de su trabajo nocturno, pero que, como gobernador de España 6 encargado del mando de la flota en el mar Tirreno, abandonó con mucha frecuencia á subalternos poco instruidos el cuidado de llenar el cuadro de aquella compilacion sin fin. No por ello debe entenderse que sea cosa en sí vi— tuperable este trabajo de compilacion, que consistia en recoger con detenimiento observaciones y hechos aislados, tales como podia suministrarlos la ciencia es aquella época. Si el éxito no fué completo, debióse á la impotencia en que se hallaba Plinio de dominar los materiales reunidos, de subordinar el elemento descriptivo á concepciones mas elevadas y generales, y de mantenerse firmemente en el punto de vista de una ciencia comparada de la Naturaleza. Miras mas elevadas, no solo orográficas, sino verdaderamente geognósticas, germinaban va en Eratóstenes y en Estrabon. Del primero se ha «provechado Piinio una sola vez, del segundo nunca. Plinio no ha sabido tampoco tomar de la historia anatómica de los animales de Aurstóteles, ni la division en grandes clases, fundada en las diferencias esenciales del organismo interior, ni la inteligencia de aquel método de induccion, único que se puede aplicar con seguridad á la generalizacion de los resultados obtenidos.
Plinio empieza por consideraciones panteísticas, y desciende en seguidadel Cielo á la Tierra. Del mismo modo que reconoce la necesidad de presentar el poder y la grandeza de la Naturaleza (naturw vis atque majestas) como un gran todo obrando simultáneamente, distingue al comienzo del libro 11 un conocimiento general y otro especial de la tierra; pero esta distincion queda bien prontoá un lado, cuando se entretiene con una árida nomenclatura de comarcas, montañas y rios. La mayor parte de los libros, vi-xxvH. y XXXUOL, XXXIV, XXXVI y xxxvtu, está llena de descripciones tomadas de los tres reinos de la Naturaleza. Plinio el Jóven caracteriza en una de sus cartas con mucha exactitud
