tividad aun bajo las variadas formas de los mitos de la geognosia? Si los volcanes son para nosotros fuentes intermitentes, pero irregulares, de donde salta una mezcla fluida de óxidos metálicos, de álcalis y de tierra, bajo la poderosa presion de los vapores elásticos; y si estos manantiales ígneos corren tambien tranquilos y apacibles, allá donde las masas liquefactadas han hallado una salida permanente, ¿podemos olvidar cuan próximo estuvo Platon á estas ideas, cuando aquel gran filósofo atribuia á las erupciones volcánicas y al calor de las fuentes termales, una causa única, universalmente estendida por las entrañas de la tierra, y simbolizada por un rio de fuego subterráneo, el Pyriphlegethon (25)?
Independientes de la influencia de los climas en su modo de distribucion geográfica, hánse dividido los volcanes en dos clases esencialmente diferentes: los volcanes centrales y las cadenas volcánicas. «Los primeros forman siempre el centro de un grupo de volcanes secundarios muy numeroso y regularmente dispuestos en todos sentidos; al paso que los de las cadenas volcánicas están escalonados á cortas distancias en una misma direccion, como chimeneas que se hubieran formado sobre una gran falla. Esta segunda clase se subdivide á su vez en otras dos: ó bien los volcanes de una misma cadena se elevan del fondo del mar en forma de islotes cónicos, y entonces están ordinariamente distribuidos al pié de una cadena de montañas primitivas que corre en la misma direccion, ó bien están colocados entre la línea culminante de la cadena primitiva cuyas cimas forman (26)». El Pico de Tenerife, por ejemplo, es un volcan central, y el centro de un grupo al cual pertenecen las islas volcánicas de Palma y Lanzarote. El inmenso baluarte natural que se estiende desde el Chile meridional hasta la costa Noroeste de América, ya simple, ya dividida en dos ó tres ramales paralelos, reanudados de trecho en trecho por estrechas ar-