Zavala, Ros y la reserva, al mando del general Prim, conde de Reus, dejando al general Echagüe custodiando con sus tropas la línea del Serrallo; y el mismo día, en el sitio llamado los Castillejos, á poca distancia de Ceuta, se trabó una reñida batalla con los moros que mandaba como califa ó lugarteniente del sultán su hermano Muley-el-Abbas, en la cual fueron los enemigos vencidos, aunque no sin pérdidas sensibles, merced al señalado valor del general Prim y de sus tropas, probado ya en varias escaramuzas sangrientas, y á la ayuda que le prestó con las suyas el general Zavala, que enfermo desde el día siguiente, se despidió del ejército con aquel hecho de armas. No opusieron los moros, escarmentados en aquella ocasión, toda la resistencia que se esperaba en los desfiladeros que hay entre Ceuta y el valle de Tetuán; pero la ofrecieron bastante sin embargo, y el ejército, abriendo como los antiguos romanos el camino por donde iba pasando y seguido á lo largo de la costa por la escuadra que mandaba el general Bustillos, llegó al cabo de quince días de penosa marcha con todo su material á la desembocadura del río Guadaljelú ó Martín, donde le había precedido por mar una nueva división salida de la Península. Esta marcha, ejecutada en medio de temporales furiosos, durante los cuales llegó á estar incomunicado el ejército, y á excitar grande ansiedad en España su suerte, peleando diariamente y venciendo siempre á los marroquíes que le acosaban, luchando con el cólera, que diezmaba en tanto las filas, y con todo género de privaciones, ha sido admirada en Europa y ha señalado un puesto entre los buenos soldados del mundo al general conde de Lucena, y á los individuos de todas clases que la emprendieron á sus
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