Añadamos aún que los tales discursos son muy nocivos á los que los oyen. Porque qué hombre no justificaria á sus ojos su maldad, estando persuadido que él no hace sino lo que hacian y hacen los hijos de de los dioses, parientes del gran Júpiter, cuyo altar á Júpiter patrio se levanta en los ayres sobre la cima del monte Ida, y cuya sangre corre aún en sus venas. Por todas estas razones se han de ahuyentar de nuestra ciudad semejantes ficciones, no sea que ellas engendren en nuestra juventud tud una desgraciada facilidad en cometer los mayores delitos. Adim. Así debemos hacerlo. Soc. Habiendo empezado pues á determinar qué discursos deban tenerse y quáles no en presencia de nuestros jóvenes, réstanos aún por fortuna alguna especie de que debamos hablar? Porque tratado está ya lo que debe decirse en orden á los dioses, á los genios y á los héroes, y á lo que pasa en los infiernos. Adim. Así es. Soc. Acaso pues éste seria el lugar oportuno de arreglar la materia de los discursos que miran á los hombres? Adim. Sin duda. Soc. Pero, mi amado amigo, esto nos es imposible por ahora. Adim. Por qué? Soc. Porque pienso que hemos de decir, que los poetas y oradores se engañan respecto de los hombres en cosas de la mayor importancia, quando dicen ellos, que los malos por lo comun son felices, y los hombres de bien desdichados: que la injusticia es útil, con tal que se tenga de oculto; que al contrario la justicia es provechosa á los demas, y nociva á solo aquel que la practica. Nosotros les prohibiriamos semejantes discursos, obligandoles en lo sucesivo á decir lo contrario, ahora sea en verso, ahora en prosa. No es así verdad? Adim. Estoy convenido. Soc. Pues si vos confesais que tengo razon en esto , yo concluiré que habeis convenido en lo que disputamos desde el principio de esta conversacion. Adim. Vuestra rellexion es justa. Soc. Dilatemos pues el probar que estos son los discursos que deben tenerse tocante á los hombres, para quando hayarrios descubierto qué cosa sea la justicia, y si es en sí provechoso el ser justo, ora sea tenido por tal, ora no. Adim. Me parece muy acertado- Soc. Bastante hemos dicho ya en órden á los discursos: pasemos ahora á lo qué mira á la locucion, y con esto habremos tratado á fondo lo que debe ser la materia del discurso, y de la forma que conviene darle. Ádim. Yo no os entiendo. Soc. Conviene pues que lo entendais, y asi véamos si me comprehendereis mejor de éste otro modo. Todo quanto dicen los poetas y mitologistas es por dicha otra cosa qué una relacion de cosas pasadas, presentes, ó por venir? Adim. Qué otra cosa puede ser? Soc. Para esto no se valen ellos, ó de la relacion sencilla, ó de la imitativa, ó de la relacion compuesta de entrambas? Ádim. Ruegoós que me expliqueis aún ésto con mayor claridad. Soc. Segun parece, debo dé ser yo un preceptor ridículo , que no me sé dar á entender. Á exemplo pues de aquellos que no tienen facilidad en explicarse, voy á intentar el haceros comprehender mi pensamiento¡ proponiendole no por entero, sino parte por parte: respondedme. Sabeis vos los versos primeros de la Iliada, donde cuenta Homero que Chryses suplicó á Agamemnón que le restituyesé su hija, y qué éste se lo negó ásperamente? Visto lo qual por Chryses se retiró y con encarecimiento suplicó á Apolo que le vengase de este agravio sobre él exército de los griegos? Ádim.muy bien esta Soc. Vos sabreis tambien que hasta estos versos, él suplicó á todos los griegos y en particular á los dos hijos de Atreo, gefes del exercito, el poeta habla en su nombre y no intenta hacernos creer, que sea otro que él mismo el que habla. En vez que en adelante habla en persona de Chryses y se vale de todo su arte para persuadirnos que no es ya Homero el que habla, sino este anciano sacerdote de Apolo. De este género son la mayor parte de las relaciones de los sucesos acaecidos en Troya y en Itaca, y de lo que se cuenta en toda la Odysea. Adim. Todo es muy cierto. Soc. Mas por ventura no es siempre una narracion, ora hable el mismo, ora haga hablar á los otros, ora cuente la seguida del suceso, ora los incidentes? Adim. Sin duda. Soc. Pero quando pone algun discurso en boca de otro, no diremos que procura acomodarse lo mas que puede al carácter de aquel que introduce como interlocutor? Adim. Sí. Y por qué no? Soc. Acomodarse al carácter de otro, ya sea en el gesto, ya sea en la voz, no es imitar á aquel á quien se asemeja? Adim. Sin disputa. Soc. En estos lances pues, las relaciones tanto de Homero, como de los otros poetas, son relaciones imitativas. Adim. Convengo en ello.

Soc. Por el contrario, si el poeta no se disfrazase nunca baxo la persona de otro, todo su poema y su narracion, serian sencillos y sin imitacion ninguna. Mas para que no digais que no comprehendeis cómo pueda hacerse esto, voy á explicaroslo. Si Homero en diciendo que Chryses (II) vino al campo con el rescate de su hija é hizo su súplica á los griegos, en especial á los dos Reyes, hubiese continuado la relacion en nombre suyo y no en nombre de Chryses, ya no seria esto entonces una imitacion, sino una sencilla relacion. Ved, por exemplo, como lo habria contado. Dirélo en prosa, porque yo no soy poeta. El sacerdote de Apolo venido al campo, pidió á, los dioses, que los griegos ganada Troya, se volviesen salvos á su tierra. Al mismo tiempo suplicó encarecidamente á los griegos, en nombre de Apolo, que le restituyesen su hija, aceptando el rescate. Todos los otros griegos movidos del respeto ácia este anciano, condescendieron en su súplica. Solo Agamemnón se enfureció contra él y mandó qué sé retirase y no reapareciese en su presencia, porque si volvia, ni el cetro ni las insignias del Dios le libertarian de su cólera: asegurándole que primero que le fuese restituida su hija y envejeceria ella en Argos en compañia suya. Por tanto mandóle marchar, y que no le irritase mas, si es que queria volver sano y salvo á su casa. En oyendo esto el anciano se amedrentó, y se retiró sin decir palabra. Pero despues que estuvo separado del exército, hizo su ferviente oracion á Apolo, invocandole por todos sus nombres, recordándole y pidiendole que si en algun tiempo habia hecho algo de grato á sus ojos, ya edificándole un templo, ya sacrificandole victimas escogidas, le rogaba que en recompensa de su piedad, descargase sus flechas sobre los griegos y vengase de este modo las lágrimas que ellos le habian hecho derramar. Ved aqui, ó amigo, lo que yo llamo relacion sencilla, y sin imitacion. Adim. Ya lo entiendo. Soc. Sabed vos tambien, que hay una especie de narracion contraria á ésta, quando suprimiendo el poeta todo lo que entremezcla en nombre suyo, en los discursos; de aquellos á quienes, hace hablar, no dexa sino el diálogo. Adim. Tambien entiendo esto. Esta narracion es propia de la tragedia. Soc. Justamente es asi. Y ahora espero que me será fácil haceros entender lo que ántes no podia explicaros; á saber y que en la poesia y en, la mitologia hay tres especies de narraciones. La primera, que es enteramente imitativa, y como vos acabais de decir, pertenece á la tragedia y á la comedia: La otra, que se hace en nombre del poeta, y la encontrareis comunmente empleada, en los dithyrambos; y la tercera que está mezclada de lo uno y de lo otro , y se sirven. de ella en la epopeya y en otras ocasiones, si es que por fortuna me entendeis. Adim. Sí, ahora entiendo lo que nos quriais decir entónces. Soc. Acordaos tambien de lo que deciamos nosotros mas arriba, que después de haber arreglado lo que tocaba á la materia del discurso, nos restaba aún examinar la forma. Adim. Me acuerdo. Soc. Esto pues era lo que yo queria deciros, que debiamos discurrir entre nosotros, si por suerte convendria dexar á las poetas la libertad de usar de las narraciones del todo imitativas, ó en parte solamente ; y qué regla les prescribiriamos para esta especie de relaciones, ó si les prohibiriamos toda imitacion. Adim. Sospecho que vuestro designio es, querer averiguar si se ha de recibir, ó no en nuestra ciudad la tragedia y la comedia. Soc. Puede ser, y aún algunas otras cosas mas; porque al presente todavía no lo sé: pero yo me dexaré llevar adonde me echase el soplo de la razon. Adim. Está muy bien dicho. Soc. Examinad ahora, mi amado Adimanto, si será del caso que nuestros guerreros sean imitadores, ú no. De lo que antes diximos se sigue, que cada qual no pueda desempeñar bien , sino una sola cosa , y que si se aplica á muchas, no saldrá aventajado en ninguna de modo que se haga célebre. Adim. Así debe de ser. Soc. Lo mismo pues sucede respecto de la imitacion, que un mismo hombre no puede imitar tan bien muchas cosas, como una sola. Adim. Ciertamente que no. Soc. Aún menos podrá él aplicarse á qualquier arte serio y de importancia, y al mismo tiempo imitar muchas cosas y ser imitador de profesion; tanto mas que el mismo hombre no puede executar bien dos imitaciones, las quales al parecer tienen mucho la una de la otra; como la tragedia [(12)] y la comedia. Á éstas , hace poco, no las llamabais imitaciones? Adim. Sí, y vos teneis razon de decir, que no pueden salir aventajados á un mismo tiempo en estos dos géneros. Soc. Tampoco se encuentra nadie que sea á un tiempo buen [(13)] recitante y buen actor. Adim. Esto es verdad. Soc. Ni aún los mismos actores son igualmente buenos para lo trágico y para lo cómico. Pues todo esto qué otra cosa es que imitaciones? No es así ? Adim. En efecto lo son. Soc. Pareceme aún , amado Adimanto , que los talentos del hombre están divididos en porciones mas pequeñas; de manera que es imposible imitar bien muchas cosas , ó hacer seriamente las cosas mismas que se imitan. Adim. No hay cosa mas cierta.

