La araucana segunda parte/XXIII
XXIII
Llega Galbarino adonde estaba el senado araucano: hace en el |
Cuál con justo temor dificultaba |
¿Qué provincia hubo ya que no tremiese |
No pudo decir más de desmayado |
Mas cuando el esperado sol salía, |
Espantado del talle y la torpeza |
Comencéla a seguir a toda priesa |
El venerable viejo y padre anciano |
Al pie de una asperísima montaña, |
No sé, pues, cómo pueda encarecerte |
También en otra parte parecía |
Yo, que con atención mirando andaba |
«sabrás que a este mancebo le ha traído |
Diciendo así, con paso tardo y lento, |
«Habrás de saber, hijo, que estos hombres |
Por tanto, a mis palabras no te alteres |
diciendo: «¡Orco amarillo, Cancerbero! |
Mirando, aunque espantado, atentamente |