Pertenece a la última generación literaria y goza de gran popularidad en Rusia, no sólo como cuentista, sino también como periodista satírico. El fundó y dirigió hasta su supresión por los bolcheviques la famosa revista Satirikon, periódico muy semejante al Simplicissimus, de Alemania. El Satirikon, con sus caricaturas y los donaires de su texto, hirientes como latigazos, flageló durante algunos años los vicios de la sociedad y puso denodadamente en la picota del ridículo a los poderosos de la tierra. Algunos de sus números constituyen verdaderas actas de acusación contra la burocracia. No es extraño, pues, que el Gobierno zarista hiciera, con frecuencia, víctimas de sañudas persecuciones a la valiente revista y a şu director.
El Satirikon, como ya hemos dicho, fué suprimido por los bolcheviques: su sátira implacable era muy de temer para Lenin y Trotsky. Averchenko se vió precisado a abandonar Rusia, a convertirse en un proscrito, como tantos otros escritores rusos. Esperamos que—no desecada la fuente de su inspiración por su forzado vagabundaje a través de Europa-seguirá algún día solazando nuestro espíritu con el encantador humorisma de sus cuentos.