Soc. Si nos hemos pues de atener á nuestro primer reglamento, por el qual nuestros guerreros libres de toda otra ocupacion , deben aplicarse únicamente á conservar y defender la libertad del estado, y no pensar en otra cosa que en lo que se encamina á este objeto; no les convendria ciertamente hacer, ni remedar qualquiera otra cosa que fuese: mas si por acaso imitasen algunas, que imiten desde jóvenes las que pueden conducirles á este fin, esto es , la fortaleza , la templanza , la santidad , la grandeza de alma y las demas virtudes. Pero de las viles y vergonzosas ni hagan ninguna , ni siquiera tengan el talento de imitarlas, no sea que ellos lleguen á ser tales, quales aquellos á quienes remedan. No habeis vos advertido que la imitacion, quando se contrae el hábito desde la juventud, pasa á costumbre, y se convierte en naturaleza, y se toma poco á poco el tono, los gestos, y el modo de pensar de aquellos á quienes se contrahace? Adim. No hay cosa mas comun. Soc. No sufriremos pues que los que están baxo nuestro cuidado á quienes imponemos la obligacion de ser virtuosos, siendo hombres, se diviertan en contrahacer una muger (14), ora sea joven, ora sea vieja , ya injuriando á su marido, ó ya orgullosa igualandose á los dioses quando se tiene por feliz , ó en las desgracias abandonandose á los quexidos y lamentos. Mucho menos sufriremos que la remeden , ó enferma ó amorosa, ó en los dolores del parto. Adim. De ningun modo se ha de permitir. Soc. Que tampoco imiten ellos á los esclavos de ambos sexos, en las acciones propias de su condicion. Adim. Tampoco esto. Soc. Ni á los hombres malos y cobardes, que hacen cosas contrarias á las que ahora decíamos, injuriandose, insultandose y diciendose groserias unos á otros, sea que estén embriagados, ó bien sobrios y á sangre fría ; ni los otros discursos y otras acciones en que faltan las tales personas á lo que se deben á sí mismos y reciprocamente unos á otros. Soy de parecer tambien, que no deben acostumbrarse á contrahacer lo que dicen y hacen los que están enfurecidos j porque es cierto que se deben conocer los locos y los malos, tanto hombres como mugeres, pero ninguna de sus cosas deben hacerse ni imitarse. Adim. Es muy cierto.


Soc. Mas por dicha deben ellos contrahacer á los caldereros, latoneros, ó qualquier otro artífice que sea , ó á los remeros y patrones de galeras , ó en fin alguna otra cosa semejante? Adim. Cómo deberian ellos hacerlo, quando no les es aún permitido entender en ninguna de estas cosas? Soc. Y qué? les convendrá acaso imitar el relincho (15) de los caballos, el mugido de los toros, el murmullo de los rios, el bramido del mar y del trueno, y así de todo lo demas? Adim. No, puesto que no le es permitido ser insensatos, ni asemejarse á los que lo son. Soc. Si mal no entiendo vuestro pensamiento, hay un modo de hablar y referir, del qual se sirve el hombre honrado quando se le ofrece decir alguna cesa ; y hay otro modo contrario de que se valen aquellos que son mal nacidos y mal criados. Adim. Quáles son estos modos? Soc. Paréceme que el hombre honrado, quando su discurso le conduce á la relacion de lo que dixo ó hizo un hombre de bien , se esforzará á representarle en su propia persona, y no se avergonzará de semejante imitación, sobre todo quando tendrá ella por objeto pintarle en una situacion en- que manifiesta sabiduria y prudencia: pero lo hará pocas veces , y con menos aplicacion, quando le ocurra representarle, ó abatido por la enfermedad, ó vencido por el amor , ó por la embriaguez , o por quaíquier otro accidente enojoso. Mas quando se le ofrezca la ocasion de contrahacer algun personage despreciable é indigno de su persona, jamás se abatirá á imitar seriamente á uno peor que él, sino es que sea como de paso y quando hubiese hecho alguna accion buena: al contrario se llenará de rubor, no estando ejercitado en imitar semejantes personages, y se querria muy mal, si se vaciase y se formase por el modelo de los malos; y como los desprecia , nunca los remedará, á menos que esto sea por juego y pasatiempo. Adim. Es muy probable.

Soc. Su narracion pues será qual aquella que poco antes deciamos de Homero, en parte sencilla , en parte imitativa , de modo no obstante que se encuentre rara vez la imitacion en la seguida de un largo discurso. Por ventura tengo razon en lo que digo? Adim. Y mucha. Asi debe hablair un orador de este carácter. Soc. Luego el que tenga un carácter opuesto, quanto mas liviano fuese, tanto se inclinará mas á imitarlo todo, y no habrá, cosa quer la crea indigna de su persona; de modo que hará un estudio de contrahacer en público todas aquellas cosas, que ahora deciamos, los truenos, el ruido espantoso de los vientos y del granizo, el rechinar de los exés de las ruedas, el sonido de las trompetas y flautas , chirimias, y de toda especie de instrumentos , el ladrido de los perros, el balido de las ovejas y el canto de, las aves y todo su discurso se empleará en imitar el tono y expresiones de otro, y apenas tendrá lugar en él la simple narracion. Adim. No podria ser de otro modo. Soc. Tales son pues, las dos especies de narracion, de que yo queria hablar. Adim. Muy bien. Soc. De estas dos, la primera admite pocas transiciones , y en dando una á la locución la armonia y número (16) que le conviene, casi no tiene necesidad el que bien habla de emplear otra frase ni armonia, porque mudanzas muy pequeñas y número muy parecido bastan por lo comun. Adim. Así es como vos decís. Soc. Pero qué? la segunda por el contrario, no tiene necesidad de todas las armonías y de todos los números, para explicar bien lo que quiere decir, por quanto ella abraza toda especie de transiciones (17) imaginables? Adim. Mucho que es asi. Soc. Mas á dicha los poetas todos , y en general quantos cuentan alguna cosa y no se valen del uno de estos modos de decir , ó del otro , ó de entrambos mezclados? Adim. Es como preciso.


Soc. Qué haremos pues? las recibiremos todas en nuestra república, ó alguna de las simples, ó la mixta? Adim. Si prevaleciese mi opinion, nosotros nos contentariamos con la narracion simple, inventada para representar al hombre de bien. Soc. Sí: pero mi amado Adimanto , la mixta tiene muchísima gracia y la opuesta á la que vos escogeis es infinitamente agradable á los muchachos , y aún á los mismos que se encargan de lá juventud, y sobretodo á la mayor parte del pueblo. Adim. Convengo en ello. Soc. Acaso alegareis vos por razón, que no se adapta ella á nuestro plarude gohierno, porque entre nosotros no hay hombre que reuna en si los talentos de dos ó mas hombres, puesto que cada uno no hace mas de una sola cosa? Adim. Esta es justamente la razon que tengo. Soc. Segun esto pues en sola nuestra ciudad encontraremos que el zapatero solamente es zapatero, y no juntamente con su oficio piloto; el labrador, labrador y no juez ademas; el guerrero, guerrero y no sobre esto comerciante , y asi de los otros. Adim. Esto es verdad. Soc. Si pues alguno de estos hombres hábiles en el arte de imitarlo todo y de tomar mil formas diferentes llegase á nuestra ciudad con ánimo de hacer ostentacion de su persona y de sus obras, nosotros le venerariamos como hombre divino, maravilloso y embelesador; pero le diriamos que nuestra ciudad no se fundó para poseer hombre de tan raro mérito, y que no nos es permitido tenerlos semejantes : luego le encaminariamos á otra ciudad, despues de haber derramado perfumes sobre su cabeza y coronandole de lana (18): y nos valdriamos de un poeta y de un fabulista mas austéro y ménos gracioso; pero mas útil, que imitase el estilo que conviene al hombre honrado, y siguiese escrupulosamente las fórmulas que prescribimos antes, dando el plan de educacion á nuestros guerreros. Adim. Nosotros prefeririamos este último sin dudar, si en nuestra mano estuviese la eleccion. Soc. Paréceme, mi amado amigo, que hemos tratado á fondo esta parte de la música que concierne á los discursos y a las fábulas; porque hemos hablado de la materia y del modo de decir. Adim. Soy de vuestro parecer.

