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dolido de la situación actual de nuestro país. Sólo hay en la clase baja una excepción, y son los nulatos; los negros están ensoberbecidos, los blancos prostituidos, pero los mulatos, por esa propensión que hay en cada raza mezclada á clevarse y dignificarse, son casi todos enemigos de Rosas, porque saben que los unitarios son la gente ilustrada y culto, la que siempre toman ellos por modelo.

—Bien: los despediré mañana.

—La seguridad de Eduardo, la mía, la tuya propia, lo exigen así. Tú no puedes arrepentirte de la hospitalidad que has dado á un desgraciado, y....

— Oh, no, Daniel, no me hables de eso! ; MI

casa, mi fortuna, todo está á disposición tuya y á la de tu amigo!

—No puedes arrepentirte—decía, y debes, sin embargo, poner todos los medios para que tu virtud, tu abnegación, no den armas contra ti á nuestros opresores. Del sacrificio que haces en despedir á tus criados, te resarcirás pronto. Además, Eduardo no permanecerá en tu casa sino los días indispensables que determine el médico: dos, tres á lo más.

—Tan pronto, oh, no es posible! Sus heridas son quizá graves, y sería asesinarlo levantarlo de su cama. Yo soy libre; vivo completamente aislada, porque mi carácter me lo aconseja así; recibo rara vez las visitas de mis pocas amigas, y en las habitaciones de la izquierda podremos disponer un cómodo aposento para Eduardo, y completamente separado de las mías.

¡Gracias, gracias, mi Amalia; Bien sé que tienes en tus venas la sangre generosa da mi madre.

Pero quizá no convenga que Eduardo permanezca