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grados de goce á que dá vida la contemplacion de la naturaleza, encontramos que en el primer lugar debe colocarse una impresion enteramente independiente del conocimiento íntimo de los fenómenos físicos; independiente tambien del carácter individual del paisaje, y de la fisonomía de la region que nos rodea. Donde quiera que en una llanura monótona, sin mas límites que el horizonte, plantas de una misma especie, brezos, cistos ó gramíneas, cubren el suelo, en los sitios en que las olas del mar bañan la ribera y hacen reconocer sus pasos por verdosas estrias de ovas y alga flotante, el sentimiento de la naturaleza, grande y libre, arroba nuestra alma y nos revela como por una misteriosa inspiracion que las fuerzas del Universo están sometidas á leyes. El simple contacto del hombre con la naturaleza, esta influencia del gran ambiente, ó del aire libre, como dicen otras lenguas con mas bella espresion, egercen un poder tranquilo, endulzan el dolor y calman las pasiones, cuando el alma se siente íntimamente agitada. Estos beneficios los recibe el hombre por todas partes, cualquiera que sea la zona que habite; cualquiera que sea el grado de cultura intelectual á que se haya elevado. Cuanto de grave y de solemne se encuentra en las impresiones que señalamos, débenlo al presentimiento del órden y de las leyes, que nace espontáneamente al simple contacto de la naturaleza; así como al contraste que ofrecen los estrechos límites de nuestro ser con la imájen de lo infinito revelada por doquiera, en la estrellada bóveda del cielo, en el llano que se estiende mas allá de nuestra vista, en el brumoso horizonte del Océano.

Otro goce es el producido por el carácter individual del paisaje, la configuracion de la superficie del globo en una region determinada. Las impresiones de este género son mas vivas, mejor definidas, mas conformes á ciertas situaciones del alma. Ya es la inmensidad de las masas, la lucha de los elementos desencadenados ó la triste desnudez de las