Soc. Réstanos ahora hablar de la otra parte de la música que mira al canto y melodía. Adim. Ciertamente. Soc. A dicha pues no encontraria ya todo el mundo á primera vista lo que en orden á esto teníamos que decir , y qué reglas prescribiriamos yendo consiguientes á nuestíos principios? Por lo que á mí toca Sócrates, replicó Glaucon sonriendose, yo no soy de este número. Yo no podria atinar justamente por áhora (bien que lo sospecho), quáles son aquellas cosas que nosotrós debieramos decir. Soc. Pero á lo ménos vos estareis en estado de asegurarnos que la melodía se compone de tres cosas, de palabras , de armonía y de número. Glauc. Oh! por lo que hace á esto, sí. Soc. En quanto á las palabras, ora estén puestas en música, ora no lo estén, no deben ellas disponerse siempre por las mismas leyes que poco antes hemos establecido? Glauc. Es cierto. Soc. Necesario es tambien que la armonía y el número correspondan á las palabras? Glauc. No hay que hacer. Soc. Pero dexamos ya dicho, que se deben desterrar del discurso los llantos y lamentos. Glauc. Esto es verdad. Soc. Quáles son pues las melodías lamentables? decidmelo; porque vos sois músico. Glauc. Estas son i la lydia mixta y la aguda, y algunas otras semejantes. Soc. Luego separarse deben como inútiles, no solo para los hombres, sino aun para aquellas mugeres, que se precian de ser sábias y moderadas. Glauc. Enteramente. Soc. Tampoco hay cosa mas indecente á los guerreros, que la embriaguéz, la molicie y la indolencia. Glauc. Sin contradiccion. Soc. Quáles son pues las melodias afeminadas, y usadas en los festines? Glauc. La jónica y la lydiá, que algunos llaman laxas (19) ó bémoles. Soc. Pero de estas armonias, amigo, puede resultar alguna utilidad á los guerreros? Glauc. Ninguna; y así no os quedan otras que la dorica y la frigia. Soc. Yo no conozco las armonias por sus nombres; pero dexad á un lado dos, la una fuerte, que imite el tono y expresiones de un hombre de esfuerzo, ora sea en la peléa, ora en qualquier otra accion violenta, como quando se arriesga volando al frente de las heridas y de la muerte, ó quando caido en algun desastre, rechaza en todas ocasiones con serenidad y valentia, los asaltos de la fortuna : la otra mas tranquila , propia de las acciones pacíficas y no violentas, sino voluntarias, y que conviene al estado de un hombre que invoca á Dios, ó que persuade, ruega, instruye ó aconseja á los otros hombres; ó al contrario que condesciende á sus súplicas, y se presenta afable á escuchar sus lecciones y sus consejos; y que aún saliendo á pedir de boca en quanto emprende, léxos de engreirse, se porta con sabiduria y moderacion en todos estos lances, mostrandose siempre contento de lo que le sucede. Reservadnos estas dos armonias , la violenta y la voluntaria , que expresen mas al natural el carácter de los hombres sábios y esforzados, ora se hallen en buena, ora en mala fortuna. Glauc. Las que vos pedís son precisamente las dos últimas que he nombrado.


Soc. Nosotros pues no necesitaremos en nuestros cantos y en nuestra melodia de instrumentos de muchos tonos, ni de muchas armonias. Glauc. Parécemeque no. Soc. Luego no permitiremos que haya artifices de trigonos , de pectidas, ni de ningun otro instrumento de muchas cuerdas y consonancias. Glauc. Por cierto que no. Soc. Pero qué? recibiremos en nuestra república á los hacedores y tocadores de flautas? No equivale este instrumento á los que tienen gran número de cuerdas ? y los que hacen todos los tonos , qué otra cosa son que imitaciones de la flauta? Glauc. Es evidente. Soc. La lyra pues y el laud os quedan para usarlos en la ciudad, y algun pífano ó zampona que sirva á los pastores en el campo. Glauc. Así se infiere de lo que nosotros acabamos de decir. Soc. Por último , mi amado amigo, no haremos mal en preferir Apolo á Marsyas (20) , y los instrumentos de los quales aquel dios es inventor, á los del satyro. Glauc. Par diez que estoy en que no. Soc. Por el can (21), que sin advertirlo hemos purgado bien esta ciudad , que poco antes deciamos , que rebozaba en delicias. Glauc. Y lo hicimos sábiamente.


Soc. Acabemos pues de purificarla enteramente , y digamos del número lo mismo que de la armonia , que se debe desterrar la variedad y multiplicidad de cadencias, y buscar los números que expresan el carácter del hombre sabio y valeroso : y una vez encontrados sujetar el pie y el canto á las palabras , y no las palabras al pie y al canto. Mas quáles sean estos números á vos os toca decirlo, como hicisteis en las armonias. Glauc. En verdad, que no puedo satisfaceros. Yo bien os diria , como que lo sé, que todas las cadencias se forman de tres tiempos , como todas las armonias resultan de quatro tonos principales; pero yo no sabria explicaros, que cadencias corresponden á los diferentes caracteres que se quieren expresar. Soc. Despues examinaremos coa Dainon (22), que cadencias expresan la avaricia, la insolencia , el furor y los otros vicios , asi como las que convienen á las virtudes opuestas. Yo creia haberle oido hablar bastante confusamente de ciertos pies que él llamaba etiopio (23), datylo , heroico, y que él disponia yo no sé cómo: otro pie que empezaba y acababa por la misma medida; otro que se componia de una breve y una larga , y al que creo él llamaba yambo; y de no sé qué otro que nombraba trocheo y se componia de una larga y una breve. Tambien adverti que en algunas ocasiones aprobaba ó condenaba tanto las inflexiones de cada pie , como los números mismos , ó yo no sé qué mezcla de lo uno y de lo otro (24): porque yo no me puedo explicar bien, y asi dexemoslo, como ya he dicho , para conferenciarlo con Damon, pues que el distinguir todo esto, pide un dilatado discurso. Qué pensais vos? Glauc. A fé que creo lo mismo. Soc. Pero á lo menos podreis vos decirme que la decencia se encuentra en todo aquello donde hay belleza de locucion, y la indecencia en donde no la hay. Glauc. Sin duda. Soc. Mas la belleza del número, así como de la armonia, sigue de ordinario la hermosura de la locucion, y la deformidad , al contrario; porque , como desde luego deciamos , el número y la armonia se hicieron para las palabras, y no las palabras para el número y la armonia. Glauc. Es cierto que lo uno y lo otro debe acomodarse al discurso. Soc. Pero el género de la diccion y el discurso mismo, no siguen el carácter del alma? Glauc. No tiene duda. Soc. Y todo lo demás acompaña al discurso ? Glauc. Si. Soc. Segun esto, la belleza, la armonía, la gracia y el número del discurso son conseqüencias de la bondad de costumbres. No entiendo por esta palabra la estupidéz, que por una especie de moderacion se llama bondad de costumbres (25); sino el carácter de una alma, cuyas costumbres son verdaderamente hermosas y buenas. Glauc. Enteramente es asi. Soc. Pues nuestros jóvenes guerreros no deben aplicarse en todas ocasiones á seguir todas estas qualidades, si quieren desempeñar sus obligaciones? Glauc. Sin duda deben hacerlo. Soc. Este mismo objeto tiene la pintura y todas las nobles artes ; como tambien el arte de texer , de bordar, de edificar , y todas las demas artes mecánicas, y aun la misma naturaleza en la produccion de los cuerpos y de las plantas. La gracia ó deformidad que se encuentra en sus obras, aumenta ó disminuye su valor: y como el defecto de gracia, de número, de armonía es inseparable de una mala alma y de un mal corazon; asimismo las qualidades opuestas son la imágen y expresion de un ánimo y de un corazon bien hechos. Glauc. Todo es como vos decís.

