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Es preciso no olvidar que el paisaje griego ofrece el particular atractivo de una íntima armonía entre la tierra firme y el elemento líquido, entre las orillas coloreadas por el sol, tapizadas de plantas y de vegetales pintorescos, y el agitado mar, retumbante y resplandeciente con multitud de reflejos. Si otros pueblos han debido mirar la tierra y el mar, la vida terrestre y la vida marítima, como dos mundos separados, los Griegos, no digamos únicamente los insulares, sino que tambien las tribus del continente meridional, podian casi desde cada punto de vista abrazar todos los fenómenos producidos por el contacto ó la accion recíproca de los elementos, que dan á las escenas de la Na turaleza, tanta riqueza y magnificencia. ¿Cómo pueblos tan felizmente dotados habian de permanecer indiferentes ante aquellas cadenas de rocas coronadas de bosques, que seguian los profundos repliegues del mar Mediterráneo? ¿Cómo en una edad en que el genio poético era la mas elevada de todas las vocaciones, al observar la distribucion de las formas vegetales, y el cambio regular que se efectuaba segun las estaciones del año y las horas del dia, entre la superficie del suelo y las capas inferiores de la atmósfera, semejante emocion nacida de los sentidos no habia de transformarse en una contemplación ideal? Crean los Griegos en relaciones secretas entre el mundo de las plantas y los héroes ó los Dioses. Eran los mismos Dioses los que vengaban los ultrajes hechos á los árboles ó álas plantas consagradas. La imaginacion animaba, por decirlo así, los vegetales; pero las formas poéticas áque debiólimitarse la antigitedad griega por la índole propia de su genio, no dejaban á la descripcion de la Naturaleza sino un desenvolvimiento incompleto.

Alguna vez, sin embargo, aun entre los poetas trágicos, la espresion del dolor 6 el desarrollo de las pasiones están interrumpidos por descripciones en que respira el entu-