pero con gran asombro mio, vi que la inclinacion de la aguja imantada habia disminuido 48'. (86) No tenia motivo alguno para sospechar error en esta observacion; mas durante las otras sacudidas que he esperimentado en el llano de Quito y de Lima, la inclinacion permaneció siempre invariable, de la misma manera que todos los elementos del magnetismo terrestre. Si es cierto, generalmente hablando, que nada hay en el aspecto del cielo ó en el estado de la atmosfera que anuncie en la superficie del globo lo que vá á suceder en sus profundidades, pronto veremos, sin embargo, que las capas aéreas pueden ceder á la influencia de fuertes sacudidas cuyo efecto no es siempre meramente dinámico. Asi es que el estado eléctrico de la atmósfera ha esperimentado notables variaciones durante las sacudidas que han agitado por largo tiempo el suelo de los valles de Pelis y de Cluson, en el Piamonte.
La intensidad de cierto ruido que casi siempre acompaña á los temblores de tierra, no crece en la misma proporcion que la violencia de las sacudidas. Estudiando atentamente las diversas fases del temblor de tierra de Riobamba (4 de febrero de 1797), acontecimiento de los mas terribles que ha mencionado la física de nuestro globo, me convencí plenamente de que la gran sacudida no fué acompañada del mas leve rumor. La formidable detonacion (el gran ruido) que se oyó debajo de tierra en Quito y en Ibarra, pero nó en Tacunga, ni en Hambato, ciudades mas aproximadas sin embargo, al centro de conmocion, no se produjo sino 18 ó 20 minutos despues de la catástrofe. Un cuarto de hora mas tarde del célebre terremoto que destruyó á Lima (28 de octubre de 1746), se oyó en Trujillo un trueno subterráneo, pero sin producir sacudida alguna. Asi tambien, trascurrido largo tiempo desde el gran temblor de tierra de Nueva Granada (16 de noviembre de 1827), descrito por Boussingault, se oyeron en el valle