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Página:Algunas consideraciones sobre filosofía y enseñanza de la matemática.djvu/115

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libro 2.º—capítulo iii.—§ 2.º

§ 2.° Forma externa de la enseñanza

Los cursos. Por desgracia, hay bastante de censurable en nuestros cursos. Á medida que transcurre el tiempo, cada vez se acortan más por fútiles motivos. El culto á la ciencia exige continuidad; y las interrupciones en la enseñanza tienen que producir resultados deplorables, pues el recordar lo olvidado acorta de nuevo lo que ya se acortó con los días de asueto. Y aun los espíritus más activos y entusiastas encuentran cierta resistencia natural á reanudar las tareas, después de algunos días de vacaciones, porque las ideas anteriormente adquiridas, se borraron; y el enlace con las nuevas tiene que ser más difícil y violento.

La enseñanza de todas las asignaturas de la Facultad de Ciencias tiene una parte práctica inagotable. Por esto será poco todo el tiempo que se emplee en afianzar las teorías, con el máximo de práctica posible. Solo de esta manera, podrá llegar uno á ser matemático, físico ó químico. Se puede asegurar que estas ciencias se hallan siempre en continuo estado de formación. Cada descubrimiento es punto de partida de otros nuevos; y es necesario constantemente, mantener y robustecer las aptitudes.

Lo que contiene la Exposición sumaria de las teorías matemáticas, manifiesta el desarrollo considerable que ha adquirido la Matemática en el siglo xix.

La ciencia, entre nosotros, ha llegado á tal depreciación, que apenas se cotiza.

Alguna vez se paga, no la ciencia, sino alguna enseñanza, cuando ésta conduce inmediatamente á obtener algún beneficio inmediato; pero, no como ciencia en sí, que eleva la dignidad y valor del individuo; se aprecia tan solo en el orden material, pero no en el orden moral. Es necesario amar el bien por el bien; y en condiciones análogas está el saber.

Saber es cosa inútil, cuando solo se aprecia el resultado inmediato, por olvidar que los frutos son tardíos. Nadie sabe apreciar desde luego la transcendencia de cualquier descubrimiento. Por otra parte, como decía Jacobi: «el objeto único de la ciencia es el honor del