Las mil y una noches:659
Y CUANDO LLEGO LA 673ª NOCHE
[editar]Ella dijo:
"... Y para que se refrescara el rostro, le ofreció un abanico de plumas de avestruz, en el cual había inscrito este verso:
- ¡Soy blanca ala infatigable, y mis ráfagas perfumadas, que acarician el rostro del que amo, dan una idea de la brisa del Paraíso!
Luego, tras de quitarse sus mantos y turbantes, los jóvenes se pusieron a hablar y a divertirse, y no podían apartar sus miradas de su hermoso camarada Nur. Y el guarda les sirvió por sí mismo la comida, que era muy espléndida, y estaba compuesta de pollos, patos, codornices, pichones, perdices y corderos rellenos, sin contar las cestas llenas de frutas cogidas en la rama. Y después de la comida, los jóvenes se lavaron las manos con jabón mezclado con almizcle, y se secaron con toallas de seda bordadas de oro.
Entonces entró el guarda con un hermoso ramo de rosas, y dijo: "Antes de tocar a las bebidas, ¡oh amigos míos! conviene que preparéis vuestra alma para el placer con los colores y el perfume de las rosas". Y exclamaron ellos: "Verdad dices, ¡oh guarda!" Dijo él: "Está bien. ¡Pero no os daré estas rosas más que a cambio de un poema hermoso acerca de esta flor admirable!"
Entonces el joven a quien pertenecía el jardín cogió la cesta de rosas de manos del guarda, hundió en ella la cabeza, aspiró el ramo lentamente, luego hizo una seña con la mano para imponer silencio, e improvisó:
- ¡Virgen odorífera, pero tan tímida en tu juventud, que ocultabas el rojo de tu bello rostro en la seda verde de tus mangas
- ¡Oh rosa soberana! ¡entre todas las flores, eres la sultana en medio de tus esclavas, y el hermoso emir en el círculo de sus guerreros!
- ¡En tu corola llena de bálsamo encierras la esencia de todos los pomos!
- ¡Oh rosa amorosa! ¡tus pétalos entreabiertos al soplo del céfiro son labios de una belleza joven que se dispusiera a dar un beso a su amigo!
- ¡Eres en tu frescura ¡oh rosa! más dulce que la mejilla sombreada del mozalbete, y más deseable que la boca viva de una joven intacta!
- ¡La sangre delicada que colorea tu carne dichosa te hace comparable a la aurora veteada de oro, a la copa llena de un vino purpúreo, a una floración de rubíes en rama de esmeralda!
- ¡Oh rosa voluptuosa, pero tan cruel con los amantes groseros, que, cuando te golpean sin cuidado, les castigas con las flechas de tu carcaj de oro!
- ¡Oh maravillosa, oh regocijada, oh deleitosa! ¡también sabes retener a los refinados que te aprecian! ¡Para ellos te revistes con las gracias de trajes de distintos colores, y sigues siendo la bienamada a quien no se abandona nunca!
Al oír esta admirable loa de la rosa, los jóvenes no pudieron contener su entusiasmo, y lanzaron mil exclamaciones y repitieron a coro, moviendo la cabeza: "¡Y sigues siendo la bienamada a quien no se abandona nunca!" Y el que acababa de improvisar el poema vació al punto el cesto y cubrió de rosas a sus huéspedes. Luego llenó de vino la anchurosa copa y la hizo circular en torno. Y cuando le llegó la vez, el joven Nur cogió la copa con cierto temor; porque jamás hasta entonces había bebido vino, y su paladar ignoraba el sabor de las bebidas fermentadas, como su cuerpo ignoraba el contacto de las mujeres. Estaba virgen, en efecto, y sus padres, en vista de su tierna edad, aun no le habían regalado una concubina, como es costumbre entre los notables que quieren dar a sus hijos púberes experiencias y sabiduría en esta materia antes del matrimonio. ¡Y sus compañeros sabían este detalle de la virginidad de Nur, y al invitarle a aquella gira en el jardín, se habían propuesto despertar sus deseos!
Así es que al verle con la copa en la mano y vacilando como ante una cosa prohibida, los jóvenes empezaron a reír con grandes carcajadas, de modo que Nur, enojado y un tanto mortificado, acabó por llevarse resueltamente la copa a los labios y de un trago la vació hasta la última gota. Y al ver aquello, prorrumpieron los jóvenes en un grito de triunfo. Y el dueño de la casa acercóse a Nur con la copa llena de nuevo, y le dijo: "¡Qué razón tienes ¡oh Nur! al no privarte por más tiempo ya de ese licor precioso que embriaga! ¡Es el padre de las virtudes, el específico contra todas las penas, la panacea para los males del cuerpo y del alma! ¡A los pobres les da riqueza, a los cobardes valor, a los débiles fuerza y poder! ¡Oh, Nur, encantador amigo mío! ¡aquí yo y todos nosotros somos servidores y esclavos tuyos! ¡Pero, por favor, toma esta copa y bebe de este vino, que es menos embriagador que tus ojos!" Y Nur no pudo rechazarlo, y de un trago vació la copa que le ofrecía su huésped.
Entonces comenzó a circular por su razón el fermento de la embriaguez; y uno de los jóvenes exclamó, dirigiéndose al huésped: "Bien está todo esto, ¡oh generoso amigo! pero ¿podría ser completo nuestro placer sin escuchar el canto y la música de labios femeninos? ...
En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.