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La Sagrada Biblia (XV)/Santiago

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Nota: Se respeta la ortografía original de la época
ADVERTENCIA


SOBRE


LA EPÍSTOLA CATHÓLICA DE SANTIAGO.



La siguiente epístola se llama cathólica, esto es, universal, como igualmente la de san Júdas, (y segun algunos tambien las de san Pedro y san Juan) porque no se dirigen, como las de san Pablo, á Iglesias ó personas determinadas, sino á muchas Iglesias, ó tambien á todos los fieles. Se llaman tambien canónicas, ó bien porque, como las de san Pablo, pertenecen al cánon de las Escrituras, ó porque contienen las principales reglas de la vida cristiana. La presente epístola la escribió Santiago, llamado el Menor (tal vez por su estatura), primo ó pariente muy cercano de Jesu-Christo, y obispo de Jerusalem, de quien hace Josepho un magnifico elogio (Antiq. lib. XX. cap. VIII.). Toda ella está llena de avisos saludables, y de máximas de edificacion.—Santiago murió, segun se cree, el año 62 de Jesu-Christo, precipitado por los judíos desde lo alto del Templo, y despues apedreado, por haberles predicado que Jesus era Hijo de Dios. Poco antes escribió esta carta.


EPÍSTOLA CATHÓLICA
DEL APÓSTOL SANTIAGO.



CAPÍTULO PRIMERO.
De la utilidad de las tribulaciones; y cómo la paciencia conduce á la perfeccion. De los frutos de la oracion. Ventajas de la pobreza. Reprimir la lengua. Asistir á los afligidos. Huir del espíritu del mundo.

1 Santiago, siervo de Dios y de nuestro Señor Jesu-Christo, á los fieles de las doce tribus, que viven dispersos entre las naciones, salud.

2 Tened, hermanos mios, por objeto de sumo gozo el caer en varias tribulaciones,

3 sabiendo que la prueba de vuestra fé produce ó ejercita la paciencia.

4 Y que la paciencia perfecciona la obra; para que asi [1] vengáis á ser perfectos y cabales, sin fallar en cosa alguna.

5 Mas si alguno de vosotros tiene falta de sabiduria, pidasela á Dios, que a todos da copiosamente, y no zahiere a nadie [2]; y le será concedida.

6 Pero pídala con fé sin sombra de duda ó desconfianza, pues quien anda dudando, es semejante á la ola del mar alborotada, y agitada del viento, acá y allá:

7 así que, un hombre semejante no tiene que pensar que ha de recibir poco ni mucho del Señor.

8 El hombre de ánimo doble [3] es inconstante en todos sus caminos [4].

9 Aquel hermano que sea de baja condicion, ponga su gloria en la verdadera exaltacion suya [5];

10 mientras el rico la debe poner en su abatimiento ó en humillarse á sí mismo, por cuanto él se ha de pasar como la flor del heno,

11 pues así como en saliendo el sol ardiente, se va secando la yerba, cae la flor, y acábase toda su vistosa hermosura; así tambien el rico se marchitará y ajará en sus andanzas.

12 Bienaventurado pues aquel hombre que sufre con paciencia la tentacion ó tribulacion, porque despues que fuere así probado, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.

13 Ninguno, cuando es tentado, diga, que Dios le tienta, porque Dios no puede jamás dirigirnos al mal; y así él á ninguno tienta.

14 Sino que cada uno es tentado, atraido y halagado por la propia concupiscencia.

15 Despues la concupiscencia, en llegando á concebir los deseos malos, pare el pecado; el cual una vez que sea consumado [6], engendra la muerte.

16 Por tanto no os engañeis en esta materia, hermanos mios muy amados.

17 Toda dádiva preciosa y todo don perfecto de arriba viene, como que desciende del Padre de las luces, en quien no cabe mudanza, ni sombra de variacion.

18 Porque por un puro querer de su voluntad nos ha engendrado para hijos suyos con la palabra de la verdad[7], á fin de que seamos los israelitas como las primicias de sus nuevas criaturas.

19 Bien lo sabeis vosotros, hermanos mios muy queridos. Y así sea todo hombre pronto para escuchar; pero detenido en hablar, y refrenado en la ira[8].

20 Porque la ira del hombre no se compadece con la justicia de Dios.

21 Por lo cual, dando de mano a toda inmundicia y exceso vicioso, recibid con docilidad la palabra divina que ha sido como ingerida en vosotros, y que puede salvar vuestras almas.

