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Página:Apología de Sócrates por Jenofonte (1871).djvu/13

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prueba que constantemente me ocupo de ella?—Y cómo? replicó Hermógenes.—Procurando no hacer jamás una accion injusta: ése es á mis ojos el mejor modo de preparar una defensa.—¿Pero no ves, dijo nuevamente el hijo de Hipónico, que los tribunales de Atenas han hecho perecer á multitud de inocentes, víctimas de su turbación para defenderse, mientras que han absuelto á otros muchos siendo delincuentes, porque su lengua los ha movido á compasion ó cautivado por su elegancia?—Pues por Júpiter! dos veces he intentado ya ocuparme de preparar una defensa y otras tantas se ha opuesto á ello el «Génio», (5) que me inspira.—Lo que estás diciendo me sorprende!—Y porque sorprenderte, si la Divinidad juzga que es mas ventajoso para mí el dejar la vida desde este instante mismo? Pues tú no sabes que hasta el presente no hay un solo hombre á quien le conceda que haya vivido mejor que yo? Mi conciencia me dice, y es mi más dulce satisfaccion, que he vivido de una manera justa y religiosa, de tal modo, que despues de mi propia aprobacion me encuentro con la de cuantos me tratan, que tienen formada igual opinion sobre mi conducta. Pero ahora mi edad avanza; sé que han de sobrevenir las cosas propias de la vejéz: ver mal, oir peor, ser cada dia más tardío para aprender y de lo que tiene uno aprendido irse olvidando rápidamente. Y si yo me apercibo de la pérdida de mis facultades, y si he de estar incómodo conmigo mismo, cómo podré decir entónces: vivo gustosamente? Acaso Dios me concede esto como un don especial: pues no sólo voy á dejar la vida en el momento más favorable, por mi edad, sino de la manera ménos penosa: pues si hoy me condenan, me será permitido indudablemente escojer la especie de muerte que estimen mas sencilla los que entienden de esto, muerte que dé lo ménos que hacer á mis