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Sibirien in den Jahren, 1820-1824, 2.ª parte, p. 259.—Sobre la vuelta de la gran aparicion del mes de noviembre, en períodos de 34 años, véase Olbers, en el Schumacher's Jarbuch, 1837, p. 280.—He oido decir en Cumana, que poco tiempo antes del temblor de tierra de 1766, se habia visto un fuego de artificio celeste, semejante al del 11 al 12 de noviembre de 1799; el intervalo seria pues de 33 años. Sin embargo, el temblor de tierra no tuvo lugar á principios de noviembre, sino el 21 de octubre de 1766. Una noche apareció el volcan de Cayambo, durante una hora, como envuelto por una lluvia de estrellas errantes, y los habitantes de Quito, asustados por esta aparicion, hicieron procesiones, con objeto de atenuar la cólera celeste; quizás los viajeros que van á Quito pudieran decirnos la fecha precisa de este fenómeno. Véase Relat. hist., t. 1, c. 4, p. 307; c. 10, p. 520 y 527.

^(76)  Pág. 114.— Estracto de una carta que me fue dirigida con fecha 24 enero 1838. El enorme enjambre de estrellas errantes del mes de noviembre de 1799, no fué visible mas que en América; pero allí se observó desde New-Herrnhut, en la Groenlandia, hasta el Ecuador. El enjambre de 1831 y el de 1832 se vieron solo en Europa; los de 1833 y 1834 únicamente lo fueron en los Estados-Unidos de América.

^(77)  Pág. 114.— Carta de M. Eduardo Biot á M. Quételet, sobre las antiguas apariciones de estrellas errantes en China, en los Bull. de l'Acad. de Bruxelles, 1843, t. X, n.° 7, p. 8.— Sobre la noticia sacada del Chronicon Ecclesiæ Pragensis, véase Buguslawski hijo, en los Annalen de Poggend., t. XLVIII, p. 612.

^(78)  Pág. 115.—«Se cree que un número, que parece inagotable, de cuerpos demasiado pequeños para ser observados, se mueven en el cielo, ya alrededor del Sol, ya alrededor de los planetas, asi como quizás tambien alrededor de los satélites. Supónese que cuando nuestra atmósfera encuentra á estos cuerpos, la diferencia entre su velocidad y la de nuestro planeta es suficientemente grande para que el rozamiento que sufren contra el aire, eleve su temperatura hasta el punto de ponerlos incandescentes y á veces hasta de hacerlos estallar. Si el grupo de las estrellas errantes forma un anillo continuo alrededor del Sol, su velocidad de circulacion, podrá ser muy diferente de la de la Tierra; y sus desplazamientos en el cielo, consecuencia de las acciones planetarias, podrán aun hacer posible ó imposible, en diversas épocas, el fenómeno de que se encuentren en el plano de la eclíptica.» (Poisson, Recherches sur la probabilité des jugements, p. 306-307.)

^(79)  Pág. 115.—Humboldt, Essai poutique sur la Nouvelle-Espagne (2.ª edicion), t. III, p. 310.