enseñanza se limita á asimilar y retener conocimientos. Y también esto es suficiente, cuando se estudia la Matemática para sus aplicaciones; porque entonces no se emplea más que como instrumento para otras finalidades, las cuales son en este caso lo preferente.
Vemos, por otra parte, que la Ciencia exige dos trabajos: 1.°, el de condensación, pues sin abreviar ó compendiar y sintetizar la multitud de los conocimientos, abrumaría á las inteligencias; 2.°, el de expansión, pues la Ciencia es indefinida; siempre ofrece objetos nuevos y eleva continuamente los puntos de vista de la inteligencia. Y así vemos, otra vez, cómo son necesarios profesores de las dos clases arriba señaladas, pues una eminencia científica perdería tiempo en repeticiones necesarias, por exigencias pedagógicas, que sería preferible emplear en fines más elevados; y un repetidor es muy útil para los cursos prácticos.
Carácter eminentemente sintético. La inteligencia del alumno, ya educada en los centros de segunda enseñanza, extenderá sus conocimientos en la enseñanza superior. Esta será su principal finalidad. Los métodos de los grandes maestros, que necesariamente se suceden en cada curso, constituyen los medios de su perfeccionamiento intelectual, los cuales deben presentarse como excitante á su espíritu de investigación.
Los matemáticos eminentes, al ver con claridad los últimos peldaños de la Ciencia, encuentran siempre campo fértil para añadir algo, aunque no sea más que remover las ideas y recorrerlas en nuevas direcciones.
Procedimientos especiales. a) En algunas Universidades, se practican los cursos, llamados Lecturas. En vez de explicar, se leen teorías elegidas por el profesor, de las obras más importantes. Esto es conveniente para fijar puntos de vista en la Ciencia, y provocar el espíritu de investigación, ofreciendo material para el porvenir.
b) En varias Universidades, algunos días se destinan á ejercicios sobre las recientes publicaciones, sean obras ó revistas, con intervención de los alumnos en las observaciones. Esto permite dar cierta movilidad á los conocimientos adquiridos, que les hace salir de los rígidos moldes del dogmatismo. Constituye un ejercicio de