que mas tarde dió su nombre al estrecho de Torres. El mar del Sud no era ya entonces aquel desierto que habia ereido contemplar Magallanes; aparecia animado por islas que, á la verdad, por falta de precision en las determinaciones astronómicas parecian poco arraigadas y flotantes en los mapas. El mar del Sud fué largo tiempo el único teatro de las espediciones emprendidas por los Portugueses y los Españoles. El gran archipiélago de la Malasia, situado al Sud de la India y confusamente descrito por Tolomeo, por Cosmas y por Polo, se presentaba con contornos mas determinados desde el establecimiento de Alburquerque en Malaca (1511) y la travesía de Antonio Abreu. El mérito particular del historiador portugués Barros, contemporáneo de Magallanes y de Camoens, es el de haber distinguido con tanta claridad el carácter físico y etnológico de aquellas islas, y fue el primero que propuso colocar separadamente la Polinesia austral, como una quinta parte del mundo. Solo cuando el poder holandés llegó á su apogeo en las Molucas, fué cuando la Australia salió por primera vez de las tinieblas y tomó una forma distinta á los ojos de los geógrafos (87). Entonces empezó la gran época, ilustrada por Abel Tasman. No es nuestra intencion hacer la historia particular de todos los descubrimientos geográficos; nos limitamos á recordar los hechos principales, resultados de una aspiracion súbita hácia todo lo que es grande, desconocido y lejano, y cuyo íntimo enlace ha producido en un corto espacio de tiempo la revelacion de las dos terceras partes de la superficie terrestre.
A este dilatado conocimiento de los espacios de la trerra y del mar, respondiéron tambien miras mas elevadas sobre la existencia y las leyes de las fuerzas de la Naturaleza, sobre la distribucion del calor en la superficie de la tierra, sobre la variedad de los organismos y los límites de su propagacion. Los progresos que habia hecho cada cien-
