El cultivo general de la inteligencia no debía servir más que para tormenta de quienes le emprendían. La imprenta materialmente imperfecta y escasa, erizada de peligros y embarazada con las mil trabas de la legislación, no presentaba estimulo para producir, ni facilitaba empleo de provecho al que se sentía capaz de escribir para el público.
"Es una pérdida para las letras americanas, dice el autor del Ensayo de la historia civil de Buenos Ayres, que por falta de imprenta quedasen inéditas las producciones del Dr. D. Juan Baltazar Maciel. Haría un gran servicio á la patria, añade, quien recogiera las que andan esparcidas en manos de muchos." Por la misma falta de medios de publicidad han caído en el olvido mas profundo los trabajos literarios de otros compatriotas ilustrados que contrajeron su vida al estudio y escribieron cosas dignas de memoria. ¿Quien nos devolverá la história natural y política de Cuyo escrita por el abate mendocino D. Manuel Morales? ¿Quien la historia del Río de la Plata, escrita por Iturri para rectificar los errores del español Muñoz? ¿Quien de entre los que vivimos, ha oído nombrar siquiera á los porteños D. José Perfecto de Salas y los Rospiellosis? ¿Quien al riojano Camacho y á los paraguayos Cañete y Barrientes?