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calor, por los grados estremos de sequedad atmosférica y por la frecuencia de las esplosiones eléctricas, así tambien los navegantes se formaron desde luego nociones exactas acerca de la direccion y rapidez de las corrientes que, como rios de muy irregular anchura, atraviesan el Océano atlántico. En cuanto á la corriente llamada propiamente ecuatorial, es decir, al movimiento de las aguas entre los trópicos, Colon es quien la ha descrito primero, esplicándose sobre este asunto de una manera muy positiva y general á la vez en la relacion de su tercer viaje: «Las aguas, dice, se mueven como la bóveda del cielo, (van con los cielos), del Este al Oeste.» La direccion de algunas masas flotantes de yerbas marinas daba fuerza tambien á esta creencia (1). Encontrando Colon en la Guadalupe una vasija pequeña de hierro batido en manos de los habitantes, llegó á suponer que podia ser de orígen europeo, y haber sido recogida de los restos de un buque que hubiera naufragado por la corriente ecuatorial desde las costas de la Iberia á las de América. En sus hipótesis geognósticas consideraba Colon la hilera transversal de las pequeñas Antillas y la forma de las grandes Antillas, cuyas costas son paralelas á los grados de latitud, como un efecto del movimiento de las olas que se mueven del Este al Oeste bajo los trópicos. Cuando en su cuarto y último viaje reconoció el Almirante la direccion de las costas, yendo derechamente de Norte á Sud, desde el promontorio de Gracias á Dios hasta la laguna de Chiriqui, sintió los efectos de una violenta corriente dirigida hácia el Norte y el Nor-noroeste, y producida por el choque del rio ecuatorial que va de Este á Oeste, y se rompe contra la costa opuesta. Anghiera sobrevivió á Colon el tiempo bastante para abarcar en su conjunto el movimiento de las aguas del Océano, para reconocer el remolino del golfo de Méjico, y la agitacion que se