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134 ANTOLOGÍA DE LA POESÍA FEMENINA ARGENTINA

¿Por qué dejas entonces que suba a las esferas

el clamor infinito del dolor sin consuelo? ¿Doblaran las campanas si Tú no lo quisieras? ¿Acaso sus lamentos no llegan hasta el Cielo?

Y si a todos los hombres llamabas tus hermanos, y tanto te dolías de su vida ya triste,

¿por qué dejas, Dios mío, que sufran los humanos ese dolor tan triste que Tú no conociste?

INQUIETUD

Muchas sombras cansadas que se acercan en ronda van llenando la tarde de agonías sin voz,

y el espacio se inunda de una pena tan honda,

que parece la pena milenaria de Dios...

La campiña se queja con palabras ahogadas.

Yo no sé lo que tiene... No sé quiere dormir... La campiña delira con visiones porfiadas,

como los moribundos que no quieren morir.

¿Por qué lloran, al borde del pequeño camino,

las pequeñas violetas ignorantes del mal?

¿Por qué tiemblan las hojas? ¿Por qué calla el destino? ¿Qué nos quiere ese buho con su vieja señal?...

Una estrella agoniza por lugares remotos... Unos pájaros ciegos han huído en tropel.

La campiña está alerta... Palidecen los lotos... Algún ángel me ha rozado la piel...

Yo no sé qué me pasa, que me muero de angustia. Desearía que el mundo me pidiera perdón...

La campiña está triste; la campiña está mustia... La campiña está enferma como mi corazón.