22 Pero habeis de ponerla en práctica, y no solo escucharla [9], engañándoos lastimosamente á vosotros mismos.

23 Porque quien se contenta con oir la palabra de Dios, y no la practica, este tal será parecido á un hombre que contempla al espejo su rostro nativo ensuciado con algunas manchas,

24 y que no hace mas que mirarse, y se va sin quitarlas, y luego se olvidó de cómo está.

25 Mas quien contempláre atentamente la ley perfecta del Evangelio, que es la de la libertad, y perseveráre en ella, no haciéndose oyente olvidadizo, sino ejecutor de la obra; este será por su hecho ú obras bienaventurado.

26 Que si alguno se precia de ser religioso ó devoto, sin refrenar su lengua, antes bien engañando ó precipitando con ella su corazon, la religion suya es vana, es falsa su piedad.

27 La religion pura y sin mácula delante de Dios Padre [10] es esta: Visitar ó socorrer á los huérfanos y á las viudas en sus tribulaciones, y preservarse de la corrupcion de este siglo.

CAPÍTULO II.
Advierte el apóstol que la acepcion de personas no se compone bien con la fé de Jesu-Christo; y que la fé sin las obras buenas es como un cuerpo sin alma.

1 Hermanos mios, no intenteis conciliar la fé de nuestro glorioso Señor Jesu-Christo con la acepcion de personas [11].

2 Porque si entrando en vuestra congregacion un hombre con sortija de oro y ropa preciosa, y entrando al mismo tiempo un pobre con un mal vestido,

3 poneis los ojos en el que viene con vestido brillante, y le decís: Siéntate tú aquí en este buen lugar; diciendo por el contrario al pobre: Tú estate allí en pié, ó siéntate acá á mis pies;

4 ¿no es claro que formais un tribunal injusto dentro de vosotros mismos, y os haceis jueces de sentencias injustas [12]?

5 Oid, hermanos mios muy amados, ¿no es verdad que Dios eligió á los pobres en este mundo, para hacerlos ricos en la fé, y herederos del reino que tiene prometido á los que le aman?

6 Vosotros al contrario habeis afrentado al pobre. ¿No son los ricos los que os tiranizan, y no son esos mismos los que os arrastran a los tribunales?

7 ¿No es blasfemado por ellos [13] el buen nombre de Christo, que fue sobre vosotros invocado?

8 Si es que cumplís la ley régia de la caridad conforme á las Escrituras: Amarás á tu prójimo como a tí mismo; bien haceis;

9 pero si sois aceptadores de personas, cometeis un pecado, siendo reprendidos por la Ley como trasgresores.

10 Pues aunque uno guarde toda la Ley, si quebranta un mandamiento, viene a ser reo de todos los demas [14].

11 Porque aquel que dijo: No cometerás adulterio ó no fornicarás, dijo tambien: No matarás. Con que aunque no cornetas adulterio ni forniques, si matas, trasgresor eres de la Ley.

12 Así habeis de hablar y obrar, como que estais a punto de ser juzgados por la ley evangélica, ó de libertad [15].

13 Porque aguarda un juicio sin misericordia al que no usó de misericordia; pero la misericordia sobre puja al rigor del juicio.

14 ¿De que servirá, hermanos mios, el que uno diga tener fé, si no tiene obras? ¿Por ventura á este tal la fé podra salvarle?

15 Caso que un hermano, ó una hermana estén desnudos, y necesitados del alimento diario,

16 ¿de que les servirá que alguno de vosotros les diga: Id en paz, defendéos del frio, y comed á satisfaccion; si no les dais lo necesario para reparo del cuerpo?

17 Asi la fé, si no es acompañada de obras, esta muerta en sí misma.

18 Sobre lo cual podrá decir alguno al que tiene fé sin obras: Tú tienes fé, y ¡o tengo obras: muéstrame tu fé sin obras, que yo te mostraré mi fé por las obras.

19 Tú crees que Dios es uno: haces bien: tambien lo creen los demonios, y se estremecen [16].

20 Pero ¿quieres saber ¡oh hombre vano! cómo la fé sin obras está muerta?

21 Abraham nuestro padre ¿no fue justificado por las obras, cuando ofreció á su hijo Isaac sobre las aras?

22 ¿Ves cómo la fé acompañaba a sus obras, y que por las obras la fé vino á ser consumada?

23 En lo que se cumplió la Escritura, que dice: Creyó Abraham á Dios, y le fue reputado por justicia[17], y fue llamado amigo de Dios.

24 ¿No veis como el hombre se justifica por las obras, y no por la fé solamente [18]?