Soc. Será pues suficiente que velemos nosotros sobre los poetas, y les obliguemos á presentarnos en sus versos un modelo de buenas costumbres, ó á que no escriban entre nosotros? No será menester aún echar ojo sobre todos los demas artistas , y prohibirles que nos dén sea ya en pintura, sea en arquitectura ó en qualquier otro género obras imperfectas que ni tengan gracia, ni correccion, ni nobleza, ni proporciones? Y en quanto á los que no pueden hacerlo de otro modo, no les impediremos que trabajen entre nosotros, con el temor que los guardas de nuestra república criados en medio de tan viciosas imágenes , como entre malas yerbas, nutriendose, por decirlo así, con esta vista, tomando cada dia un poco, contraigan al fin sin sentirlo algun gran vicio en su alma? Nos es pues muy necesario buscar artifices hábiles, capaces de seguir como por las huellas, la naturaleza de lo hermoso y lo decente, á fin que nuestros jóvenes criados entre sus sombras, como en un ayre puro y sano, reciban saludables impresiones de todos los objetos que les hieran los sentidos de la vista y del oido, y que desde la niñez todo les incline insensiblemente á imitar, á amar la recta razon , y establecer entre ella y ellos una perfecta consonancia. Glauc. No habria cosa mejor que semejante educacion. Soc. No es tambien esta la razon, Glaucon mio, de ser la música (26) la parte principal de la educacion, porque el número y la armonia insinuandose desde luego en lo mas interior del alma, se apoderan de ella, llevando consigo la gracia y la decencia, quando se dá esta parte de la educacion como conviene darla, en lugar que sucede lo contrario, quando se la descuida? Y ademas porque un hombre jóven educado en la música segun conviene, percibirá con la mayor agudeza lo que hay de imperfecto y defectuoso en las obras de la naturaleza y del arte, é indignandose contra esto justamente con una aversion de la qual no es dueño, alabará con entusiasmo lo que en ellas note de hermoso, con gusto y ansia lo recibirá en su alma, se alimentará con ello y se formará por este medio hombre honrado y virtuoso; mientras que de otro lado tendrá un desprecio y una repugnancia natural á lo que allí encuentre de vicioso, y esto aún en la edad mas tierna , ántes de ser alumbrado con las luces de la razon, la qual apénas llegada, se abrazará, con ella por la relacion secreta que habrá puesto la música entre la razon y él. Glauc. Ved aquí, á mi parecer, las ventajas que se presentan de educar á los hijos en la música. Soc. Á la manera pues que nosotros no estamos bien instruidos en la gramática, sino quando no se nos éscapa ninguno de los elementos, que siendo pocos se encuentran repetidos en la muchedumbre de palabras de que usamos; y que en qualquier carácter, sea grande, sea pequeño, que se hallen escritos, no solo no creemos poder sin consequencia dexar de poner atencion , sino que nos aplicamos á reconocerlos por todas partes, como que no estando en esta disposicion, nunca llegariamos á ser buenos gramáticos. Glauc. Esto es verdad. Soc. Del mismo modo tambien si nosotros no conocemos las letras en sí mismas, jamás reconoceremos la imagen representada en las aguas ó en los espejos, siendo lo uno y lo otro, objeto de la misma ciencia y del mismo estudio. Glauc. Sin disputa. Soc. Pues, por los dioses inmortales, no es lo mismo respecto de lo que acabo de decir, esto es, que no seremos jamás excelentes músicos (27), ni nosotros, ni los guerreros que nos proponemos criar para custodios , sino nos familiarizamos con las idéas de la templanza, de la fortaleza , de la generosidad , de la grandeza de alma y de las otras virtudes hermanas de éstas, y conocemos sus contrarios los vicios, ideas que se nos ofrecen en mil objetos diferentes, y las distinguimos de un golpe á ellas y á sus imágenes donde quiera que se encuentren, sea en grande, sea en pequeño , sin despreciar nunca su conocimiento , persuadidos de que baxo qualquier forma que ellas se presenten, son el objeto de la misma ciencia y del mismo estudio? Glauc. No pende ser de otro modo. Soc. Por consiguiente, no seria el mas hermoso espectáculo para el que fuese capaz de probarle , aquel de una alma en la qual se encontrasen todas las virtudes , y un concierto perfecto entre ellas y las acciones exteriores , formadas sobre el mismo modélo? Glauc. Ciertamente que si. Soc. Pues lo que es muy hermoso, es tambien muy amable. Glauc. No puede menos. Soc. Luego el que es verdaderamente músico no podria menos de amar á los hombres en quienes encontrase este hermoso concierto ; y dexar de amar á aquellos en quienes no le descubriese. Glauc. Si este defecto de consonancia estuviese en el alma , convengo en ello; pero si solo se encuentra en el cuerpo no se desdeñará de amarles. Soc. Conozco que vos habeis amado , ó que amais al presente alguna persona de este carácter, y lo apruebo ; pero decidme, la templanza y el placer excesivo pueden encontrarse juntos? Glauc. Cómo podria ser esto, quando el exceso del placer no turba menos al alma , que el exceso del dolor? Soc. Se encuentra á lo menos con las otras virtudes ? Glauc. Nada menos que eso. Soc. Y qué? se advierte junto el excesivo deleite con la insolencia y la disolucion? Glauc. Muchisimo. Soc. Conoceis por suerte un placer mas grande y mas vivo que el del amor sensual? Glauc. No , ni tampoco conozco ninguno mas furioso. Soc. Al contrario , el amor que es conforme á razon, es un amor sábio y concertado de lo honesto y de lo hermoso. Glauc. Esto es verdad. Soc. Luego á este amor racional no se le debe añadir nada de furioso, nada que sepa á disoluto. Glauc. Ciertamente que no. Soc. Luego no debe pegarsele el deleite sensual ; y las personas que se aman con un amor legítimo , deben desterrarle absolutamente de su trato. Glauc. En verdad , Sócrates, que deben excluirle enteramente. Soc. Segun esto , parece, que en el estado , cuyo plan formamos aquí, establecereis vos una ley expresa que mande , que las muestras de benevolencia que el amante diese al objeto amado en su amistad, compañía y trato , sean de la misma naturaleza que las de un padre á su hijo y por fines honestos ; de suerte que en el comercio que tenga con aquel á quien ama , jamás dé lugar á sospechas de que aspire á cosas mayores ; pues de otro modo pasará por la nota de desconcertado y deshonesto. Glauc. Convengo en ello. Soc. Os .parece que nos falta aún por decir alguna cosa tocante á la música ? Nuestro discurso á lo menos acabó donde debía acabar ; porque toda conversacion sobre la música debe terminarse en el amor de lo hermoso. Glauc. Así es.


Soc. Despues de la música , hemos de ejercitar nuestra juventud en la gymnastica. Glauc. No hay inconveniente. Soc. Es menester pues , que se dediquen á ella seriamente desde la niñez y continúen por toda la vida: voy á exponer mi modo de pensar sobre esto ; prestadme vos atencion. Á mi no me parece, que el cuerpo por muy bien acondicionado que sea, haga por su virtud buena al alma; antes al contrario que el alma buena por su virtud propia comunica al cuerpo toda la perfeccion de que es capaz. A vos qué os parece? Glauc. Yo siento lo mismo. Soc. Luego, si despues de haber cultivado el alma con el mayor cuidado, dexasemos al suyo el formar el cuerpo , contentandonos con indicarle el modo , por no alargarnos demasiado , no hariamos nosotros bien? Glauc. Perfectamente. Soc. Pues ya diximos, que no se habia de permitir la embriaguez á nuestros guerreros , porque á ninguno menos qué á un custodio le conviene embriagarse y no saber dónde está. Glauc. En efecto seria cosa ridicula que un custodio necesitase de guarda. Soc. En quanto á la comida qué diremos? no es cierto que nuestros guerreros son tinos atletas destinados al mayor de los combates? Glauc. No tiene duda. Soc. El régimen de los atletas ordinarios convendriales á dicha? Glauc. Podria ser. Soc. Este régimen es muy soñolento y poco seguro para la salud. No veis vos que nuestros atletas pasan la vida durmiendo , y que por poco que se excedan del régimen que tienen prescripto , caen en grandes y muy peligrosas enfermedades? Glauc. Esto se vé todos los dias. Soc. Necesitaremos pues de un régimen ménos escrupuloso para nuestros atletas militares, que deben estar, como los perros, siempre alerta, verlo todo y oirlo todo , mudar freqüentemente en los exércitos de comida y de bebida, sufrir el frio y el calor, y tener por consiguiente el cuerpo á prueba de todas las fatigas , á fin de no enfermar con facilidad. Glauc. Yo pienso lo mismo.

