Página:Arkady Arvechenko - Cuentos (1921).djvu/176

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
80
 

amigos se pusieron a fumar. Sus ojos seguían atentos el flotar perezoso de las espirales humo.

III

—Naturalmente—dijo, tras una breve pausa, Nadkin—, el frac, el champagne, la quinta a orillas del mar, no me desagradarían; pero...

—Pero ¿qué?

—Pero se puede ser feliz sin eso.

—¿Crees?

—¡No creo, estoy seguro!... Además, ¿para qué acumular riquezas? La vida, tarde o temprano, acaba en la nada.

El telegrafista calló y clavó una mirada larga y buceadora en el cielo, como buscando en las arcanas profundidades del espacio la clave de todos los enigmas.

—¿Qué sucederá—prosiguió—cuando yo me muera?

Kurochkin se sonrió desdeñosamente.

—Habrá un temblor de tierra, un diluvio, un cataclismo formidable—repuso, en tono irónico.

Y, luego de darle al cigarrillo una prolongada chupada y lanzar una espesa bocanada de humo, añadió: —Tranquilizate: no sucederá nada; tu muerte pasará en absoluto inadvertida.

—¿Si, eh?... ¡Qué grosero error! Cuando yo me muera, todo desaparecerá al punto, el sol, la tierra, los caminos de hierro, las ciudades...

Kurochkin se incorporó a medias, apoyando un