Los fundamentos de la teoría de la gravitación de Einstein/II

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II

Dos postulados fundamentales para formular matemáticamente las leyes físicas.

Newton estableció la sencilla y fructífera ley de que dos cuerpos, aunque ellos, como por ejemplo los astros, no estén ligados visiblemente unos con otros, actúan el uno sobre el otro y se atraen con una fuerza que es proporcional a sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de su distancia mutua. Esta ley ya la rehusaron Huygens y Leibniz, puesto que no satisfacía a una condición fundamental que era preciso establecer en toda ley física: la condición de la continuidad (continuidad en la transmisión de la fuerza, acción de contacto). ¿Cómo debían dos cuerpos actuar uno sobre otro sin un medio que transmitiera la acción? En efecto; la necesidad de una contestación satisfactoria a esta pregunta era tan grande que para satisfacerla se admitió definitivamente la existencia de una substancia que llenase el Universo entero impregnándolo todo, el éter universal, aunque esta substancia parecía condenada a ser perpetuamente invisible e impalpable y, por lo tanto, inobservable para nuestros sentidos, y se necesitaba también, por otra parte, atribuirle toda clase de propiedades contradictorias una con otra. Pero con el tiempo se alzó, en oposición a tales hipótesis, la condición siempre decisiva de que al formular las leyes físicas sólo deben enlazarse entre sí cosas que realmente puedan someterse ala observación, condición que se origina, sin duda, por igual orientación, en busca del conocimiento del asunto, que aquella de la continuidad y que da, en primer lugar, al principio de causalidad el verdadero carácter de una ley del mundo experimental.

En el enlace y consiguiente cumplimiento de estos dos postulados estriba, a mi entender, el alma de la índole de investigaciones de Einstein; ellos prestan a sus resultados la significación que tienen, de gran transcendencia en la formación de la imagen física del Universo. En este sentido, sus tendencias no hallarán en los físicos oposición alguna en materia de principios, pues los dos postulados, el de la continuidad y el del enlace de causalidad de cosas puramente observables en las leyes físicas están conformes con la Naturaleza; a lo más podía dudarse de si es conveniente renunciar a una representación auxiliar fructífera como la acción a distancia.

El principio de continuidad exige que todas las leyes físicas se puedan formular como leyes diferenciales. Es preciso, por consiguiente, que todas las leyes físicas puedan dar un concepto tal que determinen completamente el estado físico en cualquier lugar por los de la inmediata proximidad. A consecuencia de esto no pueden en ellas aparecer puntos a distancia finita, sino solamente puntos infinitamente próximos. La ley de atracción de Newton, antes indicada, tropieza, como ley de acción a distancia, en esta primera condición.

El segundo postulado, el del concepto riguroso de causalidad en las leyes físicas, está en estrecha relación con una teoría general de Relatividad de los movimientos. Un tal principio de Relatividad general exige la equivalencia de todos los sistemas de referencia posibles en la Naturaleza para la explicación de los fenómenos físicos, y evita por esto la introducción de la noción problemática del espacio absoluto, la cual, por razones conocidas (véase capítulo IV), la Mecánica de Newton no pudo eludir. Una teoría de Relatividad general, excluyendo la magnitud ficticia, espacio absoluto, reduciría las leyes de la Mecánica a cuestiones sobre movimientos relativos de los cuerpos unos con respecto a otros, los cuales son, en efecto, los únicos que podemos observar. Sus leyes, según esto, se fundarán más completamente solo en lo observable que las leyes de la Mecánica clásica.

Pero la incondicional admisión del principio de Continuidad y del principio de Relatividad, en su concepto más general, afecta profundamente al asunto de la expresión matemática de las leyes físicas. Por esto es preciso establecer aquí alguna consideración sobre este asunto, en el terreno de los principios.