Los intereses creados: Acto I, Cuadro primero, Escena II

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Los intereses creados
Acto I: Cuadro primero, Escena II
de Jacinto Benavente

DICHOS, el HOSTELERO y dos Mozos que salen de la hostería.
HOSTELERO.-(Saliendo.)Poco a poco, que no es posada, sino hospedería y muy grandes señores han parado en ella.
CRISPÍN.-Quisiera yo ver a esos que llamáis grandes señores. Gentecilla de poco más o menos. Bien se advierte en esos mozos, que no saben conocer a las personas de calidad, y se están ahí como pasmarotes sin atender a nuestro servicio.
HOSTELERO.-¡Por vida que sois impertinente!
LEANDRO.-Este criado mío Siempre ha de extremar su celo. Buena es vuestra posada para el poco tiempo que he de parar en ella. Disponed luego un aposento para mí y otro para este criado, y ahorremos palabras.
HOSTELERO.-Perdonad, señor; si antes hubierais hablado... Siempre los señores han de ser más comedidos que sus criados.
CRISPÍN.-Es que este buen señor mío a todo se acomoda; pero yo sé lo que conviene a su servicio, y no he de pasar por cosa mal hecha. Conducidnos ya al aposento.
HOSTELERO.-¿No traéis bagaje alguno?
CRISPÍN.-¿Pensáis que nuestro bagaje es hatillo de soldado o de estudiante para traerlo a mano, ni que mi señor ha de traer aquí ocho carros, que tras nosotros vienen, ni que aquí ha de parar sino el tiempo preciso que conviene al secreto de los servicios que en esta ciudad le están encomendados?
LEANDRO.-¿No callarás? ¿Qué secreto ha de haber contigo? ¡Pues voto a..., que si alguien me descubre por tu hablar sin medida!... (Le amenaza y le pega con la espada)
CRISPÍN.-¡Valedme, que me matará! (Corriendo.)
HOSTELERO.-(Interponiéndose entre Leandro y Crispín.) ¡Teneos, señor!
LEANDRO.-Dejad que le castigue, que no hay falta para mí como el hablar sin tino.
HOSTELERO.-¡NO le castiguéis,señor!
LEANDRO.-¡Dejadme, dejadme, que no aprenderá nunca! (Al ir a pegar a Crispín, éste se esconde detrás del Hostelero, quien recibe los golpes.)
CRISPÍN.-(Quejándose)¡Ay, ay,ay!
HOSTELERO .-¡Ay digo yo, que me dio de plano!
LEANDRO.-(A Crispín.) Ve a lo que diste lugar: a que este infeliz fuera el golpeado. ¡Pídele perdón!
HOSTELERO.-No es menester. Yo le perdono gustoso. (A los criados.) ¿Qué hacéis ahí parados? Disponed los aposentos donde suele parar el embajador de Mantua y preparad comida para este caballero.
CRISPíN .-Dejad que yo les advierta de todo, que cometerán mil torpezas y pagaré yo luego, que mi señor, como veis, no perdona falta.. Soy con vosotros, muchachos... y tened cuenta a quién servís, que la mayor fortuna o la mayor desdicha os entró por las puertas. (Entran los criados y Crispín. en la hostería.)
HOSTELERO.-(A Leandro) ¿Y podéis decirme vuestro nombre, de dónde venís, y a qué propósito?...
LEANDRO.-(Al ver salir a Crispín de la hostería) Mi criado os lo dirá... Y aprended a no importunarme con preguntas... (Entra en la hostería)
CRISPÍN.-¡ Buena la hicisteis! ¿Atreverse a preguntar a mi señor? Si os importa tenerle una hora siquiera en vuestra casa, no volváis a dirigirle la palabra.
HOSTELERO.-Sabed que hay Ordenanzas muy severas que así lo disponen.
CRISPÍN.-¡Veníos con Ordenanzas a mi señor! ¡Callad, callad, que no sabéis a quién tenéis en vuestra casa, y si lo supierais no diríais tantas impertinencias!
HOSTELERO.-Pero ¿no he de saber siquiera?...
CRISPÍN.-¡Voto a.. ., que llamaré a mi señor y él os dirá lo que conviene, si no le entendisteis! ¡Cuidad de que nada le falte y atendedle con vuestros cinco sentidos, que bien puede pesaros! ¿No sabéis conocer a las personas? ¿no visteis ya quién es mi señor? ¿Qué replicáis? ¡Vamos ya! (Entra en la hostería empujando al Hostelero.)

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