XXXVI ACTAS DEI OABILDO DE BUENOS AIRÉS
Llama la atención en el anterior y en este vo- lumen, según hemos apuntado el empeño del Cabil- do por fijar tarifas al trabajo de los artesanos, con una menudencia tan esmerada, que parece que se hubieran querido contar las puntadas del traje en sus diversas clases, en las del calzado, etc., etc. Ve- nia esto de la tradición de los gremios mayores y menores en que aún estaban entonces enrolados to- dos los artesanos según sus clases. Pero, como en América había poquísimos, cuando no faltaban del todo, poco tardó en realizarse el principio de que la fuerza de la demanda es el germen de la liber- tad y del valor del producto; y sucedió que los mis- mos consumidores, ó marchantes como se les decía, pujaban el valor y la rapidez de la obra de acuer- do con sus medios y sus necesidades; y comenzó así la emancipación y el libre justiprecio del traba- jo individual. La simple necesidad de un par de za- patos nuevos ó de un jubón flamante para la fiesta de San Martin, 6 de el Corpus ú otra de rango ofi- cial bastaba para convertir en corte de suplicantes y puja de postores el humilde taller del zapatero ó del sastre convertido en señor maestro, lisongeado y solicitado por el más pintado de los nobles del vecindario.
Algunos de los que han recibido con aplauso la aparición del primer volumen de las Actas del Antiguo Cabildo y Ayuntamiento de Buenos Aires, han encontrado demasiado riguroso el méto- do que habíamos adoptado de no inprimir en él sino aquello que única y exclusivamente encontrá- bamos en las páginas que se conservaban. Habrían querido encontrar aquello que se sabe, ó puede sa- berse de los asientos ó sucesos primitivos; y han ex-
