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La noche de la verbena/II

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La noche de la verbena
de Antonio Casero
Escena II
ESCENA II


DICHOS y el SEÑOR MATIAS que aparece puerta foro


SEÑOR MATÍAS

¿Está el maestro? (Entra.)


PEPA

Ahí está en su despacho, trabajando.


SEÑOR MATÍAS

Aquí le vengo a dar cuentas.


PEPA

Pos, pase usté.


SEÑOR MATÍAS

(A Pepa y dándole un golpecito.) ¡Hola, comadre!


PEPA

(Idem a Matías.) ¡Hola, compadre!


SEÑOR MATÍAS

(Fijándose bien en Rosa y algo escamadillo.) Yo me parece que conozco aquí, a la joven. (Mirándola.)


ROSA

Sí, señor, soy la misma. No enferme usté de miopía.

PEPA

¿Se conocen ustés?


SEÑOR MATÍAS

Tengo una leve idea.


ROSA

(A Pepa.) Aquí, don Tancredo, que una vez que pasé yo a su lao se le distrajo la mano, y yo le respondí a vuelta de correo, y con sello de alcance; total un leve golpe.


SEÑOR MATÍAS

Y que por lo visto debe usté hacer gimnasia sueca, porque me hizo usté pupa.


PEPA

Ay qué gracioso, pos ese era el argumento por fresco; es mu libertino aquí el doncel.


SEÑOR MATÍAS

(Haciéndola una fiesta.) Y usté una yema de las monjas pascasias.


PEPA

Calle usté, menestral, que paece que le ha modelao la cara Judas, que s'ha metío a escultor.


SEÑOR MATÍAS

No ponga usté reparos, que aún tengo buen ver.

PEPA

Ya lo creo, como la Armería Rial, con papeleta, y los días no feriaos.


SEÑOR MATÍAS

Pos usté no me mira con malos ojos, comadre.


PEPA

Vamos, ¿qué te parece aquí, el albañil, que está como metió en harina pa echarlo en la sartén?


SEÑOR MATÍAS

Y qué rico pa un hambre, madre.


PEPA

M'ha prohibido el doctor la carne de cerdo, hijo; vamos, ande, ande, que le espera el maestro.


SEÑOR MATÍAS

Ya voy, déjeme que me despida d'aquí, de la dadora. (Acción de pegar.) Tanto gusto. (Dándola la mano y al ver que Rosa no le da la suya.) Ah, pero ¿no me da usté la mano?


ROSA

La tengo a réditos.

SEÑOR MATÍAS

Pos, dispensar si he faltao. (A la puerta del despacho.) ¿Se pué pasar? (Pausa y entra.)


ROSA

¿Usté sabe el pellizco que tiró?


PEPA

¡Los conozco!


ROSA

Güeno, señá Pepa, yo la dejo a usté.


PEPA

Pero, ¿qué prisa tiés?


ROSA

Sí, porque he dejao en casa solas y a la lumbre unas patatas viudas.


PEPA

¡Infelices, solas y viudas! Hasta pa ser patata hay que tener suerte. ¿Y te cocinea el tuyo?


ROSA

El cocido le pone bien, pero cuando se mete en filigranas, estropea el guiso.


PEPA

Tú eres una ansiosa, tiés un marío que es una criada de cuarenta reales, y te quejas. (Dentro.) ¡Pepa!


ROSA

¡Ya voy, Carmen, ya voy! La diré que estás aquí.


PEPA

No la diga usté ná, que no quió verla así; ¡voy a pasar mal rato!


BOBA

Como tú quieras.


PEPA

Adiós, adiós; ya vendré más despacio; dela usté un beso de mi parte. ¡Pa cuándo son los milagros, Dios mío!... Adiós, señá Pepa... (Vase llorando.)


ROSA

Anda con Dios, hija.