se sirvió de la palabra Cosmos para designar el órden que reina en el Universo, y el Universo ó el mundo mismo (27). De la escuela de la filosofía itálica, la espresion pasó en este sentido al idioma de los poetas de la naturaleza, Parménides y Empédocles, y de allí al uso de los prosistas. No discutiremos aquí cómo segun estas ideas pitagóricas, distingue Philolao entre el Olimpo, Urano ó el Cielo, y el Cosmos; cómo la misma palabra está empleada en plural para designar ciertos cuerpos celestes (los planetas) que circulan alrededor del foco central del mundo, ó grupos de estrellas. En mi obra, la palabra Cosmos está tomada como la prescriben el uso helénico, posterior á Pitágoras, y la definicion muy exacta dada en el Tratado del mundo que falsamente se ha atribuido á Aristóteles; es el conjunto del cielo y de la tierra, la universalidad de las cosas que componen el mundo sensible. Si desde largo tiempo los nombres de las ciencias no hubieran sido apartados de su verdadera significacion lingüistica, la obra que publico deberia llevar el título de Cosmografía, y y dividirse en Uranografía y Geografía. Los romanos, imitadores de los griegos, en sus débiles ensayos de filosofía, han concluido tambien por transportar al Universo la significacion de sus mundos y que no indicaba primitivamente mas que la compostura, el adorno, y no el órden ó la regularidad en la disposicion de las partes. Es probable que la introduccion de este término técnico en el idioma del Lacio, la importacion de un equivalente de la palabra Cosmos, en su doble significacion, se deba á Ennio (28), partidario de la escuela itálica, traductor de los filosofemas pitagóricos compuestos por Epicarmo ó por alguno de sus adeptos.
Distinguiremos desde luego la historia física del mundo de la descripcion física del mundo. La primera, concebida en el mas lato sentido de la palabra, deberia, si existieran datos para escribirla, trazar las variaciones que ha esperimen-