Página:Anton Chejov - Historia de mi vida - Los campesinos.djvu/410

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Se detuvieron un momento junto a la porchada, y se fueron.

"¡Me gustan las flores,
las flores del campo!

cantó con voz estridente el guardabosque.

¡Me gusta cogerlas
por huertos y prados!"

Luego escupió, lanzó unos cuantos juramentos y entró en la casa.

IV

Era un día muy caluroso de agosto. La vieja había encargado a Sacha de la custodia de la huerta. Las ocas del mesonero podían realizar uno de sus asaltos, mientras ellas, junto al mesón, cogían avena y charlaban tranquilamente. Dejando ojo avizor al macho, para que viese si ella acudía con el garrote, podían irse acercando, cautelosas... Pero las ocas se paseaban por la otra ribera, en larga procesión blanca. Sacha, que empezaba a aburrirse, viendo que no intentaban ninguna invasión, echó a andar hacia el río...

La hija mayor de María, Motka, de pie sobre una enorme piedra, contemplaba, inmóvil, la iglesia. María había tenido trece hijos; pero sólo le quedaban siete, todos hembras, la mayor de ocho años. Motka, descalza, sin más ropa que un camisón, estaba como petrificada; ni siquiera ad-