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ra que sea su naturaleza, no es peculiar del ámbar, que no es mas que un jugo mineral solidificado que arrastran las clas del mar, y en el que los insectos alados, las hormigas y los gusanos están aprisionados como en sepulcros eternos («eternis sepuleris). Esta fuerza de atraccion pertenece á una clase entera de sustancias mu y diferentes, tales como el vidrio, el azufre, el lacre y todas las resinas, el cristal de roca y todas las piedras preciosas, el alumbre y la sal gemma.» Gilbert mide la fuerza de la electricidad obtenida, por medio de una pequeña aguja de una sustancia distinta del hierro, que se mueve libremente sobre un eje (versorium electricum) y en todo semejante al aparato de que se sirvieron Hauy y Brewster para hacer la prueba de la fuerza eléctrica en los minerales frotados y calentados. «El frotamiento, añade (silbert, produce efectos mas sensibles en el alre seco que en el aire húmedo. El frotamiento en las telas de seda es mas eficaz que en ninguna otra sustancia. El globo terrestre forma un todo cuyas partes están unidas en virtud de una fuerza eléctrica (globus telluris per se electrIce congregatur et coheeret); porque la electricidad tiende á amontonar yá reunir la materia (motus electricus est motus coacervationis materize.)» En estos oscuros axiomas está espresada la concepcion de una electricidad terrestre, de una fuerza que, como el magnetismo, pertenece á la materia en cuanto que es materia. Respecto de la fuerza repulsiva y de la diferencia de los cuerpos conductores ó no conductores, nada se hablaba todavía.

Otto de Guerike, igenioso inventor de la máquina neumática, no se limitó á observar simples fenómenos de atraccion; sino que haciendo esperimentos con un baston de azufre frotado, reconoció los efectos de la repulsion y algunos otros que trajeron mas tarde el descubrimiento de las leyes segun las cuales obra y se distribuye la electricidad. Oyó el primer ruido y vió la primera chispa de una