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res, y en las mecánicas que Blasco de Garay presentó en 1343 al emperador Cárlos Y para poner en movimiento los carros. Véase Arago, Annuaire du Burcan des longitudes, 18929, p. 152. El antiguo hodómetro de los Romanos (ratio 4 majoribus tradita, qua in rheda sedentes vel mari navigantes scire possumus quot millia numero itineris fecerimus), ha sido descrito detalladamenle por Vitrubio (1. X, e. 4), en al cual no deberíamos reputar como contemporáneo de Augusto, en atencion á las convincentes razones que se han hecho valer muy recientemente Schultz y Osann. El número de vueltas dadas por las ruedas esteriores que se hunden en el mar, y el de las millas recorridas en un dia, estaban indicadas por tres ruedas dentadas, que engraban una en otra, y por la caida de pequeñas piedras redondas que salian de unacaja (loculamentum) que no tenia mas que una abertura. Esos hodómetros, que sesun espresion de Vitrubio eran á la vez objeto de utilidad y de recreo, se usaron mucho en el Mediterráneo, cosa que no dice Vitrubio. En la biografia del emperador Pertinax Julio Capitolino (véase Historiz Auguste scriptores, C. 8, t. I, p. 354. edic. de Leyde, 1671), se hace mencion de una venta de bienes procedentes de la sucesion del emperador Comódo, en la cual fué comprendido un coche de viaje provisto de un aparato semejante. Las ruedas daban al mismo tiempo la medida del camino recorrido y el número de horas que habia durado el viaje. Heron de Alejandria, discipulo de Ctesibio, ha descrito en su obra sobre la dióptrica, que no se ha publicado todavía en griego, un hodómetro mucho mas perfeccionado, aplicable igualm nte por la tierra y el mar. Véase Venturi, Comment. sopra la Storia dell*Ottica, Bolonia, 1814, t. TI. p. 134-139. Nada encontramos en la literatura de la edad media que tenga relacion con el asunto que tratamos, hasta la época en que aparecen gran número de obras técnicas subre la navegacion, compuestas ú impresas á corta distancia unas de otras. A este número pertenecen: el Trattato di Navigazione, probablemente anterior al año 1500, por Antonio Pigafelta; otro en 1333 por Francisco Falero (hermano del astrónomo Ruy Falero, que acompaño. segun se dice, á Magallanes en su viaje de cireunnavegacion, y dejó un Regimiento para observar la longitud en el mar); el Arte de navegar (1345), por Pedro de Medina, sevillano; Breve compendio de la Esfera de la arte denavegar (1531), por Martin Cortes, de Bujalaroz, y por último, Regimiento de navegacion y hidrografía (1606), por Andrés García de Céspedes. En todas estas obras, muchas de ellas hoy muy raras, como tambien en la Suma de Geografía publicada en 1319 por Martin Fernandez de Enciso, se reconoce que el espacio recorrido por los buques españoles y portugueses no se media directamente, sino que se apreciaba á ojo, segun algunos principios numéricos. Léese en Medina (1. II, e. 11 y 12): «Para conocer la velocidad de un buque segun el espacio que recorre, el piloto debe marcar de hora en hora