corren segun una evolucion en espiral, de un lado las hojas, las brácteas, el cáliz, la corola y los órganos fecundantes; del otro, con mayor ó menor simetría, los tejidos celulares y fibrosos de los animales, sus partes articuladas ó débilmente bosquejadas; pero todos estos pretendidos sistemas de la naturaleza, ingeniosos en sus clasificaciones, no nos hacen ver los séres distribuidos por grupos en el espacio, con respecto á las diferentes relaciones de latitud y altura á que están colocados sobre el nivel del Océano, y segun las influencias climatológicas que esperimentan en virtud de causas generales, y las mas de las veces muy remotas. El objeto final de una geografía física, es sin embargo, como lo hemos enunciado mas arriba, reconocer la unidad en la inmensa variedad de los fenómenos, descubrir, por el libre ejercicio del pensamiento y combinando las observaciones, la constancia de los fenómenos, en medio de sus variaciones aparentes. Si en la esposicion de la parte terrestre del Cosmos, debe descenderse alguna vez á hechos muy especiales, es solo para recordar la conexion que tienen las leyes de la distribucion real de los séres en el espacio, con las leyes de la clasificacion ideal por familias naturales, por analogía de organizacion interna y de evolucion progresiva.
Resulta de estas discusiones sobre los límites de las ciencias, y en particular sobre la distincion necesaria entre la botánica descriptiva ó morfologia vegetal, y la geografía de las plantas, que, en la física del globo, la innumerable multitud de cuerpos organizados que embellecen la creacion, es considerada mas bien por zonas de habitacion ó de estaciones, por bandas isotérmicas de inflexiones diferentes, que por los principios de gradacion en el desarrollo del organismo interior. Sin embargo, la botánica y la zoología, que componen la historia natural descriptiva de los cuerpos organizados, no dejan de ser manantiales fecundos que