25 A este modo Rabab la ramera, ¿no fue asímismo justificada por las obras, hospedando á los exploradores que enviaba Josué, y despachándolos por otro camino [19]?

26 En suma, como un cuerpo sin espíritu está muerto, así tambien la fé sin las obras está muerta.

CAPÍTULO III.
Vicios de la lengua desenfrenada, y diferencia entre la ciencia terrena y la celestial.

1 No querais muchos de vosotros, hermanos mios, hacer de maestros, considerando que os exponeis á un juicio muy rigoroso.

2 Porque todos tropezamos en muchas cosas [20]. Que si alguno no tropieza en palabras, este tal se puede decir que es varon perfecto, y que puede tener á raya á todo el cuerpo y sus pasiones.

3 Así como si metemos un freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, movemos su cuerpo a donde quiera.

4 Mirad tambien como las naves, aunque sean grandes, y estén llevadas de impetuosos vientos, con un pequeño timon se mueven acá y alla donde quiere el impulso del piloto.

5 Así tambien la lengua es un miembro pequeño, sí, pero viene a ser orígen fastuoso de cosas de gran bulto ó consecuencia. ¡Mirad un poco de fuego cuán grande bosque incendia!

6 La lengua tambien es un fuego [21], es un mundo entero de maldad. La lengua es uno de nuestros miembros, que contamina todo el cuerpo, y siendo inflamada del fuego infernal, inflama la rueda ó toda la carrera de nuestra vida.

7 El hecho es, que toda especie de bestias, de aves, y de serpientes, y de otros animales se amansan, y han sido domados por la naturaleza del hombre;

8 mas la lengua ningun hombre puede domarla [22]: ella es un mal que no puede atajarse, y está llena de mortal veneno.

9 Con ella bendecimos a Dios Padre, y con la misma maldecimos á los hombres, los cuales son formados á semejanza de Dios.

10 De una misma boca sale la bendicion y la maldicion. No han de ir así las cosas, hermanos mios.

11 ¿Acaso una fuente echa por el mismo caño agua dulce y agua amarga?

12 O ¿puede, hermanos mios, una higuera producir uvas, ó la vid higos? Así tampoco la fuente salada puede dar el agua dulce [23].

13 ¿Hay entre vosotros alguno tenido por sábio, y bien amaestrado para instruir á otros? Muestre por el buen porte su proceder y una sabiduría llena de dulzura [24].

14 Mas si teneis un zelo amargo y el espíritu de discordia en vuestros corazones, no hay para que gloriaros, y levantar mentiras contra la verdad;

15 que esa sabiduría no es la que desciende de arriba, sino mas bien una sabiduría terrena, animal y diabólica [25].

16 Porque donde hay tal zelo ó envidia y espíritu de discordia, allí reina el desórden y todo género de vicios.

17 Al contrario la sabiduría que desciende de arriba, además de ser honesta y llena de pudor, es pacífica, modesta, dócil, susceptible ó concorde con todo lo bueno, llena de misericordia y de excelentes frutos de buenas obras, que no se mete á juzgar, y está agena de hipocresía.

18 Y es que los pacíficos, son los que siembran en paz los frutos de la verdadera justicia ó santidad.

CAPÍTULO IV.
Discordias y otros males que causan las pasiones no refrenadas. Debemos evitar la murmuracion, y someternos á la Providencia divina.

1 ¿De dónde, nacen las riñas y pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales hacen la guerra en vuestros miembros [26]?

2 Codiciais, y no lograis; matais [27], y ardeis de envidia; y no por eso conseguis vuestros deseos: litigais, y armais pendencias, y nada alcanzais, porque no lo pedís á Dios.

3 Pedís quizá, y con todo no recibís; y esto es porque pedís con mala intencion, para satisfacer vuestras pasiones.

4 Almas adúlteras y corrompidas, ¿no sabeis que el amor de este mundo es una enemistad contra Dios [28]? Cualquiera pues que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.

5 ¿Pensais acaso que sin motivo dice la Escritura [29]: El espíritu de Dios que habita en vosotros, os ama y codicia con zelos [30]?

6 Pero por lo mismo da mayores gracias á los que así le aman. Por lo cual dice [31]: Dios resiste a los soberbios, y da su gracia á los humildes.

7 Estad pues sujetos a Dios y resistid con su gracia al diablo, y huirá de vosotros.

8 Allegáos á Dios, y él se allegará a vosotros. Limpiad ¡oh pecadores! vuestras manos; y vosotros de ánimo doble [32], purificad vuestros corazones.

