Nuevas definiciones

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Obras Completas de Eusebio Blasco
Tomo II, Del Amor... y otros excesos.
Nuevas definiciones
de Eusebio Blasco

Nota: se ha conservado la ortografía original, excepto en el caso de la preposición á.


NUEVAS DEFINICIONES


I

Las anteriores definiciones pudieran haberme dado alguna luz acerca de la pasión alma del mundo; pero no me habían dejado completamente satisfecho, y deseaba a toda costa completar mis conocimientos en la ciencia amatoria.

¿Qué es el amor? ¿Cuál es la verdadera definición?

Esto decía yo una noche después de haber hablado a una mujer muy hermosa.

Me había entusiasmado aquella mujer.

Sentía dentro de mí algo parecido a lo que deben sufrir los hidrófobos.

¡Qué inquietud! ¡Qué zozobra! ¡Qué hormigueos!

¿Será esto el amor? me preguntaba yo. ¿Qué es el amor? Y vuelta a lo mismo.

Pues señor, dije por fin, no hay más que preguntarlo para saberlo. Todos los hombres se han enamorado alguna vez. Todos sabrán lo que es amor. Vamos a ver qué demonios es eso.

Y me lancé a la calle.


II

Al primer amigo que encuentre... le paro, iba yo pensando.

Y vea usted qué casualidad; a los cinco minutos me encontré a un amigo que se llama Pepe, que es tuerto, y que tiene veintidós millones.

—¡Eh, Pepe! —le grité.
—¡Hola, chico!
—Hazme el favor de decirme una cosa.
—Tú dirás.
—¿Qué es el amor?

Pepe sonrió y me dijo:

—¡Psth! El amor es... gastarse veinte mil duros con una modista ó con una bailarina, empapuzar a la mamá con golosinas y pasar un verano en Biarritz.

—¡Gracias!

Y me marché, dejándole con la boca abierta.


III

—¡Cáspita! iba yo pensando gastarse veinte mil duros... pues no debe ser amor lo que yo siento, porque no llevo encima más que tres pesetas.

Me encontré a Eduardo; otro amigo íntimo.

Eduardo es poeta; sensible como una señorita y cariñoso como un perro ratonero.

—¡Hola, Eduardo!
—¿Hola? —me dijo. —Vente conmigo al Prado.
—No puedo, tengo mucho que hacer.
—Adiós, pues.
—Espera un momento. ¿Quieres decirme qué es
el amor?
—Pero, hombre, ¿á qué viene eso?
—No te importe; ¿me respondes, ó no?

—Sí; es la reunión de dos almas en una; es el ideal, el cielo en la tierra, el suspiro del céfiro, el arroyo que murmura, el sol que se pone...

—¡Ea, que te alivies!


IV

A los pocos pasos me encontré con un tal don Timoteo, algo pariente mío, y algo más feo que pariente.

Permítame usted....

—iOh! ¿Es usted, queridísimo?

—Gracias, gracias; vamos al caso. ¿Me quiere usted decir qué es el amor?

—¡Qué pregunta tan original! ¿Está usted malo?
—No señor, estoy muy bueno. ¿Qué es el amor?

—Hombre... el amor es... tener una esposa como mi Baltasara, que sepa cuidarle a uno y a los niños, y sepa remendar un gabán y aderezar bien las perdices. Eso es el amor y lo demás es un cuento. —Muchas gracias, que usted se divierta.


V

Me dirigí a un cochero que estaba durmiendo en el pescante.

—¡Eh, cochero!

No respondió.

—¡Eh, cochero!

Tampoco respondió.

—¡Bárbaro!
—¿Quién llama? —dijo abriendo los ojos.
—A ver. . .
—¿Dónde vamos?

—A ninguna parte. Dos pesetas de propina si me respondes a una pregunta.

—Diga usted.
—¿Qué es el amor?
—Mire señuritu que a lus burrachus les llevan a la cárcel.
—¡Bárbaro! Cinco pesetas si me respondes,
—¿Peru es de veras?
—Sí; ¿qué es el amor?
—¡Vaya en gracia! El amor es... la duncella del cuartu terceru...
—Basta, estoy enterado.

Y me alejé decidido a preguntar a todo el mundo.


VI


—¿Qué es el amor, señores sabios?
—«El egoísmo de dos». —«Dos seres que uni
dos forman un ángel» . —«La dicha del hombre.»
—«El infierno en la vida» . —«La tela de la vida
bordada por la imaginación». —«El suplicio de
Tántalo». —«La gloria». —«El sol del genio». —
«La única verdad». —«Una convulsión». —«Esto,» «lo otro».

Muchas gracias.


VII


—¿Qué es el amor, señoras mujeres?

Una niña. —Es un tormento que hace llorar, pero que se sufre por hacer las paces.

Una joven. —Es lo que me profesa Arturo.
Una jamona. —¡Lo que yo tuve!
Una vieja. —¡Lo que ya no tengo!
Una coqueta. —¡Yo no sé lo que es!
Una hermosa. —Mi esclavo.
Una fea. —Mi enemigo.
Coro de mujeres. —¡Una cosa muy necesaria!


VIII


—¿Qué es el amor, señor comerciante?
—Un género que vale muy poco.
—¿Qué es el amor, señor pobre?
—Lo que me hace olvidar que no como.
—¿Qué es el amor, señor filósofo?
—Una ilusión.
—¿Qué es el amor, señor viudo?
—Una tontería.


IX

Me fui a mi casa rendido, trastornado, con fundido, mareado, tonto, loco, borracho... y sin saber a qué atenerme.

Vi que cada cual lo tomaba a su modo, y que cada uno lo definía conforme a su conveniencia.

Me convencí de que el mundo es una jaula de locos.

De que el amor es una cosa que está en el corazón de todo el mundo.

De que...

Pero a todo esto —decía yo —¿qué es el amor?

Me tendí en la cama.

El recuerdo de aquella mujer me perseguía como un deudor a un acreedor.


X

La veía tan bonita, tan vivaracha...

Sentía hacia ella una atracción irresistible.

Me dormí. (Esto lo he sabido después.)

De pronto pegué un salto, como si me hubiera mordido un perro.

Estaba soñando.

Pero soñando de la manera más deliciosa...

Veía aquella mujer más encantadora que nunca, y aquella mujer se acercaba a mí, se acercaba... se acercaba

Me puso la mano sobre el corazón.

Sentí algo parecido al vértigo.

La mujer encantadora me dijo al oído:

—El amor... soy yo.