misma, sin despertar á ningún criado todavía, un vaso de vino azucarado.
wwwww Amalia no esperó oir concluir la última silaba, y corrió á las piezas interiores.
Daniel se acercó entonces á Eduardo, en quien el momentáneo descanso que había gozado, empezaba á dar expansión á sus pulmones, oprimidos hasta entonces por el dolor y por el cansancio, y Ic dijo:
—Esta es mi prima, la linda viuda, la poética tucumana de quien te he hablado tantas veces, y que, después de su regreso de Tucumán, hace cuatro meses que vive solitaria en esta quinta.
Creo que, si la hospitalidad no agrada á tus deseos, no les sucederá lo mismo á tus ojos.
Eduardo se sonrió, pero al instante, volviendo su semblante á su gravedad habitual, exclamó :
—¡Pero es un proceder cruel; voy á comprometer la posición de esta criatura 1 —Su posición?
su posición. La policía de Rosas tiene tantos agentes cuantos hombres ha enfermado el micdo. Hombres, mujeres, ainos y criados, todos buscan su seguridad en las delaciones. Mañana sabrá Rosas dónde estoy, y el destino de esta joven se confundirá con el mío!
i —Eso, lo veremos—dijo Daniel arreglando los cabellos desordenados de Eduardo.—Yo estoy en mi elemento cuando me hallo entre dificultades. Y si, en vez de escribirmelo, me hubieses esta tardehablado de tu fuga, ciento contra uno á que no tendrías en tu cuerpo un solo arañazo.
—Pero tú, ¿cómo has sabido el lugar de mi embarco?