Soc. Pero la mejor gymnástica , acaso no seria hermana de la música simple , de que hablabamos nosotros apenas hace un momento? Glauc. Cómo decis vos? Soc. Yo entiendo una gymnástica simple, moderada, tal qual debe ser, sobre todo para los guerreros. Glauc. En qué consiste ésta? Soc. Qualquiera puede aprenderlo de Homero. Vos sabeis que en la mesa de sus héroes delante de Troya, no les sirve pescados, sin embargo de estar acampados junto al Helesponto, ni viandas cocidas, sino solamente asadas ; aparejo cómodo para gente de guerra, á quienes , por decirlo en una palabra, es mas fácil asar inmediatamente al fuego sus viandas, que 1levar tras si una bateria de cocina. Glauc. Esto es muy cierto. Soc. Ni tampoco creo que Homero hiciese mencion de guisados: los atletas mismos saben que deben abstenerse de todo esto, quando quieren conservar la salud. Glauc. Lo saben muy bien , y se abstienen. Soc. Si este género de vida os agrada, amigo mio, no seránde vuestra aprobacion las esplendidas mesas deSiracusa, ni la variedad de manjares tan de moda en Sicilia. Glauc. Ciertamente que no. Soc. Pues tambien reprobareis la glotoneria y afeminado luxo Corintio (28), en gentes que quieran disfrutar de una salud robusta? Glauc. Y mucho. Soc. Igualmente despreciareis las golosinas del Attica que parecen tan regaladas? Glauc. Sí, como por necesidad. Soc. Paréceme pues , que con razon puede decirse , que esta multitud y esta delicadeza de maniares , es en órden á la gymnástica, lo que respecto de la música una melodia en la qual entran todos los tonos y todos los números. Glauc. Esta comparacion es muy propia. Soc. Aqui la variedad produce el desorden; alli engendra la enfermedad. En la música , la sencillez hace al alma sabia ; en la gymnástica , dá salud al cuerpo. Glauc. Es mucha verdad.


Soc. Pero en una ciudad donde reynan la disolucion y las enfermedades, tardarán mucho en abrirse tribunales y curanderias sin número, y dexarán de estár bien pronto en gran reputacion la jurisprudencia y medicina, quando muchos de los ciudadanos se apresuren por ir á ellos? Glauc. Es regular que así suceda. Soc. Habrá pues en una ciudad señal mas segura de una mala y perversa educacion, que la necesidad de médicos y jueces hábiles , no solo para los artesanos y pueblo baxo , sino aún para los que se glorian de haber sido educados como personas libres? No es cosa vergonzosa y una prueba de muy mala crianza, verse obligado á recurrir á una justicia de prestado , por carecer de esta virtud en si mismo , y establecer á los otros señores y jueces de su derecho? Glauc. No hay cosa mas vergonzosa. Soc. Mas no te parece que aun es mas feo y torpe , no solo el pasar gran parte de la vida en tribunales , siguiendo y defendiendo procesos, sino aún el que envanecido por una soez jactancia , conozca tan poco el verdadero mérito , que se glorie de ser sagáz, como si fuese cosa muy apreciable poder hacer mal á otros , y saber todos los rodeos y todas las astucias , y tener recurso á toda especie de subterfugios para evadirse de las penas merecidas, y esto que las mas veces no se trata sino de cosas despreciables y de nada , no sabiendo que es infinitamente mas hermoso y mas útil arreglar de tal modo su vida, que no tenga necesidad que un juez pase la noche en vela expresamente por él? Glauc. En efecto es , como vos decís , esto es el colmo de la vileza. Soc. Acaso parece menos vergonzoso recurrir sin cesar á los médicos, que no sea en caso de heridas ó de alguna otra enfermedad estacionaria , y llenarse el cuerpo de humores y ventosidades, como si fuesen unos lagos , por llevar esta vida voluptuosa y holgazana que acabamos de describir, y de haber obligado á los discípulos de Esculapio á inventar para estas enfermedades los nombres nuevos de flatos y fluxiones ? Glauc. En verdad que estos nombres de enfermedades son nuevos y extraordinarios. Soc. Y desconocidos , segun creo , en tiempo de Esculapio (29). Lo que me obliga pensar así, es que sus dos hijos que se encontraron en el sitio de Troya, y estaban presentes quando se le dió á Eurypylo herido un brevage compuesto ele vino pramnio [26] , de harina y de queso , cosas todas muy propias para fomentar la pituita , no riñeron á la muger que lo presentó, ni á Patroclo que aplicó á su haga el medicamento. Glauc. Sin embargo extraña bebida era ésta para un hombre que se hallaba en tal estado. Soc. Vos juzgareis de otro modo si reflexionais que ántes de Herodico (30) los discipulos de Esculapio no se servian de este método de curar tan de moda hoy dia, de conducir como por la mano las enfermedades , en ademán de pedagogo. Porque Herodico habia sido maestro del gymnasio , y por el tiempo haciendose achacoso , hizo una mezcla de la medicina y de la gymnástica, de la que se sirvió primero para atormentarse á sí mismo, y despues para atormentar á otros muchísimos. Glauc. Cómo fué esto? Soc. Procurandose una muerte lenta : porque como su enfermedad era mortal, y no podia curarla enteramente , él se obstinó en seguirla paso á paso, descuidando todo lo demas por dedicar á medicinarse toda su atención , devorado siempre de inquietudes á poco que se apartase de su régimen ; de suerte que á fuerza de industria y de cuidados llegó hasta la vejéz , arrastrando una vida moribunda. Glauc. Hermoso fruto pues cogió de su arte. Soc. El que merecia , por no haber sabido, que Esculapio , no por ignorancia, ni por falta de experiencia, dexo de ensenar á sus descendientes este método de tratar las enfermedades, sino porque sabia que en toda ciudad bien civilizada cada qual tiene su ocupacion, que debe desempeñar , y que á nadie le queda tiempo para pasar su vida, medicinandose. Nosotros mismos observamos lo ridículo de este abuso en las gentes de oficio , aunque en los ricos, y en los que son tenidos por felices no lo notamos. Glauc. Cómo es esto? Soc. Si enfermase un carpintero , para libertarse de su mal pediria al médico un vomitivo, ó un purgante, ó si fuese menester , que le aplícase el hierro y el fuego. Pero si le prescribiese un largo régimen, aplicándole cataplasmas en la cabeza y lo que á esto se sigue , bien pronto diria, que él no tiene tiempo para estár enfermo , ni le es ventajoso vivir renunciando á su trabajo para no ocuparse de otra cosa que de sus, males. En seguida despediria al tal médico , y emprendiendo de nuevo su trén de vida ordinario , ó bien recobrando la salud , se dedicaría á su oficio, ó si su cuerpo no pudiese resistir la fuerza de la enfermedad, vendria la muerte en su socorro y le sacaria del embarazo. Glauc. En verdad que á esta especie de gentes parece convenir este modo de curar las .enfermedades. Soc. Y por qué es esto? porque .tienen una ocupacion , sin cuyo exercicio ellos no pueden vivir. Glauc. Es evidente. Soc. En lugar que el rico, segun decíamos , no tiene oficio ninguno el qual no pueda abandonar sin aventurar su subsistencia. Glauc. Así se dice.


Soc. Acaso no oiste lo que dice Phocylides, que se debe cultivar la virtud mientras dure la vida? Glauc. Creo haberlo ya oido. Soc. No disputemos pues á Phocylides (31) la verdad de esta máxima ; pero veamos por nosotros mismos, supuesto que el rico debe aplicarse á la virtud y el que se descuida en este estudio no es digno de que viva , veamos; digo yo , si esta afectacion de mantener en su casa la enfermedad , que impide al carpintero y á los otros artífices dedicarse á sus oficios, no impide tambien el cumplir el precepto de Phocylides. Glauc. Por cierto , no hay cosa que ponga mayor obstáculo, que este excesivo cuidado de su cuerpo , que se adelanta á mucho mas que las reglas de la gymnástica. Soc. En efecto que este cuidado perjudica mucho á la administracion de los negocios domésticos y públicos, tanto en guerra como en paz: y lo que es mas , que es incompatible con el estudio de qualquier ciencia y con la meditacion y reflexion, imaginandose tener á la continua dolores y vahidos de cabeza, cuya causa nunca dexa de atribuirle á la filosofía; de suerte que en donde quiera que se encuentra este cuidado , impide enteramente exercitar la virtud y acrisolarla , porque hace que crea uno siempre estár enfermo y que no cese de quejarse de la mala disposicion de su cuerpo. Glauc. Esto es muy regular. Soc. Digamos pues que estos fueron los motivos que determinaron a Esculapio á no exercer la medicina, sino en aquellos que siendo de buena complexion y llevando una vida frugal, son sorprendidos de alguna enfermedad pasagera é impensada; y le movieron á expeler las causas del mal por medio de las medicinas, ó á cortarlas por medio de las incisiones, sin alterar en nada el tren de vida ordinaria , á fin que al estado no resultase daño alguno. Pero en orden á los cuerpos interiormente mal dispuestos, jamás tuvo por conveniente emprender prolongarles la vida y trabajos por un régimen seguido de remedios externos é internos propinados de intento , ni de ponerles en el caso de dar al estado como es consiguiente , otros tales hijos como ellos. Creyó tambien en fin que no debian curarse aquellos que por su mala constitucion no pueden llegar al término ordinario de la vida señalado por la naturaleza ; porque esto ni 1 es traia cuenta á ellos, ni tampoco al estado. Glauc. Vos me pintais á Esculapio como gran político. Soc. Es evidente que lo era , y sus hijos lo acreditan. No veis vos quan esforzados se mostraron en el sitio de Troya , y como en el exercicio de su arte siguieron las reglas que yo acabo de decir? No os acordais , que quando Menelao fué herido de una flecha por Pandaro, se contentaron ellos [27] con chupar la herida , y aplicar apositos lenitivos , sin prescribirle , no mas que á Eurypilo, lo que debia beber y comer. Como que bien sabian que remedios simples bastan para curar guerreros, que antes de sus heridas eran sobrios y de un buen temperamento, aunque aconteciese haber bebido en aquel momento vinos compuestos (32). En quanto á los que están sujetos á enfermedades y á la intemperancia, creyeron ellos, que ni era interés suyo, ni tampoco del público que se les prolongase la vida, ni que la medicina se habia inventado para los tales, ni que ellos debiau curarlos, aunque fuesen mas ricos que lo habia sido Midas (33). Glauc. Cosas maravillosas decis vos de los hijos de Esculapio. Soc. Nada digo , que no deba ser asi: con todo los poetas trágicos y Findaro no son de nuestra opinion. Dicen ellos de Esculapio que era hijo de Apolo, y al mismo tiempo que fué inducido por dinero á curar un hombre rico atacado de una enfermedad mortal ; y que por esta causa fué herido de un rayo. Por lo que á nosotros hace, conforme á lo que mas arriba deciamos, no daremos fé á las dos partes de esta relacion. Si Esculapio era hijo de un Dios, diremos nosotros,,no era codicioso de una ganancia sórdida ; ó bien, si él era avaro , no era hijo de un Dios.

