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comarca llamada Sapphara en Arabia (Ritter, Erdrunde von Asien, 1. VII, sec. 1, 1846, p. 252), y otra en la India llamada Supara. Esto depende de que por un efecto que se produce aun en nuestros dias en las partes de la América en donde se habla el inglés y el español, las costas situadas en oposicion ó proximas á la India habian recibido como un reflejo de la madre patria las denominaciones espresivas del sanscrito. Asi, lo que se llamaba el comercio de Ofir podia segun mi sentir, comprender tanto espacio cuanto recorrieran los barcos que hacian el viaje de Tarteso y tocaban en Cirene y en Cartago, Gadeira y Cernc, ó los que dirigiéndose á las Casitérides bajaban las costas de los Artabros, de la Brefaña y del Qersoneso Cimbrico al Este. Siempre admira que el incienso, las especias. la seda y las telas de algodon no estén comprendidas entre las mercancías de Ofir, como el marfil, los monos y los pavos reales. Los pavos son esclusivamente de orígen indio; y si han sido llamados con frecuencia por los Griegos aves de Persia ó de la Media, esto consiste en que se propagaron insensiblemente hácia el Oeste. Los Samios, que veian pavos reales alimentados en los templos de Juno por los sacerdotes, los creian, sin otra razon, originarios de Samos. Ha querido tambien deducirse de un pasaje de Eustates, sobre el culto tributado á los pavos en Libia. (Comment. in lliad., t. IV, p.225, edic. de Leipsick, 1525) que esas aves pertenecian al Africa.

(42) Pág. 132.—Véase sobre Ofir y el monte Sopora «que la flota de Salomon no pudo tocar en menos de tres años.» Colon, en Navarrete, Viajes y descubrimientos que hicieron los Españoles, t. l, y. 103. En otra parte dice el gran navegante, siempre en la esperanza de tocar la tierra de Ofir: «El oro de Ofir tiene una virtud soberana de la que no puede darse idea. Aquel que sea su poseedor puede hacer lo que quiera en este mundo: está en estado de hacer pasar las almas del Purzatorio al Paraiso.» Véase Carta del Almirante escrita en la Jamáica, 1303, en Navarrele, t. I, p. 309. V. Humboldt, Examen critique, t. E. p. 70 y 109: 4. TL p. 38 y 44; y sobre la duracion del viaje de Tarschich, Keil, ucher die Hiram-Salamonische Schiffahrt, etc., p. 106.

(43) Pág. 132, —Ctósias de Cnido, Operumn rcliquic, edic. de F. Behr, 1824, c. 4 y 12, p. 218,271 y 300. En cuanto á las indicaciones que el médico de la córte de Persia recojió en las fuentes locales, y que por este motivo son dignas de consideracion, se refieren á las comarcas septentrionales de la India, de donde salia el oro de los Daradas, para dixigirse despues de muchos rodeos á Ahhira. á la embocadura del Indo y á la costa de Malabar. Véase Humboldt, Asie centrale, t. I, p. 187, y Lassen, indische Alterthumskunde, t. 1, p. 5, La maravillosa relacion que hace Ctésias de una fuente situada en la India, y en cuyo fondo se