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Página:Anton Chejov - Historia de mi vida - Los campesinos.djvu/41

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libre como un pájaro. El hambre era mi más terrible enemigo. Cuando tenía hambre, el deseo impetuoso de llenar la barriga turbaba mis mejores pensamientos.

Aquella mañana, por ejemplo, todo era en torno mío bello, resplandeciente; estaba yo solo en mitad de los campos sin límites, miraba cernirse en el aire una alondra canora... y pensaba: "¡Con qué gusto me comería un pedazo de pan con manteca!"

Sentado un instante a la orilla del camino, quería entregarme de lleno al deleite de aspirar la fresca brisa matinal, y—¡ay!—de pronto se me venía a la imaginación el olor delicioso de las patatas fritas.

Era robusto, corpulento, y tenía un apetito de lobo; pero rara vez podía satisfacerlo, y casi siempre estába hambriento. Quizá debido a eso no ha extrañado nunca que la gente del pueblo hable de comer casi constantemente y sólo piense en el pan cotidiano. El hambre es el motor principal de la actividad humana.

***

En Dubechnia estaba terminándose la edificación de la estación. Ya había comenzado a alzarse el piso superior. En el inferior trabajaban los pintores.

Hacía un calor horrible. Los obreros trabajaban sin energía enervados por el ardor del sol.