Glauc. Vos teneis mucha razon, Socrates; pero respondedme : no es preciso que nuestra ciudad esté provista de buenos médicos? y pueden ellos por ventura llegar á serlo, de otro modo que trabajando sobre toda especie de temperamentos buenos y malos ? Del mismo modo, puede uno ser buen juez, sin haber experimentado hombres de todos los caracteres? Soc. Sin duda, quiero yo que tengamos buenos médicos y buenos jueces. Pero sabeis vos acaso, á quienes tengo yo por tales? Glauc. No , si vos no me lo decis. Soc. Esto es lo que voy á hacer : bien que vos hayais comprehendido en la misma pregunta dos cosas muy diferentes. Glauc. Cómo ? Soc. Aquellos por cierto saldrian excelentes médicos , que sobre haber aprendido á fondo los principios de su arte , se hubieran exercitado desde la juventud en un gran número de cuerpos enfermizos, y que fuesen ellos mismos de una complexion mal sana, y hubiesen estado sujetos á toda especie de enfermedades ; porque soy de sentir que no por medio del cuerpo (34), los médicos curan el cuerpo , de otro modo jamás estaria él enfermo; sino por medio del alma, la qual no podria curar qualquier mal que este fuese , estando ella misma enferma (35). Glauc. Está muy bien dicho. Soc. Pero el juez , amigo mio , aunque tenga que gobernar el alma de otro por la suya, no tiene necesidad de tratar desde su juventud con hombres corrompidos y perversos, ni de haber cometido él mismo toda especie de delitos ; á fin de conocer con prontitud la injusticia de los otros por la suya propia, á la manera que el médico juzgaria por sus enfermedades de aquellas de los demas. Al contrario es menester que su alma sea pura en la juventud y exenta de todo vicio ; á fin que su bondad le haga discernir mas seguramente lo que es justo. Esta es la causa por qué los hombres de bien en su juventud parecen necios, y fácilmente son seducidos por los artificios de los injustos, como que nada observan en sí de lo que pasa en el corazon de los malos. Glauc. Es verdad que les sucede á menudo el ser engañados. Soc. Segun esto para que uno sea buen juez no conviene que sea jóven, sino anciano , que haya aprendido tarde lo que es la injusticia, que la haya estudiado por mucho tiempo no en sí mismo , sino en los otros , y que distinga el mal del bien, mas por el conocimiento y la reflexion , que por su propia experiencia. Glauc. Es cierto que un juez de este carácter seria muy hábil. Scc. Sin duda; y ademas seria buen juez, que es lo que vos me pediais. Porque el que tiene el alma buena , es bueno. Pero las gentes sagazes y maliciosas , consumadas en la injusticia , y que se tienen por hábiles y sábias, solo se manifiestan astutas quando tratan con otras sus semejantes, porque su propia conciencia les advierte que estén alerta contra ellas. Mas quando se hallan con gentes de bien , avanzadas ya en edad , entonces se descubre su carácter fátuo y malvado en sus desconfianzas y sospechas fuera de propósito, y se vé que ellos ignoran lo que es la rectitud y la franqueza , por no tener en si mismos un modélo de estas virtudes , y que si pasan mas por. hábiles que por ignorantes á sus ojos y á los del vulgo, es porque tratan mas con los malos que con los hombres de bien. Glauc. Esto es una verdad. Soc. No debemos pues buscar un juez de este carácter , como bueno y justo ; sino al que sea tal, qual yo dixe al principio. Porque la maldad no puede conocerse á fondo á si misma, ni conocer la virtud ; mas la, virtud ayudada de la reflexion y del largo trato de los hombres , se conocerá á sí misma, y conocerá el vicio. Por tanto , en mi opinion, la verdadera prudencia será propia del hombre virtuoso , y no del malo. Glauc. Yo pienso como vos. Soc. En conseqüencia , establecereis vos en nuestra república una medicina y una jurisprudencia, quales acabamos de decir , que se limitarán al cuidado de aquellos que recibieron de la naturaleza un cuerpo sano y una alma hermosa ; y en quanto á los que recibieron un cuerpo mal complexionado, se les dexará morir (36), y serán castigados con pena de muerte aquellos , cuyas almas malas son incorregibles. Glauc. Esto es lo que puede hacerse , como mas ventajoso para las tales personas y para el estado. Soc. Es evidente tambien que nuestra juventud criada en los principios de esta sencilla música , que hace nacer en el alma la templanza, se portará de modo que no tenga necesidad ninguna de la jurisprudencia. Glauc. No hay duda. Soc. Y si ella sigue las mismas nuellas en la gymnástica , conseguirá si quiere , pasarse sin médicos , sino en caso de necesidad. Glauc. Asi lo pienso. Soc. En los exercicios del cuerpo que ella emprenderá , se propondrá sobre todo aumentar y despertar el valor, mas bien que acrecentar las fuerzas: como hacen los otros atletas, que no atienden sino á esto , y no guardan régimen , ni se exercitan en los trabajos , sino para hacerse mas robustos. Glauc. Muy bien. Soc. Creeriais vos, mi amado Glaucon, como otros muchos se lo imaginan , que la música y la gymnástica hayan sido establecidas, la una para formar el alma , la otra para curar el cuerpo? Glauc. Por qué me haceis esta pregunta? Soc. Es que me parece que la una y la otra fueron establecidas principalmente para el alma. Glauc. Cómo es esto? Soc. Habeis vos advertido la disposicion del ánimo en aquellos que se han aplicado toda su vida solamente á la gymnástica ó á la música? Glauc. De qué disposicion hablais. Soc. De Aquella por la qual los unos son duros y feroces , los otros blandos y afeminados. Glauc. Yo he notado que los que se dán puramente á la gymnástica contraen por lo comun mucha ferocidad , y los que no han cultivado sino la música son de una molicie que no les hace honor. Soc. Con todo , esta ferocidad no puede venir sino de un natural ardiente y fogoso , que bien cultivado produciria el valor y grandeza de alma; pero que si se agria mas de lo que es debido , degenera infaliblemente en dureza y brutalidad. Glauc. Así lo creo. Soc. Y la dulzura no es señal dé un carácter filósofo? La qual si la relaxais demasiado , se convierte en molicie; mas si se la cultiva como es debido , en urbanidad y modestia. Glauc. Esto es cierto. Soc. Nosotros pues queremos que nuestros guerreros reunan en si estos dos caracteres. Glauc. Asi es. Soc. Luego es menester encontrar el medio de concertarlos entre sí. Glauc. Sin duda. Soc. Y su concordia hace al alma á un tiempo valerosa y moderada. Glauc. Sí por cierto. Soc. Pero su desunion la hace cobarde, ó feroz. Glauc. Y mucho.

