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Acta de Pío XI

Sobre estas cosas Nos hemos referidos en alocuciones y públicos discursos , y más detenida y claramente en la Encíclica Iniquis afflictisque que antes citamos, congratulándonos principalmente de que la egregia conducta del clero —cuando administraba los Sacramentos a los fieles, no sin peligro de la propia vida— y los hechos heroicos de muchos seglares —cuando con increíbles y nunca oídos trabajos sufridos con fortaleza, y con gran detrimento de sus bienes, gustosamente y con espléndidez han acudido en auxilio de los sagrados ministros — han producido profunda admiración en todo el orbe de la tierra.

Y entre tanto, no hemos querido faltar a Nuestro deber dejando de excitar con consejos de palabra y por escrito a los sacerdotes y fieles de Cristo, a fin de que con proceder cristiano resistan según sus fuerzas a las leyes inicuas, exhortándoles asimismo para que de tal modo aplaquen con oraciones y penitencias la justicia de la sempiterna Deidad, que cuanto antes el providentísimo y misericordiosísimo Dios se sirva benignamente dar alivio y fin a estas persecuciones. Ni hemos dejado de procurar que Nuestros hijos de todo el mundo, uniendo con Nos sus oraciones, pidan por sus hermanos mejicanos tan indignamente tratados; a la cual invitación Nuestra respondieron con admirable entusiasmo.

Es más, no hemos descuidado los procedimientos humanos que han estado en Nuestra mano para poder proporcionar algún alivio a Nuestros queridos hijos, puesto que hemos exhortado instantemente a todo el orbe católico para que a los afligidos hermanos de la Iglesia mejicana se les auxiliase aun con una colecta; y hemos conjurado también, una y otra vez a los mismos jefes supremos de las Naciones con las que Nos unen lazos de amistad para que no dejasen de considerar la anormal y gravísima situación de tantos fieles cristianos.

Ahora bien, ante tan gran muchedumbre de ciudadanos perseguidos que no dejaban de resistir valerosa y generosamente, los que gobiernan el Estado mejicano, para salir de algún modo de una peligrosa situación, que no podían dominar y vencer según sus deseos, manifestaron claramente que no se oponían a llegar a un arreglo de todo este asunto, después de oír las opiniones de una y otra parte.