Las mujeres de la independencia/XVI
Vicuña Mackenna asegura en su magnífica descripcion de la batalla de Maipo, que el último cañonazo del último de los episodios de ese gran combate fué disparado por una mujer heróica i desconocida.
Ese acto estraño, único en las batallas, fué motivado por el empecinamiento del cuadro del batallon Burgos que se resistia a rendirse. El jeneral Freire, que fué el primer sableador de su época, habia cargado varias veces sobre esa tropa de imponderable valor, pero los viejos castellanos «erizaban sus bayonetas sobre el pecho de las caballos i quedaban sólidos i silenciosos coma una barrera de peñascos».
Esos soldados no habrian sobrevivido a su derrota, si Rodil, que tan célebre se hizo despues en el sitio del Callao, no los forma en columna i se retira con ellos. Cuando los soldados se pusieron en marcha, una campesina de la hacienda de Espejo puso a los fujitivos en confusión, con un rasgo casi increible de patriotismo i de valor.
Desfilaba la columna española por el sendero que de las casas de Espejo conducia al camino real de Melipilla — dice aquel historiador — cuando una mujer, una huasa jóven todavía i arrogante, notando que los acobardados artilleros habian abandonado por el cansancio de las cabalgaduras, un cañon cargado frente a su rancho, salió de su cocina con un tizon, arrimólo al estopin, i la metralla barrió la retaguardia de la columna en retirada.
La historia no ha conservado el nombre de esta mujer animosa como no conserva los de tantos otros héroes humildes a quienes la fosa comun oculta para siempre junto con sus virtudes i sacrificios. ¿Esa mujer no refirió su hazaña a nadie que puliera escribir su nombre sobre un papel? Talvez lo hizo. Pero en aquella época heróica no se daba valor a tales hechos.