Página:Arkady Arvechenko - Cuentos (1921).djvu/182

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida

LA FUERZA DE LA ELOCUENCIA


En una esquina de una calle, esquiva y silente, de Sebastopol dormita un tártaro. Ante él hay una cesta de hermosas naranjas, que parecen bolas de oro.

Reinan el bochorno y el fastidio; pero el tártaro ni tiene calor ni se aburre.

¿En qué piensa, de pie ante su cesta, ante su rublo y medio escaso de mercancía? Lo más probable es que no piense en nadą. Es su dolce far niente un estado de perezosa languidez, casi pura vida vegetativa.

El tártaro dormita, y todo es calma en tornc. De tarde en tarde pasa un transeúnte o sale de una casa una criada soñolienta a comprar un par de naranjas.

Pero he aquí que se acerca al tártaro un hombre con traje azul y sombrero de paja. Se advierte en su paso vacilante que está un poco borracho.

Se detiene ante la cesta y se queda mirando a las doradas frutas. Durante cerca de dos minutos, ni el tártaro ni él despegan los labios.

—¿Naranjas? —pregunta, por fin, el transeúnte.

—Sí, naranjas—contestá con indolencia el tártaro. ¿Quiere usted un par?

—¿Tú eres tártaro?

—¡Claro!—responde el naranjero, como si todo hombre que se respeta debiera ser tártaro: