Página:Arkady Arvechenko - Cuentos (1921).djvu/164

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
68
 

dará aquí una función dedicada a su cara tierra natal, de la que su gloriosa carrera artística la tiene alejada tantos años.» ¿Qué le parece a usted la idea? ¡Oh, diosa!

La diosa tardó un poco en contestar. Sus ojos parecían velados por una vaga niebla de dulces recuerdos.

—¿Pero quién trabajaría conmigo?

—¡Sus compañeros!

—¡Kalitin, Kalitin, ciudad querida, con qué placer volvería a vertel Maria Nicolayevna se enjugó una lágrima y añadió sonriéndose: — El sentimentalismo es un síntoma de vejez...

Me voy haciendo vieja.

—¡Oh...!

—Así es que me aconseja usted en serio...

—¡Sí, sí, vaya usted! ¡Vayamos! Lejos de usted, la vida carece para mí de encantos.

Queriendo disipar toda sombra de duda, el admirador dió un largo beso en el brazo de su ídolo, un poco más arriba del codo.

El viaje fué en extremo alegre. Diríase que la farándula iba de jira. En el departamento que ocupaba todo eran cantos, risas.

Pero María Nicolayevna, a medida que el tren se acercaba a Kalitin, iba poniéndose seria y dando muestras de una emoción más honda a cada instante.

Miraba a todo el mundo con ojos ingenuos, infantiles.