Página:1891-Últimos escritos, Pedro Antonio de Alarcón.pdf/31

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do en qué venta medio almorzamos, luego que hubimos descabezado el sueño, y desde entonces fueron varias las cuestas que algunos y algunas subimos á pie, mucho más de prisa que la galera, cosa que nos permitía sentarnos á esperarla en las cumbres, si no preferíamos tomar por algún atajo ó trocha que nos consintiese también descender al vallejuelo próximo en menos tiempo que las ya indicadas doce mulas: es decir, que los más sueltos y fogosos hicimos andando casi toda esta segunda jornada.

En cuanto al aspecto del paisaje, dijérase que habíamos entrado en territorio africano. Pitas é higueras chumbas mostraban sus feroces pencas en los barrancos expuestos al Mediodía, y elegantes palmeras se destacaban á lo lejos sobre un claro horizonte, ¡que ya era el horizonte del mar! Los hombres que allí nos salían al encuentro usaban, en lugar de pantalón largo ó de calzón corto, aquella especie de doble enagüilla de lienzo blanco que no pasa de la mitad del muslo y que lleva el nombre de zaragüelles... y