Página:Arkady Arvechenko - Cuentos (1921).djvu/190

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
94
 

en estos días, sátiras más o menos ingeniosas de tal abuso; pero esas sátiras también se han hecho ya vulgares. Ningún escritor que se respeta se atreve a servirse, ni en broma ni en serio, del tradicional muchacho.

—Sí; es verdad... Si contamos en casa de Sidayev que acabamos de ver a un muchacho muriéndose de frío, como en los cuentos de Navidad, no nos creen.

—Se echan a reír.

—Se burlan de nosotros.

—Se encogen de hombros.

—No; más vale no contarlo. ¡Un muchacho que se muere de frio! ¡Qué vulgaridad! Es una cosa que no puede tomar en serio ninguna persona dotada de un poco de gusto literario.

—Figúrate—dijo el novelista—que se encuentran a esta criatura unos obreros, unos hombres toscos e iletrados, que no han leído nunca cuentos de Navidad. Se la llevan a su casa; le dan de cenar, le encienden, quizá, un arbolito... Y mañana se despierta en una cama limpia y caliente, y ve inclinado sobre él a un obrero de hirsuta barba, que le sonríe con ternura...

El pintor miró al novelista con ojos burlones.

—¡Caramba, qué improvisación! ¡A que acabas por escribir algo sobre el tradicional muchacho!

El novelista se rió, un si es no es avergonzado.

—Sí; le he dado enda suelta a mi imaginación.

Pero ¡no!... ¡Dios me libre! Detesto todo lo vulgar.

¡Vámonos!

— Pero... ¿vamos a dejar helarse a este niño? Po-