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in el lugar de descanso por el que tan largo tiempo habian suspirado él y su amigo (Grregorio de Nacianzo (47). Laalusion mitológica con quetermina la carta, resuenacomo una voz que salida del antiguo mundo encuentra un eco en el mundo cristiano.

Las Homilias de San Basilio sobre el Hexameron revelan tambien el sentimiento dela Naturaleza que en él existia. Pinta las dulzuras de las noches eternamente serenas del Asia Menor, en donde, segun su espresion, los astros, flores inmortales del cielo, elevan el espíritu del hombre de lo visible 4 lo invisible (48). Si en la narracion de la Creacion del mundo quiere celebrar las bellezas del mar y describir los variados y cambiantes aspectos de esa llanura sin límites, muestra cómo dulcemente agitada «por el soplo de los vientos, refleja una luz ya blanca, ya azulada, ya roja; y cómo en sus apacibles juegos acaricia la plava.» Hállase el mismo tono de concordia melancólico con la Naturaleza en Gregorio de Niza, hermano de San Basilio. «S1 veo, dice, la cresta de la roca, la cañada, la llanura, cubiertas de naciente yerba; si veo el rico adorno de los árboles, y á mis pies las lises á que ha dado la Naturaleza el perfume y el brillo de sus colores á la vez; si distingo el mar en lontananza hácia el cual lleva mis miradas la nube que pasa, apodérase de mi alma una tristeza que no carece de dulzura. Con el otoño desaparecen los frutos, caen las hojas, pierden de flexibilidad las ramas de los árboles, y nosotros mismos, abrumados de profunda melancolía al ver esas eternas y regulares transformaciones, nos identificamos con las misteriosas fuerzas de la Naturaleza. Cualquiera que contemple este espectáculo con los ojos del alma, comprenderá la pequeñez del hombre comparado con la erandeza del Universo (49).»

La aficion á las descripciones poéticas entre los cristianos, no es el solo efecto de esta glorificación de la Di-