Soc. Luego quando un hombre entregandose todo entero á la música , en especial á estas armonias dulces , moles y lúgubres , la dexa insinuarse y como correr dulcemente en su alma por el canal del oido,y que pasa toda la vidá como distraido , por decirlo asi, y encantando con la hermosura del canto : no es cierto que el efecto primero de la música es enmollecer su esfuerzo, casi del mismo modo que se ablanda el hierro, y doblar y hacer manejable esta dureza que le hacia antes inútil ó de un trato áspero é indigesto ? Mas si continúa por mucho tiempo entregandose con entusiasmo , este. mismo valor se debilita- y se derrite poco á poco hasta liquidarse, su alma se enerva, y en adelante no es mas que un guerrero cobarde y sin aliento. Glauc. Vos teneis mucha razon. Soc. Y si desde luego recibió de la naturaleza un ánimo débil y blando, dicho efecto se verifica muy pronto; pero si es naturalmente animoso, en debilitandose su esfuerzo , se hace precipitado, irritandose y aplacandose fácilmente por muy ligeros motivos; de modo que en lugar de ser valeroso, no es otra cosa que un colérico , iracundo y fantástico. Glauc. En efecto esto sucede. Soc. Pero si este hombre se aplica y se exercita en la gymnástica, y se dedica á comer mucho , descuidando enteramente la música y la filosofía; desde luego, no tomará su cuerpo muchas fuerzas , y en su ánimo se hará mas atrevido, mas escorzado, y mas intrépido que lo era antes ? Glauc. No tiene duda. Soc. Mas si no hace otra cosa , y si no tiene comercio ninguno con las musas , su alma , que acaso sentia en lo interior de si misma un deseo de aprender, no siendo cultivada con ciencia alguna , con ninguna indagacion , con ningun trato , ni con ninguna otra parte de la música, no llegará insensiblemente á hacerse débil, sorda y ciega, á causa del poco cuidado que se tomó en dispertar, fomentar y purificar los órganos de sus conocimientos ? Glauc. Asi debe suceder. Soc. Vedle pues ya constituido enemigo de las letras y de las musas : ya no se vale de la persuasion para conseguir sus fines , sino qual bestia feroz emplea á todo trance la fuerza y la violencia, y vive en la ignorancia y groseria, destituido de toda gracia y civilidad. Glauc. Enteramente se verifica lo que vos decís. Soc. Creo' pues , que no para cultivar el alma y el cuerpo (porque si este último saca algun provecho es solo por casualidad) ; sino para cultivar el alma sola y perfeccionar en ella el valor y espiritu filosófico, regaló algun Dios á los hombres la música y la gymnastica; esto es, para concordarlas entre sí, tirandolas y afloxandolas á propopósito y en una justa medida. Glauc. Apariencias hay que tal haya sido la intencion de los dioses. Soc. Aquel pues que encontró el temperamento justo de estas dos artes ; y que las aplica como conviene á su alma, merece con mas justo título el nombre de músico , y posee mejor la ciencia de la armonia , que aquel cuyo arte se limita á saber templar un instrumento. Glauc. Y con mucha razon, amado Sócrates. Soc. Pero, mi amado Glaucon, podrá subsistir nuestra república, sino tiene siempre al frente un hombre de este carácter para gobernarla? Glauc. No, absolutamente necesita de uno semejante. Soc. Ved pues aquí casi concluidos los modélos de la educacion y crianza de nuestra juventud; porqué seria inútil alargarse mas sobre lo que mira á los bayles , á la caza , en especial la de perros, y á los combates gymnicos y eqüestres; siendo evidente que en todo esto se deben seguir los principios que hemos establecido, de los quales no seria difícil sacar las consecuencias. Glauc. Creo seguramente que no fuese ésto muy dificil.


Soc. Ea pues , qué es lo que tenemos que arreglar ahora ? No es por fortuna la eleccion de los que deben mandar, y los que deben obedecer ? Glauc. Si. Soc. Claro está pues, que los viejos deben mandar, y los jóvenes obedecer. Glauc. Es evidente. Soc. Y que entre los viejos deben escogerse los mejores. Glauc. Tambien es cierto. Soc. Quáles son los mejores labradores? Sin duda aquellos que entienden mejor la agricultura. Glauc. Sí. Soc. Ahora pues, debiendose elegir los mejores de los custodios del estado , á dicha no serán aquellos que tienen mas exactitud y vigilancia por el bien de la república? Glauc. Ciertamente. Soc. Luego para esto es menester que con la prudencia y autoridad necesaria , junten mucho zelo por el bien público. Glauc. Es asi. Soc. Pero de ordinario cada qual se interesa mas por aquello que mas estima. Glauc. Es como preciso. Soc. Y se estiman mas las cosas , cuyos intereses son inseparables de los nuestros , y quando se está en la persuasion, que de la dicha ó desgracia de aquellos , pende nuestra felicidad ó desventura. Glauc. Esto es verdad. Soc. Elijamos pues entre todos los custodios , aquellos que precedido un duro examen, nos habrán parecido toda la vida mas solícitos en hacer lo que han creido mas útil al bien público, y á quienes jamás pudieron empeñar á que obrasen contra los intereses del estado por quanto tiene el mundo. Glauc. En efecto son estos los que mas nos convienen.


Soc. Pero á mi me parecia , que seria conveniente seguirles en todas sus edades * y observar de cerca , si son constantemente rieles á esta máxima, y si acaso la seduccion, ó la violencia, olvidados de sí mismos , les hizo alguna vez perder de vista la obligacion de trabajar por lo mas provechoso al bien público. Glauc. Cómo podrian ellos perder de vista esta obligacion? Soc. Yo os lo diré. Las opiniones, creo yo , que de dos modos salen de nuestro ánimo, ó de grado ó por fuerza. Renunciamos de buena voluntad las opiniones falsas, quando se nos desengaña : y abandonamos á pesar nuestro las que son verdaderas. Glauc. Comprehendo muy bien el primer modo: pero no alcanzo el segundo. Soc. Pues qué ? no concebis vos que los hombres se privan del bien con repugnancia, y con gusto del mal? Por ventura , no es un mal apartarse de la verdad , y un bien encontrarla ? Y á dicha no es encontrar la verdad, tener una opinion justa de cada cosa ? Glauc. Vos teneis razon. Yo concibo que los hombres á pesar suyo renuncian las opiniones verdaderas. Soc. Pero este mal no puede acaecerles sino por sorpresa , ó por embahucamiento , ó por violencia. Glauc. No os entiendo. Soc. Yo debo valerme de expresiones extraordinarias. Digo pues, que por renunciar alguno por sorpresa la opinion , entiendo la disuasion y el olvido. Este es obra del tiempo, aquella de las razones que insensiblemente se introducen en lugar de las nuestras. Me entendeis ahora? Glauc. Si. Soc. Por la violencia entiendo el tormento y el dolor que obligan á algunos á mudar de opinion. Glauc. Comprehendo esto y vos teneis razon. Soc. Por el embahucamiento , creo yo, y sin trabajo entendereis vos , que son aquellos que mudan de opinion , ó seducidos por el atractivo del placer , ó por el temor de algun mal. Glauc. En efecto que puede mirarse como un encanto quanto nos hace ilusion. Soc. Á nosotros pues nos toca el observar , segun poco ántes decia, quales se manifiestan mas fieles á la máxima , de que se debe hacer todo lo que se tenga por mas útil al estado. De consiguiente, se les ha de probar desde la infancia , poniendoles en ocasiones en que puedan fácilmente olvidar este precepto , y dexarse engañar ; y se ha de elegir aquel que mas fielmente le conserve en su memoria , y sea mas dificil de seducir , y desecharse los demas. No es así? Glauc. Así es.


Soc. En seguida se les ha de poner á la prueba del trabajo y del dolor, y observar como los sufren. Glauc. Muy bien. Soc. Por último , se les ha de ensayar en el prestigio y seduccion, practicando con ellos , lo que se hace con los potros, que los acercan á los ruidos y estrépitos para ver si son timidos: del mismo modo , siendo aún jóvenes se les ha de meter en medio de objetos Terribles y seductivos, probandolos con mas cuidado que se prueba el oro en el fuego, para descubrir si hay algunos sobre quienes en todos estos lances nada puede el atractivo , y si atentos siempre á velar sobre sí mismos, y á conservar en la memoria las lecciones de música que recibieron , hacen ver en toda su conducta, que su alma está arreglada por las leyes del número y de la armonia , y que son tales , en una palabra, quales deben serlo para ser útiles á sí mismos y á la pátria. Y estableceremos por cabeza y defensor de la república, al que en la infancia, en la juventud, y en la edad varonil habrá pasado siempre por todas estas pruebas , saliendo incorrupto : y le colmaremos de honores en vida, y despues de su muerte le erigiremos un magnifico sepulcro , con todos los otros monumentos que puedan ilustrar su memoria: pero á los que no sean de este carácter los reprobaremos. Tal es á mi parecer, amado Glaucon , el modo con que debemos portarnos en la eleccion é institucion de nuestros gefes y custodios , manifestado en globo (37) y confusamente , y no con la exactitud que debiera decirse. Glauc. Lo mismo me parece á mí. Soc. Luego con razon se deben mirar estos como los primeros y legitimos defensores del estado, tanto en orden á los enemigos externos , quanto respecto de los ciudadanos en lo interior , para quitar á estos la voluntad , y á aquellos el poder de ofenderle; pues los jóvenes , á quienes ántes dabamos el título de custodios, no son sino ministros y executores de las resoluciones de los magistrados. Glauc. Yo así lo pienso.