9 Mortificáos, y plañid, y sollozad, truéquese vuestra risa en llanto, y el gozo en tristeza [33].

10 Humilláos en la presencia del Señor, y él os ensalzará.

11 No querais hermanos hablar mal los unes de los otros. Quien habla mal de un hermano, ó quien juzga á su hermano, este tal de la Ley habla mal, y á la Ley juzga ó condena [34]. Mas si tú Juzgas á la Ley. ya no eres observador de la Ley, sino que te haces juez de ella.

12 Uno solo es el legislador y el Juez, que puede salvar y puede perder.

13 Tú empero ¿quien cres, para juzgal á tu prójimo? Hé aquí que vosotros andais diciendo: Hoy ó mañana irémos á tal ciudad, y pasaremos allí un año, y negociarémos, y aumentaremos el caudal:

14 esto decís vosotros, que ignorais lo que sucederá mañana.

15 Porque ¿que cosa es vuestra vida? un vapor que por un poco de tiempo aparece, y luego desaparece. En vez de decir: Queriendo Dios; y: Si viviéremos, harémos esto, ó aquello.

16 Mas ahora todo al contrario os estais regocijando en vuestras vanas presunciones [35]. Toda presuncion, ó jactancia semejante, es perniciosa.

17 En fin quien conoce el bien que debe hacer, y no le hace, por lo mismo peca.

CAPÍTULO V.
Del severo castigo que recibirán los ricos avarienlos y opreseres de los pobres. De la paciencia en las aflicciones. No debemos jurar en vano. De la Extremauncion: de la Confesion sacramental, y de la eficacia de la oracion.

1 Ea pues ¡oh ricos! llorad, levantad el grito en vista de las desdichas que han de sobreveniros [36].

2 Podridos están vuestros bienes, y vuestras ropas han sido roidas de la polilla.

3 El oro y la plata vuestra se han enmohecido; y el orin de estos metales dará testimonio contra vosotros [37], y devorará vuestras carnes como un fuego. Os habeis atesorado ira para los últimos dias.

4 Sabed que el jornal que no pagásteis á los trabajadores, que segaron vuestras mieses, está clamando contra vosotros; y el clamor de ellos ha penetrado los oidos del Señor de los ejércitos.

5 Vosotros habeis vivido en delicias y en banquetes sobre la tierra, y os habeis cebado á vosotros mismos como las víctimas que se preparan para el dia del sacrificio [38].

6 Vosotros habeis condenado al inocente, y le habeis muerto, sin que os haya hecho resistencia alguna.

7 Pero vosotros ¡oh hermanos mios! tened paciencia, hasta la venida del Señor [39]. Mirad cómo el labrador, con la esperanza de recoger el precioso fruto de la tierra, aguarda con paciencia que Dios envíe las lluvias, temprana y tardía [40].

8 Esperad pues tambien vosotros con paciencia, y esforzad vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca.

9 No querais, hermanos, querellaros unos contra otros, á fin de que no seais condenados en este terrible dia. Mirad que el juez está á la puerta.

10 Tomad, hermanos mios, por ejemplo de paciencia, en los malos sucesos y desastres á los Profetas que hablaron en el nombre del Señor.

11 Ello es que tenemos por bienaventurados á los que así padecieron. Oido habeis la paciencia de Job [41], y visto el fin del Señor[42]. Estad de buen ánimo, porque el Señor es misericordioso y compasivo [43].

12 Sobre todo, hermanos mios, no querais jurar, ni por el cielo, ni por la tierra, ni con otro juramento alguno. Mas vuestro modo de asegurar una cosa sea. Sí, sí; no, no: para que no caigais en condenacion jurando falso ó sin necesidad.

13 ¿Hay entre vosotros alguno que esté triste? haga oracion. ¿Está contento? cante salmos [44].

14 ¿Está enfermo [45] alguno entre Vosotros? llame a los presbyteros de la Iglesia, y oren por él, ungiéndole con óleo en el nombre del Señor;

15 y la oracion nacida de la fé salvará al enfermo [46], y el Señor le aliviará [47]; y si se halla con pecados, se le perdonarán.

16 Confesad pues vuestros pecados uno á otro, y orad los unos por los otros, para que seais salvos; porque mucho vale la oracion perseverante del justo.

17 Elias era un hombre pasible semejante á nosotros [48], y pidió fervorosamente que no lloviese sobre, la tierra de Israél, y no llovió por espacio de tres años y seis meses [49].

