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No, muchacho; y espero que tú harás lo mismo conmigo.

Al siguiente día vino José por primera vez á la caballeriza á aprender todo lo que pudiese, antes de que Jaime nos abandonara. Empezó por barrer la cuadra, traer el heno, hacer las camas, limpiar los arneses, y ayudar al lavado de los coches. Como por su pequeña estatura no podía limpiarnos ni á Jengibre ni á mí, Jaime le enseñaba con Alegría, de quien se iba á hacer cargo en absoluto, bajo la vigilancia de Juan.

Era un muchachito vivo y alegre, que siempre venía cantando ó silbando á su trabajo.

1 1 Alegría se disgustó muchísimo al verse «manejado por un chiquillo», según él decía; pero al fin de la segunda semana, me dijo, en confianza, que el muchacho no se portaba mal.

Llegó por fin el día de la partida de Jaime, y, alegre como era siempre, aquella mañana parecía completamente abatido.

-Ya usted ve todo lo que voy á abandonardijo & Juan :-mi madre, usted, nuestros buenos amos y señoritas, los caballos, y mi viejo amigo Alegría. En mi nueva casa no conozco á nadie.

Si no fuera porque voy á mejorar de puesto, y que estaré en disposición de ayudar mejor á mi madre, aseguro á usted que nunca saldría de aquí, donde están todas mis afecciones.