Soc. De qué maña nos valdriamos ahora para persuadir á los magistrados , ó á lo menos á los otros ciudadanos, una de aquellas mentiras, que hemos dicho nosotros que eran de grande provecho, quando se decian á propósito? Glauc. Quál es esta mentira , si no lo llevais á mal? Soc. No es nueva (38), tuvo ya principio en Phenicia, y segun dicen los poetas y parece lo persuadieron, éste es un hecho real y efectivo acaecido en varias partes. Mas en nuestros dias no ha sucedido, ni tampoco sé si sucederá jamás; y el persuadir á alguno de su realidad , no es negocio de pequeña importancia. Glauc. Quánto trabajo os cuesta decir lo que es! Soc. Quando lo hayais entendido , vereis vos que no me detengo sin fundamento. Glauc. Decidlo, y no temais. Soc. Voy á decirlo: pero en verdad no sé dónde tomar la osadia y las expresiones de que es preciso valerme. Procuraré primero persuadir á los magistrados y á los guerreros despues al resto de los ciudadanos, que ellos no han recibido , sino ea sueños la educacion que nosotros les hemos dado, que en realidad ellos han sido formados y criados en el seno de la tierra , ellos, sus armas y todos sus haberes : que despues de haberles formado , la tierra su madre los dió á luz , y que ahora deben mirar como á su madre y nodriza la region que ellos habitan, para defenderla contra qualquiera que se atreviese á tomarselas con ella, y tratar á los otros ciudadanos como á hermanos suyos , nacidos, como ellos , de la misma tierra. Glauc. No sin motivo dudabais vos al principio contarnos esta fábula. Soc. Convengo en ello : pero pues que he empezado , escuchad lo demas. Vosotros todos sois hermanos les diria yo : mas el Dios que os ha formado hizo entrar el oro en la composicion de aquellos de vosotros que son propios para gobernar ; por lo qual son ellos los mas preciosos. Mezcló plata en la formacion de los guerreros : y en la de los labradores y demas artesanos hierro y cobre. Luego pues que teneis vosotros todos un origen comun , vosotros tendreis regularmente hijos que se os asemejen. Pero podrá suceder que un ciudadano de raza de oro tenga un hijo de raza de plata , y que otro de raza de plata dé al mundo un hijo de la de oro, y que suceda lo mismo respecto de las otras razas. Por tanto, manda Dios principalmente á los magistrados, que se ocupen sobre todo en conocer de qué metal está compuesta el alma de cada uno de sus hijos : y si encontrase en ellos alguna mezcla de hierro ó de cobre, que no les hagan ninguna gracia, sino que los echen al estado que corresponda á su naturaleza, ora sea de artesano, ora de labrador. Tambien quiere Dios, que si estos últimos tienen hijos que participan del oro, ó de la plata , que los levanten á estos á la condicion de guerreros , y á aquellos á la dignidad de magistrados: porque hay un oráculo (39) , que dice , que la república perecerá, quando sea gobernada por el hierro , ó por el cobre. Sabeis vos algun medio de persuadirles que esta fábula es una verdad? Glauc. Yo no encuentro ninguno de convencer á estos de quienes hablamos: pero bien creo que se podrá persuadir esto á sus hijos , y á los que nacerán despues. Soc. Pues esto nos bastará para inspirarles el amor de la patria y de sus conciudadanos , porque algo entiendo de lo que vos quereis decir: y esta invencion tendrá los buenos efectos que quisiese darle la fama (40). Armemos ahora estos hijos de la tierra, y hagamosles abanzar baxo la conducta de sus gefes. Acerquense ellos , y escojan en nuestro estado el lugar mas á proposito para acampar , de donde puedan reprimir mejor las sediciones de los de dentro, en caso de no querer obedecer á las leyes, y rechazar los ataques de los de fuera , si el enemigo viene como un lobo á caer sobre el rebaño. Fixados ya los reales y hechos los sacrificios á quien conviene que se hagan, levantarán para ellos las tiendas de campaña. No es así ? Glauc. Asi es. Soc. Tales que puedan ellas defenderles del frio y del calor. Glauc. Sin disputa; porque me parece que hablais vos de posadas. Soc. Si, de posadas de militares, pero no de banqueros. Glauc. Qué diferencia poneis de lo uno á lo otro ? Soc. Yo os lo explicaré. No habrá cosa mas triste y vergonzosa para los pastores que criar para la guarda de sus ganados perros , cuya intemperancia , hambre ó algun otro apetito desordenado , les incitase á maltratar las reses que se les habian confiado, y de perros que debian ser, convertirse en lobos rapaces. Glauc. No podia menos de ser cosa muy triste. Soc. Cuidemos pues de todos modos que nuestros guerreros no hagan lo mismo respecto de los otros ciudadanos , tanto mas , que tienen ellos la fuerza en la mano; y que en vea de ser sus defensores y protectores, se conviertan en duros desporas. Glauc. Es muy esencial prevenir este desorden. Soc. Pero el modo las seguro de prevenirle , no seria darles una excelente educacion? Glauc. Ellos ya la han recibido. Soc. No me atreveria yo á asegurarlo, mi amado Glaucon. Mas lo que hay de cierto es, como poco hace deciamos, que una buena educacion , qualquiera que ésta sea , les es necesaria para el punto mas interesante , que es tener dulzura para consigo mismos y para con aquellos á quienes están encargados de defeader. Glauc. Esta es mucha verdad. Soc. Sobre esta educacion , todo hombre de juicio convendrá en que las casas y posesiones que se les señalen, deban ser tales, que no les impidan, que sean excelentes custodios , ni les inciten á hacer mal á sus conciudadanos. Glauc. Y con razon convendria. Soc. Ved pues , si el género de vida y especie de alojamiento que yo les propongo, son adaptados á este fin. Yo quiero primeramente que ninguno de ellos tenga cosa que le sea propia , á menos que esto sea absolutamente necesario. Ademas que ni tengan casa , ni despensa, donde todo el mundo no pueda entrar. En quanto á comestibles , estarán encargados los otros ciudadanos de subministrarles lo conveniente á guerreros sobrios y esforzados, como justa recompensa de sus servicios , en términos que ni les sobre, ni les falte para el año. Á las horas de comer, que se vayan juntos al rancho, y que hagan (41) vida comun qual conviene á guerreros acampados. Deseles á entender que los dioses pusieron en su alma oro y plata divinos , y de consiguiente que no necesitan del oro y plata de los hombres, ni les es permitido contaminar la posesion de este oro inmortal, con la liga del otro terrestre ; por quanto el oro que tienen ellos es puro y acrisolado, en vez que aquel de los hombres ha sido en todos tiempos origen de muchas impiedades. Por tanto ellos son los solos á quienes no es lícito manejar, ni siquiera tocar el oro ni la plata , ni aún introducirlos donde habitan , ni ponerlos sobre sus vestidos , ni beber en copas de oro ó de plata: y que este es el único medio de conservarse ellos y el estado. Pero que en el momento que ellos tengan tierras , casas y caudales propios, en vez de defensores , se convertirán en mayordomos y labradores ; y en vez de auxiliares del estado, en enemigos y tiranos de sus compatriotas : pasarán la vida en aborrecerse mutuamente y armarse asechanzas unos á otros , y tendrán mas que temer de los enemigos de adentro , que de los de afuera , corriendo ya entonces apresuradamente á su ruina, así ellos , como toda su republica. Estas son las razones que me han precisado hacer este reglamento tocante á la habitacion y posesiones de nuestros guerreros. Os parece que hagamos de esto una ley , ó no? Glauc. Convengo en ello.

  1. 11. Odys. v. 488.
  2. 20. Ilia. v. 64.
  3. 23. Ilia. v. 103.
  4. 10. Odys. v. 495.
  5. 22. Ilia. v. 362.
  6. 23. Ilia. v. 209.
  7. 24. Odys. v. 6.
  8. 24. Ilia. v. 10.
  9. 22. Ilia. v. 414.
  10. 18. Ilia. v. 45. Thetis.
  11. 22. Ilia. v. 168.
  12. 16. Ilia. v. 433.
  13. 1. Ilia. v. 599.
  14. Ilia. 4. v. 412.
  15. Ibi. v. 431.
  16. 1. Ilia. v. 225.
  17. Odys. 9. al principio.
  18. Odys. 12. v. 432.
  19. Ilia. 14.
  20. Odys. 8.
  21. Odys. 20. v. 17.
  22. 9. Ilia. v. 600.
  23. 22. Ilia. v. 12.
  24. 23. Ilia. v. 151.
  25. 22. Ilia. v. 400.
  26. 11. Ilia. v. 638.
  27. . Ilia. v. 218.