18 Hizo despues de nuevo oracion, y el cielo dió lluvia, y la tierra produjo su fruto.

19 Hermanos mios, si alguno de vosotros se desviáre de la verdad, y otro le redujere á ella,

20 debe saber que quien hace que se convierta el pecador de su extravío, salvará de la muerte al alma del pecador, y cubrirá la muchedumbre de sus propios pecados [50].


FIN DE LA EPÍSTOLA CATHÓLICA DE SANTIAGO.

  1. Purificada vuestra alma con el fuego de las tribulaciones.
  2. Con lo que ha dado ya.
  3. O dividido entre Dios y las criaturas.
  4. E indigno de que Dios le oiga cuando acude á él.
  5. Que consiste en ser hijo adoptivo de Dios, y, semejante á Jesu-Christo, pobre y humilde.
  6. O por el consentimiento de la voluntad, ó por la accion exterior.
  7. Que nos ha hecho anunciar antes que á los gentiles.
  8. O la verdadera piedad y devocion. Prov. XVII. v. 27
  9. Matth. VII. v. 24
  10. Is. I. v. 17
  11. Ya cuando nombrais los ministros de la Iglesia, ya en la distribucion de las limosnas, ó en cuanto ocurra en la Iglesia.
  12. Menospreciando al pobre, solo porque es pobre, y honrando al rico; solo porque es rico; y prefiriendo la pompa al mérito y á la virtud.
  13. Por causa de sus injusticias y violencias
  14. Esto es, de nada le sirve, para evitar la condenacion eterna, el haber observado los demas.
  15. La cual ningun miramiento tiene á la condicion de la persona, sino solamente al mérito de sus obras.
  16. Sin que saquen utilidad ninguna de su fé.
  17. Es á saber, el acto de fé con que sacrificaba á su hijo, esperando que Dios le resucitaria. Véase Justicia.
  18. Pero no por las obras naturales, ó que mandaba la Ley de Moysés, sino por las que nacen de la viva fé.
  19. Para que no fuesen aprendidos. A la fé pues que tuvo en el Dios verdadero, añadió las obras consiguientes á ella.
  20. Mayormente en el hablar.
  21. De que se originan los grandes incendios de las guerras y discordias.
  22. Sin particular auxilio del cielo.
  23. La lengua, pues, que nos ha dado Dios para alabarle, nunca debe servir para ofenderle.
  24. ¿Cómo podrá hacer ningun fruto el doctor ó predicador de la ley de la caridad, el ministro de la paz, el muestro de la humildad, si con su ejemplo desmiente sus palabras?
  25. Y así codiciosa de los bienes terrenos, sensual y activa, como de Lucifer.
  26. ¿Sirviéndose de ellos como de armas contra el espíritu?
  27. Segun algunos, podria traducirse: Teneis odio mortal al prójimo, y ardeis en envidia contra él, y no, etc. Véase Martini.
  28. ¿Que no podeis ser fieles esposas del Señor, si amais el siglo?
  29. Deut. VI. v. 15Ezech. XVI. v. 33.
  30. No puede sufrir que vuestro corazon se reparta entre Dios y el mundo.
  31. Prov. III. v. 34.
  32. O dividido entre Dios y el mundo.
  33. Considerando vuestros pecados.
  34. Dando á entender que la Ley hace mal en prohibirlo.
  35. Como si lo porvenir estuviera en vuestra mano.
  36. En castigo de vuestra avaricia.
  37. Haciendo ver la dureza de vuestro corazon.
  38. Como víctimas que deben sacrificarse á la divina justicia en el dia terrible del juicio.
  39. El cual no dejará de daros la paga de vuestro sufrimiento. Véase Venida del Señor.
  40. Esto es, la que viene despues de la sementera, y la otra antes de la siega. Deut. XI. v. 14. Martini traduce: Hasta que recibe el fruto primerizo y el tardío.
  41. Y cómo Dios le dió despues el cien doblado.
  42. Que despues de padecer tanto, ha sido exaltado sobre todo.
  43. Y premia con larga mano.
  44. Explayando así su gozo.
  45. En el texto griego se denota enfermedad grave. No dice, está moribundo; porque el Sacramento de la Extramauncion, de que aquí se habla, segun sentir de todos los intérptretes cathólicos, debe darse á los enfermos luego que están en peligro.
  46. Marc. VI. v.13.—XVI. v.18.—Act. III. v.6XIX. v.12.—XXVIII. v.8. Véase Uncion, Manos.
  47. Le librará, si conviene, de los males que padece.
  48. O sujeto á las mismas pasiones y miserias.
  49. III. Reg. XVII. v.1.—Luc. IV. v.25.
  50. Prov. X. v.12.